Diferencia entre revisiones de «Iglesia Metodista de Chile»

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La Cruz y la Llama es un símbolo nacional e internacional del metodismo. sirve también para identificar a toda y cualquier Iglesia local, institución, publicación, producto o presencia de la Iglesia metodista.

El Metodismo llego a Chile en 1878 con el Misionero Metodista William Taylor como Misión de sosten propia, en 1890 la Iglesia Metodista Episcopal incorporo la Mision como Distrito de Chile dándole así legitimidad como Iglesia Metodista. El 2 de Febrero de 1969 la Iglesia Metodista Episcopal en Chile (en ese momento Conferencia Anual de Chile de la Iglesia Metodista) paso a contituirce como una Iglesia autonoma, la cual fue nombrada como IGLESIA METODISTA DE CHILE. A partir de ese año proyecta su autonomía y como tal se abre a la cooperación de otras instancias solidarias que permiten sostener y proyectar la tarea educadora, solidaria y evangelizadora. La Iglesia tiene un apegado énfasis en la tarea social, uno de sus grandes resultados ha sido la creación de Colegios e Instituciones, tanto en las zonas urbanas como no urbanas. Su participación y motivación ecuménica le permite una reconocida presencia no sólo en el ámbito eclesial sino también social y cultural del país.

Comienzo del Metodismo

Origen

La Iglesia Metodista de Chile tienes sus orígenes en el gran movimiento religioso conocido como El Metodismo, que se desarrolla en Inglaterra y en sus colonias de Norteamérica en el siglo 18, elevando la vida espiritual y moral de esos países, y en particular, en el esfuerzo misionero de Metodistas de los Estados Unidos.

Los Fundadores de este movimiento, Los hermanos Juan y Carlos Wesley, ambos clérigos anglicanos, tuvieron en Londres en mayo de 1738 profundas experiencias de salvación de sus pecados por los exclusivos meritos del Cristo Crucificado.

John Wesley

Por estas expereriencias fueron transformados de sinceros y fervorosos buscadores de la santidad cristiana, pero de tendencias legalistas y vida angustiada, en hombres de fe gozosa y serena, con gran capacidad de guiar a otros a la misma experiencia de salvación. por su propio testimonio personal y predicación a campo abierto, y la actividad evangelizadora y pastoral de sus seguidores, el movimiento Metodista liderado por los hermanos Wesley creció rápidamente, llegando a numerar más de 100.000 personas en Gran Bretaña y en Norteamérica antes de 1800. Carlos, gran escritor de Himnos, ayudo a los convertidos a cantar su fe. Juan, genio administrativo y líder carismático, los organizo en sociedades que crecieron, por el rechazo de su jerarquía, al margen de la Iglesia Anglicana pero no contra ella. Se esperaba de los Metodistas que tuvieran como profesión de fe los ARTICULOS DE FE de la Iglesia Anglicana y participaran de sus sacramentos. En sus Sermones didácticos Juan Wesley fijo los principales énfasis en doctrinales que han permanecido desde entonces como característicos de las personas que se denominan Metodistas en todo el mundo.

Las sociedades estaban en conexión unas con otras por su vinculo común con Juan Wesley y su agrupación en un organismo denominado Conferencia Anual, la reunión anual de todos los predicadores itinerantes, laicos dirigentes de las sociedades dispuestos a ir a cualquier lugar al cual fuesen designados. Estos eran designados por Juan Wesley a Conferenciar con el en sesiones formativas de carácter doctrinal, y a recibir instrucciones respecto a la dirección de las sociedades, de rol de los guías de las clases en las cuales ellas estaban divididas, y las estrictas normas de conducta que se esperaban de los miembros.

No fue si no hasta 1748, en los Estados Unidos de Norteamérica, después que las colonias inglesas se constituyeron en nación independiente, que las Sociedades Metodistas allí establecidas se convirtieron en Iglesia, bajo el Nombre de IGLESIA METODISTA EPISCOPAL Aunque sufrió algunas divisiones, el Metodismo Norteamericano mostró una dinámica evangelizadora extraordinaria que produjo un gran crecimiento numérico y una expansión territorial que lo llevo a establecerse en todas las regiones del país. Antes de fines del siglo 19 los miembros de las distintas ramas del Metodismo en los Estados Unidos numeraban varios millones, manteniéndose el tronco original, la Iglesia Metodista Episcopal, como la mayor agrupación. Junto con su expansión misionera dentro de los Estados Unidos, la Iglesia Metodista Episcopal desarrollo un vigoroso programa misionero que la estableció en todos los continentes. Estas nuevas Iglesias también se regían por la Disciplina, y al organizarse Iglesias agrupadas en determinadas regiones en Conferencias Anuales, estas pasaban a tener los mismos derechos que la de los Estados Unidos, incluyendo representación el la Conferencia General con derecho a vos y voto. La Iglesia Metodista Episcopal se transformo así en una Iglesia verdaderamente Internacional. La Disciplina era el documento que contenía las reglas por las cuales se regia dicha Iglesia en los Estados Unidos y en todos los lugares del Mundo donde se había establecido.

El Metodismo de Inglaterra también tuvo su crecimiento extraordinario en el siglo 19, pasando a ser la más numerosa de las Iglesias Libres de esa nación. ya tanto por migración de miembros como por vigorosa actividad misionera se estableció fuertemente en gran parte del resto del mundo, especialmente en las colonias que hoy forman parte de la Comunidad Británica de Naciones. Con los años el Metodismo ha llegado a unos 90 países, con una feligresía de más de 50.000.000 de personas. Es una de las seis familias confesionales pertenecientes al Consejo Mundial de Iglesias, honrada por su importancia y su vocación ecuménica con el privilegio de tener siempre un representante en el Presidium del Consejo.

El Metodismo en Chile

El Metodismo se implanto en Chile por el esfuerzo heroico de un grupo de misioneros, reclutados por el gran evangelista mundial Metodista, William Taylor, para desarrollar una misión de sostén propio en el país. Taylor Creía, inspirado en San Pablo, que evangelistas en sostén propio podrían ofrecer el evangelio y fundar Iglesias Metodistas en Perú, Bolivia y Chile, países donde el concepto de evangélicos se veía como paganos más bien que realmente Cristianos. En su viaje de seis meses en 1877-78 Taylor encontró que no existía interés de parte de nacionales liberales que se oponían a la Iglesia Católica, por financiar el servicio religioso de pastores protestantes, pero si están dispuesto a defender la libertad religiosa y enviar a sus hijos a escuelas no proselitistas. También encontró interés en ciudadanos de habla inglesa residentes en Iquique, Copiapó, y Concepción por tales colegios, y disposición de contribuir a sostener pastores-maestros para tener cultos y servicios pastorales en Inglés. Taylor llego a acuerdos con comités locales patrocinadores y regreso a los Estados Unidos para reclutar pastores y maestros Metodistas dispuestos a la aventura del sostén propio. Primero hay que poner fundamentos y para después poder edificar, pensó Taylor, seguro que el testimonio de vida de sus misioneros habría de despejar prejuicios y preparar el ambiente para la obra evangelizadora en Español. A esa fecha, solo la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos había Iniciado una pequeña obra evangelizadora dirigida hacia la población Chilena.

Taylor tuvo extraordinario éxito en reclutar rápidamente los misioneros que había prometido, y la obra educacional y religiosa en inglés se inició auspiciosamente en Tacna, Iquique, Antofagasta en 1878, pero luego esta quedo totalmente deshecha por causa de la guerra del pacifico. Tampoco sobrevivió la obra iniciada en Copiapó, aunque se mantuvo por casi 20 años. La obra iniciada en Coquimbo, concepción en 1878 y en santiago en 1880 continuo sin interrupción, y se reinicio con éxito en Iquique en 1884. Pero todo fue a costa de grandes sacrificios por lo inadecuado e incierto del sostén de los misioneros y la falta total de ayuda al producirse problemas de salud. Entre los misioneros se destaca el pastor Ira H. La Lefra, fundador con su esposa Adelaida Whitfield, del Santiago College, y superintendente desde 1880 a 1903 cuando cesa como Misión. Según el historiador G.F. Arms, La Lefra fue el verdadero constructor de la Misión, y sin su sabia y abnegada dirección de la Misión habría fracasado.

La labor de poner fundamentos fue dilatándose, y solo en 1888 fue posible empezar cultos regulares en español en Iquique, la Serena y Concepción, iniciándose así congregaciones organizadas como iglesias locales en las dos primeras ciudades en 1890, y en Concepción en 1893. La Incorporación de Juan Canut de Bon como pastor evangelista en la serena en 1890, el primero en dedicar su tiempo exclusivamente a la obra religiosa, fue decisiva para el desarrollo del Metodismo en Chile. Su predicación elocuente y polémica, la violenta persecución de la cual fue objeto en la Serena, publicito la presencia de la Iglesia, y en sus pastorados en Concepción en 1893, y en Angol 1894 y 1895, su palabra también llego con poder a Temuco y la mayoría de los pueblos entre Concepción y Nueva Imperial.

Primera Iglesia Metodista de Santiago

La incorporación de José Torregosa, otro español de corazón ardiente y palabra persuasiva, encarcelado en España por su conversión al Evangelio y reclutado por La Lefra en Argentina a la cual había emigrado para sostener su familia sin renunciar a su fe, fue decisiva para el desarrollo del establecimiento definitivo de la Iglesia en Valparaíso en 1895, y la fundación de la Primera Iglesia Metodista de Santiago en 1898, El establecimiento de la Iglesia de Temuco en 1894 por el pastor Indalecio Romero, comerciante español, convertido por la predicación de Canut en Concepción en 1893, con avanzada a Nueva Imperial; y de la Iglesia de Victoria por el pastor Guillermo Standen, colono inglés de tradición wesleyana como Salvacionista en Inglaterra, con avanzadas en varios pueblos entre Concepción y Temuco, completan el cuadro de una Iglesia en vigoroso crecimiento en la última década del siglo 19. este desarrollo tuvo un respaldo económico parcial de parte de los colegios de Santiago, Concepción e Iquique, al tener estos superávit; y también hasta 1893, de la sociedad de fondos de Transito y Construcciones, entidad formada por un grupo de amigos de William Taylor para ayudar con gastos de viaje y de infraestructura para la obra, cuando Taylor fue elegido Obispo para África por la Conferencia General.

La Misión Taylor de sostén propio no tenia conexión orgánica con la Iglesia Metodista Episcopal, a pesar de considerarse así misma como parte de esa Iglesia. Pero en 1889, John M. Walden, Obispo Presidente de la Conferencia Anual de Cincinatti, Estados Unidos de Norteamérica, visito la obra de la Misión con el resultado que esa conferencia en 1890 incorporo toda la obra e iglesias de idioma inglés y español, y escuelas, como el Distrito de Chile de esa Conferencia, dándole así legitimidad como Iglesia Metodista Episcopal, y autorizando la ordenación de Canut de Bon y otros pastores. Pero el Obispo Walden no pretendió poner la obra bajo su dirección personal, ni fue esta acogida de inmediato por la Sociedad Misionera por su carácter de Misión de sostén propio.

En 1893, el Distrito de Chile, fue transferido por acción de la Conferencia General a la recién creada Conferencia Anual Sud-Americana y puesta bajo la supervisión directa del Obispo designado por ella para presidir la nueva Conferencia. El crecimiento de la Iglesia siguió adelante, y en 1898 el Distrito de Chile, junto con la pequeña obra iniciada en Perú y Bolivia, fue reconocido por la Conferencia General como la Conferencia Misionera Sudamericana Occidental. Y en 1901, al continuar el crecimiento del número de pastores y de Iglesias locales, la Conferencia Misionera Occidental pudo constituirse en plena Conferencia Anual, con todos los derechos Correspondientes, incluso participación con voz y voto de sus delegados en la Conferencia General. en 1903, toda la obra de la Iglesia fue acogida por la sociedad misionera en los Estados Unidos en igualdad de condiciones a los otros campos misioneros, poniendo fin a su situación como Misión de sostén propio. Y en 1909 al ser separada de la obra del Perú para Conferencia Anual Misionera en ese país, lo que se conocía como la Conferencia Anual Andina cambio su nombre a CONFERENCIA ANUAL DE CHILE DE LA IGLESIA METODISTA.

Transición a la Autonomía

En su historia centenaria, la Misión Taylor y la Iglesia que surgió en Chile de este esfuerzo se mantuvieron fielmente, hasta donde era posible, dentro de las normas establecidas por la Disciplina de la Iglesia Metodista Episcopal. Pero la legislación de la Conferencia General, al ser la gran mayoría de sus miembros delegados de las Conferencias Anuales de los Estados Unidos, siempre se realizaba con miras especiales a la situación de la Iglesia en ese país, y frecuentemente no era práctica fuera de ese país. Además, la Constitución fijaba en la Conferencia General el poder preparar y publicar himnarios y rituales, existiendo un vació respecto a lo que se debía hacer en países con otros idiomas y otro contexto cultural. Con el tiempo, la estructura administrativa de las Conferencia Anuales e Iglesias locales fue agrandando, exigiéndose una organización demasiado complicada para Conferencias Anuales e Iglesias más pequeñas. Esto llevo a la Conferencia General a crear Conferencias Centrales, agrupando a Conferencia Anuales contiguas y similares fuera de los Estados Unidos, concediendo a estas la autorización para producir himnarios y rituales, y hacer los demás cambios necesarios en la reglamentación de la Disciplina, para adaptarla a las diversas situaciones existentes en los territorios de las distintas Conferencias Centrales.

La primera Conferencia Central Latinoamericana, constituida por los delegados de la Conferencia Anual del Rió de la Plata (Iglesias de Argentina y Uruguay), la Conferencia Anual de Chile, y las Conferencias Anuales Misioneras de Bolivia, Perú y Costa Rica-Panamá, tuvo lugar en 1924, iniciando esa labor de adaptación. En 1932, la Conferencia General concedió a la Conferencia Central el derecho de elegir sus propios Obispos, con dos áreas Episcopales: La del Atlántico (Argentina, Uruguay y Bolivia), y la del Pacifico (Chile, Perú, Costa Rica-Panamá). La Conferencia Anual de Chile, sin embargo, solicito a la Conferencia General que su amado Obispo, Jorge A. Miller, elegido por la Conferencia General, continuara presidiendo el Área del Pacifico hasta su jubilación en 1936. La Conferencia General acordó que la elección de sus Obispos fuera por periodos de solo cuatro años, con opción a la reelección, y no a servicio vitalicio hasta la edad de jubilación, como sucedía con los Obispos elegidos por la Conferencia General. En 1936, la Conferencia Central de ese año eligió al distinguido pastor evangelista continental, Roberto Elphick Valenzuela, como su Obispo por el periodo de 1936-1940, el primer pastor Chileno en servir este cargo. Previamente, todos los Obispos enviados por la Conferencia General, excepto al gran Obispo W.F. Oldham, anglo-indio nacido en la India, habían sido norteamericanos.

Desde 1940 a 1952, el Área del Pacifico fue presidida por el Obispo Enrique C. Balloch, uruguayo, y entre 1952 y 1960 por el Obispo Julio M. Sabanes, también uruguayo. En 1960 fue electo Obispo el Rector de la Facultad Evangelista de Teología, el misionero norteamericano B. Foster Stockwell, quien falleció después de pocos meses, siendo elegido en 1962 en Conferencia Central extraordinaria, el destacado pastor chileno, Pedro Zottele Clark, reelegido en 1964.

En 1939, tres grandes ramas del Metodismo de los Estados Unidos de Norteamérica: La Iglesia Metodista Episcopal, la Iglesia Metodista Episcopal del Sur y la Iglesia Metodista Protestante se reunificaron, constituyendo una sola Iglesia conexional, bajo el simple nombre de la Iglesia Metodista. El aumento del sentimiento nacionalista, sin duda alguna, también influyo en su creciente deseo en distintos países y continentes de constituirse en Iglesias con plena autonomía nacional.

La Conferencia General no fue indiferente a esta situación, y la propia Junta de Misiones de la Iglesia Metodista se convirtió en decidida impulsora de conceder la opción de autonomía de las Conferencias Anuales que lo desearan, reemplazando el nexo conexional por una relación fraternal de Iglesias Autónomas afiliadas. Para este efecto, se creó una legislación especial que permitió entrar en una nueva relación de socios en misión con la Iglesia madre, y la continuación de un apoyo financiero y en personal misionero al ser solicitada tal ayuda.

La ventaja de poder legislar directamente para las distintas situaciones culturales y geográficas existentes en la Conferencia Central llevo a la disociación de todas las Conferencias Anuales, excepto Costa Rica-Panamá, a manifestarse por la opción de autonomía, inspiradas en el principio enunciado por el Dr. José Miguez Bonino, de Argentina, que el lugar de decisión debe estar lo más posible del lugar de testimonio. Fue así como la Conferencia Anual de Chile de la Iglesia Metodista, en su sesión de enero de 1968, aprobó un proyecto de Constitución para una Iglesia autónoma, el cual presento, junto con su Solicitud de Autonomía, a la Comisión de Estructura del Metodismo de Ultramar de la Conferencia General de la Iglesia Metodista Unida (nuevo nombre de la Iglesia Metodista después de su unión orgánica con la Iglesia Hermanos Evangélicos Unidos, en la misma sesión).

A fines de enero de 1969, la Conferencia Central reunida en Santiago procedió a su propia disolución, después de elegir al pastor argentino, Federico Pagura, Obispo para Costa Rica y Panamá hasta 1972; jubilar a los Obispos Pedro Zottele Clark y Sante Uberto Barbieri, como Obispos de la Iglesia Metodista Unida; y aprobar la creación del concejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América Latina, Incluyendo las previamente autónomas de Brasil, México y Cuba.

En seguida, el 2 de febrero de 1969 se constituyo la IGLESIA METODISTA DE CHILE, en Asamblea Constituyente, aprobó su Constitución como Iglesia Autónoma, y luego procedió, es su primera sesión como Asamblea General, aprobar su reglamento y elegir su primer Obispo como Iglesia Nacional, designación que recayó en el pastor Dr. Raimundo Valenzuela Arms, hijo del pastor chileno Julio Samuel Valenzuela, y nieto de los esposos Goodsil e Ida Arms, misioneros que sirvieron en Chile desde 1888 hasta 1927. La Asamblea General confirmo la decisión de entrar al pacto en misión con la Iglesia Metodista Unida, firmándose el convenio respectivo por el Obispo Roy Short, secretario del Concilio de Obispos en representación de la Iglesia Metodista Unida, y el Obispo Raimundo Valenzuela por la Iglesia Metodista de Chile. A continuación, la Asamblea General acordó su ingreso al Concejo Mundial Metodista y al Concilio Mundial de Iglesias, confirmado así su tradición ecuménica.

Artículos de Fe

I. de la Santísima Trinidad

Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo ni partes, de infinito poder, sabiduría y bondad; creador y conservador de todas las cosas, así visibles como invisibles. Y en la unidad de esta Deidad hay tres personas, de una misma sustancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

II. Del Verbo, o Hijo de Dios, que fue hecho verdadero Hombre

El Hijo, que es el Verbo del Padre, verdadero y eterno Dios, de una misma sustancia con el Padre, tomo la naturaleza humana en el seno de la Bienaventurada Virgen; de manera que dos naturalezas enteras y perfectas, a saber, la Deidad y la Humanidad, se unieron en una sola persona, para jamás ser separadas, de lo que resultó un solo Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que realmente padeció, fue crucificado, muerto y sepultado, para reconciliar a su Padre con nosotros, y para ser un sacrificio, no solamente por la culpa original, sino también por los pecados actuales de los hombres.

III. De la Resurrección de Cristo

Cristo verdaderamente resucito de entre los muertos, y volvió a tomar su cuerpo, con todo lo perteneciente a la integridad de la naturaleza humana, con lo cual subió al cielo, y allí esta sentado a la diestra de Dios padre todo poderoso, hasta que vuelva para juzgar a todos los hombres en el postrer día.

IV. Del Espíritu Santo

El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, es de una misma sustancia, majestad y gloria con el Padre y con el Hijo, verdadero y eterno Dios.

V. De la Suficiencia de las Sagradas Escrituras para la Salvación

Las Sagradas Escrituras contienen todas las cosas necesarias para la salvación; de modo que no debe exigirse que hombre alguno reciba como artículo de fe, ni considere como requisito necesario para la salvación, nada que en ella no se lea ni pueda por ellas probarse. Bajo el nombre de Sagradas Escrituras comprendemos aquellos libros canónicos del Antiguo Testamento, de cuya autoridad nunca hubo duda alguna en la Iglesia. Los nombres de los libros canónicos son:

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, El Primer libro de Samuel, El Segundo libro de Samuel, El Primer libro de los Reyes, El Segundo libro de los Reyes, El Primer libro de las Crónicas, El Segundo libro de las Crónicas, El libro de Esdras, El libro de Nehemias, El libro de Ester, El libro de Job, Los Salmos, Los Proverbios, El Eclesiastés o el Predicador, El Cantar de los Cantares de Salomón, Los Cuatro Profetas Mayores y los Doce Menores.

Todos los Libros del Nuevo Testamento que son generalmente aceptados, los recibimos y tenemos como canónicos.

VI. Del Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento no es contrario al Nuevo Testamento, puesto que en ambos, Antiguo y Nuevo, se ofrece la vida eterna al genero humano por Cristo, único Mediador entre Dios y el hombre, siendo que el es Dios y Hombre. Por lo cual no deben ser escuchados los que pretenden que los antiguos patriarcas tenían su esperanza puesta tan solo en promesas transitorias. Aunque la ley que Dios dio por medio de Moisés, en cuanto se refiere a ceremonias y ritos, no obliga a los Cristianos ni deben sus preceptos civiles recibirse necesariamente en ningún estado; sin embargo, no hay Cristiano alguno que quede exento de la obediencia a los mandatos que se llaman morales.

VII. Del Pecado Original o Nacimiento

El pecado original no consiste (como falsamente aseveran los pelagianos) en la imitación de Adán, sino que es la corrupción de la naturaleza de todo hombre engendrado en el orden natural de la estirpe de Adán, por lo cual el hombre esta muy apartado de la justicia original, y por su misma naturaleza se inclina al mal, y esto continuamente.

VIII. Del LIbre Albedrío

La condición del hombre después de la caída de Adán es tal que no puede volverse ni prepararse a si mismo por su fuerza natural y propias obras, para ejercer la fe e invocar a Dios; por tanto, no tenemos poder para hacer obras buenas, agradables y aceptadas a Dios, sin que la gracia de Dios por Cristo nos capacite para que tengamos buena voluntad, y coopere con nosotros cuando tuviéramos tal buena voluntad.

IX. De la Justificación del Hombre

Se nos tiene por justos delante de Dios solo por los meritos de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, por la fe, y no por nuestras propias obras o merecimientos. Por tanto, la doctrina de que somos justificados solamente por la fe, es bien saludable y muy llena de consuelo.

X. De las Buenas Obras

Aunque las buenas obras, que son fruto de la fe y consiguientes a la justificación, no pueden librarnos de nuestros pecados, ni soportar la severidad de los juicios de Dios, son, sin embargo, agradables y aceptadas a Dios en Cristo y nacen de una fe verdadera y viva, de manera que por ellas puede conocerse la fe viva tan evidentemente como se conocerá el árbol por su fruto.

XI. De las Obras de Supererogación

Las obras voluntarias, ejecutadas aparte o en exceso de los mandamientos de dios, llamadas obras de supererogación, no pueden enseñarse con arrogancia e impiedad, pues por ellas declaran los hombres que no solo rinden a Dios todo lo que es de su obligación, sino por amor a él hacen aún más de lo que el rigor les exige el deber, siendo así que Cristo dice explícitamente: Cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos.

XII. Del Pecado Después de la Justificación

No todo pecado voluntariamente cometido después de la justificación es pecado contra el Espíritu Santo, e imperdonable. Por lo cual, a los que han caído en pecado después de su justificación no se les debe negar el privilegio del arrepentimiento. Después de haber recibido al Espíritu Santo, podemos apartarnos de la gracia Concedida y caer en el pecado y, por la gracia de Dios, levantarnos de nuevo y enmendar nuestra vida. Por lo tanto, son de condenar los que dicen que ya no pueden pecar mas mientras vivan, o que niegan a los verdaderamente arrepentidos la posibilidad del perdón.

XIII. De la Iglesia

La iglesia visible de Cristo es una congregación de fieles en la cual se predica la palabra pura de Dios, y se administran debidamente los sacramentos, conforme a la institución de Cristo, en todo aquello que forma parte necesaria y esencial de los mismos.

XVI. Del Purgatorio

La doctrina romanista tocante al purgatorio, a la absolución, a la veneración y adoración, tanto de imágenes como reliquias, y también a la invocación de los santos, es una patraña, una pura invención sin fundamento en la Escritura, sino antes bien, repugnante a la Palabra de Dios.

XV. Del uso en la Congregación de una lengua que el pueblo entienda

Ofrecer oración publica en la Iglesia o administrar los sacramentos en una lengua que el pueblo no entiende, es cosa evidente repugnante tanto a la palabra de Dios como al uso de la Iglesia Primitiva.

XVI. De los Sacramentos

Los sacramentos instituidos por Cristo son solo señales o signos de la profesión de los Cristianos, sino más bien testimonios seguros de la gracia y buena voluntad de Dios para con nosotros, por los cuales obra El en nosotros invisiblemente, y no solo aviva nuestra fe en El, sino que también la fortalece y confirma.

Los sacramentos instituidos por Cristo, nuestro señor, en el Evangelio, son dos, a saber: el Bautismo y la Cena del Señor.

Los cinco comúnmente llamados sacramentos, a saber: la confirmación, la penitencia, el orden, el matrimonio y la extremaunción, no deben tenerse por sacramentos del Evangelio, puesto que han emanado, algunos de ellos, de una viciosa imitación de los Apóstoles, mientras que otros son estados de vida aprobados en las Escrituras, sin que sean de la misma naturaleza que el Bautismo y la Cena del Señor. Puesto que carecen de todo signo visible o ceremonia ordenada por Dios.

Los sacramentos no fueron instituidos por Cristo para servir de espectáculo ni para ser llevados en procesión, sino para que usásemos de ellos debidamente. Y solo en aquellos que los reciben dignamente producen efecto saludable, mientras que los que indignamente los reciben, adquieren para si, como dice San Pablo, condenación (1 Corintios 11:29)

XVII. Del Bautismo

El bautismo no es solamente signo de profesión y nota distintiva, por la cual se distinguen los cristianos de los no Bautizados, sino también signo de la regeneración o renacimiento. El Bautismo de los párvulos debe conservarse en la Iglesia.

XVIII. De la Cena del Señor

La Cena del Señor no es solamente signo del amor que deben tenerse entre si los Cristianos, sino más bien sacramento de nuestra redención por la muerte de Cristo; de modo que, para los que digna y debidamente y con fe reciben estos elementos, el pan que partimos es una participación del cuerpo de Cristo, y asimismo la copa de bendición es una participación de la sangre de Cristo.

La transubstanciación, o transmutación de la sustancia del pan y el vino de la Cena del Señor, no puede probarse por las sagradas escrituras; antes bien es repugnante a las palabras terminantes de las Escrituras, trastorna la naturaleza del sacramento y ha dado ocasión a muchas supersticiones.

El cuerpo de Cristo se da, se toma y se come en la Cena solo de un modo celestial y espiritual. Y el medio por el cual el cuerpo de Cristo se recibe y se come en la Cena del Señor es por fe.

Cristo no ordeno que el sacramento de la Cena del Señor se reservara, ni que se llevara en procesión, ni se elevara, ni se adorara.

XIX. De las dos Especies

El cáliz del Señor no debe negarse a los laicos; pues que ambas partes de la Cena del Señor, por institución y mandamiento de Cristo, deben suministrarse igualmente a todos los Cristianos.

XX. De la única Oblación de Cristo, consumada en la Cruz

La oblación de Cristo, una vez hecha, es la perfecta redención, propiciación y satisfacción por todos los pecados de todo el mundo, originales y actuales; y no hay otra satisfacción por el pecado, sino esta únicamente. Por lo cual, el sacrificio de la misa, en el que se dice comúnmente que el sacerdote ofrece a Cristo por los vivos y los muertos; para que estos tengan remisión de pena o de culpa, es fábula blasfema y fraude pernicioso.

XXI. Del Matrimonio de los Ministros

La ley de Dios no manda a los ministros de Cristo hacer voto de celibato, ni de abstenerse del matrimonio; licito es, pues ellos, lo mismo que para los demás Cristianos, contraer matrimonio a su discreción, como juzguen mas conducente a la santidad.

XXII. De los Ritos y Ceremonias de las Iglesias

No es necesario que los ritos y ceremonias sean en todo lugar los mismos, ni de forma idéntica, puesto que siempre han sido diversos, y pueden mudarse según la diversidad de los países, tiempos y costumbres de los hombres, con tal que nada se establezca contrario a la Palabra de Dios. Cualquiera que apoyándose en su juicio privado, voluntariamente y de intento quebrante públicamente los ritos y ceremonias de la Iglesia a que pertenece, y que no son repugnantes a la Palabra de Dios sino ordenados y aprobados por autoridad común, debe (para que otros teman hacer lo mismo) ser reprendido públicamente como perturbador del orden común de la Iglesia, y como quien hiere las conciencias de los hermanos débiles.

Cualquiera Iglesia tiene facultad para establecer, mudar o abrogar ritos y ceremonias, con tal que se haga todos para edificación.

XXIII. De los Bienes de los Cristianos

Las riquezas y los bienes de los Cristianos no son comunes en cuanto al derecho, título y posesión de los mismos, como falsamente aseveran algunos, sin embargo, todo hombre, de lo que posee y según sus facultades, debe dar con libertad limosnas a los pobres.

XXIV. Del Juramento del Cristiano

Así como confesamos que Nuestro Señor Jesucristo y Santiago, su apóstol, prohíben a los Cristianos el juramento vano y temerario, también juzgamos que la religión Cristiana no prohíbe que se preste juramento a requerimiento del magistrado y en causa de fe y caridad, con tal que se haga según la doctrina del profeta, en justicia, juicio y verdad. res

Obispos de la Iglesia

  • FitzGerald, J.N. 1895-1896
  • Vincent, John H. 1897
  • Warren, Henry W. 1898-1899
  • Ninde, William Xavier 1900
  • MacCabe, Charles C. 1901-1902
  • Joyce, Isaac 1903-1904
  • Neely, Thomas Benjamin 1905-1908
  • Bristol, Frank 1909-1912
  • Stuntz, Homer C. 1913-1916
  • Oldham, William F. 1917-1928
  • Miller, George Amos 1928-1935
  • Gattinoni, Juan E. 1936
  • Elphick Valenzuela, Roberto 1936-1941
  • Ballock, Enrique 1942-1953
  • Sabanes, Julio M. 1953-1959
  • Smith, Angie W. 1960 y 1962
  • Stockwell, B.Foster 1961
  • Zottele Clark, Pedro 1962-1969
  • Valenzuela Arms, Raimundo 1969-1973
  • Vásquez del Valle, Juan 1973-1981
  • Gutiérrez Vallejos, Isaías 1981-1989
  • Gnadt Vitalis, Hellmut 1989-1993
  • Aravena Bravo, Neftalí 1993-1997
  • Grandón Seguel, Pedro 1997-2006
  • Aravena Bravo, Neftalí 2006-

Referencias

  • Antecedentes Históricos sobre estructuras y cambios de la Iglesia Metodista de Chile, del libro de la Constitución de la Iglesia Metodista de Chile 1992
  • Página web Oficial de la Iglesia