Diferencia entre revisiones de «Maldición»

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Conservamos un ''corpus'' importante de este tipo de textos, que nos permite saber cómo lo hacían. Abundan en la [[Ilíada]] estas imprecaciones, como la de Crises contra Agamenón y los griegos en el canto I. También abundan en las tragedias de [[Sófocles]]. Cuando Alcibíades fue desterrado después de la mutilación de Hermes, todos los sacerdotes del Ática excepto uno lanzaron contra él las más terribles imprecaciones.<ref>Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914)</ref>
Conservamos un ''corpus'' importante de este tipo de textos, que nos permite saber cómo lo hacían. Abundan en la [[Ilíada]] estas imprecaciones, como la de Crises contra Agamenón y los griegos en el canto I. También abundan en las tragedias de [[Sófocles]]. Cuando Alcibíades fue desterrado después de la mutilación de Hermes, todos los sacerdotes del Ática excepto uno lanzaron contra él las más terribles imprecaciones.<ref>Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914)</ref>


==Referencias==
no seais ilusos com os vais a decir q la maldiciones religiosas es mentira estudiad mas arrepientansen de lo q dicen no esperen hasta ver a dios la ciencia lo niega pero cuando lo ven se quieren arrepentir y dios ya les avia dado su oportunidad aqui en la tierra arrepentireis
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[[Categoría:Sociología de la religión]]
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[[fr:Malédiction]]
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[[it:Maledizione]]
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Revisión del 21:52 28 sep 2009

Maldición, del Latín maledictĭo, -ōnis.

Son actos o consecuencias,habiendo manifestando juicio, rechazo o repugnancia, y muy particularmente deseo de que le venga algún daño, que se dirige contra alguien o contra algo.

Las maldiciones tienen un papel destacado en la Historia de la humanidad, en la religión y las creencias populares de muchos pueblos (supersticiones), así como en sus mitos y leyendas.

Las maldiciones en la religión cristiana son Consecuencias de la desobediencia a Dios. Deuteronomio 28:15 (Lv. 26.14-46) Reina-Valera. 15 Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Yahveh tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos = Estatuto que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. como ejemplo: Zacarías (profeta) 5:3 (Reina-Valera 1960). 3 Entonces me dijo: Esta es la maldición que sale sobre la faz de toda la Tierra; porque todo aquel que hurta = Hurto (como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura falsamente = Juramento (como está del otro lado del rollo) será destruido.

Las maldiciones tienen un papel destacado en las creencias populares de muchos pueblos (supersticiones), así como en sus mitos y leyendas. Por ejemplo, en el folclore hispánico se cree que la sirena era una muchacha hermosa a la que le gustaba mucho bañarse. Un día su madre la maldijo por ello, diciendo que, ya que le gustaba tanto el agua, ojalá nunca saliera de ella —y así fue.

Según estas creencias, en ocasiones familias enteras son víctima de una maldición, cuyas consecuencias alcanzan a todos los descendientes de la persona maldita. Así, en la mitología griega, todo el linaje de Atreo y Edipo es víctima del destino adverso de estos personajes.

Con frecuencia se atribuye una capacidad especial para arrojar maldiciones a colectivos marginados, como los gitanos en España, cuyas maldiciones gitanas causaban pavor.

Objetos malditos

El poder de la maldición se extiende en ocasiones a determinados objetos. Así, el poeta griego Nikos Kavvadías cuenta en uno de sus poemas más conocidos la historia de un cuchillo maldito: todos los que lo compraban acababan utilizándolo para matar a una persona querida. El vudú afroamericano afirma que es posible dañar a una persona colocando en su camino ciertos objetos malditos, que se activarán cuando la víctima camine sobre ellos.

Según la creencia popular, las maldiciones pueden también afectar a edificios (por lo que se habla de casas encantadas, embrujadas o malditas).

Maldiciones en la Antigua Grecia y Roma

Las maldiciones en Grecia y Roma eran un tanto formales y oficiales. Llamadas katadesmoi («ataduras») por los griegos y tabulae defixiones por los romanos, eran escritas en tablillas de plomo u otros materiales. Generalmente, invocaban la ayuda de un espíritu (una deidad, un demonio o uno de los muertos) para cumplir con su objetivo, y eran colocadas en algún lugar considerado eficaz para su activación, como en una tumba, cementerio, pozo o manantial sagrado.

En el texto de la maldición, el peticionario expresaba su deseo de que el enemigo sufriese daño de alguna forma específica. Con frecuencia se añadía la falta que había cometido la persona maldita: un robo, una infidelidad, no haber correspondido al amor del maledicente, haberle faltado al respeto, haberle robado el amor de su vida, etc.

Los romanos, etruscos y griegos practicaban con frecuencia este tipo de maldiciones. Los griegos tenían en la edad heroica unos sacerdotes especiales llamados areteos o sea maldecidores.

Conservamos un corpus importante de este tipo de textos, que nos permite saber cómo lo hacían. Abundan en la Ilíada estas imprecaciones, como la de Crises contra Agamenón y los griegos en el canto I. También abundan en las tragedias de Sófocles. Cuando Alcibíades fue desterrado después de la mutilación de Hermes, todos los sacerdotes del Ática excepto uno lanzaron contra él las más terribles imprecaciones.[1]

Referencias

  1. Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914)