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En su historia de Roma, Livio escribe: ''Oppidum condunt; Aeneas ab nomine uxoris Lavinium appellat (fundando pues una ciudad, a la que Eneas, por el nombre el de su esposa llamo Lavinia''). En esos mismos años dicha leyenda será sublimada poéticamente en la ''[[Eneida]]'' de [[Virgilio]]. Según la opinión de los historiadores de la antigüedad y el mayor poeta épico romano, después de las muertes del rey Latino y de Eneas, la población autóctona comenzó a mezclarse con los troyanos para dar origen al pueblo latino ([[siglo XII a. C.|siglo XII a. C.]])
En su historia de Roma, Livio escribe: ''Oppidum condunt; Aeneas ab nomine uxoris Lavinium appellat (fundando pues una ciudad, a la que Eneas, por el nombre el de su esposa llamo Lavinia''). En esos mismos años dicha leyenda será sublimada poéticamente en la ''[[Eneida]]'' de [[Virgilio]]. Según la opinión de los historiadores de la antigüedad y el mayor poeta épico romano, después de las muertes del rey Latino y de Eneas, la población autóctona comenzó a mezclarse con los troyanos para dar origen al pueblo latino ([[siglo XII a. C.|siglo XII a. C.]])


== Geografía ==
== Castrimoenium]]) etc.

=== El Territorio ===
Según una teoría, este pueblo se dirigió a lo largo de la ribera [[mar Tirreno|tirrena]] hacia el sur instalándose en la franja costera comprendida entre el curso bajo del [[Tíber]] y el golfo de Policastro, entre las actuales [[Campania]] y [[Calabria]]. Sucesivamente, en épocas protohistóricas, los pueblos pertenecientes a la etnia latina se establecieron en la zona meridional siendo absorbidos por otras poblaciones. De la zona inicial de asentamiento, los latinos se retiraron hasta controlar únicamente la región del [[Latium|Latium Vetus]] (o [[Latium|Latium Priscum]]), delimitada, a grandes rasgos, al norte por el Tíber; al oriente por los montes Praenestinos y una porción del río Trerus; al sur por la rama septentrional de los [[Montes Volscos]] y al occidente por el mar [[Tirreno]].

Otros estudiosos opinan en cambio, que originalmente los asentamientos latinos se extendieron entre el Tíber y el Bajo [[Lacio]] (llanura pontina, bajo curso del [[Liris]]), pero posteriormente se restringieron, en época protohistórica a la región de ''Latium Vetus''.

Finalmente, según la tradición romana, la cuna originaria de este pueblo fue la zona de los [[Montes Albanos]], desde donde el nombre de los latinos se difundió, sucesivamente, por las llanuras circundantes. En cualquier caso, en vísperas de la primera expansión de Roma y su estado (acaecidos aprox. [[siglo VI a. C.|s. VI&nbsp;a.&nbsp;C.]]), el territorio en el que estaban establecidos los latinos era de una extensión no mayor a 2000 km<sup>2</sup>, correspondientes a poco más de la décima parte de la actual región del Lacio.

=== La Población ===
Dado lo exiguo del territorio que controlaba, la población latina no podría en la época prerromana haber excedido los 60.000 o 70.000 habitantes. Era pues una etnia absolutamente minoritaria no solo en la Italia central, sino aun en el mismo Lacio.

[[Archivo:IE3500BP.png|thumb|300px|right|''Pueblos indoeuropeos alrededor del 1500&nbsp;a.&nbsp;C.''.]]
Cómo una pequeña nación como ésta pudo crear, a través de Roma, el más grande imperio de la antigüedad, modelo no superado que perduró durante más de dos milenios, logrando la convivencia pacífica, la cooperación y el desarrollo de muchos pueblos, y que ha sido la base e incluso el alma de la moderna civilización europea, es un misterio que tal vez excede a la investigación histórica y que hunde sus raíces en las estepas de [[Ucrania]], o quizá aún más al oriente, entre el [[mar Caspio]] y los [[Urales]], en la [[Eurasia]] centro-occidental.

Esta fría y desolada tierra de hecho, se ha contemplado como probable cuna de la estirpe indoeuropea, que en el curso de la antigüedad dio origen sucesivamente a pueblos que rigieron alternativamente de gran parte de Eurasia a través del tiempo, entre otros: los [[hitita]]s, los [[Media (Oriente Medio)|medos]] y [[Imperio Persa|persas]], los [[Raza aria|arios]], los [[Antigua Grecia|griegos]], los [[antiguos macedonios|macedonios]], los latinos, y ya en el umbral de la [[Edad Media]], los [[Pueblos germánicos|germanos]]. Esta etnia fue el eje unificador y base civilizadora de un conjunto étnico compuesto de muchos pueblos, a veces también unidos por una lengua y religión común.

Los latinos en un momento dado dieron vida a estructuras estatales (entre ellas la romana), que si bien no eran de su misma base racial, y estaban abiertas a nuevas aportaciones étnicas, incentivaron un sistema de valores común, teniendo originalmente como puntos de referencia, la virtud individual en todas sus manifestaciones y una visión aristocrática de la vida que impregnó a toda la colectividad.

=== La Ciudad ===
Según la historiografía tradicional, el desarrollo propiamente urbano de Roma y del [[Latium]] se empezó a delinear solo en la época etrusca, esto fue pues entre el final del [[siglo VII a. C.|siglo VII&nbsp;a.&nbsp;C.]] y la primera mitad del siguiente siglo. Pero en los últimas tres décadas tal formulación ha sido sometida a debate debido a las investigaciones, los hallazgos y las importantes contribuciones teóricas de un grupo de arqueólogos e historiadores, no sólo italianos, encabezados por [[Andrea Carandini]].

En [[1988]] fue descubierto el primer lienzo de la muralla de Roma, datable en torno al [[725 a. C.|725&nbsp;a.&nbsp;C.]], momento en el que ya habían salido a la luz testimonios del s. VIII&nbsp;a.&nbsp;C., relativos a las ciudades de [[Preneste]] y [[Tívoli|Tibur]], los dos mayores centros, después de Roma, del área latina, al menos hasta el momento en que fue absorbido el Latium Vetus por el estado romano.

Es difícil establecer una clara línea de demarcación para los fenómenos urbano y proto-urbanos, pues es evidente que ya a partir del [[750 a. C.|750&nbsp;a.&nbsp;C.]] aprox. algunos centros, por su estructura y dimensión, podían ser equiparables a las verdaderas ciudades sobre el modelo que era ya habitual en [[Etruria]] un par de generaciones antes,<ref>Andrea Carandini, ''La nascita di Roma'', Pág.481 Einaudi, Torino, 1997.</ref> y en el sur de la [[Península Itálica|península]] con los primeros establecimientos helénicos ([[Magna Grecia]]). Sin embargo estos últimos parecen ser posteriores a los de los etruscos o los latinos, por lo tanto lo hecho por estos habría sido conseguido en forma autónoma, logrando así un modelo de desarrollo autóctono.<ref>Ibidem, op.citata, pag.486</ref>

Con [[Dionisio de Halicarnaso]], [[Estrabón]] y [[Plinio el Viejo]] se concluye, de sus obras sobre la comunidades más antiguas del [[Latium|Latium Vetus]], que muchas de aquellas ya habían desaparecido en los siglos en los que los tres escritores las describieron. De algunas tampoco se ha tenido éxito en conocer su ubicación exacta, entre ellas está la misma [[Alba Longa]], centro neurálgico de la [[Liga Latina]], en torno a la primera mitad del [[siglo VII a. C.|siglo VII&nbsp;a.&nbsp;C.]], y primera en ser destruida por Roma. De Plinio nos quedan dos listas detalladas de ciudades, la segunda de las cuales se refiere al «populi de la foederatio albensis». En esta última aparecen: Alba longa, Manates ([[Tívoli|Tibur]]), Fidenates ([[Fidene|Fidaene]]), Foretes ([[Gabii]]) Accienses ([[Ariccia|Aricia]]), Tolerus ([[Valmontone]]), y algunas que constituyeron parte integrante de la ciudad de Roma: Velienses ([[Novi Velia|Velia]]), Querquetulani ([[Monte Celio|Celio]]), Munienses ([[Quirinal]], pero según algunos historiadores se trata de [[Marino (Lacio)|Castrimoenium]]) etc.


== Historia ==
== Historia ==

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Los pueblos de la península itálica al principio de la edad de hierro      Ligures      Vénetos      Etruscos      Picenos      Umbros      Latinos      Oscos      Mesapios      Griegos

Los latinos eran una de las muchas etnias de origen indoeuropeo, que llegaron a Italia en el curso del II milenio a. C. Su lugar de origen no se conoce con exactitud. Las dos hipótesis más acreditadas son la de Europa central danubiana o, según la historiografía greco-romana, la de Asia Menor. Estaban emparentados con otras poblaciones itálicas (sabinos, umbros, sículos etc.) particularmente con los faliscos, cuya emigración fue, si no contemporánea, cuando menos cronológicamente próxima a la de los latinos.

Es el nombre del antiguo pueblo que habitaba el Lacio cuya lengua era el latín. La antigua Roma era originalmente una aldea de la nación latina; por eso, posteriormente, se llamó a los antiguos ciudadanos romanos también latinos.

Tradición histórico-literaria del origen

Federico Barocci: Eneas escapa de Troya (1598), Galería Bourgeois, Roma.

Hesíodo, en la Teogonía (1010 a. C. / 1014 a. C.) se refiere a la figura de Latino, rey que gobernaba sobre un pueblo del Tirreno: los latinos. Esta es la primera ocasión en la que son citados como habitantes del Latium (Lacio). Los primeros en establecer una conexión entre esta última región y una ciudad de Asia Menor, Troya (a través de la figura de Eneas), fueron dos escritores griegos del siglo V a. C., Helánico de Lesbos y Damastes de Sigeo. Posteriormente (300 a. C. aprox.), el historiador siciliano Timeo de Tauromenio, hace la mención del origen del troyano de los penates custodiados en un santuario de Lavinium (Lavinia), ciudad sagrada para toda la nación latina. Fabio Pictor, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Apiano y Dion Casio acreditan la versión de Helánico, de Damaste y de Timeo.

En su historia de Roma, Livio escribe: Oppidum condunt; Aeneas ab nomine uxoris Lavinium appellat (fundando pues una ciudad, a la que Eneas, por el nombre el de su esposa llamo Lavinia). En esos mismos años dicha leyenda será sublimada poéticamente en la Eneida de Virgilio. Según la opinión de los historiadores de la antigüedad y el mayor poeta épico romano, después de las muertes del rey Latino y de Eneas, la población autóctona comenzó a mezclarse con los troyanos para dar origen al pueblo latino (siglo XII a. C.)

Geografía

El Territorio

Según una teoría, este pueblo se dirigió a lo largo de la ribera tirrena hacia el sur instalándose en la franja costera comprendida entre el curso bajo del Tíber y el golfo de Policastro, entre las actuales Campania y Calabria. Sucesivamente, en épocas protohistóricas, los pueblos pertenecientes a la etnia latina se establecieron en la zona meridional siendo absorbidos por otras poblaciones. De la zona inicial de asentamiento, los latinos se retiraron hasta controlar únicamente la región del Latium Vetus (o Latium Priscum), delimitada, a grandes rasgos, al norte por el Tíber; al oriente por los montes Praenestinos y una porción del río Trerus; al sur por la rama septentrional de los Montes Volscos y al occidente por el mar Tirreno.

Otros estudiosos opinan en cambio, que originalmente los asentamientos latinos se extendieron entre el Tíber y el Bajo Lacio (llanura pontina, bajo curso del Liris), pero posteriormente se restringieron, en época protohistórica a la región de Latium Vetus.

Finalmente, según la tradición romana, la cuna originaria de este pueblo fue la zona de los Montes Albanos, desde donde el nombre de los latinos se difundió, sucesivamente, por las llanuras circundantes. En cualquier caso, en vísperas de la primera expansión de Roma y su estado (acaecidos aprox. s. VI a. C.), el territorio en el que estaban establecidos los latinos era de una extensión no mayor a 2000 km2, correspondientes a poco más de la décima parte de la actual región del Lacio.

La Población

Dado lo exiguo del territorio que controlaba, la población latina no podría en la época prerromana haber excedido los 60.000 o 70.000 habitantes. Era pues una etnia absolutamente minoritaria no solo en la Italia central, sino aun en el mismo Lacio.

Pueblos indoeuropeos alrededor del 1500 a. C..

Cómo una pequeña nación como ésta pudo crear, a través de Roma, el más grande imperio de la antigüedad, modelo no superado que perduró durante más de dos milenios, logrando la convivencia pacífica, la cooperación y el desarrollo de muchos pueblos, y que ha sido la base e incluso el alma de la moderna civilización europea, es un misterio que tal vez excede a la investigación histórica y que hunde sus raíces en las estepas de Ucrania, o quizá aún más al oriente, entre el mar Caspio y los Urales, en la Eurasia centro-occidental.

Esta fría y desolada tierra de hecho, se ha contemplado como probable cuna de la estirpe indoeuropea, que en el curso de la antigüedad dio origen sucesivamente a pueblos que rigieron alternativamente de gran parte de Eurasia a través del tiempo, entre otros: los hititas, los medos y persas, los arios, los griegos, los macedonios, los latinos, y ya en el umbral de la Edad Media, los germanos. Esta etnia fue el eje unificador y base civilizadora de un conjunto étnico compuesto de muchos pueblos, a veces también unidos por una lengua y religión común.

Los latinos en un momento dado dieron vida a estructuras estatales (entre ellas la romana), que si bien no eran de su misma base racial, y estaban abiertas a nuevas aportaciones étnicas, incentivaron un sistema de valores común, teniendo originalmente como puntos de referencia, la virtud individual en todas sus manifestaciones y una visión aristocrática de la vida que impregnó a toda la colectividad.

La Ciudad

Según la historiografía tradicional, el desarrollo propiamente urbano de Roma y del Latium se empezó a delinear solo en la época etrusca, esto fue pues entre el final del siglo VII a. C. y la primera mitad del siguiente siglo. Pero en los últimas tres décadas tal formulación ha sido sometida a debate debido a las investigaciones, los hallazgos y las importantes contribuciones teóricas de un grupo de arqueólogos e historiadores, no sólo italianos, encabezados por Andrea Carandini.

En 1988 fue descubierto el primer lienzo de la muralla de Roma, datable en torno al 725 a. C., momento en el que ya habían salido a la luz testimonios del s. VIII a. C., relativos a las ciudades de Preneste y Tibur, los dos mayores centros, después de Roma, del área latina, al menos hasta el momento en que fue absorbido el Latium Vetus por el estado romano.

Es difícil establecer una clara línea de demarcación para los fenómenos urbano y proto-urbanos, pues es evidente que ya a partir del 750 a. C. aprox. algunos centros, por su estructura y dimensión, podían ser equiparables a las verdaderas ciudades sobre el modelo que era ya habitual en Etruria un par de generaciones antes,[1]​ y en el sur de la península con los primeros establecimientos helénicos (Magna Grecia). Sin embargo estos últimos parecen ser posteriores a los de los etruscos o los latinos, por lo tanto lo hecho por estos habría sido conseguido en forma autónoma, logrando así un modelo de desarrollo autóctono.[2]

Con Dionisio de Halicarnaso, Estrabón y Plinio el Viejo se concluye, de sus obras sobre la comunidades más antiguas del Latium Vetus, que muchas de aquellas ya habían desaparecido en los siglos en los que los tres escritores las describieron. De algunas tampoco se ha tenido éxito en conocer su ubicación exacta, entre ellas está la misma Alba Longa, centro neurálgico de la Liga Latina, en torno a la primera mitad del siglo VII a. C., y primera en ser destruida por Roma. De Plinio nos quedan dos listas detalladas de ciudades, la segunda de las cuales se refiere al «populi de la foederatio albensis». En esta última aparecen: Alba longa, Manates (Tibur), Fidenates (Fidaene), Foretes (Gabii) Accienses (Aricia), Tolerus (Valmontone), y algunas que constituyeron parte integrante de la ciudad de Roma: Velienses (Velia), Querquetulani (Celio), Munienses (Quirinal, pero según algunos historiadores se trata de Castrimoenium) etc.

Historia

Cercados y Federaciones

Actualmente se ha determinado históricamente el arribo de una población diferente de la previamente residente en el Lacio

Economía

En tiempos protohistóricos dominó en todo el Latium Vetus una economía de tipo primario algo diversificada: agricultura (cebada, cebada dura, mijo y habas particularmente, pero también cebollas e hinojo), ganadería (bovinos y porcinos) y el pastoreo trashumante preferiblemente en la llanura, pero también sobre las colinas. El cultivo de la vid y del olivo fueron introducidos no antes del siglo VII a. C., cuando ya avellanos, perales y manzanos se encontraban desde hacía tiempo en el territorio. Inicialmente la cacería debió ocupar un lugar importante en la alimentación latina dada la riqueza de la región en fauna silvestre (principalmente liebres y palomas y más raramente ciervos).

Los objetos manufacturados presentes en la zona son de tipo metalúrgico, ligados con actividades agrícolas (utensilios varios: azadas, hachas, rejas de arado, etc.) y con la guerra (armas). Con el tiempo se desarrolló también una forma de artesanía local dedicada a satisfacer las necesidades básicas: alfarería pero también objetos de vidrio y ámbar, los cuales se han hallado en muchos asentamientos (Colle della Mola, Narce etc.).

En lo que corresponde a las actividades comerciales, con toda probabilidad tuvieron una notable expansión en la época etrusca, a partir de los siglos VII / VI a. C. coincidiendo con el desarrollo urbano de Roma, Praeneste, Tibur y otras importantes ciudades habitadas por latinos. Recordemos que el Latium Vetus era en aquella época un importante punto de tránsito entre Etruria y las ciudades de Campania que estaban bajo su influencia (Capua, Pompeya) y los ricos poblados italiotas del Tirreno (Neapolis, Cumas, etc.).

Cultura y pensamiento

El amanecer de la civilización latina

En época arcaica (siglo XII a. C. a siglo VIII a. C.) la etnia latina presentaba un desarrollo social y civil comparable con el de las otras poblaciones apeninas de las que apenas se diferenciaba, al menos a juzgar por la escasa información que poseemos. Típica del mundo latino fue la forma de asentamiento que se articulaba en caseríos de pequeñas dimensiones (por lo general de menos de veinte hectáreas) y basada en una economía de carácter agropecuario. Como se dijo antes, las manufacturas presentes, todas de pequeñas dimensiones, se especializaban en la fabricación de aperos, armas y objetos domésticos de cerámica o metal, con pocas pretensiones artísticas.

Las viviendas de los primeros latinos fueron generalmente chozas de paja o de madera, y solo desde el periodo etrusco, a partir del siglo VII a. C., empezaron a ser sustituidas por casas de piedra o ladrillos. La sociedad debió organizarse patriarcal o tribalmente y en ella el jefe de la tribu desempeñaba también las funciones sacerdotales. La religión, antes del encuentro con las civilizaciones etrusca y helénica era de tipo naturalista y tuvo un papel importante al congregar varias villas, según el modelo de articulación que predominaba en el Latium, y las cuales se reconocían por una divinidad, unas creencias y un ritual común.

Un fuerte impulso para el desarrollo de una cultura y de una estructura social más organizada y evolucionada se debió a la aparición de los primeros núcleos urbanos (o proto-urbanos) en el Latium Vetus en el curso del siglo VIII a. C., y a la fundación de las primeras colonias griegas en el sur de Italia y en Sicilia. En todo caso, la impronta helénica sobre el Lacio empezó a ser claramente perceptible en las últimas décadas de ese mismo siglo con el inicio del actividad de colonización que tuvo como epicentro las costas meridionales italianas de los mares Tirreno y Jónico y de Sicilia (La fundación de Siracusa data del 734 a. C.).

Latinos, Griegos y Púnicos

Ruinas de Cartago.

La fundación de la primera colonia griega en Campania a mediados del siglo VIII a. C. tuvo gran importancia no solo para la nación latina, sino también para los otros pueblos establecidos en la península itálica, que recibieron del contacto con la civilización helénica un fuerte impulso para su propio desarrollo. Datan de las últimas décadas de ese siglo los primeros objetos de lujo de producción griega encontrados en Roma y otras ciudades latinas, que estimularon una producción local semejante en muchos poblados del Latium Vetus (Praeneste, Tibur, Satricum etc.). Tal producción, generalmente de imitación, fue inicialmente de un nivel claramente inferior a los modelos originales. Pero ya en el curso del siglo VII a. C., aun siendo rústica, se había depurado notablemente dando vida así a una floreciente producción artesanal.

Los griegos no se limitaron a introducir en Italia su arte y técnicas de manufactura, sino también sus instituciones políticas y militares y una técnica que la difundió por todo el Latium Vetus por medio de los etruscos, revolucionaría la historia del pueblo latino: la escritura. En aquellos mismos años empezaba en Sicilia y Cerdeña la penetración comercial fenicia y que algunos siglos más tarde pasarían a estar bajo el control de la ciudad de Cartago, que poseyó desde entonces el dominio sobre ambas islas en lo concerniente a Trinacria (nombre antiguo de Sicilia) la ocupación púnica se limitó a la parte occidental.

Latinos y Etruscos

En un momento histórico difícil de determinar, pero que debió producirse en los últimos dos o tres decenios del siglo VII a. C. Roma y todo el Latium Vetus empezaron a formar parte de la órbita etrusca. El evolucionado pueblo etrusco en el apogeo de su poder, abrió a los latinos la puerta hacia una civilización nueva y refinada. Grande debió ser la deuda que contrajeron con esta etnia, deuda menospreciada por los mismos historiadores latinos.

Los etruscos introdujeron en el Latium muchas de sus creencias religiosas (entre ellas las prácticas adivinatorias de los arúspices y el culto de los muertos), políticas -de tipo oligárquico, algunas de las cuales sobrevivieron durante la república-, y una administración eficiente. El alfabeto etrusco (derivado del griego occidental) tuvo que ser modificado para poder adaptarse a un idioma indoeuropeo como el latín, siendo adoptado por todas las ciudades del Latium Vetus, incluyendo a Roma. también fue etrusca la técnica constructiva que permitió que Roma, Praeneste, Tibur, sustituyeran sus chozas y viviendas ruinosas, con casas de piedra y entejadas, adquiriendo así una innegable connotación urbana (mas tales transformaciones, con toda probabilidad, debieron producirse antes que iniciara el periodo hegemónico etrusco sobre el Latium Vetus).

Mapa de la civilización Etrusca.

El Lacio “etrusco” debió ser un gran consumidor de bienes artísticos de lujo. Los suntuosos mobiliarios funerarios descubiertos en Praeneste, son testimonio de la inusitada importación a la región de un nuevo arte, y de la existencia de una prosperidad desconocida hasta entonces. Surgido en este periodo, se desarrolló sobre todo en los siglos siguientes un arte latino de inspiración itálico-etrusca, caracterizado por su acentuado realismo, que sobrevive sobre todo en la retratística hasta la época imperial. Popularísima entre la clase media, será definido por los estudiosos, sin ninguna acepción despectiva, como arte plebeyo o popular. El dominio etrusco que fue mayor sobre Roma que en otras poblaciones latinas, duró otro siglo y terminó hacia finales del siglo VI a. C.

El Sello de la eternidad

El ocaso de la hegemonía etrusca sobre el Latium Vetus, determinó una inesperada marginación de la región de las grandes corrientes del tráfico internacional, que habían determinado su desarrollo en las décadas anteriores. A partir del 470 a. C. aprox. y por casi un siglo (finalizado entre 390 a. C. / 385 a. C.) asistimos a un progresivo empobrecimiento material del pueblo latino que se refleja sobre todo en el plano económico, aunque también en el cultural. Para Roma esta situación esta mejor documentada que para otras ciudades ya que no se conocen de ella en este periodo grandes obras civiles o militares. Es significativo que la urbe, como ha hecho notar el conocido arqueólogo italiano Ranuccio Bianchi Bandinelli, no tuviera en tal época entra las asociaciones artesanales existentes ni talladores de piedra, ni pintores, ni escultores.[3]​ Solo después de la incursión de los galos (390 a. C.) volvió la prosperidad al Latium Vetus y de ello dan fe el mobiliario y los adornos de las tumbas, más refinadas que en el pasado y en algunos casos de gran preciosismo artístico. Por estos años el pueblo latino está en vísperas de cambio memorable que desembocará en la formación del mundo romano, pero perderá su alma noble y austera, aun cuando no la dimensión mítica y heroica que le acompañaba desde su nacimiento. Esta será trasmitida por Roma que a su vez imprimirá por siempre en civilización latina el sello de la eternidad.

Lengua

La lengua de los latinos, de la ciudad de Roma y de su imperio fue el latín. De origen indoeuropeo, el antiguo latín o proto-latín era junto al falisco, y en relación a las otras lenguas itálicas parte de un tronco lingüístico que se difundió por la Italia centro-meridional, y que agrupaba su mayor parte en la gran familia osco-umbra, la cual penetró en la península en épocas y oleadas sucesivas; en una de las cuales llegó el latín. Esta última presenta características gramaticales, de sintaxis y léxico que le emparentan con idiomas celtas y germanos y otras lenguas indoeuropeas más orientales (como la tocaria y la indoaria). La primera inscripción conocida en lengua proto-latina está grabada en la fíbula prenestina, un gancho fabricado en la segunda mitad del siglo VII a. C., pero una literatura propiamente latina solo empezó a desarrollarse en la época romana, a partir del siglo III a. C.

Pensamiento Jurídico

Los latinos siempre se distinguieron por su acentuada y estricta concepción de la legalidad, que se reflejó en todos los ámbitos de la vida pública y privada. En la época arcaica los litigios y las controversias eran resueltos mediante acciones individuales, que sin embargo debían conformarse a lo determinado por la costumbre y gozar de suficiente aprobación social. Con el desarrollo de la primera ciudad-estado la justicia pasó a ser administrada por la autoridad pública, personificada frecuentemente por el mismo rex que frecuentemente era también el guía religioso de la comunidad, el pontifex maximus o sea el sumo sacerdote. Correspondía a él legislar y designaba a las personas o los órganos colegiados que le apoyarían en el desarrollo de sus funciones.

En el curso de la primera mitad del siglo V a. C. fue cada vez más patente la necesidad de la codificación escrita del derecho, que impidiese las interpretaciones arbitrarias de la normatividad y los abusos, sobre todo en detrimento de las clases sociales más débiles. Algunos historiadores enmarcan este fenómeno en el ámbito, por un lado, de una progresiva democratización de la sociedad latina de ese tiempo, y por otro, de la necesidad de clases populares de poder contar con instrumentos de protección (y certidumbre) jurídica, necesarios para alcanzar su emancipación social y económica.

Hacia 451 a. C. / 450 a. C., en la más influyente y poblada ciudad latina, Roma, se da un primer ordenamiento jurídico por escrito, atendiendo ampliamente a que estuviese acorde con las antiguas tradiciones y las concepciones éticas de la nación latina. Se advierte en este código, generalmente conocido como La ley de las Doce Tablas, un fuerte sentido de integridad y de austeridad, típico del pueblo latino y su profunda aversión por todo aquello que atentase contra el honor, la lealtad y contra el estado, aunque le enfrente con la familia. Todos los ciudadanos estaban además habilitados para poseer propiedad privada y hacer tratos económicos: las penas previstas para los deudores morosos eran ejemplares.

Las Leyes XII de las tablas tienen una importancia histórica enorme: con ella se puso el fundamento de lo que sería el futuro ordenamiento jurídico romano, base indiscutible de la moderna jurisprudencia en gran parte del mundo contemporáneo.

Religión

Las creencias religiosas del antiguo Lacio estaban sobre todo ligadas a la naturaleza animada (plantas y animales) e inanimada (el fuego, el agua, el viento, etc.) o a fuerzas sobrenaturales que regían la existencia humana (la sabiduría, la muerte, la concepción, el nacimiento, etc.). De entre los animales eran sagrados piculus (el pájaro carpintero) capaz de predecir el futuro, serpens o draco (la serpiente, objeto de culto en el templo de Juno en Lanuvio) aper (el jabalí salvaje) y lupus (el lobo).

El fuego fue doblemente encarnado por Vesta y por Vulcanus (Vulcano), en tanto la vitalidad de la naturaleza silvestre estaba contenida por el dios Faunus (Fauno). Especiales objetos de culto fueron la Tierra (Terra Mater), el cielo (Juppiter, o sea Júpiter) y las mujeres jóvenes en edad de concebir criar la estirpe (Juno, de jun y juvenis, joven). De gran importancia fueron las divinidades ligadas con la agricultura y que aseguraban el sustento humano: Flora (la diosa que presidía el brote del grano), Mater Matura (la diosa que protege la maduración de los frutos), Ceres, etc. también algunos sitios, al evocar la historia del numen latino podían ser objeto de culto, como el Tíber. Por último, particular devoción se reservó a los dioses protectores del hogar y de la estirpe, conocidos como Lares y Penates.

Júpiter Tonante (Leocares).

La religión no solo condicionó la vida social de los latinos, sino también su política. La unidad religiosa constituyó de hecho junto a la lingüística, el lazo más fuerte que unió a todos a la realidad, tanto territorial como humana en torno a la cual se articulaba en aquella época el Latium Vetus. A menudo el tener los mismos ritos, divinidades y lugares de culto impulsó a los grupos de aldeas y más tarde poblados a constituir una verdadera federación o liga. Célebre por ello fue la Liga Albana, a la cual ya se aludió antes, reunida en torno al santuario de Juppiter sobre el Mons Albanus. La cual sirvió posteriormente de arquetipo para la Liga Latina.

Notas

  1. Andrea Carandini, La nascita di Roma, Pág.481 Einaudi, Torino, 1997.
  2. Ibidem, op.citata, pag.486
  3. Ranuccio Bianchi Bandinelli, Roma, l'arte nel centro del potere, Pág...44 Corriere della Sera e Rizzoli libri illustrati, Milano (?) 2005.

Bibliografía

Autores clásicos

Autores contemporáneos (en italiano)

  • Ranuccio Bianchi Bandinelli, Etruschi ed Italici, Corriere della Sera e Rizzoli libri illustrati Milano (?) 2005
  • Ranuccio Bianchi Bandinelli, Roma, l'arte al centro del potere, Corriere della Sera e Rizzoli libri illustrati Milano (?) 2005
  • Raymond Bloch, Origins of Rome, London 1960 Trad. Le Origini di Roma, Milano 1961
  • Roberto Bosi, L'Italia prima dei Romani, Milano 1989
  • Gianna Buti e Giacomo Devoto, Preistoria e storia delle regioni d'Italia, Firenze 1974
  • Andrea Carandini, La nascita di Roma, Torino 1997
  • Giacomo Devoto, Gli Antichi Italici, Firenze 1967
  • Ugo Di Martino, Le Civiltà dell'Italia antica, Milano 1984
  • Massimo Pallottino, Storia della prima Italia, Milano 1984
  • Renato Peroni, Introduzione alla protostoria d'Italia, Roma-Bari 1994
  • Emilio Peruzzi, Aspetti culturali del Lazio Primitivo, Firenze 1978
  • Lorenzo Quilici, Roma primitiva e le origini della civiltà laziale, Roma 1979
  • Autores varios, Storia di Roma Vol.I: Roma in Italia, Einaudi, Torino 1988
  • Autores varios, Popoli e civiltà dell'Italia antica, Vol. I-VII Roma 1974-1978

Véase también