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== Las ciencias humanas y la religión ==
== Las ciencias humanas y la religión ==
[[Archivo:Anolaima.jpg|thumb|300px|Celebración religiosa del Corpus Christi y Día del Campesino. Arcos de frutas hechos por campesinos en las calles de [[Anolaima]]. Los [[anolayma]]s son indígenas de la nación [[panche]] (en [[Colombia]])]]
La relación entre la fe y la razón, la religión, la ciencia y la educación, se enmarca en el fenómeno espiritual de la trasformación humana abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana: conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo y sus jornadas y metas descritas metafóricamente por los poetas místicos del Islam; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Congruencia que da certidumbre a la unión inseparable entre la fe y la razón, enseñada parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento para disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad, haciendo un juicio justo de nuestras creencias (Jn IX, 39).

Filosofía y religión
Planteamientos Trascendentales de la Filosofía Moderna

El comienzo de la filosofía moderna suele ser delimitado a partir de la obra de René Descartes: “Discurso del Método”. El método se basa en la objetividad y persigue la certeza en las conclusiones a las que llega la razón en sus juicios; dando inicio a la ciencia empírica.. La investigación científica parte del supuesto que el mundo es objetivo, es decir que existe independientemente de su conciencia y conocimiento, y que además es cognoscible, y por lo tanto se pueden inferir o descubrir las leyes de causa-efecto que originan y gobiernan los fenómenos que se dan en él. Es por ello, que método científico implica recorrer un largo camino en el que se vinculan diferentes niveles de abstracción __se siguen determinados principios, procedimientos y protocolos__ y se utilizan diversos instrumentos, herramientas y técnicas requeridas para obtener evidencias y datos empíricos significativos que nos permitan en primera instancia conocer y evaluar objetivamente el asunto, fenómeno o problemática en estudio. En segunda instancia se requiere compilar, ordenar y sistematizar la información recolectada, para mediante un proceso de abstracción, analizarla y sintetizarla, tratando de encontrar un sentido que nos permita comprender la problemática y formular las hipótesis, modelos o tesis que relacionando causas y efectos nos lleven a dilucidar o resolver las incógnitas del asunto que persigue la investigación. En tercera instancia, se procede a confrontar la veracidad de las hipótesis, modelos y tesis con la realidad, para comprobar si es cierto que resuelve la problemática planteada. Si los resultados de la experimentación revelan que la hipótesis no es correcta; entonces ajustamos los modelos, formulamos nuevas hipótesis y procedemos a experimentarlas hasta tener la certeza de haber llegado a la hipótesis correcta que resuelve o explique la verdadera relación existente entre las causas y los efectos de la problemática o fenómeno en estudio; lo cual equivale a haber encontrado las leyes o principios de referencia indubitables que gobiernan el fenómeno estudiado. Es decir, el método científico parte de: lo objetivo (los fenómenos, los hechos, etc.), hacia lo subjetivo (las leyes o normas, los principios, los procedimientos)__ y de los subjetivo (los análisis, las síntesis, las conclusiones, las hipótesis, los modelos), hacia lo objetivo (la comprobación empírica de la realidad de nuestras conclusiones, hipótesis y modelos).

Entre los precursores de la filosofía moderna destacan las obras de George Berkeley, Gottfried Leibnis: “Teoría del Ama”, John Locke, Nicolás Malembrache, Baruch Spinoza, etc. Emmanuel Kant: “Critica de la razón pura”, plantea el problema crítico de la filosofía. Tratándose de cuestiones existenciales, el planteamiento critico de la filosofía nos lleva a inquirir.¿que limitaciones tienen nuestras facultades para conocer?, ¿cuándo podemos estar seguros de conocer la verdad?, ¿cuál es el criterio de verdad o modo seguro de diferenciar lo verdadero de lo falso o erróneo?,¿cómo podemos trascender nuestros sentidos, mente, conciencia y capacidad cognoscitiva mas allá de lo evidente ?. Sintetizando en una sola las repuestas de las diferentes escuelas filosóficas, podemos decir que todo conocimiento está basado en la experiencia cognitiva captada mediante los sentidos, la razón o la conciencia; lo cual nos permite percatarnos “si un determinado evento tuvo lugar, que de poder verificarse nos da la evidencia de que si ocurrió”. Nuestra capacidad cognitiva en toda su estructura, a través de los sentidos, la razón o la conciencia, capta los objetos, las ideas o las esencias, de los fenómenos o cambios que acontecen en el mundo físico, mental y espiritual, nos ofrece datos capaces de ser validados científicamente, de la realidad sustente en los tres mundos o planos paralelos en los que existimos a un mismo tiempo, que constituyen los elementos de juicio o información que son la base del conocimiento del universo físico, mental y espiritual en que existimos. Y aunque algunas veces para captar la realidad sustente sea necesaria una instrucción y un adiestramiento previo, una técnica o instrumento; como lo son el misticismo, la inducción sugestiva, y la meditación trascendental. No por eso vamos a dejar de lado los datos que así se obtienen, aunque no haya testigos que hubieran visto las vivencias de los místicos, ni testigos de la fenomenología observada en la atmósfera circundante en el momento de la experiencia, y tengamos que conformarnos con la narración y descripción de estas; este o no documentada. Y cuando hubiere testigos idóneos, que hayan captado las vivencias, imágenes, las trasfiguraciones, y los prodigios o fenómenos que se dieron en la atmósfera circundante; tampoco por ello vamos a dejar de analizarlas para comprenderlas

Basados en la confianza de la capacidad de la razón para llegar a la verdad, las ideas racionalistas y empiristas de los filósofos del siglo XVIII, dieron como fruto las obras de los autores de la Ilustración: Augusto Comte, Montesquieu, Juan Jacobo Russeau, y Francisco María Voltaire, etc. En Alemania destacaron los filósofos Johan Gottlieb Fichte, Goethe Friederich Wilhelm Schelling, Arthur Shopenhauer. Wilhelm Friederich Hegel: concibió la historia de la filosofía como un sistema cambiante de ideas. En su magistral obra: “La Fenomenología del espíritu”, concibe al ser como razón o mente individual integral relacionada con sus contenidos, y su continente. La mente universal, es el origen de la realidad integrada por sub continentes que son una creación de la actividad mental universal; esto hace que todo lo Real sea racional. La mente colectiva es el subcontinente, integrado por mentes o seres individuales interrelacionados pero independientes que funcionan como una totalidad; o sea que el hombre es un ser social, producto de la sociedad a la que pertenecen, pero independiente; por ello, los individuos no pueden comprenderse como seres aislados, ni encontrar su propio sentido hasta que se relacionan con el universo al que pertenecen. Para Hegel, el motor del universo es el cambio perpetuo o dinámica evolutiva del ser que experimenta al mundo y así mismo, y afirma: (tesis)__ después encuentra las contradicciones o deficiencias de su nuevo arreglo pasajero: (contratésis) __ y confirma experimentando su nueva forma de ser y reaccionar ante nuevos desafíos: (síntesis), iniciando así un nuevo ciclo evolutivo que se repite eternamente. Cada generación es la conformadora, destructora y superadora de la cultura que le antecede; proceso dialéctico que se retroalimenta con las experiencias del devenir. Teoría hegeliana que origino la corriente evolucionista representada por Charles Darwin: “El origen de las especies por medio de la selección natural”, Teoría que al igual que la heliocéntrica dejo en entredicho la cosmogonía del Génesis. A esta corriente perteneció Herber Spencer: Las bases de la moral evolucionista, y Pierre Theilhad de Chardin

En las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX surgió un conjunto de corrientes filosóficas denominado neoescolasticismo. Uno de sus orígenes se encuentra en la polémica que vivieron algunos países europeos en el último tercio del siglo XIX, que enfrentaba a los “tradicionalistas ortodoxos” con los “modernistas”. El Papa León XIII intentó dirimir esta polémica en la encíclica Aeterni Patris (1879), planteando la necesidad de construir una nueva filosofía cristiana que exigía volver a los valores de la antigua filosofía escolástica en un intento por rescatar el valor de la metafísica frente a las críticas del positivismo, recuperar el valor de la objetividad frente al relativismo, destacar el valor del realismo frente al idealismo y promover el valor del personalismo. Sobresaliendo dos corrientes principales: El primer afluente es nutrido por una investigación historiográfica en un intento de revitalizar (mediante el análisis histórico y doctrinal) la antigua tradición de la escolástica medieval y de sus conceptos fundamentales. El segundo afluente es nutrido por los intentos de la Iglesia católica para realizar nuevas síntesis doctrinales de la fe cristiana congruentes con la racionalidad del pensamiento moderno, otorgando una gran importancia a la revitalización las tesis de la filosofía de santo Tomás de Aquino. En la primera mitad del siglo XX se crearon importantes escuelas neotomistas, entre las cuales destacan las de Lovaina (Bélgica), Laval (Canadá) y Washington (Estados Unidos), destacando el cardenal Désiré Joseph Mercier, Jacques Maritain y Étienne Wilson, Jaime Balmes y Clarence Finlayson

El interés por abordar problemas específicos de la condición humana, originó el vitalismo, representado por Henri Bergson, Wilhelm Dilthey, David Hume, Sören Kikergaad, Fridrich Nietzsche, etc., corriente que dio lugar a la escuela fenomenológica representada por Edmund Hursserl. Max Scheler: La naturaleza de la simpatía: Partiendo del método de Hursserl de la descripción fenomenológica, distinguió las esencias, de lo intangible; lo cual lo llevo a afirmar la independencia de los valores eternos detallar las emociones que relacionan a los seres humanos, en especial el odio y el amor. En su obra: “El Formalismo en la Ética y la Teoría Material de los Valores” critica el enfoque formal de Kant y lo sustituye por un estudio de valores específicos tal como se presentan de un modo directo a la conciencia. A efecto de restaurar la dignidad de la persona, se propuso quebrantar los prejuicios naturistas del siglo XIX, planteando la necesidad de distinguir: “el animal, el hombre natural (niño salvaje de Avayron), y el ser humano”. En los tres casos existe una estructura psicosomática, conformada por órganos somáticos en los que se dan reacciones químicas específicas provocadas por estímulos sensoriales al sistema nervioso central, que se expresa en sentimientos, emociones tensiones y reacciones, generados por una estructura psíquica. En el animal la estructura psicosomática es un circuito cerrado que responde a los estímulos de los sentidos mediante un mecanismo automático de respuesta llamado instinto. En cambio en el ser humano la estructura psicosomática es un circuito abierto que responde a los estímulos de los sentidos, pero no automáticamente, sino que los instintos son regulados por una estructura psíquica, que es un arreglo pasajero, que al devenir __se ajusta y desarrolla __o desajusta__pues esta conformada por la conciencia reforzada por la experiencia, la información y el pensamiento; es decir, si la conciencia no es reforzada con el conocimiento y la inteligencia, estamos hablando de hombre natural. La experiencia nos ha demostrado que a mayor refuerzo de la conciencia, mas fuerte será, y más humanos seremos; por ello, es importante educar transmitiendo cada día más conocimientos, experiencia, información humanista y valores trascendentales a los hombres, a efecto de que sean cada vez, más humanos. Para la conciencia, los valores son como los colores para los ojos, un modo de apreciar, diferenciar y resaltar, que embellece a quien los posee; es decir que no son meramente subjetivos, sino que radican en el sujeto observado y/o en el observador, y por ello es atraído o repelido. Es decir que puedo ser atractivo, para una persona; pero repelido por la diferencia de valores; de allí, la química o magnetismo empático de las almas gemelas, y el antagonismo de las almas antípodas, que nace cuando los sentidos impulsan pero los valores atraen o repelen. Lo cual, deja al descubierto el error freudiano que considera al placer erótico o libido como el impulso primordial del hombre, ya que son los valores los que anulan o acrecientan dicho impulso. Y cuando el hombre persigue solo el placer o su realización sin tomar en cuenta los valores, degrada al otro o se degrada a si mismo, asemejándose a bestias pervertidas.

Nikolai Hartman: Sostuvo que la realidad es anterior al proceso reflexivo, y adoptó el método crítico de considerar los problemas desde puntos de vista divergentes e incompatibles antes de intentar una solución. En su “Ontología dimensional”, distingue diferentes estratos en la estructura interior: físico, orgánico, anímico y espiritual, y señala la potencialidad del espíritu para proyectarse y plasmar en los estratos inferiores las directrices del pensamiento. Lo cual finca la existencia en la realización de las potencialidades inherentes, o gozo de querer vivir para experimentar nuevas formas de ser, relacionarme y sentir nuevas emociones. Esto nos ayuda a comprender la angustia existencial del hombre moderno en su afán de tener para ser, en lugar de ser para merecer o tener. Problema que aborda magistralmente Martín Heidegger: “El ser y el tiempo”, haciendo una clara distinción entre el ser y los entes, el ser humano y ser cosa. Las cosas son, el ser humano existe. Existir significa lanzarse fuera de una situación degradante, esclavizante o indigna. Este arrojo libertario, convierte al animal en hombre común, al hombre común en humano, y al humano en supra humano; por ello, opina, que “el hombre es una posibilidad arrojada al mundo”. La posibilidad de llegar a ser humano, comienza al lanzarse fuera de la situación contraría a la dignidad humana; lo cual sucede cuando el hombre saliéndose de si mismo, se solidariza con los que sufren; por lo tanto, ser uno con los demás, es el modo especifico del humano. Por lo contrario el que encierra en si mismo, ve a las personas que lo rodean como cosas que pueden ser utilizadas o desechadas a su arbitrio, y como a toda acción corresponde una reacción en sentido contrario y de igual magnitud, se convierte en victima de su propio egoísmo, o proceder impropio. Como ser y proceder son una misma cosa, el ser impropio experimenta la angustia existencial que abre un abismo sin fondo en su alma, donde no tiene sustento su existencia, y pide a gritos la muerte; entonces su poder, riquezas y personas que consideraba cosas suyas, van perdiendo su importancia, sentido y valor, demostrando la crudeza de su absurdo proceder.

Jean Paul Sartre: El Ser y la nada: Ontología fenomenológica que se articula alrededor de la interrogación del fenómeno conciencia y el fenómeno mundo, replanteando la pregunta del Ser formulada por Heidegger: “Que Es el ser y como dar sentido al concepto de la nada” utilizando el método de Husserl para desechar la idea del Ser como opuesto a la apariencia, centrando su análisis en el ser humano concebido como existencia y compromiso con el mundo, lo cual permite distinguir dos modos del Ser: La conciencia de algo que constituye el Ser para si, cuya cualidad fundamental es la intencionalidad. El otro es el mundo que es lo que es, y se define por su plenitud perfecta que constituye el Ser en si; pero la conciencia puede negar el Ser en si, esta otra cualidad característica es la libertad que al ser absoluta lleva al Ser para si a experimentar la angustia existencial ante la responsabilidad de Ser el fundamento de sus actos. Angustia de la que deviene la contingencia del Ser para si; la cual de define su facticidad de Ser arrojado al mundo, pero también define su carencia cuya expresión más inmediata es el deseo que impulsa la posibilidad de llegar, sin llegar nunca a coincidir consigo mismo como el Ser en si, de lo cual deviene la Temporalidad característica de lo que el Ser para si ha sido y lo que es posible del En SI para SI, que es la trascendencia que deviene de la relación del En SI para SI con el mundo, donde encuentra la necesidad de Ser para otro, ante cuya mirada se siente impulsado a: hacer, tener y ser, dando origen a la disyuntiva: ser para tener-o- tener para ser. Decisión me avergüenza y cosifica –o- me lleva a ser libre y responsable no solo de mí mismo, sino del mundo.

Al ser tratados como cosas, sentimos que no somos nada. Si se quiere comprender que es la nada, no hay que partir del Ser en si, pues la nada no puede concebirse a partir de un Ser que es plenitud, sino solo en el estadío del desaliento a través de los sentidos, es presentada a la mente la inexistencia o inconciencia del ser para si; pues la existencia del ser en si se caracteriza por la capacidad espiritual de trascender cualesquier situación, de allí la ineludible responsabilidad de los hombres concientes de adoptar sus propias decisiones, reconociendo la absoluta libertad, cómo generadora de la autentica existencia humana;. En La Critica a la Razón Dialéctica: Sastre afirma que la influencia de la sociedad de consumo sobre el individuo que produce la estandarización, también produce el conformismo, la enajenación, la mediocridad, pérdida de identidad, la superficialidad; pero también produce la frustración y el resentimiento, generadores de actos delictivos. Y cuando esta energía negativa se generaliza, conviene encausarla correctamente a recuperar la capacidad de auto realización de los pueblos, avocándose a la acción revolucionaria que reivindique los derechos humanos de las mayorías abrogados por las potencias y los potentados supremacistas; ya que si no hay cambio revolucionario mundial a favor de la justicia social y distributiva entre los pueblos del orbe, el panorama futuro será el imperio del caos; tal como lo demuestra la segunda ley de la termodinámica aplicada a la sinergia social, y las teoría matemáticas del juego y del caos. Lo cual, abroga el determinismo físico, filosófico y psicológico, al demostrar que el hombre no esta determinado por su problemática psíco física y social, cuando hay voluntad de cambio, como lo confirma: “el principio de indeterminación de la materia” que descubrió el físico Werner Heissenberg, “el principio de la autodeterminación propia del existente” formulado por Heidegger, “el principio de la sinergia social generado por el altruismo” que sostienen los biólogos Darwin, Hamilton, Osborne, Smith, y “el principio de la auto trascendencia” que formuló Victor Frankl.

Psicología y religión [editar]
Respuestas de la Psicología a los planteamientos trascendentales.

El pensamiento freudiano expuesto en el “Estudio sobre la histeria”, “ Esquema del psicoanálisis”, “Algunas observaciones sobre el concepto de lo inconsciente”, “Las pulsaciones y sus destinos”,“Mas allá del principio del placer”, “El Ello y el Yo” sostiene que dado que todos los fenómenos naturales son explicables en función de procesos físicos y químicos, y que la conciencia depende de una base física [el cerebro, el sistema nervioso y los sentidos]; entonces cualesquier pensamiento tiene lugar en la mente, surge a consecuencia de cambios químicos o reacciones somáticas cerebrales que ante el estimulo exterior se transforman posteriormente en dos principios o impulsos interiores: deseo de placer (asociado al libido) o de agresividad (asociado a la represión). El deseo de placer se enfrenta con la realidad, y cuando la realidad es desagradable; entonces el deseo de placer se convierte en impuso agresivo. Por ello es que para los freudianos las neurosis y las psicosis tienen su origen en lo reprimido o rechazado inconscientemente en el Ello. Es decir el estudio de nuestra vida anímica tiene como punto de partida el fenómeno de la conciencia. Lo psíquico es lo inconsciente que se infiere o extrae de la experiencia de uno mismo por introspección, e identifica la realidad con el mundo ante el cual se enfrenta el Yo. Como el deseo de placer y la agresividad son inmanentes al Ello que se enfrenta a la realidad, entonces el inconsciente dirige esa represión hacia sí mismo, vía el “Super Yo”. En resumen:

Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, fue quien presentó por primera vez evidencia convincente de que nuestra psique no se limita a los procesos que nosotros percibimos, sino que existen vastas regiones que permanecen detrás del umbral de la con ciencia la mayor parte del tiempo. Freud llamó a esta dimensión de la psique “el inconsciente”. Descubrió que los recuerdos reprimidos y olvidados de la infancia y períodos posteriores a ésta pueden salir a la superficie en pesadillas perturbadoras. También son una fuente importante de distintos desórdenes emocionales y psicosomáticos y pueden causar diversas formas de comportamiento irracional e interferir con el desarrollo satisfactorio de nuestra vida. Durante el proceso terapéutico —al que Freud llamó psicoanálisis—, las asociaciones libres del paciente y las interpretaciones brindadas por el psiquiatra ayudan a traer este material inconsciente a la conciencia y a reducir su influencia perturbadora en la vida cotidiana. La contribución de Freud a la psicología y a la psicoterapia fue revolucionaria y precursora. Sin embargo, su modelo teórico quedó limitado a la biografía postnatal: él intentó basar la explicación de todos los procesos psicológicos en la vida después del nacimiento. De la misma manera, su técnica terapéutica de intercambio verbal era una herramienta relativa mente débil para penetrar en el inconsciente, y un método lento que in sumía una gran cantidad de tiempo para curar y transformar.

Carl Gustav Jung en sus investigaciones cosechó conclusiones tan asombrosas y revolucionarias que aún no han sido completamente asimiladas y aceptadas en los círculos académicos. Jung llegó a la conclusión de que el inconsciente humano contiene más que lo derivado de la historia individual. Además del “inconsciente individual” freudiano, también hay un “inconsciente colectivo”, que contiene los recuerdos y la herencia cultural de toda la humanidad. De acuerdo con Jung, los patrones universales y primordiales del inconsciente colectivo o “arquetipos” son de naturaleza mitológica. Las experiencias que tienen que ver con esta dimensión arquetípica de la psique imparten un sentido de lo sagrado o “numinoso”, en los términos de Jung. Cuando se permite que los contenidos altamente cargados emocionalmente del inconsciente salgan a la superficie, se experimenten en plenitud y se asimilen a lo consciente, pierden el poder de influir sobre nosotros en forma negativa. Este proceso es la meta principal de las psicoterapias profundas. Algunas de las escuelas más antiguas obtienen este logro a través de un diálogo terapéutico; las innovaciones más recientes incluyen acercamientos que facilitan la experiencia física y emocional del material previamente inconsciente. Algo similar ocurre durante las emergencias espirituales, pero en forma espontánea y a menudo por causas desconocidas. En ocasiones, la cantidad de material inconsciente que emerge de los niveles más profundos de la psique es tan grande que una persona puede llegar a tener dificultad para manejarse eficazmente en su vida diaria, a pesar de sus manifestaciones dramáticas, este acontecimiento tormentoso es esencialmente un intento del organismo de simplificar su funcionamiento, dejar de lado viejas fijaciones y programas negativos y curarse a si mismo. Una persona que comprende esto y cuenta con un buen sistema de apoyo es capaz de cooperar con el proceso y beneficiarse con el.

En sus numerosas obras aborda desde los métodos analíticos y las relaciones entre psicoterapia y creencias religiosas, hasta el paralelismo entre la evolución psicológica de los individuos y la evolución social de las tribus, pueblos y naciones donde se ha desarrollado el individuo. La tendencia de Jung hacia el misticismo lo llevó a profundizar la estructura interna distinguiendo diferentes estratos: la mente consciente, el inconsciente individual, el inconsciente colectivo, y el meta consciente. El inconsciente contiene además de los recuerdos, las cuestiones normativas como la costumbre, la cultura, la religión. El inconsciente individual, contiene traumas pasados que no han cicatrizado, por que no han sido explicados, ni satisfecho las necesidades pasadas; por ello, la conciencia herida nos impulsa desde adentro sin darnos cuenta. El inconsciente colectivo contiene las experiencias históricas de la humanidad en su lucha por sobrevivir y superar las enfermedades, las epidemias, los desastres naturales, las hambrunas, las guerras, etc. Memoria genética que nos impulsa a través de los instintos para satisfacer nuestras necesidades primarias. El meta conciente contiene las esencias de todos los seres y cosa del universo existencial, y nos impulsa inconscientemente hacia el bien y el discernimiento. Jung utilizaba el termino numinoso para describir una experiencia de lo sagrado, lo santo o lo extraordinario, que es idéntico al término iluminación que emplean las religiones orientales. El enfoque terapéutico de Jung, trata de hacernos conscientes de esos impulsos interiores para reconciliar los distintos estados de la personalidad. Profundizando los diferentes estratos de nuestra estructura interior, mediante el relajamiento, la meditación, la sugestión y el cuestionamiento existencial, accedemos a la información vivencial que allí se aloja; lo cual nos ayuda comprender que es lo que pasa en nuestro interior e impulsa sin darnos cuenta; lo cual ayuda al terapeuta, diagnosticar y prescribir la terapia curativa que nos armonice de alma, mente y cuerpo.

La psicología individual de Adler, sostiene que: debido a que siendo la representación el punto medio que oscila entre el recuerdo de la imagen pasada y la imagen presente, es en menor o mayor grado inconsciente, dependiendo de la carga afectiva o emocional con la que se vivió cierto hecho doloroso y que no fue adecuadamente descargada. Por lo tanto, la gran mayoría de los procesos neuróticos deben de tratarse psíco analíticamente antes de recurrir al psiquiatra. En su obra “La inferioridad orgánica y la compensación”, expone que la lucha por la sobre vivencia consiste en la adaptación al ambiente, y que la búsqueda por satisfacer los instintos primarios (auto estima, preservación y seguridad), junto con la de los instintos sociales (aceptación, reconocimiento y supremacía), impulsa al hombre al compararse con los integrantes de su grupo, a sobreponerse a sus carencias intrínsecas o extrínsecas, fijando sus propias metas y orientándose a su logro. Fundamentando en la búsqueda de poder de logro, el sentido de la vida. Es decir, que lo psíquico no comienza a partir de lo orgánico: (somático), sino de lo social. El proceso neurótico comienza cuando el individuo siente que su deseo de logro se ve frustrado por un medio hostil conformado por sus propias limitaciones y las personas que lo rodean. Cuando este sentimiento de frustración se repite, fija y agudiza, se trasforma en un complejo de inferioridad, que puede ser causante de impotencia física y mental, o de hostilidad disfrazada de personalidad egocéntrica, desadaptada o antisocial. O sea que la hostilidad en cualquiera de sus modalidades y la minusvalía funcional, son una mascarada o simulación producto del proceso neurótico derivado del complejo de inferioridad. Lo cual da lugar a que haya enfermos que sanan milagrosamente, y personas aparentemente sanas que logran el éxito, prestigio y auto estima, mezcladas con ambición, desconfianza, envidia y falta de escrúpulos para conseguir sus metas a cualquier precio; lo cual los convierte en psicópatas peligrosos, que de un momento a otro pierden el juicio, sin que se explique por que. Luego entonces la terapia de la psicología individual, trata de que los individuos se quiten las mascaras, acepten sus carencias y potencialidades, sean auténticos y establezcan sus propias metas realistas y se avoquen al proceso creativo de su propia adaptación y desarrollo; ya que el hombre, no es un ser pasivo que dependa de poderes o fuerzas externas; sino que es un ser autónomo e independiente que acepta o rechaza ciertas experiencias desarrollando así un patrón único de percepción en relación con el mundo; o sea que para Adler cada individuo representa tanto una unidad de personalidad, como personalidad individual de esa unidad que escoge representar sus propios papeles.

Viktor Frankl desarrolló los conceptos expuestos en la logoterapia, conjuntado su experiencia médica a la observación de las transformaciones que se dieron entre sus compañeros recluidos en los campos de concentración, unida a la reflexión filosófica moderna; por ello, para seguirlo en su pensamiento hay que leer entre líneas los aportes de la antropología de de Max Scheler, la ontología de Nikolai Hartmann, la angustia existencial expuesta por Martin Heidegger, la trascendencia y el existencialismo según Sastre, y Kart Jarpers: Filosofía, aclara la relación que se da entre la filosofía trascendental y la psicología para sentar las bases de la psicología existencial que tiene por objeto dar un sentido trascendente a la vida y la existencia que de solidez a nuestra decisión ante el mundo que nos permita ser nosotros mismos, y, orientados por la ética derivada de la antropología médica. En su obra “El Psicoanálisis y existencialismo”, Frankl ejemplifica tres modos distintos de reaccionar ante el infortunio de ser despojados de toda pertenencia hasta quedar con la existencia desnuda de toda dignidad y derecho, entre la población recluida en los campos de concentración, tratando de demostrar, que: lo que las teorías reduccionistas llaman el “destino biológico”, el “destino psicológico” y el destino “sociológico”, es superado cuando las personas están orientas por valores espirituales que dan esperanza de un futuro mejor y un sentido al devenir, ayudándoles a sobrevivir y soportar la furia de las calamidades que escaparon de la caja de Pandora en ese momento crítico de su vida, acrecentando su dignidad, entereza y espíritu de lucha que los lleva a olvidarse de sus propios problemas, consolando y sirviendo a los desvalidos y enfermos. En contraste con la conducta derrotista, observada por la gran mayoría de la población, y la conducta agresiva, criminal y opresiva de otra parte de la población, debido <al desaliento, la incertidumbre>, o <la irritación y resentimiento> ante el infortunio. Lo cual nos permite comprender que el hombre se auto despoja de toda dignidad ante el infortunio transformándose en cosa, si no tiene un norte que lo oriente existencialmente en el devenir, hacia un futuro prometedor; ya que en el infortunio, sentir que la vida carece de futuro, hace insoportable la existencia del desdichado.

== Teoría de la Trascendencia Humana ==

Para definir el significado de la palabra trascendencia, es necesario distinguir entre <<el ámbito de la actio transiens, es decir, la que no permanece en el agente>> y <<el ámbito del sobrepasamiento y del excessus>>, así podemos definir el concepto trascendencia oponiéndolo siempre a inmanencia, <<ya sea en una esfera limitada, y así hablaríamos de trascendencia inmanente>>, <<ya sea en lo ilimitado, y entonces tendríamos la trascendencia propiamente dicha>>. Algunos investigadores, entienden la trascendencia como lo absolutamente coincidente consigo mismo, la pura no-dualidad, sin que ello suponga ningún tipo de panteísmo __no es que la Realidad verdadera se identifique con todos y cada uno de los entes del mundo, sino que, en rigor, sólo hay la ecuación “Realidad =Realidad” o “Dios = Dios”, de manera que las demás cosas no poseen sino un ser ilusorio__ Otros, sin embargo, sostienen que la trascendencia "primordial" no establece un abismo insalvable con el mundo. Semejante idea de la trascendencia no va ligada a ningún tipo de emanacionismo, sino que está en el origen del mundo en virtud de un "dejar ser" que hace posible el surgimiento de aquél a través de un acto que posibilita la génesis del mundo. No se trata de una simple alteridad, sino de su positiva "vocación al ser". Es decir, el reino de la inmanencia no está simplemente llamado a un "saber" acerca de la Trascendencia, sino a una efectiva "participación" o "comunión" con ella. "Comunión" que adquiere su más perfecta expresión en el cristianismo, basado en la unión trascendencia-inmanencia que se hace presente en Cristo y que no se limita a ser una "coniunctio oppositorum", en la que uno de los opuestos anularía al otro o sería absorbido por él, sino una conjunción en la que el ámbito divino interpela a la humanidad y hace posible una relación dialogal.

En el pensamiento griego, el concepto de trascendencia va ligado a la pregunta por la realidad última, ya se trate del Bien platónico (fuente del conocimiento y del ser), ya se formule como el "ser en cuanto ser", al modo de Aristóteles. Así, la trascendencia rebasa al ente y constituye la plena identidad del ser, a la vez que se manifiesta en tres esferas ónticas: el cosmos, la polis y el ámbito de lo divino. No nos encontramos ya con una trascendencia sólo accesible en la revelación, como ocurría en el hebraísmo, sino con una integración de la Totalidad, con una "unificación" de la multiplicidad y una superación de la diferencia en la identidad. Una doctrina en la que se perciben reminiscencias de las concepciones "primordiales", pero que se distingue de ellas en un punto fundamental: la trascendencia aparece como accesible al "logos", quedando así disminuida respecto de su absolutez. Nos las habemos, pues, con una trascendencia que se predica unívocamente del "Theós" y del mundo, de manera que ya no cabe señalar un hiato radical entre ellos, como el que exigía la noción de "creación". La concepción medieval de la trascendencia nace del encuentro del hebreo-cristianismo con la filosofía griega. Dos fases lo caracterizan: en un primer momento, la irrupción de la trascendencia auto revelada produce un desplazamiento de los esquemas filosóficos en las mentes de los creyentes y una desconfianza hacia ellos. Semejante actitud, anunciada ya en el discurso de Pablo en el Areópago, pone de manifiesto la distancia entre el "logos" griego y la "pistis" cristiana, a la vez que subraya la diferencia entre la divinidad "de cuyo linaje somos" y el Dios encarnado en Cristo. Por otra parte, la figura de S. Ireneo señala un hito importante en el modo de concebir la trascendencia cristiana, deslindándola fundamentalmente de los excesos de la "sofía" gnóstica y de todo intento de hacerla accesible únicamente a través del conocimiento.

Posteriormente, San. Agustín, en la confluencia de las intuiciones más válidas del platonismo con la concepción paulina del "hombre interior", desarrolla la noción de trascendencia en un nuevo horizonte. Con todo, continúa predominando el polo cristiano sobre el griego, lo que confirma la teología negativa de Dionisio. Sólo el fides quaerens intellectum inaugura una nueva etapa, que culmina en el equilibrio tomista entre fe y razón. A partir de aquí, el ser como identidad del mundo, característico del pensamiento griego, viene integrado desde la óptica cristiana, transformándose en el ser análogo, que hace posible la concepción de la trascendencia como Ipsum esse per se subsistens. Equilibrio que no puede ser sino momentáneo, habida cuenta de la heterogeneidad de "logos" y "pistis", que sólo pueden confluir a partir de la analogía del ser cuando ésta es capaz de superar la mera identidad entre inmanencia y trascendencia no sólo del lado de ésta última (en el sentido de un "dejar ser" a la inmanencia), sino también del lado de aquélla (a través de un reconocimiento de la distancia). De ahí que la confluencia entre fe y razón sólo se mantenga durante un tiempo, y se rompa definitivamente en la época moderna. Acontecimiento que ocurre gradualmente y que es desencadenado por el bifronte proceso de "emancipación" de la razón: como racionalismo recibe su impulso primordial en Descartes y abre la puerta a una disolución de la trascendencia en la inmanencia; en tanto que empirismo, renuncia a cualquier racionalización de la realidad concreta, lo que concluye en una inmanencia depauperada, para la que la cuestión de la trascendencia apenas si se plantea.

El intento kantiano de mediar entre ambas concepciones trata de "poner límites a la razón para hacer posible la fe", pero la crítica de Fichte inaugura el idealismo y desemboca en la definitiva disolución de la trascendencia en la inmanencia, no obstante la apariencia contraria, es decir la supuesta absorción de la inmanencia en el "Absoluto" del que "emana". Tras el idealismo absoluto de Hegel, tentativa verdaderamente gnóstica de fusionar inmanencia y trascendencia, la reacción no puede ser otra que una reivindicación paroxística de la inmanencia. La cual es abordada desde varios frentes, situados bajo la rúbrica del llamado "pensamiento negativo". Así Kierkegaard, que subraya el escándalo vinculado a la revelación de la trascendencia en Cristo y anticipa el existencialismo en el que se distinguen varias nociones de trascendencia irreductibles entre sí: la sartriana (inmanentizada, en virtud de su actitud atea), la heideggeriana (centrada en la espera de la auto revelación del ser) y el trascender como un movimiento infinito hacia un ser más, característica de los existencialismos cristiano y personalista. Otro frente lo constituye Nietzsche, su lucha contra el cristianismo por el cristianismo no tenía por objeto destruirlo sino trascenderlo a causa de que el dogma judeo cristiano ha convertido en una "fábula", el precepto moral de Cristo de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, requisito sine qua non para alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta. Su célebre "Dios ha muerto" quiere ser la constatación del hundimiento de la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, no porque habiéndose seguido se haya constatado que es imposible alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta sino porque al ensayarse se desecharon antes de haberse comprobado su realidad. El tercer frente del pensamiento negativo lo constituye Marx, que otorga a la trascendencia un sentido inmanente, centrado en la construcción de la "nueva humanidad", en la que solo los judíos son humanos y los no judíos son bestias serviles. Más allá de las corrientes neopositivista y cientifista, el pensamiento postmoderno, se empantana, por lo general, en un agnosticismo nivelador, en tanto que la "new age" pugna por una visión neopagana de la trascendencia.

En el ámbito abarcado por el pensamiento occidental y su zona de influencia, el "eclipse" de la trascendencia esta por terminar, dando paso a una nuevo redescubrimiento de la misma, y todo parece augurar que una nueva manifestación de la trascendencia se cierne sobre nosotros dando principio a la "era del Espíritu". Ya las tentativas de "retorno al origen" que afloran en la fenomenología trascendental, la hermenéutica, las filosofías personalistas proporcionan pistas válidas para un nuevo acceso al umbral de la trascendencia: puesto que el "eclipse" de ésta implicó, sobre todo en Occidente, una degradación progresiva del ideal de conocimiento, de acuerdo con la sucesión sabiduría-filosofía-ciencia-técnica, se impone la necesidad de invertir la marcha, a fin de preparar el "lugar" adecuado para su reaparición. Por otra parte, la doble dimensión "fascinante" y "tremenda" del misterio, subrayada por R. Otto, pone de relieve la doble dirección en la que ha de ser buscado. De un lado, en su presencia inmanente, y aquí el pensamiento personalista puede servirnos de guía en la medida en que ha reconstituido motivos que pertenecen a la esencia misma del cristianismo, como son la iluminación del espíritu en la mismidad (el tema cristiano y agustiniano del "intimior intimo meo", con frecuencia olvidado y que hoy despierta con nuevos bríos con ocasión del encuentro con Oriente), y en la alteridad, en el diálogo y el compromiso con el prójimo, en la búsqueda de su verdadero rostro. De otro, en su insalvable distancia, que vuelve vano todo intento de reducir la trascendencia a cualquier forma de identidad con el mundo, tanto desde la vertiente cósmica y humana __(una cuestión de especial actualidad en el encuentro con las filosofías y religiones orientales y también con el esoterismo y que, en último extremo, se reduce a ésta:¿Puede un cristiano aceptar la experiencia de Dios como "Suprema Identidad"?)__ como desde la divina, que quedaría así limitada en su relación con la creación, como si la trascendencia implicase obligatoriamente la aniquilación del hombre y no más bien la solicitud amorosa hacia él, que lo convierte en interlocutor asociado a su eterno misterio.

Y, en este punto, los esfuerzos por ajustarse al nuevo horizonte teológico, no marcado ya primordialmente por el diálogo y el conflicto entre -creencia VS incredulidad- o -cristianismo VS materialismo- sino por la confrontación entre fe cristiana y corrientes espiritualistas, han de moverse en la línea de una redescubrimiento de la trascendencia y de los símbolos en que se manifiesta.¿Cómo abrirse a semejante simbólica? La gradación kierkegaardiana entre el hombre estético, el ético y el religioso adquiere aquí una recurrencia inesperada: caracterizada la "postmodernidad" por el primer estadío, marcado por el agnosticismo, las mentes más lúcidas se aprestan a abordar el segundo, estableciendo las bases para una mostración ética de la trascendencia. Pero queda el tercer estadio, en el que la aproximación a la trascendencia, de índole religiosa, se enfrentará a una opción final: acceder a una trascendencia que disuelve al hombre en pura ilusión o abrirse al misterio de un Dios "cuya gloria es el hombre viviente", para hablar con San Ireneo. Pero, para realizar esto último, hemos de comenzar por incorporar lo más válido del "ensimismamiento" oriental" y su aguda comprensión de la inmanencia. Sólo así dejará de ser mero tópico la afirmación según la cual "el cristianismo es más que una religión" y estaremos en libertad para experimentar la trascendencia de Dios como la distancia creadora que posibilita la existencia humana. Una existencia que se realiza en la indisolubilidad de mismidad y projimidad, y en la que la afirmación de la dualidad y de la diferencia no es más que la condición previa para el amor que todo lo reúne. No en vano el "circuito" amoroso en que Dios consiste necesita de un "bipolo" a través del cual va y viene la corriente del Espíritu para, a partir de aquí, insertar a la humanidad (como dicen tantos místicos) en el seno de la Trinidad.

== Diferencias fenomenológicas y terapéuticas entre las crisis provocadas por las psicosis provocadas por los traumas olvidados, y las crisis provocadas por el surgimiento del fenómeno espiritual de la transformación humana ==

Las enseñanzas místicas de todos los tiempos giran alrededor de la idea de que la sola búsqueda de bienes y metas materiales no expresa en absoluto el potencial del ser humano, debido a que la humanidad es una parte integral de la energía creadora y la inteligencia del cosmos, y es de alguna forma es parte del holograma espiritual de Todo que refleja la imagen de Él en cada ser individual. El descubrimiento de la propia naturaleza espiritual puede conducir a una forma de ser, tanto a escala individual como colectiva, incomparablemente superior a lo que se considera normal. Para comprender la fenomenología del surgimiento inesperado de la transformación espiritual que acompaña al despertar espiritual, uno debe verlo como la activación de un proceso natural de evolución que lleva a una forma de vida más madura y realizada. La palabra espiritualidad debería reservarse para situaciones que entrañan una experiencia íntima de la realidad espiritual de la que formamos parte, que le dan a la propia vida y existencia una cualidad numinosa. Desde este punto de vista, la espiritualidad es algo que caracteriza la relación del individuo con el universo y no requiere necesariamente de una estructura formal, un ritual colectivo o la mediación de un sacerdote. La palabra moderna para designar la experiencia directa de las realidades espirituales es “transpersonal”, lo que significa que trasciende la forma usual de percibir e interpretar al mundo desde la posición de un individuo o cuerpo-ego separado de aquél. La psicología transpersonal, se especializa en experiencias de este tipo y lo que estas implican. Las conclusiones del estudio de los estadíos transpersonales de conciencia son de vital importancia para comprende la fenomenología que acompaña al despertar espiritual o surgimiento inesperado del fenómeno espiritual de la transformación humana. Surgimiento por que emerge desde lo más profundo de nuestro ser.

Los estadíos que entrañan un encuentro personal con las dimensiones numinosas de la existencia pueden dividirse en dos grandes categorías. En la primera hallamos las experiencias de lo “Divino inmanente”, o percepciones de la inteligencia divina que se expresa a sí misma en el mundo de la realidad diaria. Toda la creación __gente, animales, plantas y objetos inanimados__ aparece permeada por la misma esencia cósmica y luz divina. Una persona, en este estado de éxtasis, de pronto ve que todo en el universo es una manifestación y una expresión de la misma energía cósmica creadora, y que la separación y los límites son ilusorios. Las experiencias de la segunda categoría representan una percepción diferente de lo ya conocido que revelan una gama más amplia de dimensiones de la realidad ocultas a las percepciones humanas e inaccesibles en un estado normal de conciencia. Nos referiremos a éstas como experiencias de lo “Divino trascendente”; que iluminan la negra noche de la conciencia esbozada por la mística pluma de San Juan de la Cruz, abriendo nuestros ojos internos al despertar nuestro espíritu, y contemplamos extasiados en el espejo del alma, la imagen holográfica de nuestro yo interior, de frente a frente. Para posteriormente experimentar el viaje de la mente a través del espíritu y la común unión de todos los seres y todas las cosas existentes en el Universo manifestado o in manifestado, etc. La existencia de lo inmanente y trascendente divino no es una cuestión de creencias infundadas, sino un hecho basado en experiencias sensibles de los fenómenos que se dan en los sujetos, los observadores y la atmosfera circundante.

En los despertares espirituales, las personas experimentan el surgimiento inesperado del fenómeno espiritual de la trasformación humana __el sufrimiento y la angustia de la negra noche, la disolución o necrosis del ego viejo__ y posteriormente el renacimiento o surgimiento del ego nuevo que como el ave fénix renace de sus cenizas. La disolución del ego viejo no es instantánea sino que puede durar un número de años igual a los que tardó en formarse la densa cascara de recuerdos de instantes pasados que aprisiona al espíritu y le impide manifestarse en todo su esplendor. Todos y cada uno de los recuerdos de nuestra vida pasada, almacenados en la memoria física de nuestro subconsciente se encuentran asociados a los sentimientos y experiencias relacionadas. Basta con recordarlos para revivir las experiencias traumáticas que luchan por emerger a fin de que sean comprendidas y digeridas para que sean sanadas las heridas interiores que nos causaron. Inicialmente las vivencias que tenemos son confusas y terribles pues provienen de lo profundo de nuestro ser donde se encuentran las heridas que no han sanado y siguen vivas y por ello emergen en los estados alterados haciéndonos sufrir; pero se van aclarando y volviendo agradables a medida que las comprendemos y curamos las heridas que nos causaron; así vamos avanzando en nuestro desarrollo espiritual a costa de mucho sufrimiento, causado al revivir las heridas internas para curarlas. Es decir, el sufrimiento tiene un efecto profiláctico, y el despertar espiritual no da lugar a la santidad instantánea sino que tiende a ella. Lo que nos interesa en este punto son las consecuencias prácticas de los fenómenos que se dan en los despertares espirituales que detonan el fenómeno espiritual de la trasformación humana.

Los estadíos transpersonales pueden ejercer una influencia de transformación positiva o negativa en los sujetos que los experimentan según estén orientados hacia el bien o hacia el mal. Los efectos positivos probablemente alivien diferentes desórdenes emocionales y psicosomáticos, así como también dificultades en las relaciones interpersonales. Asimismo, son capaces de reducir las tendencias agresivas, mejorar la auto imagen, incrementar la tolerancia hacia los demás y elevar la calidad de vida. Entre otros efectos posteriores positivos se halla una profunda sensación de conexión con la gente y la naturaleza. Estos cambios de actitud y comportamiento son consecuencias naturales de las experiencias transpersonales que se dan en medio de las crisis de los despertares espirituales que detonan el surgimiento inesperado del fenómeno de la trasformación humana; el individuo los acepta y abraza voluntariamente, sin ser forzado por mandatos, preceptos, órdenes o amenazas de castigo externas. Una espiritualidad de este tipo, basada en una revelación directa personal, es muy usual en los claustros de todas las grandes religiones que utilizan la relajación, la meditación, los mantras, el yoga, el ayuno y otras prácticas místicas para inducir estos estados transpersonales de la mente. Hemos visto en repetidas ocasiones cómo las experiencias espontáneas que se dan durante los despertares espirituales tienen efectos similares, si se dan en un contexto de comprensión y apoyo.

A pesar de que existen muchas excepciones, la psiquiatría y la psicología en general no distinguen entre misticismo y psico patología. Esta miopía se ve reforzada aún más por el hecho de que, en gran parte, nuestra cultura no reconoce la importancia y el valor de la experiencia mística; quizás porque no estén dispuestos a seguir las rigurosas disciplinas místicas requeridas para inducir tales experiencias. En los despertares espirituales, tiene mucho más sentido preguntar qué características de un estado alterado de conciencia sugieren que se pueden esperar mejores resultados con estrategias alternativas provenientes del misticismo que con un tratamiento basado en el modelo médico. Una de las preguntas que se realizan con mayor frecuencia al hablar de las crisis que se presentan en los despertares espirituales , es: ¿Cómo hace uno para distinguir entre una emergencia del fenómeno espiritual de la transformación humana y una psicosis? Como hemos señalado, el término psicosis no está definido con exactitud y objetividad en la psiquiatría contemporánea. Hasta que esto ocurra, será imposible brindar una delimitación clara entre estas dos condiciones. El primer criterio importante es la ausencia de una enfermedad detectable con las herramientas de diagnóstico existentes. Esto elimina aquellos estados alterados en donde la causa primaria se encuentra en una infección, una intoxicación, desórdenes metabólicos, tumores, perturbaciones circulatorias o enfermedades degenerativas. En segundo lugar es importante investigar cual fue el detonante que desencadenó la fenomenología, como: 1) la reanimación de la actividad cardiaca y pulmonar, tras un paro provocado por un accidente o infarto. 2) el despertar de un estado catatónico. 3) la experiencia en carne propia de una gran catástrofe, accidente, afrenta, vejación o engaño. 4) La hipnosis. 5) intoxicación severa por estimulantes, alcohol y drogas, 6) Las prácticas religiosas y problemáticas intensas, etc. La gente que sufre de estados paranoicos graves, alucinaciones acústicas hostiles (“voces”) y fantasías persecutorias, recurrentemente cae en proyecciones de este tipo, y actúa bajo su influencia.

Los cambios en la conciencia de las personas que entran en la categoría del despertar espiritual son cualitativamente diferentes de aquellos asociados a psicosis de origen patógeno, y pueden ser reconocidos con facilidad cuando se cuenta con la suficiente información y experiencia. Como lo sugiere el término surgimiento inesperado del fenómeno espiritual de la trasformación humana, las características de una crisis causada por los cambios que se operan en la personalidad o forma de ser de la persona que se ve envuelta en ella, permiten intuir que el proceso de trasformación está relacionado con cuestiones traumáticas de nuestra vida, y el contenido transpersonal de sus vivencias esta relacionado con el proceso de trasformación. Otra particularidad importante es la habilidad del paciente de diferenciar hasta un grado considerable entre las experiencias internas y el mundo de la realidad consensuada. La característica más notable del despertar espiritual que da lugar al surgimiento inesperado del fenómeno espiritual de trasformación, es que demarca un parte-aguas que divide la vida del sujeto en antes y después iniciar el proceso de trasformación. El individuo en medio de una profunda crisis causada por los cambios de su forma de ser, es arrastrado irremisiblemente por las fuerzas interiores de la transformación, mientras todo parece conspirar en su contra, cambiando no solo su modo de vida, su personalidad, sus prioridades y valores, sino su vida misma hasta que termina la extinción o necrosis del ego viejo, y renace un nuevo ego integralmente relacionado con su entorno y relaciones fundamentales.

La interpretación errónea de esta fenomenología, es la causa por la que la mayoría de las personas que están atravesando por una emergencia del fenómeno espiritual de la transformación humana son vistos como casos patológicos de origen desconocido, a pesar de que exámenes clínicos y de laboratorio no ofrezcan evidencia alguna que apoye esta conclusión, y son tratados con métodos psiquiátricos tradicionales, como la medicación supresiva y la hospitalización; en especial si sus experiencias causan una crisis en su vida y crean dificultades a sus familiares. En las crisis causadas por el proceso de emergencia de fenómeno espiritual de trasformación, tanto en las personas que lo sufren como los que lo rodean, junto con sus manifestaciones más dramáticas, el enfoque freudiano se limita a descubrir las experiencias penosas prenatales, de la lactancia, la niñez y el pasado resiente que han sido olvidadas, pero que son causa probable de traumas actuales en los individuos conflictuados, Y las inhibe utilizando narcóticos sin distinguir ni darse cuenta que las emergencias espirituales son parte de un proceso natural y curativo que favorece el desarrollo espiritual de las personas que los experimentan; y que las crisis son causadas por el cambio radical de personalidad del paciente y no por traumas olvidados. Su efecto benéfico es patente al ser prescrito por Cristo a Nicodemus, el despertar espiritual para volver a renacer.

Los elementos espirituales inherentes a una transformación personal parecen extraños y amenazadores para los que no están familiarizados con ellos. Por ello podemos criticar al psicoanálisis de miope y excluyente de las verdaderas causas de la sintomatología de la transformación de los individuos, de que consume una enorme cantidad de tiempo y de que es poco eficaz. Ya que un sujeto elegible debe llenar ciertos requisitos según un criterio especial, y muchos pacientes psiquiátricos son automáticamente excluidos como candidatos potenciales. El uso sistemático del mecanismo de la proyección —rechazar las experiencias internas como naturales y atribuirlas a traumas o influencias provenientes de otras personas y circunstancias externas— es un grave obstáculo para interpretar correctamente la fenomenología de la transformación aquí descrita. El sacrificio de tiempo, energía y dinero es inmenso en comparación con los resultados; ya que aquellos que son seleccionados como sujetos apropiados tienen que comprometerse a tres años de sesiones terapéuticas de 50 minutos, de tres a cinco veces por semana, y no hay garantía de curación, ni garantía de que la curación se puede alcanzar con las nuevas estrategias. Es difícil comprender porque el psicoanálisis que parece tener todas las respuestas teóricas no brindaba resultados más espectaculares al ser aplicado en problemas clínicos reales relacionados con el despertar espiritual; por esto es extremadamente importante dar un tratamiento distinto al que el actual modelo médico prescribe para inhibir las emergencias internas que se dan en los despertares espirituales, aclarando el concepto de emergencia del fenómeno espiritual de la transformación humana, y desarrollado modelos alternativos provenientes del misticismo en su tratamiento, así como sistemas de apoyo adecuados para cuando se presentan fenomenologías altamente conflictivas.

Si examinamos las vivencias que se dan en los estados alterados provocados por la emergencia del fenómeno espiritual de la trasformación humana. La aparición de los síntomas parecería ser el comienzo de una enfermedad, y su intensidad indicaría la seriedad de la situación; pero aun en el contexto del modelo médico, una estrategia que se limite a suprimir los síntomas no sería considerada satisfactoria, si una alternativa más específica y eficaz, fuera conocida y estuviera disponible. Lo importante es, entender y aceptar la verdadera naturaleza de la psique y descubrir cómo cooperar mejor con ella, no bloquearla; ya que la función de la terapia consiste suprimir las causas que activaron la crisis, no en apagar la alarma de la sintomatología sin suprimir las causas que activaron la crisis. Esta interpretación se ve impulsada aún más por el hecho de que, en gran parte, nuestra cultura no reconoce la importancia y el valor de lo místico en el interior del ser humano. Aun si se descubrieran cambios biológicos relevantes, éstos solamente explicarían porqué diversos elementos salen a la superficie en un momento dado desde el inconsciente, pero no explicarían los contenidos en sí mismos. Además, encontrar un factor desencadenante específico de estos episodios no excluye necesariamente la posibilidad de que el proceso sea curativo. Muchos estados alterados que las principales corrientes de la psiquiatría consideran extraños e incomprensibles son manifestaciones naturales del funcionamiento profundo de la psique humana. Su aparición en lo consciente, tradicionalmente considerada como síntoma de la enfermedad mental, es en realidad un esfuerzo radical del organismo para liberarse de los efectos de distintos traumas, simplificar su funcionamiento y curarse a sí mismo. La primera aparición de los síntomas es el comienzo del proceso curativo, y su intensidad indica la rapidez de la transformación. El denominador común en todas las crisis de transformación es la manifestación de diversos aspectos de la psique que antes eran inconscientes. Sin embargo, en cada emergencia individual hay un surgimiento único de contenidos del inconsciente. Algunos de ellos son biográficos, otros perinatales y otros aun transpersonales. No existen fronteras dentro de la psique, ya que todos sus contenidos forman un continuum con varios niveles y muchas dimensiones. Por lo tanto, uno no debe dar por sentado que las emergencias espirituales vienen en tipos o formas con fronteras bien delimitadas como para distinguirlas claramente. No obstante, es posible y útil definir ciertos tipos de emergencia espiritual característicos que las diferencian.

== La fenomenología espiritual, la auscultación profunda y la inducción clínica de los estados alterados de la mente ==

Aristóteles al abordar el problema de truncada enmarcó científicamente el fenómeno de la trasformación humana expuesto en la mitología de Proteo, sentando las bases de la psicología, la psicoterapia, el desarrollo humano, y empatando, <<no solo la praxis clínica basado a los hallazgos encontrados en la auscultación profunda, el diagnostico y la terapia, con las prácticas terapéuticas del misticismo oriental>> <<sino la teoría de la trascendencia humana con la doctrina expuesta por Buda y Cristo>>. Porque la trascendencia humana deviene del hecho que el hombre no es simplemente un ser que decide, sino que en cada caso, él hombre decide lo que es; ya que aunque somos en el mundo de las cosas, es evidente que: “buscamos una existencia iluminada, autentica que gire básicamente sobre nuestra decisión de ser libres para ser nosotros mismos”; lo cual es la meta de Buda y Cristo __o “acostumbrados a lo mundano decidimos ser cosa, buscando el valor de las cosas que den valor a nuestro ser en el mundo de las cosas”. Es obvio que la diferencia característica entre el humano, la bestia y la cosa, es cuestión de flexibilidad, rigidez y sensibilidad anímica. El humano como la veleta opone la menor resistencia a cambio, por ello es flexible y siempre esta dispuesto a cambiar. La cosa es rígida como las piedras, y por ello no cambia, aficionándose a los pasatiempos enajenantes o recurriendo a drogas, los tranquilizantes y somníferos. La bestia es adicta a los estimulantes y la violencia extrema, siente placer ante su poderío y el terror de sus victimas (vg.: inclinación de Israel por aterrorizar a sus victimas), por ello es insensible al dolor y sufrimiento ajeno; en contraste con la sensibilidad de los humanos que a medida que crece en sutilidad, crece en armonía y espiritualidad.
Porque el Ser en si, no es una cosa acabada, estática, determinada o forjada de antemano, sino que es un modelo dinámico, que cambia cada instante con el devenir, porque se esta haciendo, amoldándose a cada situación. El modo de reaccionar y enfrentar las situaciones difíciles que se dan en el devenir, anteponiendo el cumplimiento o incumplimiento del deber para si mismo y para con los demás, y el ejercicio de la libre responsabilidad, es lo que humaniza o deshumaniza al hombre. En la bestialidad no hay futuro humano, pues no solo petrifica conciencias sino que entroniza el caos generalizado paralizando las instituciones del Estado y las organizaciones sociales, a causa del: crimen, demencia, depredación, desenfreno, insensatez, paranoia, sometimiento, que sufren las masas. En esta situación la posibilidad de un futuro humano comienza a emerger, cuando el ser impropio (Ser para si) en su agonía (disolución del egoísmo o Ser para si), sacando fuerzas de la flaqueza busca una salida (Katharsis: catarsis: liberación terapéutica de los obstáculos y heridas psicológicas que causan angustia existencial), impulsado por la dignidad del (Ser en si), que lo lleva a poner remedio al caos o disfunción generada por su impropio proceder. El sincero reconocimiento de su culpa y arrepentimiento, activa un mecanismo de salvación (llamado renacimiento por los místicos) que arranca cuando la actitud y el comportamiento del ser propio (Ser con los demás), comienza a emerger, induciendo al (Ser en si) a relevar en la batalla al (Ser para si), para poder trascender la adversidad y el sufrimiento, encontrando dentro de su propia estructura interna, la fuerza necesaria para vivir; ya que el futuro es el punto en el horizonte lejano, que le da forma al presente, por que el presente se derrumba cuando pierde su perspectiva futura; entonces los pensamientos giran obsesivamente sobre el pasado. Y la evocación de los pormenores de lo vivido, emergen en medio de sombras, transfigurados en aterradoras visiones que reviven profundas heridas que no han cicatrizado, y al sangrar nos hacen sufrir terriblemente. Es en la agonía del Ser en el mundo, cuando el Ser impropio debe morir o renacer de sus cenizas y trascender el sufrimiento, siendo uno con los demás, comportamiento propio del Ser en si__ La diferencia se encuentra en los valores del doliente, que lo llevan a buscar, no su fin, sino la finalidad de su vida; porque en el momento en que al hombre no le es posible visualizar la finalidad de su vida, tampoco puede trazarse ninguna meta, ni proponerse ninguna misión, ni sostener la estabilidad de propia estructura mental, derrumbándose moralmente; lo cual, permite al análisis existencial aportar al paciente los siguientes elementos de convicción para dar respuesta positiva a la angustia existencial:

Mediante la comprensión, la fe y la sabiduría se puede superar el dolor. La terapia del dolor comprende tanto acontecimientos psíquicos como ideas espirituales. Quienes son enterados de su muerte eminente o la muerte eminente de un ser querido, suelen pasar por un proceso de duelo que se inicia con el desconsuelo llorando su propia muerte o la de un ser querido mucho antes de que ocurra, experimentando sentimientos de enojo, desesperación, frustración e impotencia. El pesar puede convertirse con facilidad en depresión aguda. El moribundo o sus allegados se sienten irremediablemente abatidos, desesperanzados e indefensos. El dolor psicológico se hace agudo e insoportable. Se pierden el sueño, la capacidad de concentración, el apetito y los niveles de energía. Quienes han sufrido pérdidas de seres queridos y/o tenido experiencias de cuasi-muerte, regresiones a vidas pasadas, experiencia del bardo o vida entre vidas, viaje astral, contacto con personas muertas y otros psiquismos, generalmente no sienten una profunda pena por que intuyen que hay vida después de esta vida. En general, sacerdotes, médicos y terapeutas saben muy poco acerca del dolor, el sufrimiento, el duelo y la muerte; por lo general sus conocimientos se limitan a mitigar el dolor físico y para mitigar el trauma mental se limitan a describir las etapas de la muerte sin explican que ocurre en los que pasan de la agonía a la muerte y más allá. La tanatología además de estudiar los efectos que produce la muerte en los cuerpos sin vida se interesa por aliviar el duelo utilizando la ciencia complementándolos con los datos que la religión ha aportado tanto en oriente como en occidente, (vg. El “Bardo Thodol Chenmo” o Libro Tibetano de los muertos: Papiros de Ani, de Hunefer y de Anhai o El Libro Egipcio de los muertos).

La soledad es otro componente intrínseco del despertar espiritual. Puede ir desde una vaga percepción de la lejanía de otras personas y del mundo, hasta un sumirse profundamente en la alienación existencial. Algunas de las sensaciones de aislamiento interno pueden relacionarse con el hecho de que la gente que enfrenta estados inusuales de conciencia en una emergencia espiritual, no ha escuchado a nadie describir algo así y lo siente distinto de las experiencias cotidianas de su familia y sus amigos. No obstante, la soledad existencial parece tener poco que ver con las influencias personales o externas. Muchas personas en un proceso de transformación se sienten aisladas de los demás por la naturaleza de las experiencias que tienen. Al volverse más activo el mundo interior, es probable que uno sienta la necesidad de retirarse temporalmente de las actividades cotidianas y sumirse en los intensos sentimientos, pensamientos y procesos internos. Es factible que las relaciones con los demás pierdan importancia y que la persona se sienta desconectada de la sensación conocida de quién es. Cuando esto ocurre, uno siente una envolvente sensación de separación de sí mismo, de otra gente y del mundo que lo rodea. Para quienes están en este estado, hasta el calor humano familiar y la reafirmación están fuera de su alcance. Hemos escuchado a muchas personas en una emergencia espiritual decir: “Nunca nadie ha vivido algo así. ¡Soy la única persona que ha sentido esto!”. No sólo sienten que su proceso es único, sino que además están convencidos de que nadie jamás ha sentido lo que ellos sienten. Quizás porque se sienten tan especiales también creen que sólo el terapeuta o el maestro en quien confían es el único capaz de comprenderlos y ayudarlos. La fuerza de sus emociones y sus percepciones desconocidas los llevan tan lejos de su existencia previa que con facilidad dan por sentado que son anormales. Sienten que algo anda muy mal en ellos y que nadie los comprenderá. Si sus terapeutas también están perplejos, su sensación de intenso aislamiento aumentará.

Aun cuando la gente en esta etapa conozca los distintos mapas teóricos y los sistemas espirituales que describen estadíos como éstos, encontrarán que es muy distinto estudiar una situación así a estar en medio de ella. Durante una crisis existencial, uno se siente desconectado de su ser más íntimo, del Poder Superior o de Dios, lo que sea de lo que uno de penda para proveerlo de fuerza e inspiración más allá de los recursos personales. El resultado es un tipo de soledad devastador, una alienación completa y total que permea todo el ser. En esos momentos de agonía y soledad, en un intento de explicar hasta dónde llega este monumental sentimiento recordamos el reclamo de Cristo en la cruz: “PADRE MIO, PORQUE ME HAS ABANDONADO”; lo cual nos hace estremecer al reflexionar ¡Si Cristo siendo perfecto, no fue escuchado, que esperamos nosotros siendo pecadores! No pueden encontrar ninguna conexión con lo Divino; por el contrario, soportan una constante y dolo rosa sensación de abandono divino. Aun cuando el doliente abatido esté rodeado de amor y de apoyo, puede sentir una profunda y amarga soledad. Cuando una persona desciende al abismo de la alienación existencial, ninguna medida de calor humano podrá cambiar lo que siente. Los que enfrentan esta crisis existencial no sólo se sienten aislados, si no también impotentes ante la furia de la tormenta desatada por las fuerzas interiores. En esos momentos todo conspira en contra nosotros mientras el Todo permanece impasible. Ante los ojos del mundo somos sospechosos de todo y el universo mismo se pone a la expectativa y cualquier actividad humana resulta trivial, pues todo parece absurdo y sin sentido. Es probable que en medio de la tormenta existencial se desesperen renieguen de su suerte y hasta de Dios mismo, al no percibir ninguna salida de su crisis. Con frecuencia perciben que ni el suicidio es una solución, ya que sacando fuerzas de su ira se sobreponen al dolor con la esperanza de que algún día volverán los buenos tiempos. No es raro que la gente que experimenta un proceso de transformación cambie su apariencia y se aísle. Una comunidad espiritual abierta tolerará e incluso impulsará este tipo de comportamiento. Sin embargo, quien decide súbita mente adoptar expresiones tan obvias sin contar con apoyo externo se sentirá aún más aislado. En personas mas desarrolladas espiritualmente, la transformación espiritual se da sin estas exteriorizaciones alienantes. En otros casos, pueden ocurrir cambios de conducta más obvios. Para algunos estas nuevas formas de comportarse son estadíos transitorios en su desarrollo espiritual, mientras que para otros se convierten en un aspecto permanente de su nuevo estilo de vida.

Entre los componentes más problemáticos y alarmantes con los que se enfrentan quienes experimentan un despertar espiritual o apertura psíquica, se encuentran el miedo, la soledad, las experiencias aterradoras y la preocupación por la muerte. Aunque estos procesos son una parte intrínseca y eje del proceso curativo, pueden volverse atemorizantes y abrumadores, en particular si no se cuenta con el apoyo de un médico de almas. Al abrirse las puertas del inconsciente, una amplia gama de emociones y recuerdos reprimidos puede pasar a la percepción consciente. Elementos de miedo, soledad, locura y muerte aparecerán a veces al mismo tiempo cuando uno enfrenta recuerdos específicos o experiencias de los dominios personales o transpersonales. La noche oscura del alma descrita por S. Juan de la Cruz: “La sombra de la muerte y los dolores y tormentos del infierno se sienten intensísimamente, y esto proviene de la sensación de haber sido abandonado por Dios... una aprensión terrible sobreviene (al alma) de que así estará por siempre... Se ve a sí misma entre males opuestos, imperfecciones miserables, la sequedad y el vacío de la comprensión, y el abandono del espíritu en la oscuridad”.

La descripción neutra de esta fenomenología enmarcada en el misticismo como la primera jornada del alma que atraviesa por un despertar espiritual, es un elemento indiscutible de juicio que nos permite darnos cuenta que no es de origen patógeno por lo que hay que inhibirla con sedantes o suprimirla con electrochoques o químicamente; porque es un saludable proceso de renovación del ego semejante a un cambio de piel. Fenomenología natural que forma parte de un proceso de desarrollo espiritual que es preciso completar soportando la disolución o necrosis del ego viejo (muerte mística) para que nazca el ego viejo que nos permite renacer a otra forma más perfecta de ser al mostrarnos el siguiente paso en nuestro camino hacia la trascendencia humana. Esta renovación del ego es parte de una fenomenología genérica que es personal en razón de las particulares y circunstancias por las que atraviesa cada individuo en el momento en que se inicia la transformación como un poderoso impulso involuntario del interior. Este despertar espiritual, detona un proceso de transformación que conflictua profundamente al individuo cuando crece ajeno o ignorante de su naturaleza interna y al darse inesperadamente como sucede con los accidentes que ponen en peligro nuestra vida familiar, laboral y socialmente, nos hace sufrir intensamente. Al derrumbarse el ego viejo, los lazos familiares y afectivos se van debilitando al tiempo que somos despojados legal o ilegalmente de nuestras propiedades, posesiones y derechos por familiares, socios, colegas, amigos y extraños, y si tenemos suerte nos aferramos al amor sincero de nuestros hijos y sobre vivimos en la austeridad. Hay individuos que antes de que todo se derrumbe, abandonan sus familias y solitarios sobreviven como vagabundos en las calles; así perdemos nuestra autoestima, fe y esperanza en Dios y la humanidad. Incomprendidos, difamados y profundamente conflictuados, imploramos la justicia, misericordia y providencia divina, sin ser escuchados.

La noche oscura del alma es la primera jornada del proceso espiritual de transformación, y durante su recorrido hay incidentes que conducen a ciertos estados característicos. Es muy importante para los que sufren esta crisis contar con la descripción fenomenológica de esta jornada y la secuencia de sus episodios característicos. A pesar de que hay muchas excepciones, la mayoría de la gente debe internarse en las zonas oscuras y atravesarlas antes de llegar a un estado de liberación, luz y serenidad. Teniendo esto en cuenta, surgen las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los oscuros territorios internos que una persona puede tener que atravesar? ¿Cómo se sienten? ¿Qué tipo de conflictos se puede esperar que surjan? Para alguien que atraviesa la furia de la tormenta que genera una transformación, la tarea de funcionar de manera habitual, puede convertirse en un desafío. Las actividades normales y aparentemente simples que forman parte de la vida cotidiana, quizás se vean de golpe como problemáticas, o parezcan desafíos insuperables o insoportables. Con frecuencia, las personas en crisis viven experiencias internas tan dramáticas e impactantes que tienen dificultad para separar las vivencias de su mundo interior de lo que ocurre en el mundo exterior. Puede que se sientan frustradas al encontrar que su nivel de atención es difícil de mantener, y es también posible que los cambios tan rápidos y frecuentes de su mente les causen pánico. Incapaces de funcionar normalmente, es probable que se sientan impotentes, ineficaces y culpables. Repentinamente, sienten como si el confort y la seguridad les fueran arrancados y ellos arrojados en una dirección desconocida. Las formas de ser comunes ya no sirven, pero aún no han sido reemplazadas por otras nuevas. Una persona en medio de este cambio no es capaz de aferrarse a algún punto de referencia reconocible y teme que ya no le sea posible volver a las anteriores conductas, destrezas e intereses. Puede que sienta que todo lo que alguna vez le importó, está muriendo y es probable que la embargue una enorme tristeza por la muerte del viejo modo de ser.

Entre los componentes más problemáticos y alarmantes con los que se enfrentan quienes viven la crisis que origina una trasformación, se encuentran el miedo, la soledad, las experiencias aterradoras y la preocupación por la muerte. Aunque estos procesos son una parte intrínseca y eje del proceso curativo, pueden volverse atemorizantes y abrumadores, en particular si no se cuenta con apoyo de un médico de almas. El denominador común en todas las crisis de transformación, es la manifestación de diversos aspectos de la psique que antes eran inconscientes. Sin embargo, en cada despertar espiritual o apertura psíquica individual, hay un surgimiento único de contenidos del inconsciente. Algunos de ellos son biográficos, otros perinatales y otros aun transpersonales; ya que los contenidos de la psique son un todo relacionado, y todos sus contenidos forman un continuum con varios niveles y diferentes procesos. Por lo tanto, uno no debe dar por sentado que las aperturas psíquicas devienen en crisis o psicosis bien delimitadas como para distinguirlas claramente. No obstante, es posible y útil definir ciertos tipos de psicosis característicos de los despertares, que las diferencian. Al abrirse las puertas del inconsciente, una amplia gama de emociones y recuerdos reprimidos puede pasar a la percepción consciente. Elementos de miedo, soledad, locura y muerte aparecerán a veces al mismo tiempo cuando uno enfrenta recuerdos específicos o experiencias de los dominios personales o transpersonales. Muchos recuerdos nos hacen sentir miedo. Puede ser que una persona reviva en enfermedades graves o accidentes en los que corrió el riesgo de perder la vida, así como otros acontecimientos perturbadores de la infancia. También es posible que revivan las experiencias traumáticas del nacimiento biológico, con sus con su correspondiente sensación de ahogo y de amenaza a la propia vida, más si como feto el paciente vivió la inminencia de un aborto, natural o provocado, es probable que haya atravesado una crisis de supervivencia. Al revivir estos acontecimientos, no es raro que estas personas se sientan impotentes y en peligro, si creen que están perdiendo el contacto con la realidad.

Estas vivencias también llevan a que las personas se conecten con la experiencia de la muerte. Los recuerdos relacionados con la muerte surgen de las circunstancias que rodean al nacimiento. El encuentro con la muerte puede darse de muchas maneras en el nivel transpersonal. En lo que parece un recuerdo de una vida anterior, tal vez se reviva el haber sido muerto como un soldado, un mártir, o una madre en tiempos de guerra. Puede ser que el paciente experimente miedo, soledad, locura o muerte durante las secuencias transpersonales originadas en los dominios colectivos o universales. Enfrentarse con la cuestión de la muerte es una parte crucial del proceso de transformación y un componente que integra la mayoría de los despertares espirituales. Suele formar parte de un poderoso ciclo de muerte y renacimiento en el que lo que en realidad muere es la vieja forma de ser que inhibe el crecimiento de la persona. Desde este punto de vista, todos morirnos de alguna manera muchas veces en el transcurso de una vida. En muchas tradiciones, la noción de “muerte mística” es esencial para avanzar espiritualmente. Llegar a un consenso con la muerte como parte de la continuidad de la vida es considerado como algo que libera enormemente, ya que nos libera del temor a la muerte y nos abre a experimentar la inmortalidad. La mayoría de nosotros tiene asociaciones negativas en torno de la muerte; creemos que es el fin de todo, la desposesión última, la retribución final por nuestros pecados. Se ve a la muerte como lo desconocido, lo temible, y cuando aparece como parte de las experiencias internas uno se llena de terror. El encuentro con la muerte puede manifestarse de diferentes maneras. Una de ellas es enfrentarse con la propia mortalidad.

Quien ha evadido el tema de la muerte probablemente hallará difícil manejar una experiencia profunda que le muestre que su vida es transitoria y que la muerte es segura. Mucha gente retiene inconscientemente la idea infantil de que es inmortal y, al enfrentar las tragedias que nos presenta la vida, las ignora con la afirmación típica: “Eso les pasa a los otros. Nunca me pasará a mí”. Cuando un despertar espiritual trae a personas así a la comprensión esencial de su propia mortalidad, crea en ellas una gran resistencia. Harán lo imposible para evitar el tema, y quizás hasta traten de detener todo el proceso sobrecargándose de trabajo, charlando excesivamente, estableciendo relaciones cortas o tomando drogas depresivas o alcohol. Es probable que en las conversaciones procuren no hablar sobre la muerte, o se rían del tema y vuelvan en seguida a temas más seguros. En cambio, otros tendrán una mayor conciencia del proceso de envejecimiento, tanto del propio como del de los seres queridos. Hay quienes llegan a inesperadas conclusiones, como la descripción que el Swami Muktananda hace sobre su propio encuentro con la muerte en Play of Consciousness no sólo describe vívidamente su experiencia de la muerte sino también su paso a un renacimiento: Le tenía terror a la muerte. Mi prana (aliento, fuerza vital) cesó. Mi mente ya no funcionaba. Sentí que mi prana estaba saliendo de mi cuerpo... Perdí todo control sobre él. Como un hombre que va a morir, cuya boca se abre y extiende sus brazos, emití un extraño sonido y caí al piso... Perdí la conciencia por completo. Me levanté después de una hora y media y me pareció gracioso. Me dije, “Morí hace un rato, pero ahora ¡estoy vivo otra vez!”. Al ponerme de pie, sentí una profunda calma, amor y alegría. Me di cuenta de que había experimentado la muerte... Ahora que sabía lo que significaba morir, la muerte dejó de producirme terror. Y ya no tuve ningún miedo.

La experiencia de la muerte mística, señala la necrosis del ego viejo o proceso semejante al cambio de piel, necesario para renacer y poder pasar de una forma relativamente limitada de ser, a un nuevo proceso de aprendizaje de nuestra forma de ser que expande nuestra visión y comprensión del universo que nos rodea durante el proceso de transformación. Este ciclo de muerte y renacimiento místico, no significa el fin del ego, que es necesario para manejarse en la realidad cotidiana __sino la muerte de las viejas estructuras egoístas de la personalidad y la cesación de las psicosis causadas por disfunciones patógenas u orgánicas que se dan a causa de traumas internos, o las disfunciones ideó-genas que se dan a causa de errores e incongruencias alojadas en la base de la estructura de nuestro pensamiento existencial o religioso; que permiten que cesen los automatismos, alucinaciones, delirios, fobias, causadas por las heridas internas__ sanación espiritual que es vital para el advenimiento de una existencia más feliz y más libre. Ananda K. Coomaraswamy escribe: “Ninguna criatura puede acceder a un nivel más alto de naturaleza si no renace nuevamente”. La extinción o necrosis del ego tal vez se dé gradualmente a lo largo de un extenso período de tiempo, o tal vez ocurra de golpe, con una gran fuerza. A pesar de que la disolución del ego es uno de los acontecimientos más benéficos y curativos en la evolución espiritual, puede parecer desastroso y doloroso. En este proceso de transformación, la muerte del ego viejo parecerá una catástrofe, como si no fuera un cambio de forma de ser, sentir y percibir la realidad, sino un desastre biológico. Con frecuencia, uno no es capaz de ver lo que le espera después de la destrucción total del ego viejo, para dar lugar a un hombre nuevo que emerge con una nueva personalidad integralmente relacionada.

Experimentamos vivencias en las que irremisiblemente somos desmembrados y mutilados parte por parte. Estas líneas de la poesía Fénix, de D. H. Lawrence, reflejan este pro ceso devastador pero transformador a la vez. ¿Estás dispuesto a ser lavado, borrado, cancelado, hasta la nada? ¿Estás dispuesto a ser hecho nada? ¿A sumergirte en el olvido? Si no, jamás podrás cambiar realmente. Este tipo de comprensión súbita puede ser devastadora para la gente que no quiere o no puede enfrentar su miedo a la muerte; pero es liberadora para quienes están dispuestos a aceptar la verdad de su propia mortalidad, ya que la total aceptación de la muerte es capaz de hacernos libres de disfrutar cada momento corno viene. Otra experiencia común es la muerte de las formas restringidas de pensar o de ser. En la medida en que una persona crece, tal vez halle necesario dejar las limitaciones que le impedían desarrollarse. A veces esto ocurre despacio, natural y casi a voluntad, mediante la preparación remota en las disciplinas místicas, utilizando la terapia o práctica espiritual que requiere que uno conscientemente suelte las viejas limitaciones

El estado de desapego con respecto a roles, relaciones, el mundo y uno mismo es otra forma de muerte mística. Es muy conocida en muchas disciplinas espirituales como la primera meta en un desarrollo interno. El desapego es algo necesario en la vida, que se da naturalmente en el momento de morir, instante en que cada ser humano comprende plena mente que no podemos llevar nuestros bienes materiales, roles terrenos ni relaciones al más allá. La práctica de la meditación y otras formas de auto exploración permiten que los que las practican se enfrenten con esta experiencia antes de la muerte física, para liberarlos y poder disfrutar en plenitud lo que tienen en vida. San Juan de la Cruz escribió:“Para poseer lo que no posees. Debes recorrer el camino de la entrega”, “Para llegar a lo que no eres. Debes recorrer el camino del no- ser”. El apego, o el aterrarse al mundo material, es considerado por el budismo como la raíz de todo sufrimiento, y desprenderse de él es la clave de la liberación espiritual. Esta idea también aparece en otras tradiciones, y la menciona Patanjali en los Yogas Sutra: “Por la ausencia de toda auto indulgencia en la agonía del profundo sufrimiento, cuando las semillas de las ataduras al dolor son destruidas, se llega al ser puro”.

El desapego más o menos violento se da durante el surgimiento del fenómeno espiritual de la trasformación humana, y tal vez su aparición resulte un tanto confusa y perturbadora. Cuando en una persona emerge inesperadamente el fenómeno espiritual de la transformación, su relación con sus seres queridos, actividades y roles en la vida comienzan a cambiar. Un hombre que da por sentado que su familia le pertenece descubrirá que el apego a su mujer y sus hijos sólo le trae un gran dolor. Hasta quizás llegue a sentir que lo único que es constante en la vida es el cambio y que con el tiempo perderá todo lo que cree poseer. Darse cuenta de estas cosas llevará a comprender que la muerte es la gran igualadora y que, aunque uno niegue esta realidad en su vida, no dejará de cobrar lo que le toca. Durante la transición hacia esta experiencia, las personas deben atravesar el doloroso proceso de desprenderse de las preocupaciones mundanales que las mantienen atadas y perpetúan su sufrimiento. El proceso del desapego es en sí mismo una forma de muerte, la muerte del apego. En algunas personas el impulso hacia el desapego es tan fuerte que, literalmente, temen estar preparándose para la muerte física inminente. Quienes atraviesan esta etapa del desapego suelen tener la necesidad de alejarse de las relaciones importantes de su vida cotidiana, y confunden su nueva necesidad de desapego interno con la frialdad exterior. Tal vez tengan una insistente urgencia de liberarse de las condiciones que los limitan, y si no comprenden que el proceso del desapego puede ser completado internamente, querrán llevarlo a cabo también en la totalidad de sus manifestaciones hacia el mundo externo.

Cuando una persona está inmersa en el proceso de la extinción del ego o necrosis del ego, a menudo se siente arrasada y devastada, como si todo lo que es o alguna vez fue, se derrumbara sin ninguna esperanza de renovación. Como la identidad de una persona así parece estar desintegrándose, ya no está segura de cuál es su lugar en el mundo, ni de la validez de su paternidad, de su empleo, o de su humanidad. Exteriormente, los viejos intereses ya no importan, cambian los sistemas éticos y los amigos, y se pierde confianza en la capacidad para funcionar en el mundo de todos los días, social y profesionalmente, pues pierde uno la autoestima y la confianza en si mismo. Por dentro, se puede llegar a experimentar una pérdida gradual de la identidad: se siente que inesperadamente el ser físico, emocional y espiritual está siendo destruido con fuerza inusitada. Hasta se sentirá que se muere realmente, y de golpe uno se verá obligado a enfrentar temores más profundos. La gente en esta situación experimenta la sensación interna que algo en ellos debe morir. Si la aprensión interior es lo suficientemente fuerte y no se comprende el proceso y utilidad de la necrosis del ego, se pueden malinterpretar estos sentimientos y, de hecho, adoptar conductas autodestructivas. O tal vez se hable incesantemente de cometer el suicidio, preocupando en extremo a los que se tiene alrededor. Con una terapia, una práctica espiritual y otras formas de autoexploración, es posible completar esta experiencia simbólica de morir internamente sin llevarse al cuerpo consigo. Uno puede morir por dentro y permanecer activo y saludable.

Enfrentarse con la propia mortalidad y con la muerte o disolución del ego se da en un nivel individual y personal. No obstante, a veces la misma sensación de aniquilación inminente se extiende a lo transpersonal. Uno de los encuentros más envolventes con la muerte es el experimentar la destrucción del mundo o del universo: uno es capaz de vivir experiencias de la destrucción de toda forma viviente sobre la tierra, o la del planeta mismo. Se confundirá este acontecimiento interior con la realidad exterior, y es factible que se llegue a temer que la existencia del mundo esté en peligro. Lo que es más, esta misma experiencia puede llegar a incluir la destrucción de todo el sistema solar, o de todo el cosmos. Se tendrán, entonces, visiones de estrellas en explosión, y se dará la identificación física con toda la materia que se disuelve en un agujero negro. Es muy común sentirse impotente, que los esfuerzos para contrarrestar este enorme desastre son fútiles En los últimos tiempos, convivimos con la realidad de que nuestro planeta está amenazado por la destrucción nuclear, y es lógico que se sienta un gran temor por esta situación. Sin embargo, una persona en una emergencia espiritual puede llegar a vivir una experiencia interna muy vívida de la catástrofe nuclear, y el miedo que surge en este momento parecerá algo más que un temor personal. Si uno se enfrenta con un acontecimiento interno tan apocalíptico vg. San Juan: El Apocalipsis, es común que a esto le siga una secuencia de reestructuración planetaria o universal. Se entra en un mundo nuevo, reintegrado y radiante, y el cosmos ha retornado a un orden amoroso y benévolo.

El miedo a lo desconocido, hasta cierto punto, es común a muchos seres humanos. Algún tipo de miedo siempre acompaña a una emergencia espiritual, ya sea sólo la preocupación por los sucesos de todos los días o un terror enorme que flota libremente sin estar atado a ninguno de los aspectos normales de la existencia. Es común sentir algún grado de ansiedad en una situación así: no sólo se desmorona el sistema conocido de creencias sino que, además, se está especialmente sensible. El cuerpo parece deshacerse con molestias físicas desconocidas y dolores perturbadores. Gran parte de los miedos parecen completamente ilógicos, como si poco tuvieran que ver con la persona en cuestión. A veces, quien sufre una crisis puede manejar con relativa facilidad sus diversos temores, pero en otras ocasiones el miedo se convierte en un pánico totalmente incontrolable. En todo ser humano existen diferentes tipos de miedo, desde lo obvio, como el terror a la muerte y al daño físico, hasta lo sutil, que se siente al pedirle alguien que nos ayude cuando se ha perdido la confianza en los demás. A pesar de sus temores, la gente es capaz de funcionar bien en la vida de todos los días sin que éstos la desborden. Durante muchas emergencias espirituales, sin embargo, los temores cotidianos se intensifican y concentran, y suelen volverse incontrolables.

Quizás se conviertan en una ansiedad que lo permea todo o se cristalicen en diferentes tipos de temor. Cuando nuestras vidas toman un rumbo incierto, a menudo respondemos de forma automática desarrollando una aprensión y luego una resistencia. Puede que algunos se lancen a lo desconocido sin problemas, con lo que parece ser un coraje envidiable; pero la mayoría, si es que llega a explorar territorios desconocidos, lo hace en contra de su voluntad, o con prudencia en el mejor de los casos. Para aquellos que están en una emergencia espiritual, el miedo a lo desconocido puede aumentar enormemente. Sus estados internos cambian a tal velocidad que empiezan a temer qué es lo que vendrá después. Están siendo constantemente introducidos en reinos internos insondables, nuevas percepciones y posibilidades inimaginables. Un hombre que viva súbitamente una compleja secuencia visual y emocional que parezca provenir de otro tiempo y lugar empezará a pensar en la reencarnación, una idea totalmente extraña para él hasta ese momento. Es muy normal que este tipo de acontecimientos abruptos resulten muy atemorizantes para quienes no están preparados. Tales personas no saben adónde terminarán, o cómo se sentirán, y tantos cambios bruscos los llevan a temer por la pérdida del control sobre su vida. Quizás hasta añoren su antigua y segura forma de ser, por su tranquilidad y menor exigencia, aunque hayan sido infelices.

Cuando una persona desarrolla una enfermedad terminal, su vida torna una dirección muy distinta de lo planeado. Su sueño se ha hecho pedazos, y el estrés emocional es capaz de iniciar en él un proceso de transformación. Con mucho dolor, se dará cuenta de que no tiene control sobre la vida y la muerte, que está sujeto a fuerzas que están más allá de su comprensión. Las personas que han trabajado muchos años para llevar una vida familiar exitosa; tiene una idea muy clara de su futuro y se siente a cargo de su existencia, se pasan años creyendo que su mundo está en orden y que tienen una completa autoridad sobre su vida. Algunos, ante el infortunio, al descubrir que no están enteramente a cargo del timón de su vida, se asustan mucho al darse cuenta que el timón de la vida no obedece a sus mando y se dirige hacia lo desconocido donde quizás lo aguarde el desastre total. Probablemente se pregunten: “Si yo no tengo el control, ¿quién lo tiene? Y ¿Es él o ello digno de confianza? ¿Puede abandonarme a una fuerza desconocida y estar seguro de que se me cuidará?”. Al enfrentarse con el miedo a perder el control, la mente y el ego se vuelven muy ingeniosos en sus esfuerzos por seguir a cargo de todo; la gente en una situación así, tiende a crear un complicado sistema de negación, diciéndose que está muy bien como está y que no necesita un cambio, o que los cambios que siente son ilusorios. Es factible que se intelectualicen los estadíos alterados de conciencia y se creen elaboradas teorías para explicados de alguna manera. O quizás simplemente se traten de evitar. A veces la ansiedad misma se convierte en una defensa; quedarse pensando en el propio miedo puede evitarnos crecer muy rápido.

Otra forma de perder el control en las crisis que se dan en el proceso de transformación espiritual, es cuando por momentos se llega a perder completamente el control sobre el propio comportamiento a causa de episodios desbordantes. Tal vez se tengan explosiones de rabia y de llanto, se sacuda uno violentamente o grite en una forma en que jamás lo hizo. Esta liberación emotiva no inhibida puede resultar inmensamente liberadora, pero antes provocar en uno un miedo tremendo y una gran resistencia a la fuerza de estos sentimientos. Después de este tipo de explosiones, es normal sentir miedo o vergüenza al darse cuenta de la fuerza de la exteriorización. En algunos casos de surgimiento espiritual, las sensaciones físicas o reacciones pueden ser acompañadas por extrañas y potentes explosiones de energía, tales como descargas eléctricas pulsantes, temblores incontrolables o la sensación de que una fuerza desconocida recorre el organismo. Tal vez aumenten las pulsaciones y se eleve la temperatura corporal. ¿Por qué ocurre esto? Estas manifestaciones a menudo acompañan fisiológicamente a los cambios de conciencia; también pueden ser características específicas de una cierta forma de emergencia espiritual como el despertar de Kundalini (Dr. Lee Sandella: The Kundalini Experience: Psychosis or Trascendence).

La conciencia espiritual de un ser humano no ha despertado a menos que surja Kundalini. Se hallan descripciones de esta fenomenología de emergencia espiritual en la antigua literatura de la India; sus manifestaciones se atribuyen a la activación o al despertar de una forma sutil de energía llamada “el poder de la serpiente”, o Kundalini. De acuerdo a los yoguis, es la energía espiritual del mismo orden que la crea y sustenta al cosmos. En el cuerpo humano, reside en forma latente en la base de la espina dorsal. Tiene el potencial para purificar y curar a la mente y al cuerpo mediante la apertura espiritual y así elevarnos a un nivel más alto de conciencia activando los procesos mentales supra racionales. La Kundalini durmiente es tradicionalmente representada como una serpiente enroscada tres veces y media alrededor del lingam, el símbolo fálico del poder masculino regenerador. Entre las situaciones que pueden producir el despertar de Kundalini se halla la preparación remota ejercitando las disciplinas místicas del yoga y la meditación intensa, y el seguimiento de una dieta de alimentos y bebidas purificantes bajo la vigilancia de un maestro espiritual o gurú avanzado, y ciertos movimientos o ejercicios del yoga Kundalini. En algunos casos, se da el despertar espontáneo de Kundalini: ocurre inesperadamente, en medio de las tareas cotidianas, sin un factor desencadenante claro. La energía Kundalini o Shakti, y sube por la columna, fluyendo a través de los conductos del cuerpo sutil, un campo incorpóreo de energía que penetra y rodea al cuerpo físico. Al limpiar los efectos de viejos traumas, abre los siete centros espirituales llamados chakras, que se localizan en el cuerpo sutil a lo largo de un eje que se corresponde con la espina dorsal.

Además de varias experiencias difíciles asociadas a este proceso de limpieza, quienes viven el despertar de Kundalini suelen hablar de estados extáticos relacionados con alcanzar un nivel más alto de conciencia. Entre éstos, merece ser mencionado el samadhi, o unión con lo Divino, que ocurre cuando el discípulo sigue la disciplina prescrita por su guía espiritual para disolver los rasgos negativos de su perfil karmico hasta alcanzar las cinco perfecciones que Cristo elevó a bien aventuranzas que es cuando cuando el proceso llega al séptimo centro, el de la “corona” (Sahasrara), mientras avanza de chela a lama. La energía Shakti que se mueve a través del cuerpo trae a la conciencia una amplia gama de contenidos anteriormente inconscientes: recuerdos de traumas psicológicos y físicos, secuencias perinatales y distintas imágenes arquetípicas unidas a las emocionales relacionadas llamadas kriyas, es decir vivencias extaticas. Sienten una intensa energía y un calor que les recorre la columna en dirección ascendente, y a menudo sus cuerpos se sacuden y hacen movimientos espasmódicos y torsiones.

Es probable que su psique se vea inundada por profundas oleadas de emociones tales como la ansiedad, la ira, la tristeza, y también la alegría y el éxtasis. Un desbordante miedo a la muerte, a la pérdida del control y a la locura, son de las manifestaciones más extremas del despertar de Kundalini. Tal vez estas personas encuentren difícil controlar su comportamiento; durante las oleadas de la energía Kundalini puede que emitan sonidos involuntarios y que sus cuerpos se muevan de forma extraña e inesperada. Las manifestaciones más comunes en este caso son llorar o reír sin motivo, hablar en lenguas extrañas, cantar canciones antes desconocidas y cánticos espirituales, tomar posturas y gestos del yoga, e imitar una variedad de sonidos y movimientos de animales. Las manifestaciones sensoriales de Kundalini son de una gran variedad y riqueza. Suelen describirse visiones coloridas de hermosos diseños geométricos, luces brillantes de una belleza sobrenatural y complejas escenas de deidades, demonios y santos. Se experimentan sonidos internos que van desde zumbidos y cantos de grillos hasta música celestial y coros de voces humanas. En ocasiones se huelen perfumes y bálsamos exquisitos; hay quienes hablan de la fragancia increíblemente dulce de un néctar divino. Son especialmente comunes la excitación sexual y la sensación del orgasmo, que pueden ser tanto placenteras como dolorosas. En algunos casos la profunda conexión entre Kundalini y la energía sexual es utilizada como un vehículo para inducir experiencias espirituales.

Un estudio cuidadoso de las manifestaciones del despertar de Kundalini confirma que, aunque intenso y devastador, este proceso es en esencia curativo. En conexión con experiencias de este tipo, hemos observado en repetidas ocasiones el alivio o la limpieza total de un amplio espectro de problemas físicos, incluyendo la depresión, distintas fobias, jaquecas y asma. No obstante, en el curso del despertar de Kundalini, distintos síntomas antiguos pueden intensificarse temporariamente, y también manifestarse los que estaban latentes. En ocasiones parecerán problemas médicos y psiquiátricos y hasta serán mal diagnosticados como tales. A pesar de que en las escrituras de la India se encuentra la expresión más sofisticada y elaborada de la idea de Kundalini, existen importantes paralelos en muchas culturas y religiones en todo el mundo. En la cultura cristiana las manifestaciones del despertar del kundalini, frecuentemente es diagnosticada como síntomas de posesión diabólica o de santidad al tener vivencias con santos, ángeles, o demonios. La gente no está preparada y desconoce estos fenómenos. Se desesperara al ver cómo se convierten en parte de su vida diaria. Como están acostumbrados a cierta normalidad de sensaciones corporales, es usual que sientan ansiedad cuando aparecen estas extrañas sensaciones nuevas; con frecuencia se las confunde con el miedo en sí.
Durante un despertar espiritual o apertura psíquica, a menudo la mente lógica se ve sobrepasada por el colorido y rico mundo de la intuición, la inspiración la imaginación. La razón se vuelve restrictiva, y la verdadera percepción lo lleva a uno más allá del intelecto. Para algunas personas, esta excursión a las regiones de lo visionario será espontánea y creativa; aunque es más frecuente que, por implicar estados alterados de conciencia, mucha gente de por sentado que se está volviendo loca. Cuando ocurre, la disolución de la racionalidad como parte del despertar espiritual, en muchas ocasiones trae aparejada la muerte de viejas restricciones y prejuicios mentales; lo que a veces es inevitable para que una nueva y expandida comprensión y una mayor inspiración puedan abrirse paso. Lo que en realidad desaparece no es nuestra capacidad de razonar, aunque así parezca por un tiempo, sino las limitaciones cognitivas que a uno lo mantienen constreñido y sin posibilidad de cambio. Mientras esto ocurre a veces el pensamiento lineal se hace imposible, y la persona siente una agitación mental al ser bombardeada su conciencia por el material inconsciente que había sido desbloqueado. Aparecen emociones extrañas y perturbadoras, y la racionalidad familiar de antes es incapaz de explicarlas. Este puede ser un momento muy atemorizante del desarrollo espiritual. No obstante, si una persona está realmente comprometida en un proceso de apertura espiritual, esta fenomenología será algo transitorio que nos hará avanzar un paso en nuestro desarrollo espiritual.

A veces ocurre que un patrón de coincidencias extrañas parece gobernar el funcionamiento del mundo, reemplazando el orden conocido y predecible que en apariencia siempre es más manejable, por el caos. Por momentos, la gente experimenta un caos interno total; su forma lógica de estructurar la realidad se viene abajo, y les queda una falta de continuidad confusa y desorganizada. Al estar por completo a merced de su dinámico mundo interior, lleno de emociones amenazantes de vívido dramatismo, no pueden funcionar de forma objetiva y racional. Tal vez sientan que es la destrucción de su último vestigio de salud mental, y teman pensando que se dirigen hacia la locura total e irreversible. Las regiones transpersonales contienen elementos de luz y de oscuridad por igual, y tanto lo “negativo” como lo “positivo” son capaces de inspirar temor y locura. Algunas tradiciones espirituales ofrecen una visión alternativa de este tipo de “locura”. Por un segundo, todo tiene sentido. Quizás uno también descubra las regiones de lo trascendente sin esperarlo. Algunos tienen experiencias místicas durante la meditación, y otros como parte del proceso de transformación dramático y avasallador de una emergencia espiritual. Estos estados sobrevienen de manera súbita, exigen toda la atención y cambian radical y completamente la percepción de uno mismo y del mundo. Pero cualesquiera sean las formas en que lo Divino se introduce en la vida de una persona, comparten ciertas características generales. Tal vez esto se deba a la concentración focalizada en la actividad, al esfuerzo corporal o a una aceleración del ritmo respiratorio; los mismos elementos se utilizan en técnicas desarrolladas por muchas prácticas de meditación que nos permiten ir más allá del mundo común y lógico. Hay momentos de gloria que van más allá de la expectativa humana, más allá de la habilidad física y emocional del individuo. Algo inexplicable se apodera de uno y sopla vida en la vida conocida... Llamémoslo estado de gracia, o acto de fe... o un acto de Dios. Está ahí, y lo imposible se hace posible... La mente va más allá de sí misma; trasciende lo natural. Toca un pedazo del cielo y se convierte en recipiente de un poder cuya fuente es desconocida.

Las emociones y sensaciones asociadas a los reinos interiores celestiales son en general totalmente opuestas a las que se encuentran en las regiones oscuras. En vez del dolor de la alienación, uno es capaz de descubrir una sensación envolvente de unidad e interconexión con toda la creación. En vez de miedo, uno se siente infundido por el éxtasis, la paz y una profunda sensación de ser contenido por el proceso cósmico. En lugar de experimentar la “locura” y la confusión, se hallan la claridad y la serenidad mental. En vez de una preocupación apremiante por la muerte, uno se puede conectar con un estado que se percibe como eterno, comprendiendo que uno es, a la vez, su cuerpo y todo el resto de lo existente, o experiencia de la común unión con todos los seres y cosas existentes en el universo espiritual. Debido en parte a su naturaleza inefable e ilimitada, los dominios divinos son más difíciles de describir que las regiones oscuras, aunque poetas y místicos de todas las épocas han creado hermosas metáforas para aproximarnos a ellos. En ciertos estados espirituales, uno es capaz de ver al medio ambiente habitual como una creación gloriosa de la energía divina, llena de misterio; todo en su interior parece formar parte de una red exquisitamente interconectada. El poeta Walt Whitman en Hojas de hierba escribe: Como en un desmayo, un instante, Otro sol inefable me deslumbra por completo. Y todas las órbitas que conocí, y órbitas más luminosas y desconocidas; Un instante en la tierra futura, la tierra del Cielo. A menudo estas experiencias van acompañadas por una intensa sensación de una fuerza espiritual de gran potencia que inunda el cuerpo.
La gente percibe a las regiones místicas como permeadas de una esencia sagrada o numinosa de una belleza inimaginable, y suele tener visiones resplandecientes de una radiancia extra terrenal como las mansiones celestiales que refirió Cristo a sus apóstoles, luminiscencias y una luz brillante. Amén de estar llenos de una luz divina resplandeciente, los dominios trascendentes suelen ser descritos como algo más allá de lo percibido por los sentidos comunes. Se suele experimentar lo Divino como eterno, inmutable y atemporal, como fue caracterizado por el filósofo Lao Tse en su obra El TaoTe King: Existe algo inherente y natural, Que existió antes que el cielo y la tierra. Inmóvil e inapresable. Solo e inmutable; Lo penetra todo pero jamás se extingue. Puede ser considerado como la madre del Universo. Yo no conozco su nombre. Si me veo obligado a darle uno, Lo llamo Tao, y lo declaro supremo. Otras experiencias entrañan la revelación de dimensiones que trascienden el tiempo y el espacio como la peregrinación espiritual al templo del Monte Kailas. El poeta americano Henry David Thoreau escribe: Oigo más allá del alcance del sonido, Veo más allá del alcance de la vista, Nuevas tierras y cielos y mares alrededor mío, Y en mi día, sí, el sol empalidece su luz.

La “locura santa” o “locura divina” es conocida y aceptada por varias tradiciones espirituales, y se le diferencia de la locura común considerándola una forma de intoxicación por lo Divino que trae aparejadas habilidades extraordinarias y enseñanzas espirituales. En la antigua Grecia y sus países vecinos, abundaban las religiones mistéricas y los ritos sagrados. Los misterios de Eleusis son un símbolo de las batallas espirituales del alma, aprisionada y liberada periódicamente de la materia. Otro ejemplo es el culto órfico, que giraba en torno de la leyenda del bardo y del dios Orfeo; el músico y cantante incomparable que visitó el reino de los muertos para liberar a su amada Eurídice de las garras de la muerte, simbolizando la inspiración divina proveniente del éxtasis abierta con el poder hechizante de los sonidos armoniosos de los instrumentos musicales, los coros órficos y las danzas sagradas. En los ritos dionisíacos, los iniciados se identificaban con el dios muerto y renacido por medio de rituales iniciáticos que armonizaban el cuerpo y la mente para alcanzar el éxtasis. Otro mito famoso sobre un dios que murió es el de Adoniss. Su madre, Smyrna, había sido convertida por los dioses en un árbol de mirra simbolizando el poder de las aromas para ayudarnos a alcanzar el éxtasis. Los famosos misterios de Eleusis, cerca de Atenas, se llevaron a cabo cada cinco años sin interrupción por un periodo de casi dos mil años. Visionarios reverenciados, místicos y profetas a menudo son descritos como inspirados por la locura.

El filósofo griego Platón describe la locura divina como un don de los dioses: la locura es un don divino cuando es dispensado por los dioses; así fue como las profetizas de Delfos y las sacerdotisas de Dodona lograron tanto cuando estaban dementes, cuando cuerdas, hacían poco o nada; por lo cual los Estados y las personas de Grecia están agradecidos. Platón en su diálogo “Fedro”, distinguía dos clases de locura: una era el resultado de las dolencias humanas, la otra provenía de la intervención divina o, como lo diríamos en términos de la psicología moderna, de la influencia de los arquetipos originados en el inconsciente colectivo. En esta segunda clase de locura distinguía otras cuatro subclases, atribuidas a dioses específicos: la locura del amante a Afrodita o Eros, el éxtasis profético a Apolo, la inspiración artística a las Musas, y el éxtasis ritual a Dionisios. Platón brinda una vivida descripción del potencial terapéutico de la locura ritual, utilizando como ejemplo una variedad de los misterios griegos poco conocida: los ritos coribántícos. Según él, las salvajes danzas al ritmo de flautas y tambores, que culminaban en una liberación emocional explosiva, producían un estado de profunda relajación y tranquilidad.

Aristóteles, fue el primero en afirmar explícitamente que la experimentación plena y la liberación de emociones reprimidas, que llamó catarsis (literalmente “purificación” o “purga”), eran un tratamiento eficaz para los desórdenes mentales. También expresó su creencia en que los misterios griegos brindaban un excelente contexto para este proceso. Coincidiendo con la tesis básica de los miembros del culto órfico, Aristóteles estaba convencido de que el caos y la locura de los misterios conducían eventualmente a un ordenamiento. Esta forma de comprender la relación entre estados de intensa emoción y la curación se acerca mucho al concepto del despertar espiritual y a las correspondientes estrategias de tratamiento. Los síntomas dramáticos no indican necesariamente una patología; en ciertos contextos es más correcto considerarlos manifestaciones de diversos contenidos y fuerzas perturbadoras que preexisten en el inconsciente. Desde este punto de vista, traerlos a lo consciente y enfrentarlos es algo deseable y curativo. La popularidad y la amplia distribución de los misterios en el mundo antiguo, indican que los participantes los consideraban psicológicamente importantes y benéficos. En la Grecia clásica la discusión critica (Kriterion) de determinados pasajes teológicos, como el castigo eterno impuesto a Prometeo por haber obsequiado a los hombres el fuego del conocimiento divino de las ciencias y artes para aliviarlos de sus carencias y sufrimientos; pusieron en entredicho la justicia divina, porque su comportamiento era igual de egoísta que el de los hombres, haciendo sufrir a los buenos y dejando sin castigo a los malos. Y por ello predominaba la injusticia entre los hombres; lo cual, junto a las calamidades que azotaban en ese entonces a los atenienses (la guerra, la peste) __ponía en tela de juicio, no solo que los Dioses del Olimpo se preocuparan por los hombres__ sino la justicia (Sísifo: anónimo), y la propia existencia de los Dioses y divinidades (Platón: Las Leyes).

La disolución de esta aporía (obstrucción) paradójica, inició el humanismo secular helénico enmarcado en la lucha por el cambio de ideas entre generaciones, a efecto de quitar los velos (alétheia) que ocultan la verdad acerca de los Dioses, convocando a los jóvenes a enarbolar la bandera del cambio. Valiéndose del Método Socrático: (Mayeutica), que tenía por objeto eliminar las falsa certezas, haciendo preguntas a los interlocutores sobre lo que tenían por verdad sin haberlo discernido, a efecto de inducir las respuestas que delimitaran y de separaran la realidad de la fantasía a partir de las descripciones neutras de los fenómenos naturales y espirituales; y así poder aplicar el principio de la tabla rasante en las creencias ancestrales, para cortar por lo sano las falsas certezas o creencias, y poder avocarse a investigar las explicaciones atribuidas a la acción divina, encontrando las causas reales que ratificaran o desmintieran las explicaciones teológicas, revocando toda certidumbre religiosa; lo cual subvertía el orden establecido, las instituciones la ley, los valores y las costumbres piadosas, porque estaban fundamentados en la creencia de que los Dioses y las divinidades las patrocinaban __e implicaba un cambio de visión y perspectiva existencial, génesis de un nuevo tipo de hombre: (dueño y responsable de su propio destino) y sociedad centrados en la razón, la dignidad del hombre y la justicia social; lo cual se tradujo un cambio radical en el ethos y el pathos social que hizo avanzar la cultura y la civilización helénica.
En el hinduismo la locura divina, es un periodo en el cual el espíritu de la persona sufre, una época de prueba durante la cual no puede funcionar racionalmente. La comunidad apoya a tales individuos, reconociendo que el estado de desvarío es un signo de que esa persona está cerca de Dios. Con posterioridad, tal persona es considerada alguien con una misión divina, quizás la de curar o enseñar. Ya que quienes experimentan el fenómeno del despertar espiritual, también se encuentran con la luz, y con los dominios celestiales y divinos en su interior. Para quienes toman este camino, los sentimientos positivos parecen mucho más intensos e importantes en comparación con las dificultades que han vivido previamente. Así como un amanecer puede verse especialmente brillante y pleno de esperanza luego de una larga noche de invierno; así también la alegría será más poderosa luego del dolor. Aunque algunas personas se sienten bendecidas por tales experiencias y están dispuestas a aprender de ellas y a aplicar conscientemente las lecciones que les brindan en su vida cotidiana, estos estados alterados “positivos” no están exentos de problemas; hay quienes se debaten en ellos, y éstos pueden convertirse en parte de su crisis de transformación. Tanto las regiones de luz como las de oscuridad son aspectos normales e importantes de la apertura espiritual y, aunque utilicemos los términos “positivo” y “negativo”, con esto no queremos decir que unos sean más valiosos que otros. Ambas áreas son necesarias y se complementan como parte del proceso curativo. Hay quienes son capaces de conectarse con las áreas positivas o espirituales con relativa facilidad en el transcurso de su existencia. Uno mismo puede experimentarlas en actividades simples o en ambientes naturales. Como cuando el velo que cubre las cosas es corrido por una mano invisible (H.B. Blavatsky: Isis sin velo).

La inefabilidad es un rasgo característico del éxtasis místico. El psicólogo Abraham Maslow describió una categoría de experiencias místicas caracterizadas por la disolución de las fronteras personales y la sensación de ser uno con otras personas, con la naturaleza, con todo el universo y con Dios; acuñó para ellas el término “experiencias cumbre”. Maslow demostró sin lugar a dudas que las experiencias cumbre ocurren en personas normales y bien adaptadas. También observó que si se les permite completarse natural mente es común que resulten en un mejor funcionamiento en el mundo y que conduzcan a lo que él llama “la autorrealización”: una mayor capacidad para expresar el propio potencial creativo. Un individuo que vive una experiencia cumbre tiene la sensación de sobreponerse a la fragmentación y división cuerpo/mente, y alcanza un estado de unidad y completud interna total que usualmente resulta muy curativo y benéfico. Trasciende también la distinción normal entre sujeto y objeto, y vive un estado extático de unión con la humanidad, la naturaleza, el cosmos y Dios. Está asociado a una fuerte alegría, felicidad, serenidad y paz. Las personas que experimentan el éxtasis místico tienen la sensación de dejar la realidad ordinaria, en donde el espacio es tridimensional y el tiempo lineal para entrar en una zona mítica y sin tiempo donde ya no caben esas categorías. En este estadío, la eternidad e infinitud pueden experimentarse en segundos del tiempo del reloj. Otra cualidad vivencial de la conciencia de la unidad es el sentido de numinosidad, un término que C. G. Jung utilizaba para describir un profundo sentido de lo sagrado que está asociado a ciertos procesos profundos de la psiquis.

La experiencia de lo numinoso nada tiene que ver con creencias religiosas previas: es una percepción directa e inmediata del mundo espiritual. Es usual tener una comprensión instantánea del mundo espiritual, como los Upanishads lo exponen: “conocer Eso, el conocimiento que brinda el conocimiento de todo lo demás”. Aunque las descripciones de estas experiencias están llenas de afirmaciones paradojales que violan las reglas básicas de la lógica, es posible referirse al éxtasis místico diciendo que es como estar vacío de contenidos pero contenerlo todo. Ya que no presenta nada concreto, nada parece faltar, porque contiene a toda la existencia en potencia. La persona que lo describa hablará de una completa ausencia del ego y dirá que su sentido de identidad estaba tan infinitamente expandido que contenía al universo entero. Durante una experiencia mística tal vez se sienta que se accede al más alto conocimiento y sabiduría en cuestiones espirituales importantísimas. Este conocimiento de la verdadera naturaleza de la existencia se percibe en última instancia como mucho más real e importante que todas las teorías científicas o percepciones y conceptos de la vida cotidiana. Es un intercambio de cortesías entre el alma y Dios; como los yogis claman en el Brihad-Arankaya Upanishad: De lo irreal llevadme a lo real. De la oscuridad a la luz. De la muerte a la inmortalidad.

Mucha gente que experimenta estas dimensiones interiores las reconoce corno parte de la esencia expansiva e ilimitada de cada ser humano, que queda en la sombra a causa de los problemas y preocupaciones cotidianas. Por su claridad y vividez, los estadíos trascendentales con frecuencia se perciben como más reales que la realidad “común”; la gente suele comparar el descubrimiento de estas regiones con el despertar luego de un sueño, el corrimiento de velos opacos o la apertura de las puertas de la percepción. En ocasiones se adquieren nuevas ideas y un conocimiento complejo de los procesos vitales de fuentes que se encuentran en el interior de la persona a las que normalmente no se accede. Así como uno puede encontrarse en la zona desolada de la muerte del ego durante la noche oscura del alma, también puede encontrarse con un tipo de muerte del ego positiva en las regiones trascendentales. Aquí, las fronteras personales se disuelven temporalmente, y uno puede sentir la unión con el mundo exterior o el cosmos. Uno de los tipos más positivos de desintegración es aquel en el que uno se pierde en lo Divino inmanente, que se revela en lo que nos rodea. Quizás se sienta que la definición de individualidad se desvanece al fundirse con el mundo conocido de personas, árboles, animales o elementos inorgánicos. Durante otra forma que toma esta experiencia, es común sentirse unido a reinos divinos que trascienden la realidad de todos los días. Encontrarse con lo Divino durante la experiencia espiritual es sumamente curativo. Al llegar a estos estados, uno siente emociones positivas tales como el éxtasis, el arrobamiento, el gozo, la gratitud, el amor y la dicha, que alivian o disuelven con rapidez estados negativos como la depresión y la ira. Sentirse dentro de una red cósmica que todo lo abarca le da a una persona que tiene problemas con su autoestima una imagen de sí expandida y fresca. Quienes tienen estas experiencias en su proceso suelen sentirse afortunados; desarrollan una visión optimista de las cosas que los acompaña en futuros desafíos. Sienten que aunque las cosas se pongan difíciles, al menos tienen una idea de adónde se dirigen. Es como vislumbrar la cumbre de la montaña: aunque se tenga que volver a la base para escalarla, se sabe que hay una recompensa que espera al final del viaje. Esto es preferible a pasarse meses atravesando emociones y sensaciones difíciles sin tener idea de cuál es la meta.

Las experiencias positivas no necesariamente se dan como premio al final de una búsqueda difícil. Mucha gente descubre que debe limpiar problemas personales o bloqueos emocionales antes de que se abran estas zonas; pero otras personas se conectan espontáneamente con zonas trascendentales interiores a pesar de no haber trabajado duramente en los aspectos difíciles. A pesar de las cualidades en general benévolas de los estados positivos, hay dos puntos en donde pueden surgir problemas cuando una persona tiene una experiencia mística: el conflicto de aceptar o manejar las regiones trascendentales y el dolor que causan las experiencias. Mucha gente no se siente preparada para el alcance de las regiones de lo sagrado. Estas son realidades y estadíos de la mente desconocidos. Permitirles la entrada en la propia conciencia suele significar suspender los conceptos conocidos de lo que es real. Tales personas pueden sentir también que no son lo suficientemente fuertes para soportar el profundo impacto de las manifestaciones sensoriales y físicas de las experiencias místicas y que no están lo suficientemente abiertas como para manejar su poder. La enorme carga, emocional, mental y espiritual resultará avasalladora, y retroceder será una reacción natural.

Una respuesta similar puede darse durante una poderosa experiencia de luminosidad. Si bien el sufrimiento que se da en un encuentro místico puede sentirse como destructivo y violento al principio, con el tiempo la gente lo reconoce como el dolor de la apertura y del crecimiento espiritual. Quizás hasta lleguen a darle la bienvenida como un signo de su conexión con lo Divino, tal como lo describe Santa Teresa de Ávila: El dolor era tan agudo que me hacía emitir quejidos, pero el deleite de este enorme dolor es tan arrasador que a uno le es imposible desear que se vaya, ni ya nada satisface al alma más que Dios. Es un dolor espiritual, no físico, aunque el cuerpo torna parte de él, hasta una parte considerable: “En ese estado luminoso, se siente uno completamente libre, sin límites, rodeado y lleno de una luz brillante, inundado por una profunda paz. Cuando se comienza a volver al mundo ordinario, se siente que nuestro ser expandido se constriñe de vuelta en nuestro ser físico de todos los días. Se siente que nuestro cuerpo físico es una trampa de acero, que encarcela todas nuestras posibilidades. Comprendemos que el drama y el sufrimiento de la vida cotidiana nos comienza a penetrar, y lloramos ansiando volver a la libertad que hemos descubierto.”

Realmente, algunas personas en esta situación desearán quedarse en un estado agradable de expansión, excluyendo sus responsabilidades diarias, o querrán repetir la experiencia con tal intensidad que se cerrarán a las otras etapas de su viaje espiritual, si bien no tan hermosas o extraordinarias, igualmente importantes. Como consecuencia, dejarán de cooperar con su posterior desarrollo, al resistirse y aun dejar todo lo que no sea tan placentero como un estado místico. Así podemos inferir que el proceso de morir puede estar relacionado con un viaje interno extraordinario a las regiones transpersonales de la psique. Aunque hay variaciones de persona en persona, las experiencias de la gente que estuvo muy cerca de la muerte parecen seguir un patrón general. La vida entera hasta ese punto se puede ver pasar ante nuestros ojos como una película increíblemente condensada y vívida en cuestión de segundos. La conciencia es capaz de separarse del cuerpo y moverse con gran independencia y libertad. En algunas ocasiones flota sobre la escena del accidente y observa con curiosidad y un desapego entretenido, y en otras viaja a lugares muy distantes. Mucha gente experimenta el paso por un túnel o embudo oscuro hacia una fuente de luz cuya radiancia y brillo están más allá de la imaginación humana. Esta luz es de una belleza exquisita y sobrenatural y está dotada de características personales definidas. Irradia un amor infinito que todo lo abraza, el perdón y la aceptación. Raymon Moody utiliza el término Ser de Luz para describir la naturaleza de esta experiencia; mucha gente se refiere a ella explícitamente como Dios. Este encuentro es un intercambio personal e íntimo que entraña profundas lecciones sobre la vida y las leyes universales; se provee así un contexto en el que es posible observar la propia vida que ha pasado y evaluarla de acuerdo a estos patrones cósmicos. A la luz de esta nueva información, uno toma la decisión de volver o no a la realidad ordinaria. La gente que ha tenido esta experiencia y ha vuelto a la vida generalmente lo ha hecho con una profunda de terminación de vivir en una forma congruente con las vivencias que ha experimentado.

Las experiencias cercanas a la muerte pueden resultar, entonces, poderosos catalizadores del despertar espiritual y de la evolución de la con ciencia. Un encuentro con esta fuente transpersonal bajo la forma de este Ser de Luz produce profundos cambios en la personalidad, un aumento en la autoestima y la confianza en uno mismo, y un menor interés en el status, el poder y los bienes materiales. Se asocian a menudo una alta apreciación de la naturaleza y la vida, una gran preocupación por lo ecológico y un acrecentamiento del amor por el resto de los seres humanos. Sin embargo, la consecuencia más notoria es el surgimiento de una espiritualidad de cualidad universal, ya que trasciende los intereses separatistas del sectarismo religioso y se asemeja a lo mejor de las tradiciones místicas y las grandes filosofías espirituales de Oriente, en lo que hace a su cualidad abarcadora y a la trascendencia de las fronteras comunes. Las experiencias de este tipo les ocurren a un tercio de las personas que corren el peligro de perder la vida. Se dan independientemente del sexo, edad, inteligencia, nivel de educación, creencias religiosas, afiliación a una religión u otras características similares. Tampoco parece importar si hay daño biológico o no; muchas veces, sólo el estar expuesto a una situación en la que uno podría perder la vida es suficiente.

La razón por la cual este tipo de vivencia frecuentemente produce una emergencia espiritual, es porque implica un cambio abrupto y un vuelco profundo en la experiencia de la realidad en personas que no están preparadas. Experiencia significativa que permite a los pacientes curar el cuerpo curando la mente librándose milagrosamente de enfermedades terminales, traumas, paranoia, disfunciones psicosomáticas crónicas y su sintomatología, como ataques de pánico y fobias especificas, adicciones perniciosas, ataques neuróticos, conductas antisociales y relaciones destructivas, migrañas, etc. Fenómeno documentado por prestigiados médicos: Brian Weiss: Muchas vidas, muchos Maestros, Cristin & Stanilav Grov: La Tormentosa Búsqueda del Ser. Kenneth Ring: Vida y Muerte, Melvin Morse: Acercándose a la Luz; Raymon Moddy: Vida después de la Vida, y otros reseñados en Journal of Critical Care Medicine; es decir que podemos aprovechar los estados alterados de la mente, que nos permiten acceder a los recuerdos meta conscientes, experimentar el Yo virtual, desdoblamiento o cuerpo eterico para traspasar las fronteras físicas peligrosas o inaccesibles (vg. interior de un reactor nuclear, un planeta distante; lo cual, ya lo logró la ciencia).

Un tipo de fenómeno transpersonal merece una especial atención, dada su importancia práctica y el papel clave que ha tenido en las religiones de muchas culturas son las vivencias y recuerdos de vidas pasadas, o experiencias kármicas (Stanislav Grof: The Adventure of Self Discovery). Son una de las manifestaciones más vívidas y dramáticas de los estados alterados de conciencia. Consisten en secuencias de vivencias que ocurren en otros períodos históricos y/u otros países. A menudo se trata de acontecimientos de una fuerte emoción y que retratan con sorprendente detalle a sus protagonistas, sus escenarios y sus circunstancias históricas. Una característica importante de las experiencias kármicas es la convicción de que estos acontecimientos son recuerdos personales de una vida anterior. Experiencias de este tipo han sido las que inspiraron los conceptos de renacimiento y de la ley del karma en la India. De acuerdo con estas enseñanzas, nuestra existencia no se limita a una vida sino que consiste en una larga cadena de re-encarnaciones sucesivas. En general no se recuerdan las reencarnaciones previas, excepto en ocasiones especiales en las que recuerdos aislados de acontecimientos importantes de nuestras vidas pasadas emergen a nuestra conciencia. Sin embargo, somos responsables de nuestros actos en todas ellas: por los efectos inexorables de la ley del karma, nuestra vida actual se forma de acuerdo a los méritos y deudas de las precedentes y, a su vez, nuestras acciones actuales influyen en nuestras futuras reencarnaciones.

Ya sea que consideremos a estas experiencias como evidencia en favor de la reencarnación o no, son fenómenos psicológicos importantes, con un potencial curativo de transformación muy grande confirmado en reiteradas ocasiones por psicoterapeutas e investigadores de la conciencia que estudian estados alterados. Cuando el contenido de la experiencia kármica termina de hacerse consciente, es capaz de explicar muchos aspectos de otra manera incomprensibles de la vida cotidiana de una persona. Dificultades para relacionarse con ciertas personas, miedos inexplicables, de sagrados y atracciones particulares, así como oscuros problemas emocionales y psicosomáticos parecen adquirir sentido como cargas kármicas de una vida anterior, y suelen desaparecer cuando la experiencia se completa. Se han observado repetidamente el alivio o la total eliminación de graves dolores psicosomáticos, depresiones, fobias, asma psicogénica, jaquecas y otros problemas que anteriormente resistían a una variedad de tratamientos convencionales, luego de que una persona ha revivido una “vida anterior”. Los recuerdos de vidas pasadas también pueden convertirse en una fuente de considerables problemas. Cuando están cerca de lo consciente, pero no lo suficiente como para manifestarse por completo, suelen tener un profundo impacto en la psique y causar dificultades emocionales y físicas serias. La persona en cuestión experimentará, en diferentes partes del cuerpo, sensaciones raras que no tienen una base en la realidad cotidiana. Puede notar temores infundados hacia cierta gente, lugares, o, por el contrario, irresistibles atracciones. Se puede llegar a sentir dolores agudos en el cuerpo o sensaciones de ahogo para las que no hay causa médica, y la imagen de una cara, un lugar o un objeto desconocidos emergerá recurrentemente a la conciencia.

Todos estos elementos son partes significativas de un patrón kármico que no ha salido a la superficie por completo, y que, experimentadas fuera de contexto, parecerán incomprensibles y completamente irracionales. Se pueden dar otros problemas cuando una experiencia kármica fuerte empieza a emerger a la conciencia en medio de la vida cotidiana y perturba profundamente su funcionamiento normal. Quizás se sienta el impulso de llevar a cabo ciertos papeles del drama kármico a fondo, antes de que se hagan conscientes por completo, sean comprendidos y “completados”. La vivencia completa de una fuerte experiencia kármica no significa el fin de los problemas. Aun cuando el proceso interno llegue a su fin y se hayan aceptado sus implicancias, existe la posibilidad de que algunas personas se encuentren ante un desafío adicional. Han experimentado profundas e importantes realidades extrañas a nuestra cultura y tienen la tarea de reconciliarlas con la visión del mundo tradicional de la civilización occidental.

La fascinación y la obsesión con los fenómenos psíquicos son consideradas como trampas peligrosas para el ego del buscador, y una distracción desafortunada de las metas espirituales genuinas. Muchas tradiciones espirituales y escuelas místicas describen el surgimiento de varias habilidades paranormales como un estadio natural pero potencialmente peligroso en el desarrollo de la conciencia (Robert Monroe: Journeys Out of the Body). En los estadíos más avanzados que le siguen a sobreponerse a este obstáculo, un aumento de la intuición y las habilidades psíquicas tal vez se conviertan en una parte integral de la vida. En ese momento, ya están integradas a la nueva cosmovisión mística y no presentan problemas. Por lo tanto, no debe sorprendernos que un aumento considerable en la capacidad intuitiva y en los sucesos de tipo paranormal suelan resultar concomitantes a varios tipos de emergencia espiritual. Prácticamente cualquier tipo de experiencia transpersonal puede, bajo ciertas circunstancias, proveer de sorprendente información, que seguramente el individuo no podría haber adquirido de forma convencional y que parece poseer un origen paranormal. Además de esto, muchas personas en crisis de transformación cuentan acerca de instancias específicas de percepción extra sensorial, como la visión de lugares remotos, la precognición, la telepatía y otros fenómenos paranormales. Sin embargo, en ocasiones la cantidad de información de fuentes no ordinarias se vuelve tan arrolladora y confunde tanto que se convierte en un problema. Las formas más extremas y dramáticas de manifestación de la apertura psíquica son las experiencias extra corporales. Como veremos más adelante, tales estados son especialmente frecuentes en situaciones de cercanía con la muerte, donde su autenticidad ha sido confirmada por muchos estudios clínicos sistemáticos.

Otro fenómeno extra sensorial que a menudo se da en las personas que experimentan una dramática apertura psíquica es la empatía o capacidad de sintonizar tan profundamente con los estados internos de otros de tal manera que se siente en carne propia las problemáticas intensas y las crisis por las que atraviesa el Yo anfitrión sin que nada quede oculto, con lo que se puede inferir cual puede ser la posible solución de sus problemas. Las percepciones del gran empático resultarán llamativamente exactas y puede que inclusive toquen puntos ciegos de la conciencia del paciente o recuerdos traumáticos que el paciente inconscientemente trata de ocultar, y con amor y ternura infundir al paciente el valor necesario para hacerlos conscientes y enfrentarlos. Los grandes empáticos y médicos de almas y los curadores espirituales son capaces de unir su yo profundo con el yo profundo del paciente a voluntad, y acceder a los contenidos profundos del inconsciente conflictuado para conocer el origen de los conflictos internos, diagnosticar y curar varias enfermedades. Pero quienes no están preparados son tomados por sorpresa cuando estos fenómenos ocurren de manera súbita y sin haberlos buscado, ya que el empático experimenta en carne propia los estadíos alterados, el dolor, sufrimiento y conflictos del paciente.

En otros casos, las personas que atraviesan por un despertar espiritual, tienen varias formas y grados de percepción del futuro. A veces se ven acontecimientos que están prontos a ocurrir; otras, se trata de lo que ocurrirá en un futuro remoto. Puede que también sepan lo que está ocurriendo en otros lugares del mundo, en particular si se trata de sitios donde hay seres queridos. Otra experiencia que suele provocar serios problemas es la pérdida ocasional de la propia identidad y la identificación canalizadora con otras personas, transferencia de identidades o posesión. Tal ves asuman la imagen corporal de la persona anfitriona, sus posturas, sus gestos, la expresión de su cara, pero sus recuerdos, sus emociones y hasta sus procesos de pensamiento pertenecen al huésped. Es probable que anfitrión y el huésped emerjan alternadamente, ocasionando estados de amnesia total y perplejidad al recordar personas, lugares y acontecimientos que no corresponden a la realidad externa del anfitrión sino al huésped, en esas circunstancias la pérdida del control y de la personalidad que traen aparejados, es terrible.

A menudo esta gente cuenta que unas veces sus vidas están llenas de extraordinarias coincidencias que conectan los elementos de su realidad interna, como recuerdos, sueños y visiones, con acontecimientos de la vida cotidiana, pero otros son totalmente incompatibles la realidad externa con lo interno. El primero en reconocer esta fenomenología fue C. G. Jung, quien lo llamó fenómeno de sincronicidad y asincronicidad. Y lo definió como un principio a causal de conexión y desconexión con la realidad, que explica coincidencias significativas que relacionan a individuos y a situaciones distantes en el tiempo o en el espacio. Un cuadro de conexión y desconexión acompaña a varias formas de emergencia espiritual, pero ésta parece ser especialmente común en las crisis de apertura psíquica. La psiquiatría convencional insiste en explicaciones estrictamente causales, y aún no ha aceptado el fenómeno de la transferencia o posesión. Los psiquíatras a menudo desestiman cualquier alusión a coincidencias significativas como una percepción distorsionada y una mala interpretación de los hechos a causa de un proceso patológico. El término técnico utilizado en este contexto es “la ilusión de la referencia”, lo que significa que la persona ve conexiones allí donde no las hay, o no ve las conexiones donde la hay. La investigación transpersonal ha demostrado que, en el proceso de la apertura espiritual, es muy común experimentar sincronías y asincronías genuinas en el sentido que Jung les daba. Todos aquellos que tienen acceso a los hechos (tanto sobre las experiencias internas como sobre los hechos correspondientes en el mundo externo) reconocen la naturaleza extraordinaria de estas situaciones. Las conexiones son muy específicas y profundamente significativas. Considerando todo esto, es altamente improbable que tales coincidencias puedan entenderse en términos causales o sean únicamente producto del azar. En la actualidad, el concepto de conexión y desconexión con la realidad, no está limitado a la psicología. Muchos científicos de avanzada, incluso los físicos que estudian el quantum y la relatividad, han abrazado el principio de la dualidad alternativa entre la partícula y la onda como una importante relación causal entre materia y energía que interactúa con el tiempo, el entorno y el espacio.

En estados alterados de conciencia, es posible asumir roles diferentes de acuerdo con las distintas entidades y situaciones que se encuentren en el mundo interno. Se puede ser un observador desvinculado, participar activamente en las secuencias o identificarse directamente con los invasores de nuestra interioridad. Sin embargo, a veces se entra en contacto con una entidad que aparentemente está separada y es independiente de los propios procesos internos. Esta entidad brinda una relación personal y continua, ya que juega el rol de guía, protector o fuente superior de información. En la literatura sobre fenómenos paranormales, a tales figuras se las llama guías espirituales o avatares. En algunos casos, el sujeto es capaz de reconocer la naturaleza de estos seres; en otros, los guías espirituales se presentan a sí mismos y explican de dónde vienen y cuál es su misión. Con frecuencia parecen ser seres descarnados, entidades sobre humanas o deidades que habitan en planos más altos de conciencia y poseen una sabiduría extraordinaria. En ocasiones se parecen a los seres humanos, pero en otras se ven como fuentes de una luz radiante. También hay casos en los que no aparecen con una forma detectable, pero se siente su presencia. Se comunican con sus protegidos de forma directa a través del pensamiento u otros medios extra sensoriales.

Ocasionalmente, tienen voz humana y envían mensajes verbales. Un ejemplo especial de las experiencias de este tipo es la canalización (“channeling”). Fenómeno por el cual una persona se convierte en el medio, el canal por el cual los mensajes de una fuente supuestamente fuera de su conciencia individual se transmiten hablando en trance, por escritura automática o transmisión telepática (Sanchez Perez: Engrammes of the Universe). Entre las fuentes importantes de canalización del siglo XX existe una entidad que se llamó a sí misma “El Tibetano”; tanto Alice Bailey como Madame Blavatsky lo reconocieron como la fuente de sus escritos espirituales. El psiquiatra italiano Roberto Assagioli le acreditaba a la misma entidad la real autoría del sistema psicológico llamado psicosíntesis. La calidad del material que se transmite varía, y la cuestión de cuál es en última instancia el origen de la información ha dado pie a muchas especulaciones y conjeturas. Como ejemplo de mensajes muy incoherentes son: Los Evangelios Gnósticos, El Libro de Mormón. No obstante, la canalización puede ser una experiencia curativa y transformadora para el que la recibe, y la información transmitida por este medio con frecuencia ha sido valiosa para otros como una guía para el crecimiento personal y la evolución de la conciencia. Como ejemplo de mensajes valiosos es Luz en el Sendero trasmitido a Mabel Collins. Esta enseñanza también fue revelada los grandes iniciados (Helene Petrovna Blavatstky: Las Enseñanzas secretas). La canalización ha jugado un papel importante en la historia de la humanidad. Entre las enseñanzas transmitidas por este medio se cuentan muchos textos de enorme influencia cultural, como los antiguos Vedas de la India, las Enseñanzas Secretas de Isis a Horus, y las enseñanzas secretas a Amon reveladas por Hermes Trimegistro. Muchos pasajes en el texto sagrado del Zoroastrismo, el Zend-Avesta y en la Biblia se originaron por experiencias de este tipo. Durante su vida, C. G. Jung tuvo varias experiencias transpersonales. La más importante se produjo cuando “recibió” su famoso texto Siete sermones para los muertos; Sus experiencias con esta entidad lo convencieron de que distintos aspectos de la psíque pueden asumir funciones completamente autónomas. Jane Roberts: Seth Speaks este libro es la forma que utiliza Seth para demostrar que la personalidad humana es multidimensional, que existimos en muchas realidades a la vez, que el alma o ser interno no es algo separado de nosotros, sino el mismo medio por el cual existimos.

En la imagen newtoniana-cartesiana del universo, no hay lugar para las coincidencias significativas; toda coincidencia improbable es, o bien un acontecimiento casual, o bien real, solamente en la mente del que la percibe. El modelo freudiano del psicoanálisis al ser incapaz de diagnosticar las verdaderas causas de este fenómeno natural, en lugar de ayudarnos a comprender la verdadera causa de nuestros conflictos viene a agravar la situación al mantenernos sedados durante periodos cruciales de nuestra vida que se nos escapa de las manos como la arena de un reloj sin que podamos atajarla (Hans J. Eysenck: Decadencia y caída de imperio freudiano). En el modelo místico los médicos de almas han prescrito desde hace siglos las jornadas a recorrer y las metas a alcanzar, y ante el inicio involuntario de esta emergencia espiritual sugieren el peregrinaje místico que emprenden los locos de Dios, comenzando por resignarse a dejar las cosas de este mundo para dedicarse a aprender y a ejercitar la disciplina mística a fin de alcanzar la quietud de la mente en medio de las aguas turbulentas de la vida. Una vez alcanzada la paz y la tranquilidad puede uno reiniciar su vida con lo restos que han sobrevivido a la tormenta. El cisne místico de los lamas paramhansas, simboliza el triunfo de la mente en aguas turbulentas, y solo es otorgado a quien han alcanzado la paz espiritual después del surgimiento inesperado de una transformación trascendental.

Este desentendimiento o desprendimiento de las cosas de este mundo que tanto nos esforzamos por alcanzar podría parecer una locura, pero más locuras se cometen en la vida sin provecho alguno como alistarse en el ejército para ir a la guerra en tiempos de paz, las adicciones perniciosas, los crimines u homicidios, o delitos por los que perdemos la libertad, el prestigio, la familia o el empleo; u otras maculas como la infidelidad conyugal o el abandono de nuestras responsabilidades familiares que nos llevan a perder la patria potestad y el patrimonio familiar. Y en este caso el desprendimiento aunque dolorosísimo es el costo que debemos de pagar por nuestra naturaleza humana; es decir por ser hombres y no cosas, y todo ser vivo pasa por este proceso inexorable y natural; ya que tan insólito es que un dentista inhibiera la muda de los dientes de leche, o que un nutriólogo inhibiera los esfínteres o un dermatólogo inhibiera la descamación de la epidermis __como un psiquiatra inhiba la emergencia o surgimiento espiritual por doloroso y conflictivo que sea; o un religioso prescriba un exorcismo, actos piadosos, juramentos, rezos o mandas inútiles o lectura devota de la Biblia, utilizando el lenguaje mojigato sin comprometerse a ayudarnos realmente__ por ello el modelo místico prescribe la introspección rutinaria, induciendo la experiencia mística para conocer los contenidos ocultos de nuestra naturaleza interior dejando que afloren poco a poco para poder curarlos antes de que estallen y se desaten las fuerzas interiores reprimidas.

Afortunadamente la medicina alternativa ha comenzado a inducir las experiencias místicas en sujetos en los que se presentan las emergencias espirituales recurriendo a diferentes técnicas clínicas. La posibilidad de experimentar con un estado “psicótico” reversible induciendo las experiencias místicas en pacientes conflictuados por una emergencia espiritual, provee de una oportunidad única a los terapistas profesionales y a sus pacientes, al obtener un conocimiento íntimo de su mundo interno, para comprenderlo mejor y tratar los conflictos con una mayor eficacia. En circunstancias adecuadas, la inducción clínica de las experiencias místicas —mucho más que los sueños, que juegan un papel tan crucial en el psicoanálisis— son, en verdad, “un regio camino hacia el inconsciente”. Este poderoso catalizador podía ayudar a subsanar la falta de eficacia del psicoanálisis como herramienta terapéutica (Ken Wilber: Psicoterapia y Espiritualidad). Esto hace que la disciplina mística sea congruente con la ciencia, y la fe con la razón; y si hay hipótesis de la ciencia o dogmas de la religión en los que no se da esta congruencia, es porque hay un error, ya sea en la ciencia o en la religión, o en ambas.

Pero no todo es color de rosa, ya que existen pozos obscuros de inmenso poder de atracción que atrapan a las almas y la experiencia aterradora de sus contenidos pueden provocar la muerte súbita, catatonía o locura por seguir atados a estas experiencias que afectan no solo al que las experimenta sino a los presentes; por ello la importancia de los exorcistas místicos experimentados para sacar de tales estados a los pacientes, donde lo importante no es el rito sino la empatía y espiritualidad de los exorcistas fruto de la práctica intensa del altruismo y el misticismo durante toda una vida. Paradójicamente la disciplina mística intensa ha sido suprimida en sociedad cristiana de hoy en día, debido a la intransigencia radical y fundamentalista de los fideístas, que enajenados a causa del error fundamental de nuestras creencias, han separado la fe de la razón y expulsado a las ordenes contemplativas de la Iglesia, porque es inútil y desesperante la contemplación cuando no se cuenta con las técnicas del conocimiento interior necesarias para alcanzar el éxtasis. Por otra parte, los científicos incrédulos han expulsado el conocimiento espiritual del objeto de la ciencia, lo cual ha impedido el avance de la humanidad cristiana en cuestiones espirituales, tanto por omisiones de la ciencia como de la religión.

Tratándose de fenómenos espirituales relacionados cuestiones existenciales y religiosas, además de las respuestas formuladas por las representantes de las diferentes escuelas filosóficas o corrientes del pensamiento crítico. Los psicólogos y los místicos tratando de esclarecer lo que esta mas allá de lo evidente, valiéndose de técnicas científicas o mediante prácticas de relajamiento y sugestión, han sondeado diferentes niveles de conciencia en busca de las vivencias que revelen los contenidos ocultos necesarios para descifrar las incógnitas de los cuestionamientos y problemáticas existenciales, religiosas o psicológicas, que nos planteamos o nos atormentan. Para los psicólogos el método implica la inducción de vivencias mediante sugestión, el análisis racional de la fenomenología observada para despejar incógnitas y confirmar hipótesis mediante la investigación clínica, y no con suposiciones, ni enunciados sin confirmar. Y para los místicos, el método implica la practica voluntaria y fervorosa de las disciplinas, doctrinas y enseñanzas espirituales que les han prescrito sus maestros o guías. Los métodos clínico y místico, incluyen: la preparación remota, el relajamiento previo, la auscultación profunda, la inducción de las vivencias místicas o psíquicas __la descripción neutra de la fenomenología observada en el sujeto de estudio incluyendo las visiones y vivencias que se dan en estado extático o sueño hipnótico__ la inducción del regreso al estado de vigilia, el análisis, la síntesis y la explicación o interpretación de las vivencias extáticas. Y la prescripción de la terapia a seguir a efecto de revertir disfunciones o trastornos emocionales y mentales, o inducir transformaciones buenas y convenientes en los pacientes.

Es decir, tratándose de una fenomenología espiritual, para los psicólogos el método, implica: la descripción neutra de la sintomatología observada en el paciente, la inducción clínica, la auscultación profunda, el diagnostico, el pronóstico, la prescripción y aplicación de la terapia a seguir, y el seguimiento de la evolución del padecimiento en el paciente. Y para los místicos el sendero implica la auscultación profunda y sistemática de los síntomas y los rasgos de la personalidad del discípulo, para percatarnos de los estadíos alterados de la mente y la conciencia. (v.g: meditación vipassana), e intuir las causas que los provocan; y así contar con los elementos necesarios de juicio para prescribir las virtudes a desarrollar, a efecto de atenuarlos y alcanzar el perfil de humanidad perfecta, que de lugar a la sociedad perfecta que han profetizado o idealizado los grandes maestros o guías espirituales de la humanidad.

Podemos complementar la meditación trascendental (vipassana) que persigue la iluminación mediante: 1): La compenetración de la realidad exterior e interior de nuestro entorno para darnos cuenta de la naturaleza del sufrimiento con el análisis MLM (marxista, leninista, maoísta) de la naturaleza opresiva de los imperios a fin de motivarnos actuar a favor de los desprotegidos y oprimidos, 2) La quietud de la mente que se logra mediante la introspección profunda, el diagnostico y la terapia sistemática utilizando las técnicas especificas más convenientes en cada caso: Análisis Conciliatorio, Bioenergética, Colaborativa, Conductual, Confesión de los Pecados, Constelaciones Familiares, Control Mental, Coro Griego, Co-terápia, Equipo Reflexivo, Estratégica, Existencial, Imágenes Creativas, Inteligencia Emocional, Interventiva, Hipnosis, Narrativa, Ocupacional, Programación Neuro Lenguistica, Psicoanálisis, Psicodramatica, Psiquiatría, Reflexiva, Regresión, Rituales Terapéuticos, Rogeriana, Uso clínico de drogas psicoactivas LSD- 25 para inducir las experiencias psicodélicas, etc., 3) Hasta adquirir las habilidades de advertencia, consecución, resolución y los poderes de: audición de los engramas del universo, telepatía, telequinesis, proyección astral: (cordón de plata o cuerpo astral), proyección espiritual: (viaje a través del espíritu, común unión, o empatia), etc.

Y son precisamente los efectos benéficos o transformaciones buenas y convenientes que experimentan los pacientes o discípulos que siguen la disciplina mística o la terapia clínica prescrita, lo que nos permite confirmar la bondad y realidad que hay en la experiencia de si mismos en el mundo de la mente y del espíritu, a fin de conocer los contenidos meta conscientes que allí se encuentran, experiencia verificable a través de sus efectos que nos dan la certeza que no son fantasías ni alucinaciones sino que son reales__ ya que aún los contenidos meta-conscientes que se encuentran en la superficie tienen poder terapéutico como la vivencia de la vivencia del bardo o vida entre vidas que se consigue induciendo clínicamente la regresión sugestiva o el éxtasis provocado mediante la disciplina mística, o los que experimentan la muerte y resucitan: donde se reviven imágenes o recuerdos de vidas pasadas unidas a las emociones experimentadas, la muerte y reencarnaciones anteriores. También podemos aprovechar las potencialidades del viaje de la mente a través de espíritu, para conocer mediante la experiencia de la común unión de todos los seres y todas las cosas, los contenidos escondidos en el alma de los pacientes; y así conocer los procesos mentales y espirituales que no hemos desarrollado o activado, y así resolver el problema del alma truncada, debido a que: La dimensión espiritual es el continente universal que contiene las causas últimas de los fenómenos y leyes que gobiernan los seres y las cosas; por ello las trasciende y determina (Ken Wilber: Conciencia sin fronteras); lo cual, nos permite concluir que el camino de la auto-liberación se encuentra en los valores trascendentales que humanizan al hombre (altruismo, empatía, entereza, solidaridad); o sea que la trascendencia es la cualidad espiritual más alta con que Dios ha revestido la dignidad humana; y siendo el espíritu “la última causa que no es causada, y su cualidad característica la trascendencia”, “el estadío de la trascendencia humana, es el estadío que alcanza el espíritu cuando ha desarrollado todas sus potencialidades inherentes que lo hacen imbatible y eterno”, “estadío al que pueden aspirar todos los hijos del hombre, pero solo ha sido alcanzado por Buda y Cristo”; “de allí la importancia de la enseñanza impartida por ambos Maestros que exponen la existencia de este estadío, en que consiste y como alcanzarlo; a efecto de que el hombre enfrente con éxito, no solo los infortunios, sino los cataclismos cósmicos”. La coincidencia de la Teoría de los estudiosos con la Doctrina Trascendente de los místicos, resuelve la controversia entre la fe y la razón, la ciencia y la religión que ha mantenido perpleja a la humanidad cristiana durante dos mil años, en espera de su resolución; pero no obstante de haber sido resuelta, aún sigue inmovilizada en el Areópago porque hay atavismos condicionantes que la mantienen atada.

Sociología y religión [editar]
Sociología de la religión

La actitud de los primeros sociólogos ante la religión fue diversa a la de los filósofos de la Ilustración pues no consideraban este fenómeno como un momento pasajero lleno de supersticiones en la historia de la humanidad, sino como un aspecto casi imprescindible de la organización social. Así, Feuerbach en su obra La esencia del cristianismo trata la religión cristiana desde el punto de vista sociológico y afirma que se trata de una alienación de capacidades propiamente humanas. Se ocupa además de algunos aspectos de la religión como el dogma, la liturgia y la simbología. Por su parte, Alexis de Tocqueville, en La democracia en América, realiza un análisis del catolicismo y del protestantismo dentro de las sociedades democráticas y desde un punto de vista sociológico. A partir de estos primeros pasos de la sociología, otros autores de gran renombre como Max Weber, Émile Durkheim, Ferdinand Tönnies o Ernst Troeltsch dedicaron atentos estudios al fenómeno religioso dentro de la sociedad.

En el individuo, la religión existe como una tendencia que combina lo racional y lo irracional. A la hora de articularse, las religiones desarrollan doctrinas que intentan dar respuestas globales al individuo. Por este motivo, la mayoría de las grandes doctrinas religiosas han dado respuestas a preguntas relacionadas con la creación del universo, el propósito de la vida, la naturaleza humana, la definición de bien y mal, la moral, la escatología. Y del mismo modo elaboran diferentes códigos éticos, rituales y simbólicos. No obstante, toda religión intenta ofrecer una posición para vivir y entender la existencia del ser humano de una forma integral, incluyendo la dimensión espiritual, por lo que existen elementos comunes en todas ellas.

En las sociedades, a lo largo de la historia también han sido frecuentes las llamadas guerras de religión y las teocracias; es decir sociedades provistas de un gobierno cuya legitimidad descansa en un sistema de ideas religiosas. En ellas se atribuía un valor divino al soberano de la civilización, Mesopotamia, Egipto, Roma, Tíbet y el imperio Inca son significativos. En estos casos la ley es a la vez autoridad jurídica y religiosa. Un ejemplo contemporáneo que sobrevive es el Reino Unido, en donde la reina es «gobernadora suprema» de la Iglesia anglicana los territorios de Inglaterra y Gales, en donde aprueba el nombramiento de obispos dentro de dichos territorios.

En el siglo XX, Talcott Parsons deja constancia de la relación entre la religión y la sociedad, incluida la «cibernética»: genera valores, modifica las normas, influye en los roles sociales, y da una guía para los sistemas de la sociedad, de la personalidad y del comportamiento. Su sistema es considerado como una nueva aplicación de teorías evolucionistas a la religión. De ahí que uno de sus alumnos, Robert Bellah haya publicado Evolución religiosa.
Buda sentado de la dinastía Tang (provincia de Héběi), alrededor del 650

La religión ha sido para algunas sociedades un símbolo de su identidad. Del mismo modo, la religión aparece como pieza fundamental en la ordenación moral de las sociedades y actuando de manera influyente en su orden legislativo. Esta relación puede ser vista como beneficiosa o perjudicial según como ha evolucionado esa acomodación.[38]
Antropología cultural [editar]


=== Sociología y religión ===
=== Sociología y religión ===

Revisión del 16:51 22 ene 2010

La religión es un sistema de la actividad humana compuesto por creencias y prácticas acerca de lo considerado como divino o sagrado, tanto personales como colectivas, de tipo existencial, moral y espiritual. Se habla de «religiones» para hacer referencia a formas específicas de manifestación del fenómeno religioso, compartidas por los diferentes grupos humanos. Hay religiones que están organizadas de formas más o menos rígidas, mientras que otras carecen de estructura formal y están integradas en las tradiciones culturales de la sociedad o etnia en la que se practican. El término hace referencia tanto a las creencias y prácticas personales como a ritos y enseñanzas colectivas.

Algunos símbolos religiosos

Definiciones

Alá (Dios) en árabe. El islam no utiliza imágenes para sus representaciones sagradas.

Definir qué es religión (del latín religare o re-legere) ha sido y es motivo de controversia entre los especialistas. Según el sociólogo G. Lenski, es «un sistema compartido de creencias y prácticas asociadas, que se articulan en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos».[1]​ Por su parte, el antropólogo Clifford Geertz propone una definición alternativa: «La religión es un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones en los hombres, formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único».[2]​ Debido al amplio espectro de usos de la palabra, resulta especialmente complejo ofrecer una definición exhaustiva de la religión o del fenómeno religioso. Sin embargo, se puede afirmar que, como hecho antropológico, engloba entre otros los siguientes elementos: tradiciones, culturas ancestrales, instituciones, escrituras, historia, mitología, fe y credos, experiencias místicas, ritos, liturgias, oraciones...

Aunque la antropología ha recogido manifestaciones religiosas desde el primer momento de la existencia del hombre y éstas han influido decisivamente en la configuración de las diversas culturas y sociedades, todavía se discute si es un fenómeno esencial del hombre o puede ser reducido a otras experiencias o aspectos humanos más fundamentales. El ser humano ha hecho uso de las religiones para encontrar sentido a su existencia y para dar trascendencia y explicación al mundo, el universo y todo lo imaginable.

La palabra «religión» en ocasiones se usa como sinónimo de «religión organizada» u «organización religiosa», es decir, instituciones que respaldan el ejercicio de ciertas religiones, frecuentemente bajo la forma de entidades legales.

Diversas ciencias humanas se han interesado por el fenómeno religioso desde sus respectivos puntos de vista como por ejemplo la antropología, la sociología, la psicología y la historia de las religiones. Por otro lado, disciplinas como la fenomenología de la religión estudian específicamente sus manifestaciones intentando dar con una definición exhaustiva del fenómeno y mostrar su relación con la índole propia del ser humano.

En un sentido más amplio, también se utiliza para referirse a una obligación de conciencia que impele al cumplimiento de un deber.[3]

Etimología

La etimología del término 'religión' ha sido debatida durante siglos debido a las dos interpretaciones que se han sostenido que además de ofrecer una propuesta acerca del origen de la palabra, subrayan alguna actitud religiosa.

Antes de ser usada con un sentido relacionado con las divinidades, el término «religión» o «religioso» era utilizado para expresar un temor o un escrúpulo supersticioso. Así consta en textos de Julio César (De Bello Gallico VI 36) y Tito Livio (Historia de Roma desde su fundación IV 30).

La primera interpretación relacionada con el culto es la del orador latino Cicerón que en su obra De natura deorum ofrece la siguiente etimología: «Quienes se interesan en todas las cosas relacionadas con el culto, las retoman atentamente y como que las releen, son llamados «religiosos» a partir de la relectura.[4]​ Esta etimología —filológicamente más correcta— subraya la fidelidad a los deberes que la persona religiosa contrae con la divinidad y por tanto está más relacionada con la justicia.[5]

La otra etimología propuesta por Lactancio hace derivar la palabra «religión» del verbo latino religare: «Obligados por un vínculo de piedad a Dios estamos “religados”, de donde el mismo término “religión” tiene su origen, no —como fue propuesto por Cicerón— a partir de “releyendo”».[6]​ Este segundo sentido resalta la relación de dependencia que «religa» al hombre con las potencias superiores de las cuales él se puede llegar a sentir dependiente y que le lleva a tributarles actos de culto.[7]

En su ensayo Del imperio romano, José Ortega y Gasset escribe «Cuando el hombre cree en algo, cuando algo le es incuestionable realidad, se hace religioso de ello. Religio no viene, como suele decirse, de religare, de estar atado el hombre a Dios. Como tantas veces, es el adjetivo quien nos conserva la significación original del sustantivo, y religiosus quería decir “escrupuloso”; por tanto, el que no se comporta a la ligera, sino cuidadosamente. Lo contrario de religión es negligencia, descuido, desentenderse, abandonarse. Frente a relego está nec-lego; religente (religiosus) [8]​ se opone a negligente[9]

Enfoques del estudio de la religión

Imagen de Buda en estilo grecobudista, Museo Nacional de Tokio.

La definición del amplio espectro de significados que refleja el concepto religión en cuanto implica encontrar un elemento propio, distintivo y único, es una exigencia propia de las culturas occidentales,[10]​ ya que son éstas las que desde una postura más teísta distinguen entre divinidad y el resto del mundo. Especialmente, desde la Ilustración se han elaborado muchas y variadas definiciones intentando recoger los aspectos propios del fenómeno religioso. Aquí se mencionarán los más significativos. Es obvio que las definiciones que parten de un Ser Supremo o lo dan por supuesto se han de rechazar pues no se aplican a muchas religiones de Asia oriental o a los pueblos primitivos.

Una posibilidad es intentar una definición desde el punto de vista de las personas que practican la religión. Así encontramos propuestas como las de Friedrich Schleiermacher: «sentimiento de dependencia absoluta» que luego distingue este sentimiento de los tipos de dependencia relativa. William James subraya más bien «el carácter entusiasta de la adhesión» de los miembros de las religiones. Desde este punto de vista se pueden considerar elementos como los sentimientos, los factores experienciales, emotivos o intuitivos, pero siempre desde una perspectiva más bien individualista.

Con el estudio que las diversas ciencias humanas (sociología y antropología cultural especialmente) han realizado de la religión, se ha logrado formular otro conjunto de definiciones que consideran este fenómeno en su ámbito social y cultural. La conocida definición del sociólogo francés Durkheim entra en este grupo: «Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas. [...] Toda sociedad posee todo lo necesario para suscitar en sus miembros la sensación de lo divino, simplemente a través del poder que ella ejerce sobre ellos».[11]

Sin embargo, con la llegada de la fenomenología de la religión, se intentó ir más allá de las formas que buscaban el núcleo propio del fenómeno en la sociedad o en los aspectos individuales. Y en ese ámbito se identificó como propio de la religión el hecho de la presencia o consciencia de lo sagrado. Rudolf Otto en su obra, Lo santo, publicada en 1917, indica como esencia de la consciencia religiosa el temor reverencial ante aquello que, siendo desconocido (mysterium), al mismo tiempo sobrecoge (tremendum) y atrae casi irresistiblemente (fascinans).[12]

Sin embargo, estos elementos que Otto refiere como propios de la experiencia religiosa parecen estar ausentes en las religiones asiáticas. En Mircea Eliade se da una ampliación de la noción de «sagrado» que perfecciona la definición de Otto. Habla de espacios, cosas y tiempos sagrados en la medida en que estos se relacionan con simbolismos y rituales propios de las religiones. Así la religión es la configuración u organización de la existencia a partir de dimensiones profundas de la experiencia humana que relacionan al hombre con algo que se le presenta como último y trascendente. Tales dimensiones varían de acuerdo con las circunstancias y culturas.

Laicismo religioso

A partir del siglo XVIII, con la irrupción del humanismo y el movimiento de los ilustrados en Europa, que se extenderá con rapidez a otras partes del mundo, se intenta separar la doctrina del Estado de la doctrina religiosa. Actualmente, estas ideas de separación de los poderes político y religioso aún no ha concluido. En buena parte del planeta apenas ha empezado, y en los países occidentales, aunque observan la laicidad del estado, todavía la religión puede actuar con una enorme influencia en sus legislaciones. Por ejemplo en el caso de Estados Unidos[13]​ o el de España[14]

En los países asiáticos, la separación entre Estado y religión está más o menos implícita de cierto laicismo. China, Japón, Vietnam y otros países del sudeste asiático conllevan cierto laicismo estatal en su propia historia al ser países en donde coexisten distintas religiones. En el caso de Tailandia o Sri-Lanka, con mayorías budistas, en más de un 90%, se mantienen debates sociales para afrontar el laicismo del Estado y diversos cambios legales.[15]

En los países con mayorías musulmanas hay distintas aproximaciones a la laicidad del Estado. Países como Turquía o Siria son más laicos, mientras que otros como Irán o Arabia Saudí se definen como islámicos. El mundo islámico es variado y complejo, y existen movimientos tanto secularizadores como prorreligiosos.[16]

Israel es un estado laico, si bien se proyecta como religioso. India es un caso parecido, también es un país laico, aunque su organización social y legislación, continúan siendo muy influidas por la religión. En estos casos están influidos, en buena medida, por el componente étnico de sus religiones mayoritarias.

Religiones

Cristo crucificado de Diego Velázquez (siglo XVII).

Hay diferentes clasificaciones de las religiones, por ejemplo:

Por concepción teológica

  • Teísmo: es la creencia en una o más deidades. Dentro del teísmo cabe distinguir entre:
    • Monoteístas: aquellas religiones que afirman la existencia de un solo Dios, que a menudo es creador del universo. Las religiones monoteístas más numerosas son el cristianismo y el islam. Otras más minoritarias son el judaísmo,zoroastrismo[17][18][19][20]​ o la fe bahai.
    • Politeístas: las religiones que observan la creencia en múltiples dioses, como sucede en varias religiones del hinduísmo así como en las históricas griega y romana.
      • Henoteístas: el orientalista alemán Max Muller acuñó éste término en el siglo XIX para referirse a la creencia en un sólo Dios en la que se admiten otras deidades, como sucedía en la antigua religión egipcia especialmente con Akenatón. Aunque ya en la época de Muller resultó un término problemático[21]​ y quedó con el tiempo incluido académicante dentro de politeísmo, panteísmo, etc.. dependiendo del caso histórico. Actualmente, algunas sectas y cultos neopaganos han resucitado el término[22]
    • Dualistas: aquellas religiones que suponen la existencia de dos principios o divinidades opuestos y enfrentados entre sí, aunque sólo uno de ellos suele ser merecedor de veneración por sus fieles mientras que el otro es considerado demoníaco o destructivo. Cabe incluir en esta categoría el el maniqueísmo y el catarismo.
    • Politeístas: creen en la existencia de diversos dioses organizados en una jerarquía o panteón, como ocurre en el hinduismo, el shinto japonés, o las antiguas religiones de la humanidad como la griega, la romana o la egipcia. También cabe incluir aquí la mayoría de corrientes del neopaganismo moderno.
  • No teístas: Hay religiones como el budismo y el taoísmo, que desdeñan o rechazan la existencia de dioses absolutos o creadores universales, o bien les otorgan funciones menores o muy específicas (como, por ejemplo, la creencia taoísta en el Emperador de Jade). En ocasiones, estas deidades son vistas como recursos metafóricos utilizados para referirse a fenómenos naturales o a estados de la mente.

Por revelación

Otra división que se utiliza consiste en hablar de religiones reveladas o no reveladas.

  • Las religiones reveladas se fundamentan en una verdad revelada de caracter sobrenatural desde una deidad o ámbito trascendente y que indica a menudo cuáles son los dogmas en los que se debe creer y las normas y ritos que se deben seguir.
  • Las religiones no reveladas no definen su origen según un mensaje dado por deidades o mensajeros de ellas, aunque pueden contener sistemas elaborados de organización de deidades reconociendo la existencia de éstas deidades y espíritus en las manifestaciones de la naturaleza.

Por origen

Otra clasificación de las religiones es por origen o familia. Las religiones se agrupan en troncos de donde derivan, por ejemplo:

Usualmente se acepta que las principales familias de religiones son las siguientes:

Sectas o Nuevos Movimientos Religiosos

Algunas religiones, de reciente creación, tienen un estatus complejo ya que no son reconocidas como religiones de manera universal. Una secta o Nuevo Movimiento Religioso, según la antropología y la sociología, es, desde el punto de vista sociológico, un grupo de personas con afinidades comunes: culturales, religiosas, políticas, esotéricas, etc. Habitualmente es un término peyorativo, frente al que ha surgido el eufemismo «nuevos movimientos religiosos».

Aunque el vocablo «secta» esté relacionado con grupos que posean una misma afinidad, con el paso de los años ha adquirido una connotación relacionada con grupos de carácter religioso, a los que se califica como «secta destructiva». Estos grupos pueden tener un historial judicial en uno o varios países, por manipulación mental o por ser grupos de caracter destructivo. En algunos países, algunas de estas no están reconocidas o autorizadas. A menudo una secta está centrada en el culto personal al profeta o líder, del grupo. La palabra secta se ha concebido derivada, principalmente, del latín seqüi: ‘seguir’.

Las religiones en cifras

La mayoría de las diversas religiones gozan de buena salud en número de seguidores y su número ha aumentado en todo el mundo. En los países con anteriores regímenes comunistas la religión se ha revitalizado a una velocidad sorprendente como muestran los casos de Rusia y China.

Ganesh, la popular deidad hindú destructora de obstáculos y patrón de las artes, las ciencias y la sabiduría.

No existen hasta la fecha unas estadísticas fiables del numero de seguidores de las religiones del mundo. Cada religión suele aportar sus propios cálculos estimativos, que a menudo suelen sumar seguidores sin criterios demasiado científicos, tales como geografía, ritos tempranos de iniciación (bautismos, etc) o la pertenencia familiar. En la siguiente estadística se muestra el cálculo estimativo aportado por las diferentes religiones. A falta de datos actualizados, aquellas que no han hecho públicos sus cálculos muestran aquí el recopilado en el sitio adherents.com,[23]​ dependiente de una organización cristiana evangélica estadounidense.


Véase también: Religiones en número

Religiones en el mundo

Lista de las principales religiones actualmente practicadas en el mundo, por orden alfabético.

Judíos orando en la sinagoga en Yom Kipur, por Gottlieb
  • Jainismo: fundado en la India en el siglo VI a. C. por Mahavira.
  • Judaísmo: basado en las enseñanzas de la Torá. Principalmente en Israel, pero después de la diáspora están extendidos en el mundo.
    • Conservador: llamado Maserti. Señalan la importancia del movimiento sionista en el judaísmo.
    • Secular: el judaísmo secular es aquel que se ve independiente de organizaciones.
    • Ortodoxo: llamado Haredi. Es la línea teológica más conservadora del judaísmo.
  • Shinto: religión nativa de Japón, en su origen chamánica y animista. Es seguida por muchos japoneses.
  • Sijismo: fundada por Gurú Nanak en el siglo XV en la India, en la región del Panyab.
  • Mandeísmo: una religión muy antigua que parece ser descendiente del gnosticismo antiguo y rinde culto a Juan el Bautista. Probablemente son los sabeos mencionados en el Corán. Cuenta con 38.000 seguidores, casi todos en Iraq.
  • Neopaganismo: se refiere a todos los movimientos religiosos que reconstruyen antiguas creencias del paganismo, principalmente europeo. Sus principales ramas son:
    • Ásatrú: neopaganismo fundamentado en las creencias de los antiguos nórdicos y germanos.
    • Celtismo: neopaganismo celta.
    • Etenismo: neopaganismo germano.
    • Kemetismo: neopaganismo egipcio. Nuevo culto neopagano de afroamericanos hacen uso del término en Estados Unidos. Algunos de estos cultos es de carácter destructivo.[22]​ Kemet significa 'negro' predicando así diversos grados de supremacía negra.
    • Neodruidismo: neopaganismo druida.
    • Romuva: neopaganismo báltico.
    • Streghería: brujería ritual italiana.
    • Wicca: religión neopagana que retoma las tradiciones de la antigua religión de la brujería.
  • Samaritanismo: una rama disidente del judaísmo, muy antigua, con sede en Samaria (Israel), que es pretalmúdica y de hecho, no reconoce al Talmud.
  • Taoísmo: conjunto de enseñanzas filosóficas y religiosas originadas en China partir de Lao-Tse (Laozi) en el siglo VI a. C.
  • Yazidismo: una religión autóctona de Kurdistán de influencias islámicas y zoroástricas seguida por alrededor de 200.000 kurdos. Profesan culto a los ángeles y arcángeles de las religiones abrahámicas dándoles una explicación propia.
  • Zoroastrismo: de orígenes inciertos, aparece como religión alrededor del siglo V a. C. Sus enseñanzas se basan en el profeta y poeta Zoroastro del antiguo Imperio persa.

Estudio de la religión

El estudio de la religión suele implicar numerosos campos de investigación, entre ellos:

  • La religión comparada se ocupa del estudio comparativo de ideas, prácticas y demás elementos de las religiones.
  • La teología: trata de la cuestión de Dios y de sus relaciones con el mundo, y puede estudiarse separada de cualquier religión determinada o bien referida a una de ellas en particular.
  • La organología: en una religión en particular, trata de sus elementos, sus prácticas, su organización y su orden institucional.
  • La apologética se interesa en la defensa de una religión particular, contra posibles ataques o críticas.
  • La psicología de la religión trata sobre los factores de la conducta humana, su mente y sus operaciones, tal como se manifiestan en la conducta religiosa. La psicología de la religión explica por que un pueblo determinado prohija determinadas ideas religiosas, mediante el estudio de sus necesidades naturales, su ambiente y sus inclinaciones.
  • La neuroteología estudia de las correlación entre los fenómenos neuronales con las experiencias subjetivas de carácter espiritual.
  • La filosofía de la religión la filosofía se ha ocupado de la religión en incontables ocasiones por su interés en el estudio de lo trascendente y su naturaleza así como su papel en la vida humana. En la segunda mitad del siglo pasado ha sido especialmente fructífera en cuanto a la religión por sus aportaciones en lógica y epistemología. Se ha explorado filosóficamente la experiencia religiosa, la fe y el discurso de las religiones[31]
  • La historia de la religión: trata de descubrir la base cultural de las ideas y prácticas de una religión concreta. Historiadores son también los estudiosos de los libros sagrados de las religiones, unos ejercen la llamada «alta crítica», estudiando los manuscritos para comprobar la validez de sus reivindicaciones; otros se ocupan de la llamada «crítica fundamental» o «crítica textual» dedicándose a la búsqueda y examen de textos auténticos. Podrían citarse muchos campos de especialización: estudios de las empresas misioneras, evolución de las instituciones religiosas (historia de la iglesia, inquisición...), manifestaciones de arte (música sacra, arquitectura religiosa, etc), religiones primitivas, sociología de la religión y orígenes sociales.
  • El Estudio de los memes: desde los años setenta se ha iniciado un estudio de las ideas de la religión desde una aproximación evolutiva. Desde la teoría de los memética (los unidades más pequeñas de información) —propugnada por Dawkins en 1970) se identifica las creencias religiosas como ideas que se expanden en una población de huéspedes no tanto por su valor adaptativo para tales huéspedes (o no exclusivamente) como por su capacidad de transmisión entre huéspedes y su capacidad de competir con ideas similares.

Organología, organización de las religiones

A lo largo de la Historia, la práctica de la religión se ha organizado de diferentes maneras en sociedad. El hombre primitivo depositaba en el chamán o curandero el conocimiento y explicaciones sobre asuntos religiosos. Esta figura aún existe en pueblos indígenas de América, Africa y Oceanía.

Las primeras civilizaciones agricolas, con el desarrollo de las ciudades, verán surgir la figura del sacerdote, que se erige como mediador entre la sociedad y las divinidades. Esta figura cobrará una importancia enorme en Egipto, Grecia, Roma y América precolombina. A menudo con una doble función de médico y guía espiritual, supone una evolución del antiguo guía-chamán de la tribus primitivas.

El monacato surge en religiones como el cristianismo, el budismo o el taoísmo. El monacato allí donde está presente, personifica un esfuerzo más intenso en un camino religioso, y supondrá el esfuerzo por reunir o proteger a los eremitas dispersos.

En religiones como la hebrea o el islam, son las personas con una notable capacidad de interpretación de las escrituras sagradas las que ostentan el papel de guía de una comunidad de seguidores. Así, la figura del imán o del rabino están presentes en estas religiones.

En el entorno hinduista, la casta de los brahmanes es la encargada de aclarar los asuntos religiosos.

Filosofía de las religiones

El conocimiento religioso, según los seguidores de las religiones, puede ser obtenido de líderes religiosos, textos sagrados y/o la propia revelación personal. Algunos puntos de vista de las religiones observan este conocimiento como ilimitado en alcance y capaz de resolver cualquier pregunta, otras le otorgan un rol más restringido o acompañando al conocimiento obtenido mediante la observación de los fenómenos físicos. Algunas religiones otorgan al conocimiento religioso la característica de ser infalible. Muchos textos religiosos cuentan con muchos siglos de antigüedad: el Poema de Gilgamesh, el Libro de los Muertos, los cuatro Vedás, los Puranás, el Ramaiana, el Majábarata, el Bhagavad Guitá, la Biblia, el Corán. Estos textos no sólo han sido de interés dentro de las propias religiones sino también especialmente para la filosofía en la disciplina de la Filosofía de la religión. Ésta estudia[31]​ las diferentes concepciones teístas o no teístas, la cosmología de las religiones así como sus argumentos de diseño, el misticismo, el problema del mal, la epistemología y así un amplio espectro de asuntos que son tratados desde el aparato intelectual filosófico.

En el ámbito hispano existen escritores, filósofos y teólogos de renombre que se han ocupado de la filosofía de la religión. Entre ellos Ciro Alegría, Leonardo Boff, Jorge Luis Borges, Lluis Busquets i Grabulosa, Pedro Laín Entralgo, Benjamín Forcano, David Flusser, José Ortega y Gasset, Octavio Paz, Xabier Picaza, Margarita Pinto, Miguel de Unamuno, Miguel Sarmiento.


Principales especulaciones filosófícas

Estela de Copán de la cultura maya (según un grabado de Frederick Catherwood, 1839)

En las religiones existen a menudo grandes desarrollos filosóficos cuya misión es aclarar o conciliar la doctrina religiosa con la razón humana. En las religiones teístas se conoce a este desarrollo como Teología. En Asia oriental, muchas veces, aunque los desarrollos filosóficos son grandes y variados, no existen como disciplina diferenciada dentro de la propia religión, filosofía y religión esta entrelazada. En otras religiones no existe un aparato filosófico, en especial en las religiones tribales y chamánicas. Los desarrollos filosóficos de las religiones.recogen los distintos aspectos de la doctrina religiosa o la verdad o deidad que las sustenta, y que son históricamente la explicación a las distintos puntos de vista dentro de cada religión.

  • Panteísmo es un punto de vista filosófico en donde toda la realidad tiene una naturaleza divina, por lo que se rechaza la idea de una entidad sagrada o Dios que sea personal. Filósofos como Spinoza se adhirieron al panteísmo, identificando la Naturaleza como Dios. Religiones orientales como el sintoísmo japonés o el taoísmo chino tienen una enorme carga panteísta.
  • Monismo es un punto de vista filosófico que subraya la unidad de todo lo que existe, afirmando unas leyes subyacentes que niegan las divisiones en ella. El monismo por tanto se distancia de observar un dualismo o pluralismo. Los orígenes del monismo remiten a los filósofos griegos como Tales de Mileto, Pitágoras, Parménides o Empédocles. El monismo fue una visión frecuente en filósofos neoplatónicos como Plotino, el filósofo más influyuente en los primeros Padres de la Cristiandad. El islam recoge una fuerte influencia también desde los griegos, y en el hinduismo es otro ingrediente importante en su enorme diversidad filosófica.
  • Gnosticismo afirma una dualidad inherente en la manifestación de lo sagrado. Materia y espíritu, bien y mal así como otros conceptos, aparecen como opuestos que deben ser resueltos en el individuo dando primacía a una vía de conocimiento a menudo bastante experiencial. El gnosticismo ha tenido una fuerte influencia en los primeros desarrollos del cristianismo, y desde la perspectiva filosófica occidental es un enfoque presente en los desarrollos de las religiones orientales.
  • Fundamentalismo afirma el caracter literal de las escrituras o relatos sagrados, negando por tanto sus significados más simbólicos o psicológicos. También es conocida como literalismo. Está muy circunscrito a las religiones teístas y actualmente es popular en varios movimientos protestantes de EE. UU. La visión fundamentalista del teísmo supone en muchas ocasiones una negación radical de las verdades científicas. Una de las derivaciones del enfoque fundamentalista es el Creacionismo, que niega la evolución de las especies y las teorías científicas sobre el origen del universo, al afirmar que el relato bíblico de la creación del mundo es literalmente auténtico.
  • No-teísmo afirma la inexistencia de deidades o bien las admite pero les niega un papel directamente activo en la liberación del individuo. El no-teísmo, también denominado ateísmo, existe en el budismo y el taoísmo. En algunas variantes del budismo existe el culto a deidades si bien tienen un papel psicológico, ritual o simbólico, pero en todo caso siempre provisional. El taoísmo observa dos variantes unidas pero bien diferenciadas: la filosófica y la más contemplativa o de meditación. En este último, las deidades de la religión tradicional china han sido absorbidas como elementos simbólicos para prácticas de caracter psicofísico.
  • Determinismo es una doctrina filosófica que afirma que todo acontecimiento, incluyendo el pensamiento humano y las acciones, están predeterminadas por una cadena de causa y consecuencia. En las religiones esta postura filosófica se enmarca dentro de la doctrina de la Predestinación. Este punto de vista asume que una deidad que sea omnipotente o una ley absoluta no puede dejar nada al azar. La doctrina de la predestinación fue importante en el protestantismo cristiano, especialmente en el movimiento Calvinista. En las religiones orientales como el hinduismo o el budismo, existe la doctrina del karma que asume una ley universal de causa y efecto. Pero el karma depende de la intencionalidad de los seres conscientes; las consecuencias son causadas por decisiones de estos, lo cual no implica una predeterminación o destino. Por medio de la creencia en la reencarnación, la creencia en la predestinación es muy alta en el hinduismo. En el budismo está también difundida a nivel popular, si bien doctrinalmente supone una distorsión del pensamiento de Buda.[32]
  • Sincretismo supone la conciliación de puntos de vista distintos e incluso opuestos. En las religiones el sincretismo implica adoptar elementos de dos o más religiones. El sincretismo ritual y devocional es una constante en la evolución de las religiones a través de su historia cuando han contactado unas con otras, si bien esos elementos se van asimilando en el tiempo dentro de una sola religión. Actualmente se consideran religiones sincréticas varios cultos caribeños y americanos que mezclan catolicismo y prácticas e ideas de las religiones tribales. En oriente se realiza un sincretismo devocional a nivel popular, uniendo al taoísmo o al budismo con las prácticas ancestrales de culto a los antepasados. En Occidente el sincretismo está más presente por la creación de nuevas sectas que suelen diseñarse mezclando ideas y elementos de las grandes religiones.

Razonamientos

Archivo:Viracocha.jpg
El Viracocha incaico o Apu Kun Tiqsi Wiraqutra

La mayoría de religiones suelen tener una parte de conocimiento exotérico y otra esotérico.

  • El lado exotérico de la religión se refiere a un conocimiento que es público, inteligible y accesible.
  • El lado esotérico se refiere a aquella parte que es secreta o discreta, críptica, o a la que se accede por mecanismos jerárquicos de confianza entre sus miembros.

En casi todas las grandes religiones ambas facetas existen. Las religiones teístas suelen aludir al acceso al conocimiento esotérico como un don o bendición de la deidad hacia la persona. En el cristianismo por ejemplo, el concepto de Gracia se considera un don de Dios que entre otras cosas permite a la persona penetrar en significados más profundos. Similares ideas existen en la religión musulmana y judía.

En otras religiones, el conocimiento esotérico suele afirmarse como un mecanismo de transmisión oral, en ocasiones al margen de las escrituras sagradas o de aquellas que son públicas. El budismo tiene algunas variantes, especialmente aquellas provenientes del budismo tibetano, que son fuertemente esotéricas. El taoísmo tiene en su faceta contemplativa algunos complicados métodos psicofísicos con un fuerte componente esotérico y de iniciación.

Normalmente, en las propias religiones coexisten puntos de vista distintos que tienden a rechazar o afianzar el lado esotérico.

Posturas en torno a la religión

En ocasiones es importante distinguir entre «religión» y «postura religiosa». Siendo la religión un sistema de creencias, preceptos, prácticas y rituales, una postura religiosa se refiere a la forma como un individuo se identifica frente a una o varias religiones. Por otro lado, existe la postura de quienes niegan el valor o la utilidad de las religiones, las niegan o las adecúan a sus propios planteamientos personales o de grupo. También se observan diferentes posturas religiosas en los enfoques de aplicación a la sociedad en temas como el laicismo o el diálogo interreligioso.

  • Religiosas: afirma la pertenencia a alguna religión o credo.
    • Practicantes: asumen algún mensaje o contenido religioso e intentan ponerlo en práctica siguiendo prácticas, ritos o celebraciones.
    • No Practicantes: asumen algún mensaje o contenido religioso pero no participan de prácticas, ritos o celebraciones.
  • No religiosas: niegan explícitamente la pertenencia a alguna religión o credo, o están en desacuerdo con los contenidos de las religiones.
    • Ateos: (del griego a=sin teo=dios) sin dios. Ateo es quien vive ajeno a la consideración de alguna deidad que influya en la realidad. El término ateísmo se puede referir a dos actitudes distintas: la indiferencia por la existencia de divinidades o la no creencia en la posibilidad de su existencia.
      • apateístas: un ateísmo en el que se mantienen una postura de considerar que la posible existencia de deidades y la búsqueda de conocimiento al respecto no es importante, y que en consecuencia el debate al respecto debe ser ignorado. Según Etienne Borne, el apateísmo supone un ateísmo llevado a la práctica.
    • Agnósticos: El agnosticismo (del griego a=sin y gnosis=conocimiento) es una postura que niega la posibilidad del conocimiento sobre algo. En el caso de la religión, se refiere a la imposibilidad de conocer alguna verdad religiosa. Por lo tanto, el agnóstico afirma que no hay certeza para asegurar que la verdad que presentan las religiones sea cierta o no. Ello no implica que carezcan necesariamente de interés por lo espiritual, sino simplemente que no realizan afirmaciones ni sostienen creencias específicas sobre la realidad en términos religiosos. Quienes mantienen la postura agnóstica pueden no ser necesariamente antirreligiosos y pueden ser respetuosos con todas las creencias mediante una reflexión individual y honesta.
    • Ignósticos: El ignosticismo o igteísmo es la posición respecto a la creencia de Dios, en que primero se cuestiona la definición de dios. El ignóstico o igteísta se pregunta: ¿Qué se entiende por Dios? para una vez conocida la respuesta poder comprobar si eso existe o no existe.
  • Fundamentalismo: el fundamentalismo se basa en la aplicación de un dogma o creencia de manera literal, sea religioso o de otro tipo, negando así el valor de otras explicaciones o la potencial ampliación de significados para cualquier certeza. El fundamentalismo elimina la posibilidad de coexistencia de interpretaciones diferentes de la realidad y la existencia, necesitando a menudo de su desaparición o eliminación para satisfacer un criterio único de verdad.
    • Fundamentalismo religioso: asume las explicaciones literales de los textos religiosos negando sus significados simbólicos, temporales o psicológicos. De manera general esto deriva en la negación y el deseo de eliminar otras explicaciones, ya vengan de otras posturas religiosas, de la ciencia o de la sociedad.
    • Fundamentalismo anti-religioso: asume las explicaciones literales de los textos no-religiosos, negando sus significados temporales o ignorando la provisionalidad de las verdades científicas y sociales. De manera general deriva en la negación y el deseo de eliminar otras explicaciones, vengan desde posturas religiosas o desde visiones diferente de la propia ciencia que sean contrarias a la propia.
  • Laicismo: la palabra viene del griego laikus (pueblo) en oposición a klerikus(clérigo). La palabra laico define por tanto a aquellos que no son clérigos, ya sea dentro de la organización religiosa como en toda la sociedad civil. El laicismo afirma la necesidad de una ordenación de la sociedad sin la participación directa de los clérigos y por lo tanto independiente de la influencia religiosa. La defensa del laicismo implica que deben ser los laicos quienes diseñen, ordenen y apliquen las leyes, usos y costumbres de una sociedad, dejando a los clérigos esa función sólo para el ámbito de sus organizaciones religiosas. El laicismo supone una visión de la sociedad cuya defensa ha existido históricamente tanto dentro como fuera de las religiones. Del mismo modo, los ataques a esta postura han existido también desde dentro y fuera de las religiones. En el laicismo cohabitan diferentes visiones, desde aquellas que se muestran respetuosas con la existencia del hecho religioso hasta aquellas más fundamentalistas que lo reinterpretan como un vehículo para la erradicación de las religiones. Del mismo modo, en las religiones coexisten diferentes posturas que asumen al laicismo como algo beneficioso o no perjudicial, hasta aquellas que lo reinterpretan como un mal inevitable pero que puede ser reformulado para mantener grados de injerencia religiosa en el poder civil.
  • Diálogo Interreligioso: aunque históricamente las religiones del mundo han tenido contacto entre sí y conocimiento unas de otras, no será hasta el siglo XX cuando la humanidad establezca la necesidad pública de un canal de comunicación constante y activo en lo que se ha llamado diálogo interreligioso. Las principales religiones y sus líderes han efectuado en las últimas décadas llamamientos para aumentar éste diálogo como vía para erradicar los fundamentalismos y contribuir a la paz en el mundo. Los encuentros de este tipo más famosos han sido los de Asís teniendo como anfitriona a la iglesia católica y agrupando a las principales religiones del mundo, los de Getsemaní realizados para un diálogo entre religiones occidentales y orientales, y recientemente el convocado por el islam de la mano del rey de Arabia Saudí, Abdullah Bin Abdelaziz, que por primera vez abre de manera explícita al islam a este tipo de encuentros.

Historia

En la Antigüedad grecorromana, los filósofos ya intentaban explicar el origen de las creencias. Lucrecio en De natura rerum, emite la hipótesis de que los hombres inventaron a los dioses para explicar las maravillas y los misterios de la naturaleza: para explicar lo que no controlaban. Critias pensaba que la religión (y el temor a los dioses) se había inventado para imponer a cada uno el respeto a la sociedad: disciplina, moral, sentido el bien y del mal. Los antropólogos, psicólogos y sociólogos mantienen para la mayoría estas dos explicaciones.

Hasta el siglo XX, la perspectiva dominante sobre el origen de la experiencia religiosa la sitúa en el sentimiento de espanto o miedo ante lo desconocido o aquello que escapa a una explicación racional. Este punto de vista se hizo famoso por los trabajos de Rudolf Otto.[33]​ Más tarde, Mircea Eliade propone el término de hierofanía como percepción de lo sagrado, en donde el impulso o sentimiento religioso está caracterizado por un sentimiento de insuficiencia ante la explicación de la realidad que ofrecen los sentidos y la razón humanas.[34]​ La idea de hierofanía que propone Eliade asienta una oposición entre lo sagrado y lo profano que desplaza la anterior entre razón y miedo irracional. Este enfoque será el germen de un nuevo tratamiento en los estudios sobre la religión, y posibilitará su expansión en las principales universidades de Europa y EE. UU.[35]

En las religiones más antiguas, algunos miembros de sociedades de cazadores-recolectores o agricolas se aislaban, en un estado de privación sensorial para favorecer la aparición de visiones y sueños místicos.[36]​ A menudo diversos métodos o productos alucinógenos eran empleados, como activadores de estos procesos. Estas prácticas aún existen en las diversas formas del chamanismo. Del mismo modo, inciensos y plantas especiales como el opio y el cornezuelo del centeno, con propiedades alucinógenas, se desarrollaron en los oráculos de Grecia, Egipto y Roma. Esta utilización de sustancias externas podemos encontrarla en la historia en el origen de muchas de las grandes religiones; como por ejemplo ocurre con los primeros desarrollos visionarios de los pueblos indoeuropeos hace más de 10.000 años,[37]​ y que posteriormente se asentarían en el valle del Indo hace más de 4000 años.

En su evolución histórica, algunas religiones se irán sofisticando para observar nociones de pureza de cuerpo y espíritu que irán desterrando la alteración de la psique mediante sustancias externas. Las sustituirán los rituales, oraciones, y técnicas contemplativa que se convertirán en los facilitadores de la experiencia religiosa. Esta evolución, unida al triunfo o colapso de las diferentes civilizaciones que las acogen, y a la presión del medio social en el que se desenvuelven, explicarán en buena medida el futuro de las distintas religiones.

Las ciencias humanas y la religión

Celebración religiosa del Corpus Christi y Día del Campesino. Arcos de frutas hechos por campesinos en las calles de Anolaima. Los anolaymas son indígenas de la nación panche (en Colombia)

Sociología y religión

La actitud de los primeros sociólogos ante la religión fue diversa a la de los filósofos de la Ilustración pues no consideraban este fenómeno como un momento pasajero lleno de supersticiones en la historia de la humanidad, sino como un aspecto casi imprescindible de la organización social. Así, Feuerbach en su obra La esencia del cristianismo trata la religión cristiana desde el punto de vista sociológico y afirma que se trata de una alienación de capacidades propiamente humanas. Se ocupa además de algunos aspectos de la religión como el dogma, la liturgia y la simbología. Por su parte, Alexis de Tocqueville, en La democracia en América, realiza un análisis del catolicismo y del protestantismo dentro de las sociedades democráticas y desde un punto de vista sociológico. A partir de estos primeros pasos de la sociología, otros autores de gran renombre como Max Weber, Émile Durkheim, Ferdinand Tönnies o Ernst Troeltsch dedicaron atentos estudios al fenómeno religioso dentro de la sociedad.

En el individuo, la religión existe como una tendencia que combina lo racional y lo irracional. A la hora de articularse, las religiones desarrollan doctrinas que intentan dar respuestas globales al individuo. Por este motivo, la mayoría de las grandes doctrinas religiosas han dado respuestas a preguntas relacionadas con la creación del universo, el propósito de la vida, la naturaleza humana, la definición de bien y mal, la moral, la escatología. Y del mismo modo elaboran diferentes códigos éticos, rituales y simbólicos. No obstante, toda religión intenta ofrecer una posición para vivir y entender la existencia del ser humano de una forma integral, incluyendo la dimensión espiritual, por lo que existen elementos comunes en todas ellas.

En las sociedades, a lo largo de la historia también han sido frecuentes las llamadas guerras de religión y las teocracias; es decir sociedades provistas de un gobierno cuya legitimidad descansa en un sistema de ideas religiosas. En ellas se atribuía un valor divino al soberano de la civilización, Mesopotamia, Egipto, Roma, Tíbet y el imperio Inca son significativos. En estos casos la ley es a la vez autoridad jurídica y religiosa. Un ejemplo contemporáneo que sobrevive es el Reino Unido, en donde la reina es «gobernadora suprema» de la Iglesia anglicana los territorios de Inglaterra y Gales, en donde aprueba el nombramiento de obispos dentro de dichos territorios.

En el siglo XX, Talcott Parsons deja constancia de la relación entre la religión y la sociedad, incluida la «cibernética»: genera valores, modifica las normas, influye en los roles sociales, y da una guía para los sistemas de la sociedad, de la personalidad y del comportamiento. Su sistema es considerado como una nueva aplicación de teorías evolucionistas a la religión. De ahí que uno de sus alumnos, Robert Bellah haya publicado Evolución religiosa.

Buda sentado de la dinastía Tang (provincia de Héběi), alrededor del 650

La religión ha sido para algunas sociedades un símbolo de su identidad. Del mismo modo, la religión aparece como pieza fundamental en la ordenación moral de las sociedades y actuando de manera influyente en su orden legislativo. Esta relación puede ser vista como beneficiosa o perjudicial según como ha evolucionado esa acomodación.[38]

Antropología cultural

Normalmente la antropología cultural ha dirigido su atención al estudio de las manifestaciones religiosas en las sociedades que no conocen la escritura fijándose sobre todo en sus creencias y prácticas. Esta disciplina parte de distintos fundamentos al afrontar la religión. Por un lado, la teoría de los «hechos sociales» de Durkheim; por otro, los «tipos ideales» de Max Weber pero también las investigaciones sea de freudianos sea del marxismo acerca de las expresiones de la religiosidad. Los aspectos más representativos del estudio antropológico son los que tienen por objeto dilucidar las relaciones de la religión con los demás aspectos de la vida cultural: las leyes, la política, la economía, la ética. Sin embargo, no se ha logrado un consenso en relación con el método: el problema resulta complejo ya que un método explicativo implica un cierto grado de objetividad, y se contesta la posibilidad de que un estudioso no tenga preconceptos en relación con la religión, y un método interpretativo permite diversos acercamientos y respuestas. De cualquier forma, el primer paso consiste en agrupar y enumerar los varios usos y prácticas religiosas para luego buscar semejanzas o posibles orígenes comunes. En el año 1980, James Peacock y Thomas Kirsch publican un libro que intenta una vía intermedia para explicar desde la antropología el desarrollo de roles distintos en las religiones.[39]

Después de esta publicación, los estudios se han ido centrando en tratar de determinar el origen de la religión. Así, ya desde 1965 Evans-Pritchard publican el libro Teorías acerca de la religión primitiva, que es una suerte de recolección de las interpretaciones y teorías que se han dado acerca del origen de la religión en las culturas humanas desde una perspectiva evolucionista. Las variantes propuestas son muchas: la magia, el totemismo, el politeísmo, el fetichismo, el animismo, etc.: sin embargo, Evans-Pritchard subraya la dificultad de demostrar que algunas de estas manifestaciones —que se presentarían como origen de la religión o la «primera» religión— sea aislable e independiente de otras manifestaciones cronológicamente contemporáneas. Las críticas y disputas se dieron especialmente ante los esquemas darwinistas que sugerían el paso del mito a la magia y de esta a la religión. Este tema del origen de la religión y el problema de las diferencias entre las religiones es el objetivo temático de la antropología cultural en el siglo XXI ya que ha abandonado su interés inicial por elaborar una especie de catálogo de todas las religiones y sus manifestaciones y prácticas.


Psicología de la religión

Surge junto con el estudio de las religiones comparadas y con el psicoanálisis. Su método va desde la medida con instrumentos propios de las ciencias exactas -como por ejemplo los estudios de laboratorio propios del siglo XIX- hasta la introspección.

Uno de los pioneros de la psicología de la religión fue Wilhelm Wundt que consideraba cuatro etapas de la historia de la conciencia. El elemento unificador de ellas es el combate de la persona por afirmarse en el mundo físico. Se trata de las siguientes: el ritual primitivo, el totemismo, los mitos sobre los héroes y dioses y el humanismo. Por otro lado, Oswald Külpe introdujo otros métodos para estudiar la religión tales como las entrevistas y los cuestionarios de datos autobiográficos. Así las dos tendencias de la psicología del siglo XIX —el estudio introspectivo por un lado y el análisis objetivo por otro— se entrelazan también al aplicarse a la religión.

En EE. UU. la psicología nació como disciplina independiente. Stanley Hall creó un equipo de investigación que introdujo métodos empíricos para el estudio de la religión. En 1881 dio cursos sobre la relación entre la pubertad y la conversión religiosa y en el año 1904 fundó una revista llamada The American Journal of Religious Psychology and Education. Algunos de sus alumnos como James Leuba se dedicaron de por vida al estudio de la psicología de la religión.

En 1899, otro de sus alumnos, E.D. Starbuck publicó el primer tratado de psicología de la religión -The Psychology of Religion- que trataba las coincidencias en la descripción de la pubertad, de la dementia precox y la conversión religiosa. Fue una obra controvertida.

En el año 1902, William James publicó The Varieties of Religious Experience donde centra su estudio en la unicidad de las experiencias morales y religiosas a partir de métodos de análisis introspectivo. En ese mismo período, Pierre Janet y Sigmund Freud iniciaron sus estudios a partir del subconsciente.

Freud consideraba todos los ritos y creencias religiosas como proyecciones inconscientes de los conflictos internos a la familia que afirman la posición del yo en la sociedad: así en el ámbito propio de las creencias religiosas y partiendo de ellas, tales conflictos podrían resolverse. La religión habría nacido del sentimiento de culpa por el asesinato de la figura del padre, culpabilidad que sería liberada a través del sacrificio religioso. Aun cuando reconocía ventajas en la religión, buscó promover un mayor realismo y resignación dado que la religión contendría muchas fijaciones infantiles.[40]

Uno de los alumnos de Freud, Carl Gustav Jung se ocupó también del tema religioso. Consideraba la religión como una manifestación de un nivel más profundo de la conciencia o al menos más profundo que el ámbito sexual sostenido por su maestro. A partir de sus estudios sobre la Alquimia, llegó a la conclusión que la religión podía ser también una forma de unir consciente con inconsciente en un «yo individuado» y confirmar así su teoría de los arquetipos.

Siguiendo esos pasos, otro discípulo de Freud, Eric Erikson, desarrolló más la teoría evolutiva de la conciencia que partiría de la creencia religiosa para unificarse.

Aun cuando las aproximaciones que dependen de Freud y de Jung sean las más influyentes también se dieron en Europa algunas otras interpretaciones, como por ejemplo la que intentó fundar una psicología de la religión a partir de los instrumentos de la teoría del conocimiento de Kant (véanse por ejemplo, los trabajos de Richard Müller-Freienfels.

Los modernos desarrollos afirman a la psicología de la religión como un ámbito demasiado reciente de estudio, en donde buena parte de lo que se considera experiencia religiosa no puede ser admitido bajo criterios empíricos a la vez que se contrastan efectos beneficiosos y duraderos para el individuo, por lo que es una disciplina de creciente interés y actividad.[41]

Experiencias místicas

Archivo:Shamans Drum.jpg
Tambor de chamán
La luz, contrapuesta a la oscuridad, es un símbolo común a muchas religiones

En las principales religiones encontramos lo que se suelen llamar experiencias místicas o trascendentes como una base fundacional de la experiencia religiosa. La mística se refiere a conseguir de manera experiencial la identidad, comunión o consciencia plena de la última realidad que presentan las religiones; ya sea una verdad, un estado de consciencia, o una o varias deidades. Las experiencias místicas no se atienen al razonamiento lógico y la comprensión intelectual. A un seguidor religioso que esté desarrollando esta faceta de su religión se le llama místico. En la mística por tanto prima la introspección respecto a la extraversión, y en ella se establece una relación de carácter más directo y personal entre el individuo y su religión. Históricamente en algunas religiones determinadas, la mística es la primera fuente de autoridad en las diversas interpretaciones. En las principales religiones se suelen distinguir escuelas, tradiciones o movimientos místicos.

Aunque en principio la mayoría de religiones son doctrinalmente facilitadoras de estas experiencias místicas, también a menudo las organizaciones religiosas no las han tolerado, considerándolas un contrapoder a la hora de interpretar los significados religiosos en sociedad. En el cristianismo, la Inquisición católica o algunas reformas protestantes persiguieron diferentes variantes del misticismo clasificándolas como herejías. En el islam, el sufismo ha experimentado dificultades tras la gran Reforma. El clero del budismo tibetano o japonés arrinconó doctrinalmente algunos enfoques contemplativos que no eran de su agrado debido a sus consecuencias sociales.

Entre los intelectuales occidentales, el misticismo ha tenido defensores y detractores dentro y fuera de las religiones. A partir del siglo XIX, la observación de la religión proveniente del materialismo histórico la considerará de manera crítica. Émile Durkheim la atribuye a una 'efervescencia colectiva' en el contexto social en el que tales experiencias se producen. William James encabezará una interpretación psicológica que enmarcará a la experiencia mística de las religiones como parte de algo mucho más amplio y no exclusivo de ellas. A partir del siglo XX, con autores como Mircea Eliade se abre una nueva etapa más sosegada y científica para el estudio de las religiones y para la consideración de la mística. Actualmente, interpretaciones como las de Csikszentmihalyi hablan de teorías de un «estado de flujo» que puede aparecer en la mente humana realizando diversas actividades que exijan concentración, provocando determinado estado de felicidad. La exploración científica más moderna de los ámbitos de contemplación, éxtasis y meditación común a la mística de las distintas religiones arrojan conclusiones tan espectaculares como abiertas a la especulación, siendo éste un terreno aún tan interesante como inexplorado para la ciencia.[42]

En muchos casos, en las religiones de Asia oriental, la mística y la especulación filosófica no han sufrido tantas dificultades históricas, estando integradas en la práctica religiosa de sus seguidores. En la actualidad los teólogos del cristianismo están divididos, unos apuestan por dar más énfasis a la mística,[43]​ mientras otros abogan por separar la mística de la ciencia, diferenciando la experiencia de la fe de los hechos históricos.[44]​ En el islam, el sufismo gana adeptos con rapidez tanto en Europa como en los países islámicos.[45]

Bibliografía

» ignorado (ayuda)

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Notas

  1. G. LENSKI, El factor religioso (pág. 316). Labor.
  2. C. GEERTZ, La interpretación de las culturas (pág. 89). Gedisa.
  3. Véase el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española («religión»).
  4. Cicerón: De Nat. Deorum (II): «Qui autem omnia quae ad cultum deorum pertinerent diligenter retractarent et tamquam relegerent [...] sunt dicti religiosi ex relegendo».
  5. José FERRATER MORA: Diccionario de filosofía, voz «religión». Buenos Aires: Sudamericana (5.ª edición), 1964.
  6. Lactancio: Institutiones Divinas (4): «Hoc vinculo pietatis obstricti Deo et religati sumus, unde ipsa Religio nomen accepit, non ut Cicero interpretatus est, a relegendo». Esta etimología fue retomada y popularizada por san Agustín, cf. Retractationes (1.13), quien también acepta la etimología propuesta por Cicerón, cf. De Civitate Dei (10.3).
  7. Enciclopedia Cattolica (voz «religión»). Florencia: Sansoni, 1953.
  8. Aulo Gelio, IV,9
  9. Artículo publicado en La Nación, de Buenos Aires, 1940. José Ortega y Gasset Obras Completas Tomo VI
  10. Mircea ELIADE, Enciclopedia delle religioni, vol I: «Oggetto e modalità della credenza religiosa» (voz «religione»). Milán: Jaca Book, 1993, ISBN 88-16-41001-9.
  11. Emile DURKHEIM (1858-1917): Las formas elementales de la vida religiosa. París, 1912.
  12. Otto, Rudolf (2009). Lo numinoso. Colección: Estructuras y Procesos. Religión. Madrid: Editorial Trotta.  – (2001). Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Madrid: Alianza editorial. ISBN 978-84-206-3725-9. 
  13. Relación de lobbies religiosos en EE. UU.; Immanuel Ness: Encyclopedia of Interest Groups and Lobbyists in the United States. Sharpe Inc, 2000.
  14. A vueltas con el crucifijo. J.J. Tamayo, El Pais. [1])
  15. El borrador para una nueva constitución en Tailandia que ignore al budismo ha ocasionado protestas sociales (IHT.com).
  16. Encyclopedia of Islam and the Muslim World (pág. 614-615). McMillan, 2004.
  17. Los Gathas nos dicen que el bien y el mal son dos fuerzas opuestas en el mundo y son el producto de la mente. Los Buenos Pensamientos o Spenta Mainyu estan opuestos a los Malos Pensamientos o Angra Mainyu (Ahriman). Esta es la descripción filosofica de los procesos del pensamiento del hombre. No tiene nada que ver con el dualismo de creer en dos Dioses en el Zoroastrianismo. Ahriman no es una suprema entidad que compite contra Ahura Mazda. Ahura Mazda es el supremo creador monoteísta del universo. (Los Gathas 30-3,4,5). [2].
  18. Zarathushtra’s Philosophy - Basic Overview. [3].
  19. El Bien y el Mal en la Mazdayasna. [4].
  20. La doctrina de la unidad en el zoroastrismo. [5].
  21. Faiths Of Man, J.G.R. Forlong
  22. a b Afrocentric Cults & Public Education in Milwauke http://www.arthurhu.com/2000/07/kemet.txt
  23. Adherents.comadherents.com 2006-10-12]
  24. adherents.com http://www.adherents.com/Na/Na_172.html Adherents.com
  25. Islamicpopulation.com http://www.islamicpopulation.com/
  26. Vipassana Foundation
  27. Malaysia Hindudharma Mamandram http://www.mamandram.org/tools/world-hindu-population.html
  28. Sikhism magazine http://www.sikhs.org/
  29. datos del 2002. Department for Jewish Zionist Education http://www.jafi.org.il/education/100/concepts/demography/demjpop.html
  30. datos de Comunidad Baha'i de España http://www.bahai.es/articulos/comunidad-bahai
  31. a b The Oxford Handbook of Philosophy of Religion. William J. Wainwright.
  32. Buda se opuso a la visión determinista de la existencia y también a la de un teísmo determinista, ambas ideas muy comunes en su tiempo. Ver Bhikkhu Thich Nhat-Tu: Distinction of the Buddha’s Teachings from Brahmanism and Sramanism (UrbanDharma.org).
  33. Das Heilige, 1917.
  34. Mircea ELIADE: Lo profano y lo sagrado. 1964. Intr. «Cuando se manifiesta lo sagrado» y sig.
  35. La religión como especialidad propia se estudia en las principales universidades de Europa y EE. UU. ReligiousWorlds.com.
  36. David Lewis-Williams, y Jean Clottes: Los chamanes de la prehistoria. Ariel, 2001.
  37. R. G. Wasson: Soma: Divine Mushroom of Immortality. Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1971.
  38. Pascal BOYER: «Gods and the Mental Instincts That Create Them». En Science, Religion and the Human Experience de James PROCTOR. R. U.: Oxford University Press, 2005.
  39. cf. J. PEACOCK y T. KIRSCH: The human direction: An evolutionary approach to social and cultural antropology. ISBN 0-390-69884-9.
  40. P. W. PRUYSER: «Sigmund Freud and his Legacy. Psichoanalytic Psychology of Religion» en el libro Beyond Classics? Essays in the Scientific Study of Religion (pág. 243-290). Nueva York, 1973.
  41. Michael ARGYLE: Psychology and Religion. Routledge, 2000.
  42. Zen-Brain Reflections. James H. AUSTIN, M. D. The Massachusetts Institute of Technology Press, 2006
  43. El teológo K. Rahner acuñó la célebre frase «El cristiano del siglo XX será místico o no será». En Elemente der Spiritualität in der Kirche der Zukunft, Schriften zur Theologie (XIV, pág. 375). Einsiedeln: Benziger Verlag, 1980.
  44. Declaraciones de la teóloga Margarita Pintos (presidenta de la Asociación de Diálogo Interreligioso) en la revista española Tiempo, n.º 1322, página 19, 30 de agosto de 2007.
  45. News.BBC.co.uk: «Growing popularity of Sufism in Iran», la creciente popularidad del sufismo en Irán).

Véase también

Enlaces externos