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Hay en estas ficciones, si cabe llamarlas así, una mezcla muy propia del momento vanguardista: predominio de la inteligencia y preferencia por la imagen.
Hay en estas ficciones, si cabe llamarlas así, una mezcla muy propia del momento vanguardista: predominio de la inteligencia y preferencia por la imagen.

Designado Gobernador Civil de Baleares poco antes de Julio de 1936, mantuvo una actitud dubitativa pero dialogante con el General Goded, Comandante Militar y sublevado. Fué neutralizado e ingresado en el psiquiátrico de Palma, hasta su canje. Murió en el exilio mejicano, viviendo de las subvenciones del SERE.

Poco antes de su arresto en Palma, unos pocos exaltados republicanos le pedían armas, a lo que el se negó. Ese aspecto histórico es un eterno adorno pues él, no tenía acceso a autorizar arma alguna, pues estaban en poder de los militares, policias, guardia civil y carabineros, todos declarados partidarios del nuevo régimen.


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Revisión del 21:38 23 ene 2010

Antonio Espina (Madrid, 1894 - 1972) fue un escritor y político español.

Autor polifacético, practicó la novela, la poesía y la crítica literaria. Escribió además biografías y numerosos artículos.

Vanguardista destacado, innovador en la prosa y en el verso, ha sido marginado por la crítica, aunque colegas de tan alto prestigio como Juan Ramón Jiménez reconocieron la originalidad de su talento.

Sus obras de poesía, Umbrales (1918) y Signario (1923), pueden situarse junto a las más personales de su tiempo.

También abordó temas populares, como su conocida biografía del bandolero madrileño Luis Candelas que tenía fama de malhechor "romántico" que no despenaba a sus víctimas y sólo las aligeraba la bolsa, además de tratarlas siempre con exquisita cortesía.

Escritor independiente, se relaciona, por su independencia misma, con autores como Mauricio Bacarisse y Juan José Domenchina, cercanos a veces al ultraísmo, al creacionismo y al surrealismo, sin que se adhirieran plenamente a ninguna de estas escuelas. Los poemas de Espina están escritos con levedad y gracia juguetona, próxima a la desplegada por José Moreno Villa y por Ramón Gómez de la Serna, con quien le unieron muchos lazos de afinidad.

La interpretación habitual de la prosa novelística de Espina ha venido haciéndose con criterios empleados para el estudio de la narrativa decimonónica. Tales criterios no son los adecuados para acercarse a libros que se organizan en unidades narrativas cuyo descifrado reclama la operatividad de un lector no limitado a la recepción pasiva del texto.

José Ortega y Gasset, pensando en la poesía y en la prosa de los años veinte, habló de un álgebra superior de las metáforas. Ciertamente las imágenes rigen la prosa de Espina, cargada de una intención que no se limita al estilo sino que, muy al contrario, alcanza a la sociedad de su tiempo: contra la chabacanería y la vulgaridad escribe Antonio Espina, como escribieron los mejores de su tiempo.

Hay en estas ficciones, si cabe llamarlas así, una mezcla muy propia del momento vanguardista: predominio de la inteligencia y preferencia por la imagen.