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[[Archivo:Anaximander.jpg|thumb|left|150px|[[Anaximandro]], [[Filosofía griega|filósofo griego]], ofreció una idea más elaborada y mantuvo que "la base de toda materia es una sustancia eterna que se transforma en todas las formas materiales conocidas comúnmente. Esas formas, a su vez, cambian y se funden en otras de acuerdo con la regla de la justicia, es decir, una especie de equilibrio y proporción".<ref>Censorinus, De Die Natali, IV, 7.</ref><ref>Pseudo-Plutaco (V, 19).</ref>]] |
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Los [[Filosofía griega|filósofos griegos]] discutieron conceptos que implicaban formas de evolución orgánica. [[Anaximandro]] (aprox. [[610 a. C.|610]]-[[546 a. C.]]) afirmaba que la vida se había desarrollado originalmente en el mar y que más adelante se movió a la tierra, y [[Empédocles]] (aprox. [[490 a. C.]]-[[430 a. C.]]) escribió sobre un origen no sobrenatural de los seres vivos.<ref>{{cita web |url= http://www.iep.utm.edu/e/empedocl.htm#H4|título= Empedocles|fechaacceso=31 de enero de 2010 |autor= Campbell, |
Los [[Filosofía griega|filósofos griegos]] discutieron conceptos que implicaban formas de evolución orgánica. [[Anaximandro]] (aprox. [[610 a. C.|610]]-[[546 a. C.]]) afirmaba que la vida se había desarrollado originalmente en el mar y que más adelante se movió a la tierra, y [[Empédocles]] (aprox. [[490 a. C.]]-[[430 a. C.]]) escribió sobre un origen no sobrenatural de los seres vivos.<ref>{{cita web |url= http://www.iep.utm.edu/e/empedocl.htm#H4|título= Empedocles|fechaacceso=31 de enero de 2010 |autor= Campbell, Gordon.|fecha= |editorial= Internet Encyclopedia of Philosophy.|idioma= Inglés|cita= }}</ref> Empédocles incluso sugirió una forma de selección natural, que [[Aristóteles]] resumió como "cuando todas las partes aparecían tal y como si hubieras sido creadas con un único objetivo, estas cosas sobrevivirían, estando espontáneamente organizadas de una manera apta, mientras que las que crecían de otra manera morían y seguirán muriendo[...]"<ref>{{cita web |url= http://classics.mit.edu/Aristotle/physics.2.ii.html|título= Physics by Aristotle|fechaacceso=31 de enero de 2010 |autor= Hardie, R.P.; R. K. Gaye.|fecha= |editorial= |idioma= Inglés|cita= }}</ref> |
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[[Platón]] (aprox. [[428 a. C.]]-[[348 a. C.]]) fue, en palabras del biólogo e historiador [[Ernst Mayr]], "el gran antihéroe del evolucionismo",<ref>Mayr 1982, p. 304</ref> pues estableció la [[Esencialismo|filosofía del esencialismo]], que llamó [[teoría de las Formas]]. Esta teoría mantiene que los objetos observados en el mundo real no son más que "reflejos" de un número limitado de [[esencia]]s (''eide''). La variación es simplemente el resultado de una reflexión imperfecta de estas esencias constantes. En su [[Timeo (diálogo)|Timaeus]], Platón presentó la idea de que el [[Demiurgo]] había creado el [[cosmos]] y todo lo que hay porque Él es bueno, y por tanto, "[...] libre de celos, Él deseó que todas las cosas fueran como Él". El creador creó todas las formas de vida concebibles, ya que "[...] sin ellas, el universo sería incompleto, pues no contendría todos los tipos de animales que debería contener, si quisiera ser perfecto". Esta idea de que todas las formas de vida potenciales son esenciales para una creación perfecta, recibe el nombre de [[principio de plenitud]], e influyó significativamente en el pensamiento cristiano.<ref name=oet>{{cita web| apellido = Johnston| nombre = Ian| título =Section Three: The Origins of Evolutionary Theory| obra =. . . And Still We Evolve: A Handbook on the History of Modern Science| editorial =Liberal Studies Department, Malaspina University College| año =1999| url =http://www.mala.bc.ca/~johnstoi/darwin/sect3.htm| fechaacceso =11-08-2007}}</ref> |
[[Platón]] (aprox. [[428 a. C.]]-[[348 a. C.]]) fue, en palabras del biólogo e historiador [[Ernst Mayr]], "el gran antihéroe del evolucionismo",<ref>Mayr 1982, p. 304</ref> pues estableció la [[Esencialismo|filosofía del esencialismo]], que llamó [[teoría de las Formas]]. Esta teoría mantiene que los objetos observados en el mundo real no son más que "reflejos" de un número limitado de [[esencia]]s (''eide''). La variación es simplemente el resultado de una reflexión imperfecta de estas esencias constantes. En su [[Timeo (diálogo)|Timaeus]], Platón presentó la idea de que el [[Demiurgo]] había creado el [[cosmos]] y todo lo que hay porque Él es bueno, y por tanto, "[...] libre de celos, Él deseó que todas las cosas fueran como Él". El creador creó todas las formas de vida concebibles, ya que "[...] sin ellas, el universo sería incompleto, pues no contendría todos los tipos de animales que debería contener, si quisiera ser perfecto". Esta idea de que todas las formas de vida potenciales son esenciales para una creación perfecta, recibe el nombre de [[principio de plenitud]], e influyó significativamente en el pensamiento cristiano.<ref name=oet>{{cita web| apellido = Johnston| nombre = Ian| título =Section Three: The Origins of Evolutionary Theory| obra =. . . And Still We Evolve: A Handbook on the History of Modern Science| editorial =Liberal Studies Department, Malaspina University College| año =1999| url =http://www.mala.bc.ca/~johnstoi/darwin/sect3.htm| fechaacceso =11-08-2007}}</ref> |
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Las ideas sobre la evolución fueron expresadas por antiguos [[Filosofía china|filósofos chinos]], como [[Zhuangzi]] (Chuang Tzu), un filósofo taoísta que vivió cerca del [[siglo IV a. C.]] Según [[Joseph Needham]], el [[taoísmo]] rechaza explícitamente el fijismo de las especies biológicas, y los filósofos taoístas especulaban que las especies habían desarrollado características diferentes en respuesta a ambientes diferentes.<ref>Needham & Ronan 1995, p. 101</ref> Los humanos, la naturaleza y los cielos se consideraba que existían en un estado de "transformación constante" conocido como [[Tao]], en contraste con la concepción más estática de la naturaleza típica del pensamiento occidental.<ref>{{cita web|autor = Miller, James|título = Daoism and Nature|editorial = Royal Asiatic Society|fecha=8 de enero de 2008|url = http://www.jamesmiller.ca/RAS%20lecture%20on%20daoism%20and%20nature.pdf|formato=PDF|fechaacceso=15-07-2008}}</ref> |
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El pensamiento evolucionista, la idea de que las especies cambian a lo largo del tiempo, tiene sus orígenes en la antigüedad, en las ideas de los griegos, romanos, chinos y musulmanes. Sin embargo, hasta el siglo XVIII, el pensamiento biológico occidental estaba dominado por el esencialismo, la idea de que las formas de vida permanecen inmutables. Esto comenzó a cambiar cuando, durante la Ilustración, la cosmología evolutiva y la filosofía mecánica se extendieron de las ciencias físicas a la historia natural. Los naturalistas comenzaron a concentrarse en la variabilidad de las especies; la emergencia de la paleontología con el concepto de extinción, minó aún más la concepción estática de la naturaleza. A principios del siglo XIX, Jean-Baptiste Lamarck postuló su teoría de la transmutación de las especies, que fue la primera teoría científica de la evolución completamente formada.
En 1858, Charles Darwin y Alfred Russel Wallace publicaron una nueva teoría evolutiva, que fue explicada en detalle en la obra de Darwin El origen de las especies (1859). A diferencia de Lamarck, Darwin proponía la idea de una descendencia común y un árbol de la vida con muchas ramificaciones. Esta teoría se basaba en la idea de la selección natural, y sintetizaba una gran variedad de pruebas de la cría de animales, biogeografía, geología, morfología y embriología.
La obra de Darwin llevó a la rápida aceptación de la evolución, pero el mecanismo que proponía, la selección natural, no fue ampliamente aceptado hasta la década de 1940.[Nota 1] La mayoría de biólogos argumentaban que otros factores impulsaban la evolución, como la herencia de caracteres adquiridos (neolamarquismo), un impulso innato hacia el cambio (ortogénesis), o grandes mutaciones repentinas (saltacionismo). La síntesis de la selección natural con la genética mendeliana en las décadas de 1920 y de 1930 fundaron la nueva disciplina de la genética de poblaciones. Durante las décadas de 1930 y 1940, la genética de poblaciones se integró con otros campos de la biología, resultando en una teoría evolutiva ampliamente aplicable que comprendía gran parte de la biología; la síntesis evolutiva moderna.
Después del establecimiento de la biología evolutiva, los estudios de las mutaciones y las variaciones en poblaciones naturales, en combinación con la biogeografía y la sistemática, condujeron a sofisticados modelos evolutivos matemáticos y causales. La paleontología y la anatomía comparada permitieron reconstrucciones más detalladas de la historia de la vida. Tras la aparición de la genética molecular en la década de 1950, se desarrolló el campo de la evolución molecular, basado en secuencias proteicas y pruebas inmunológicas, incorporando más tarde estudios del ARN y del ADN. La visión genocéntrica de la evolución se hizo prominente en la década de 1960, seguida por la teoría neutralista de la evolución molecular, encendiendo debates sobre el adaptacionismo, las unidades de selección y la importancia relativa de la deriva genética y de la selección natural. A finales del siglo XX, la secuenciación de ADN condujo a la filogenia molecular y la reorganización del árbol de la vida en el sistema de tres dominios. Además, los factores recientemente reconocidos de la simbiogénesis y la transferencia horizontal de genes introdujeron aún más complejidad a la historia evolutiva.
Antigüedad
Griegos
Los filósofos griegos discutieron conceptos que implicaban formas de evolución orgánica. Anaximandro (aprox. 610-546 a. C.) afirmaba que la vida se había desarrollado originalmente en el mar y que más adelante se movió a la tierra, y Empédocles (aprox. 490 a. C.-430 a. C.) escribió sobre un origen no sobrenatural de los seres vivos.[4] Empédocles incluso sugirió una forma de selección natural, que Aristóteles resumió como "cuando todas las partes aparecían tal y como si hubieras sido creadas con un único objetivo, estas cosas sobrevivirían, estando espontáneamente organizadas de una manera apta, mientras que las que crecían de otra manera morían y seguirán muriendo[...]"[5]
Platón (aprox. 428 a. C.-348 a. C.) fue, en palabras del biólogo e historiador Ernst Mayr, "el gran antihéroe del evolucionismo",[6] pues estableció la filosofía del esencialismo, que llamó teoría de las Formas. Esta teoría mantiene que los objetos observados en el mundo real no son más que "reflejos" de un número limitado de esencias (eide). La variación es simplemente el resultado de una reflexión imperfecta de estas esencias constantes. En su Timaeus, Platón presentó la idea de que el Demiurgo había creado el cosmos y todo lo que hay porque Él es bueno, y por tanto, "[...] libre de celos, Él deseó que todas las cosas fueran como Él". El creador creó todas las formas de vida concebibles, ya que "[...] sin ellas, el universo sería incompleto, pues no contendría todos los tipos de animales que debería contener, si quisiera ser perfecto". Esta idea de que todas las formas de vida potenciales son esenciales para una creación perfecta, recibe el nombre de principio de plenitud, e influyó significativamente en el pensamiento cristiano.[7]
Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.), uno de los filósofos griegos más influyentes, es el primer historiador natural, de quien ha quedado preservada su obra con cierto detalle. Sus escritos sobre biología fueron el resultado de su investigación sobre la historia natural en la isla de Lesbos, y han sobrevivido en forma de cuatro libros, conocidos habitualmente por sus nombres latinos, De anima (sobre la esencia de la vida) , Historia animalium (investigaciones sobre los animales), De generatione animalium (reproducción) y De partibus animalium (anatomía). Las obras de Aristóteles contienen algunas observaciones e interpretaciones notablemente astutas, junto con varios mitos y errores —reflejando el estado desigual del conocimiento en su época.[8] Sin embargo, según Charles Singer, "Nada es más remarcable que los esfuerzos [de Aristóteles] de [exhibir] las relaciones de los seres vivos en forma de scala naturæ".[8] This scala naturæ, described en Historia animalium, clasificaba los organismos en relación a una "Escala de la vida" o "Cadena del ser" jerárquica, situándolos según su complejidad estructural y funcional, de manera que los organismos que presentaban una mayor vitalidad y capacidad de moverse eran descritos como "organismos superiores".[7]
Chinos
Las ideas sobre la evolución fueron expresadas por antiguos filósofos chinos, como Zhuangzi (Chuang Tzu), un filósofo taoísta que vivió cerca del siglo IV a. C. Según Joseph Needham, el taoísmo rechaza explícitamente el fijismo de las especies biológicas, y los filósofos taoístas especulaban que las especies habían desarrollado características diferentes en respuesta a ambientes diferentes.[9] Los humanos, la naturaleza y los cielos se consideraba que existían en un estado de "transformación constante" conocido como Tao, en contraste con la concepción más estática de la naturaleza típica del pensamiento occidental.[10]
Romanos
Tito Lucrecio Caro (fallecido el 50 a. C.), el filósofo y atomista romano, escribió el poema Sobre la naturaleza (De rerum natura), que ofrece la mejor explicación superviviente de las ideas de los filósofos griegos epicúreos. Describe el desarrollo del cosmos, la Tierra, los seres vivos y la sociedad humana por medio de mecanismos puramente naturales, sin ninguna referencia a un agente sobrenatural. Sobre la naturaleza influiría en las especulaciones cosmológicas y evolucionistas de los filósofos y científicos, durante y después del Renacimiento.[11][12]
Agustín de Hipona
Edad Media
La filosofía islámica y la lucha por la existencia
Filosofía cristiana y la escala de la naturaleza
Renacimiento e Ilustración
Algunas teorías evolucionistas exploradas entre el 1650 y en 1800 postulaban que el universo, incluyendo la vida en la Tierra, se había desarrollado mecánicamente, sin ningún tipo de guía divina. Aproximadamente en esta época, la filosofía mecánica de René Descartes empezó a alentar una visión de un universo similar a una máquina que acabaría caracterizando la revolución científica.[13] Sin embargo, muchas de las teorías evolucionistas de aquel tiempo, como las de Gottfried Leibniz y Johann Gottfried Herder, sostenían que la evolución era un proceso fundamentalmente espiritual.[14] En 1751, Pierre Louis Maupertuis fue hacia un terreno más materialista. Escribió sobre modificaciones naturales que tienen lugar durante la reproducción, se acumulan a lo largo de muchas generaciones, y acaban produciendo razas e incluso nuevas especies. Maupertuis anticipó en términos generales el concepto de selección natural (término que comúnmente suele asociarse a Charles Darwin y Alfred Russel Wallace).[15]
Más tarde, en el siglo XVIII, el filósofo natural francés G. L. L. Buffon sugirió que lo que la mayoría de gente denominaba 'especies' en realidad sólo eran variedades marcadas y modificadas por factores ambientales a partir de una forma original. Por ejemplo, creía que los leones, tigres, leopardos y gatos domésticos podían haber tenido un antepasado común. Especulaba que las aproximadamente 200 especies de mamíferos, hasta entonces conocidas, podrían haber descendido de sólo 38 formas originales. Las ideas evolucionistas de Buffon eran limitadas; creía que cada una de las formas originales había aparecido por generación espontánea y que les daban forma unos "moldes internos" que limitaban la cantidad de cambio. Buffon fue uno de los principales naturalistas del siglo XVIII y sus obras, Historia Natural y Las Épocas de la Naturaleza, tuvieron una enorme influencia; estas contenían teorías bien desarrolladas sobre un origen completamente materialista de la Tierra, así como sus ideas cuestionando la fijación de las especies.[16][17]
Entre 1767 y 1792, James Burnett, Lord Monboddo incluyó en sus escritos no sólo la idea de que los hombres habían descendido de los primates sino también que, en respuesta a su medio, los niños habían encontrado maneras de transformar sus características a lo largo de grandes períodos de tiempo.[18] En 1796, el abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin, publicó Zoönomia, que sugería que "todos los animales de sangre caliente han surgido de un filamento viviente".[19] En su poema de 1802 Temple of Nature, describió la aparición de la vida, desde organismos minúsculos que vivían en el barro hasta toda la compleja diversidad actual.[20]
Principios del siglo XIX
Paleontología y geología
En 1796, Georges Cuvier publicó sus descubrimientos sobre las diferencias entre los elefantes vivos y los que aparecían en el registro fósil. Sus análisis demostraron que los mamuts y los mastodontes eran especies diferentes de cualquier animal viviente, poniendo fin así a un largo debate sobre la posibilidad de que se extinguieran las especies.[21] En 1788, James Hutton describió procesos geológicos graduales que funcionaban constantemente a lo largo del "tiempo profundo".[22] William Smith comenzó el proceso de ordenar estratos rocosos mediante la examinación de los fósiles de las capas mientras trabajaba en su mapa geológico de Inglaterra. Georges Cuvier y Alexandre Brongniart publicaron un influyente estudio de la historia geológica de la región circundante de París, basado en la sucesión estratigráfica de las capas de roca. Estas obras contribuyeron a determinar la antigüedad de la Tierra.[23] Cuvier defendía el catastrofismo para explicar los patrones de extinción y sucesión faunal que revelaba el registro fósil.
El conocimiento del registro fósil continuó avanzando rápidamente durante las primeras décadas del siglo XIX. En la década de 1840, los grandes rasgos de la escala geológica estaban quedando claros, y en 1841 John Phillips dio nombre a tres grandes eras, basándose en la fauna predominante de cada una: el Paleozoico, dominado por los invertebrados marinos y los peces; el Mesozoico, la edad de los reptiles, y la actual Cenozoico, la edad de los mamíferos. Esta visión progresiva de la historia de la vida fue aceptada incluso por geólogos ingleses conservadores como Adam Sedgwick y William Buckland, sin embargo, como Cuvier, atribuían la progresión a episodios catastróficos repetidos de extinción seguidos de nuevos episodios de creación.[24] A diferencia de Cuvier, Buckland y algunos otros defensores de la teología natural entre los geólogos británicos se esforzaron para relacionar explícitamente el último episodio catastrófico propuesto por Cuvier al diluvio bíblico.[25][26]
Entre 1830 y 1833, Charles Lyell publicó su obra de varios volúmenes Principles of Geology, que, a partir de las ideas de Hutton, defendía una alternativa uniformitarianista a la teoría catastrofista de la geología. Lyell afirmaba que, en lugar de ser el resultado de eventos cataclísmicos (y posiblemente sobrenaturales), los rasgos geológicos de la Tierra se explican más fácilmente como resultado de las mismas fuerzas geológicas graduales que se observan hoy en día —pero actuando a lo largo de periodos de tiempo inmensamente largos. Aunque Lyell se oponía a las teorías evolucionistas (cuestionando incluso el consenso que el registro fósil demuestra una progresión auténtica), su concepto de que la Tierra era modificada por fuerzas que actuaban gradualmente sobre un periodo largo, así como la inmensa edad de la Tierra que asumían sus teorías, influyó a muchos futuros pensadores evolucionistas como Charles Darwin.[27]
Transmutación de las especies
Jean Baptiste Lamarck propuso, en su Philosophie Zoologique de 1809, una teoría de la transmutación de las especies. Lamarck no creía que todos los seres vivos compartían un ancestro común, sino que las formas de vida sencillas son creadas constantemente por generación espontánea. También creía que una fuerza vital innata impulsaba a las especies a ser más complejas a lo largo del tiempo, avanzando por una escala lineal de complejidad relacionada con la escala de la naturaleza. Lamarck reconoció que las especies estaban adaptadas a su ambiente. Explicó este hecho diciendo que la misma fuerza innata que impulsaba el aumento de la complejidad hacía que los órganos de un animal (o planta) cambiaran según el uso o desuso de estos órganos, al igual que los músculos se desarrollan o atrofian según el ejercicio que hagan. Argumentaba que estos cambios podían ser heredados por la generación siguiente, produciendo una lenta adaptación al medio. Este mecanismo de adaptación secundario por la herencia de rasgos adquiridos sería conocido como lamarckismo e influiría las discusiones de la evolución hasta el siglo XX.[29][30]
Una escuela radical británica de anatomía comparada, que incluía el anatomista Robert Grant, tuvo un contacto muy estrecho con la escuela francesa de Lamarck del "transformacionismo". Uno de los científicos franceses que influyó a Grant fue el anatomista Étienne Geoffroy Saint-Hilaire, cuyas ideas sobre la unidad de las diferentes configuraciones corporales de los animales y la homología de ciertas estructuras anatómicas serían ampliamente influyentes y llevarían a un intenso debate con el su colega Georges Cuvier. Grant se convirtió en una autoridad en la anatomía y reproducción de los invertebrados marinos. Desarrolló las ideas de Lamarck y de Erasmus Darwin sobre la transmutación y el evolucionismo, e investigó las homologías para demostrar la descendencia común. Como joven estudiante, Charles Darwin se unió a Grant en investigaciones del ciclo vital de animales marinos. En 1826, un documento anónimo, escrito probablemente por Robert Jameson, alabó a Lamarck por haber explicado cómo los animales más altos habían "evolucionado" de los gusanos más simples; esta fue la primera utilización de la palabra "evolucionar" en su sentido moderno.[31][32]
En 1844, el editor escocés Robert Chambers publicó anónimamente un libro extremadamente controvertido pero muy leído titulado Vestiges of the Natural History of Creation. Este libro proponía un escenario evolucionista para el origen del sistema solar y de la vida en la Tierra. Afirmaba que el registro fósil indicaba una ascensión progresiva de los animales, y los animales actuales son ramas de una línea principal que lleva progresivamente a la humanidad. Implicaba que las transmutaciones llevan a la ejecución de un plan preconcebido que había sido tejido en las leyes que gobiernan el universo. Este sentido, era menos materialista que las ideas radicales como Robert Grant, pero su implicación que los humanos sólo eran el último peldaño en la ascensión de la vida animal ofendió a muchos pensadores conservadores. El alto perfil del debate público sobre Vestiges, con su presentación de la evolución como un proceso progresivo, influyó mucho en la percepción de la teoría darwiniana una década más tarde.[33][34]
Las ideas sobre la transmutación de las especies estaban asociadas con el materilismo radical de la Ilustración, y fueron atacadas por pensadores más conservadores. Georges Cuvier atacó las ideas de Lamarck y Geoffroy Saint-Hilaire, estando de acuerdo con Aristóteles en que las especies eran inmutables. Cuvier creía que las partes individuales de un animal estaban demasiado estrechamente relacionadas como para que una de ellas cambiara independientemente de las otras, y argumentaba que el registro fósil mostraba patrones de extinciones catastróficas seguidas de repoblaciones, y no un cambio gradual a lo largo del tiempo. También indicó que los dibujos de animales y las momias de animales de Egipto, que tenían miles de años de antigüedad, no presentaban ninguna diferencia respecto a los animales modernos. La fuerza de los argumentos de Cuvier y su reputación científica hicieron que las ideas transmutacionales permanecieran marginales durante décadas.[35]
En Gran Bretaña, la filosofía de la teología natural permaneció influyente. El libro de 1802 de William Paley Natural Theology, con su famosa analogía del relojero, fue escrito al menos parcialmente como respuesta a las ideas transmutacionales de Erasmus Darwin.[36] Los geólogos influidos por la teología natural, como Buckland y Sedgwick, tomaron la costumbre de atacar las ideas evolucionistas de Lamarck, Grant y The Vestiges of the Natural History of Creation.[37][38] Aunque el geólogo Charles Lyell se oponía a la geología sacra, también creía en la inmutabilidad de las especies, ya sus Principles of Geology (1830-1833) criticaron el desarrollo de las teorías lamarckianas.[27] Idealistas como Louis Agassiz y Richard Owen creían que cada especie era fija e inmutable porque representaba una idea en la mente del creador. Pensaban que las relaciones entre las especies podían ser discernidas a partir de patrones del desarrollo embriológico, así como el registro fósil, pero que estas relaciones representaban un patrón subyacente de pensamiento divino, con una creación progresiva que llevaba a una mayor complejidad y culminaba con la humanidad. Owen desarrolló la idea de "arquetipos" de la mente Divina que producen una secuencia de especies relacionadas para homologías anatómicas, como los miembros de los vertebrados. Owen encabezó una campaña pública que consiguió marginar a Robert Grant de la comunidad científica. Darwin utilizaría las homologías analizadas por Owen en su propia teoría, pero el severo trato que recibió Grant y la controversia alrededor de Vestiges contribuyeron a su decisión de retrasar la publicación de sus ideas.[32][39][40]
Antecesores de la selección natural
Varios autores anticiparon aspectos de la teoría de Darwin, y en la tercera edición de El origen de las especies, publicada en 1861, Darwin llamó aquellos de los que tenía conciencia en un apéndice introductorio, Un esbozo histórico del progreso reciente de la opinión sobre el origen de las especies, que amplió en ediciones posteriores.[41]
En 1813, William Charles Wells leyó ante la Royal Society ensayos que asumían que había habido una evolución de los humanos, y reconocían el principio de la selección natural. Charles Darwin y Alfred Russel Wallace no estaban al corriente de esta obra cuando publicaron conjuntamente su teoría en 1858, pero Darwin reconoció más tarde que Wells había reconocido el principio antes que ellos, escribiendo que la obra An Account of a White Female, part of whose Skin resembles that of a black ( "Informe sobre una hembra blanca, de la cual una parte de la piel se asemeja a la de un negro") fue publicada en 1818, y que "[él] reconoce claramente el principio de la selección natural, y éste es el primer reconocimiento al ser indicado, pero sólo lo aplica a las razas humanas, y únicamente a ciertos rasgos".[42] Cuando Darwin estaba desarrollando su teoría, fue influido por el "sistema natural" de clasificación de Agustin de Candolle, que enfatizaba la guerra entre especies competidoras.[43][44]
Patrick Matthew escribió en su "oscuro" libro Naval Timber & Arboriculture (1831) sobre una "adaptación continua de la vida en las circunstancias[...] [La] descendencia de los mismos padres, bajo circunstancias muy diferentes, pueden, en varias generaciones, ser incluso especies diferentes, incapaces de reproducirse entre ellas".[45] Charles Darwin descubrió esta obra tras la publicación inicial de El origen. En el breve esbozo histórico que Darwin incluyó en la tercera edición dice que: "Desafortunadamente, la idea fue expuesta por el Sr.. Matthew muy brevemente en un apéndice de una obra sobre un tema diferente[...] Sin embargo, vio claramente toda la fuerza del principio de la selección natural".[46] Es posible observar toda la historia de la biología desde los antiguos griegos hacia adelante y descubrir anticipaciones de casi todas las ideas clave de Darwin. Sin embargo, como dice el historiador de la ciencia Peter J. Bowler, "Con una combinación de teorías audaces y una evaluación detallada, Darwin encontró un concepto de la evolución que era único en su tiempo". Bowler continúa diciendo que la simple prioridad por sí sola no es suficiente para asegurarse un lugar en la historia de la ciencia, hay que desarrollar una idea y convencer a los demás de su importancia para que tenga un impacto real.[47]
En su ensayo sobre la recepción de El origen de las especies, Thomas Henry Huxley dijo:
La sugerencia que las nuevas especies podrían resultar de la acción selectiva de condiciones externas sobre las variaciones del tipo específico que presenta cada individuo, y que calificamos de espontáneas porque lo ingnoramos en causa, es tan desconocido por el historiador de las ideas científicas como lo era por los especialistas biólogos antes de 1858. Sin embargo, esta sugerencia es la idea central de El origen de las especies, y contiene la quintaesencia del darwinismo.[48]
Selección natural
Los patrones biogeográficos que observó Charles Darwin en lugares como las islas Galápagos durante el viaje del Beagle hicieron que pusiera en duda la fijación de las especies, y en 1837 inició el primero de una serie de libros de notas secretos sobre la transmutación. Las observaciones de Darwin le llevaron a ver la transmutación como un proceso de divergencia y ramificación, en lugar de la progresión en escala concebida por Lamarck y otros. En 1838 leyó la nueva sexta edición de Ensayo sobre el principio de la población, escrito en el siglo XVIII por Thomas Malthus. La idea malthusiana que el crecimiento de la población lleva a una lucha por la supervivencia, combinada con el conocimiento de Darwin sobre cómo seleccionaban los ganaderos los rasgos interesantes, llevó al nacimiento de la teoría de la selección natural de Darwin. Darwin pasa veinte años sin publicar sus ideas sobre la evolución. Sin embargo, sí que las compartió con algunos otros naturalistas y amigos, empezando por Joseph Hooker, con quien discutió sobre su ensayo no publicado de 1844 sobre la selección natural. Durante este período, utilizó el tiempo que le quedaba del resto de su trabajo científico para refinar lentamente sus ideas y, consciente de la intensa controversia en torno a la transmutación, acumular pruebas para apoyarlas.[40][49][50]
A diferencia de Darwin, Alfred Russel Wallace, influido por el libro Vestiges of the Natural History of Creation, ya sospechaba la existencia de la transmutación de las especies cuando empezó su carrera como naturalista. En 1855, las observaciones biogeográficas llevadas a cabo durante su trabajo de campo en Sudamérica y la Insulindia ya le habían dado la confianza necesaria en un patrón ramificándose de la evolución como para publicar un documento en el que afirmaba que cada especie se originó en gran proximidad a una especie muy próxima ya existente. Como en el caso de Darwin, fue la consideración de Wallace de cómo las ideas de Malthus se podían aplicar a poblaciones de animales que lo llevó a conclusiones muy similares a las de Darwin sobre el papel de la selección natural. En febrero de 1858, desconociendo las ideas no publicadas de Darwin, Wallace plasmó sus pensamientos en un ensayo que envió a Darwin, pidiéndole su opinión. El resultado fue que publicaron conjuntamente en julio siguiente un extracto del ensayo de 1844 de Darwin junto con la carta de Wallace. Darwin también comenzó a trabajar con dedicación en El origen de las especies, que publicaría en 1859.[51]
De 1859 a 1930: Darwin y su llegada
Aplicación a los humanos
Alternativas a la selección natural
Genética mendeliana, biometría y mutación
De 1920 a 1940
Genética de poblaciones
Síntesis evolutiva moderna
De 1940 a 1960: biología molecular y evolución
Finales del siglo XX
Visión genocéntrica
Sociobiología
Rutas y procesos evolutivos
Microbiología y transferencia horizontal de genes
Biología evolutiva del desarrollo
Teorías evolucionistas no convencionales
Punto Omega
La teoría no científica de Pierre Teilhard de Chardin, la teoría del punto Omega, describe el desarrollo gradual del universo desde las partículas subatómicas hasta la sociedad humana, que consideraba su fase y objetivo final.
Hipótesis de Gaia
Se ha considerado que las ideas de Teilhard de Chardin están conectadas a la teoría de Gaia, más específica, de James Lovelock, que sugirió que las partes vivientes y no vivientes de la Tierra pueden ser vistas como un sistema complejo de interacciones con semejanzas con un organismo único.[52] La hipótesis de Gaia también ha sido considerada por Lynn Margulis,[53] y otros como una extensión de la endosimbiosis y la ectosimbiosis.[54] Esta hipótesis modificada postula que todos los seres vivos tienen un efecto regulador sobre el medio de la Tierra que promueve la vida en general.
Transhumanismo
Los futuristas han visto a menudo el progreso científico y tecnológico como una continuación de la evolución biológica. Entre ellos, los transhumanistas a menudo ven esta evolución tecnológica por sí misma como un objetivo de su filosofía, posiblemente en forma de singularidad tecnológica.
Notas
- ↑ No obstante, existen corrientes creacionistas que rechazan la selección natural y mantienen la idea del diseño inteligente, según la cual el hombre y el universo fueron creados ya sea por uno o varios entes divinos.
Fuentes
Referencias
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- Este artículo incorpora texto de una publicación sin restricciones conocidas de derecho de autor: Varios autores (1910-1911). «Encyclopædia Britannica». En Chisholm, Hugh, ed. Encyclopædia Britannica. A Dictionary of Arts, Sciences, Literature, and General information (en inglés) (11.ª edición). Encyclopædia Britannica, Inc.; actualmente en dominio público.
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