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La cultura olmeca alcanzó su apogeo a partir del [[1000 a. C.|1000 a. C.]], teniendo como centro cívico, cultural y religioso a la ciudad de [[La Venta]], ubicada en un islote de 5km², rodeado de pantanos, en el municipio tabasqueño de [[Huimanguillo]], a 120[[km]] de la capital. En esta ciudad se encuentra la que está considerada como la pirámide más antigua del nuevo mundo, la Pirámide Principal; en La Venta también se encontraron algunas [[cabeza olmeca|cabezas colosales]], características de esta cultura. La Venta posiblemente sustituyó a San Lorenzo como principal asentamiento en la región y declinó hacia [[400 a. C.|400 a. C.]]
La cultura olmeca alcanzó su apogeo a partir del [[1000 a. C.|1000 a. C.]], teniendo como centro cívico, cultural y religioso a la ciudad de [[La Venta]], ubicada en un islote de 5km², rodeado de pantanos, en el municipio tabasqueño de [[Huimanguillo]], a 120[[km]] de la capital. En esta ciudad se encuentra la que está considerada como la pirámide más antigua del nuevo mundo, la Pirámide Principal; en La Venta también se encontraron algunas [[cabeza olmeca|cabezas colosales]], características de esta cultura. La Venta posiblemente sustituyó a San Lorenzo como principal asentamiento en la región y declinó hacia [[400 a. C.|400 a. C.]]


Otros sitios importantes de esta cultura se hallan en Veracruz, [[Zona Arqueológica de San Lorenzo|San Lorenzo]] y [[Zona arqueológica de Tres Zapotes|Tres Zapotes]] son los más relevantes. La decadencia de la cultura Olmeca comenzó hacia el [[600 a. C.|600 a. C.]], desapareciendo completamente hacia el [[100 a. C.|100 a. C.]]; sin embargo, legaron a las culturas posteriores, [[maya]]s y [[zoque]]s; la construcción de pirámides, el calendario, la numeración y el cero, la escultura monumental y la talla en piedra, jade y cristal de rocajduyrnmnakoiw,mdjkdosmx sksc dndnh yenkapq hdn,u
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=== Los Mayas ===
=== Los Mayas ===

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Tabasco Precolombino

Los Olmecas

Cabeza olmeca, La Venta

En el territorio de lo que hoy son los estados de Tabasco y Veracruz, floreció la cultura Olmeca; considerada la "madre" de la civilización mesoamericana. Surgió hacia el 1500 a. C., cuando pequeños grupos de agricultores se asentaron en las costas veracruzanas y tabasqueñas del Golfo de México, desarrollaron un calendario y un sistema de numeración, los cuales sentaron la base para el posterior desarrollo del calendario maya.

Los olmecas desarrollaron un estilo artístico que se distingue por la monumentalidad y la representación de personajes religioso-militares con rasgos ligeramente deformes, como la nariz ancha y achatada, los ojos oblicuos y ligeramente rasgados, y la boca gruesa y curveada hacia abajo. También se caracterizaron por el culto al jaguar, que aparece con frecuencia en representaciones de dioses y de figuras humanas con rasgos ligeramente felinos.

Algunos académicos aseguran que las representaciones olmecas de figuras humanas evidencian una civilización afro-mexicana. El estilo escultórico de las cabezas colosales, del cabello, armaduras y joyería, es extremadamente similar a los estilos pertenecientes a civilizaciones encontradas en el oeste de África y cerca de Egipto.

La cultura olmeca alcanzó su apogeo a partir del 1000 a. C., teniendo como centro cívico, cultural y religioso a la ciudad de La Venta, ubicada en un islote de 5km², rodeado de pantanos, en el municipio tabasqueño de Huimanguillo, a 120km de la capital. En esta ciudad se encuentra la que está considerada como la pirámide más antigua del nuevo mundo, la Pirámide Principal; en La Venta también se encontraron algunas cabezas colosales, características de esta cultura. La Venta posiblemente sustituyó a San Lorenzo como principal asentamiento en la región y declinó hacia 400 a. C.

Otros sitios importantes de esta cultura se hallan en Veracruz, San Lorenzo y Tres Zapotes son los más relevantes. La decadencia de la cultura Olmeca comenzó hacia el 600 a. C., desapareciendo completamente hacia el 100 a. C.; sin embargo, legaron a las culturas posteriores, mayas y zoques; la construcción de pirámides, el calendario, la numeración y el cero, la escultura monumental y la talla en piedra, jade y cristal de roca.

Los Mayas

Zona Arqueológica de Comalcalco

Posteriormente a los olmecas, en Tabasco se asentaron también grupos mayas y zoques; entre los asentamientos mayas encontrados, destacan las ruinas de la Zona Arqueológica de Comalcalco, en el municipio del mismo nombre; una necrópolis del período clásico maya (del siglo I a. C. al IX d.C) construida con ladrillos y estuco de concha de ostión. Este sitio está considerado como el más occidental de la cultura maya, ubicado aproximadamente a 60km al noreste de la ciudad de Villahermosa. La ciudad se desarrolló entre los años 700 y 900 de nuestra era.

En el municipio de Tenosique se encuentra la Zona Arqueológica de Pomoná; otra ciudad ceremonial maya, construida sobre colinas en la margen izquierda del Usumacinta y dividida en seis conjuntos arquitectónicos. Este sitio fue descubierto en 1959 por un grupo de campesinos durante una inspección de las tierras para uso agrícola; data del período clásico, alcanzando su máximo esplendor en el clásico tardío para finalmente decaer en el período posclásico temprano.

La Zona arqueológica de Reforma es un sitio de menor importancia; localizado en el municipio de Balancán. La zona no ha sido explorada en su totalidad y se conoce muy poco sobre su desarrollo, salvo que ya existía hacia el año 633. Pertenece al grupo de ciudades de la cuenca del Usumacinta, al igual que Palenque, Bonampak y Pomoná.

Como la piedra escasea en Tabasco, los mayas de esta zona se consideran como el primer pueblo de América que utilizó ladrillos de barro cocido. Las ciudades mayas de Tabasco mantuvieron importantes nexos con centros importantes del mundo maya, como Palenque, Tikal y Uxmal.

La conquista y la colonia

El primer español que descubrió la región que hoy comprende el estado de Tabasco, fue el conquistador Juan de Grijalva, quien el 8 de junio de 1518 arribó a la desembocadura de un gran río; la tripulación llamó a éste, río Grijalva, en honor a su capitán. A partir de esta primera expedición; se envió, desde Cuba, una segunda expedición, al mando del conquistador Hernán Cortés; la cual se introdujo por la desembocadura del Grijalva en tierras del señorío chontal de Acalán.

Cortés arribó a Tabasco el 12 de marzo de 1519 y después de derrotar en una cruenta batalla conocida como la "Batalla de Centla", a los naturales del pueblo de Potonchán, fundó el 25 de marzo la Villa de Santa María de la Victoria; que sería la primera población española en México; cerca de la actual ciudad de Frontera en el municipio de Centla. Ese mismo día, el capellán Juan Díaz ofició una de las primeras misas cristianas en el territorio continental.

Como tributo a los vencedores, los naturales obsequiaron a Cortés 20 mujeres y otras prendas, entre las cuales estaba Malintzin Tenépal, la Malinche; quien fue pieza clave en la conquista del imperio Azteca al servir de intérprete, primero traduciendo del náhuatl al maya y después directamente al castellano. Fue también en tierras tabasqueñas, en una población llamada Canitzan en el municipio de Tenosique donde Cortés mandó ejecutar al último Tlatoani de Tenochtitlan, Cuauhtémoc.

En 1525 Juan de Vallecillo se convierte en el primer gobernador de la naciente provincia de Tabasco, pero fracasa en lograr su pacificación. Un año más tarde, Baltasar Osorio fracasa en la misma empresa.

En 1529 Francisco de Montejo es nombrado gobernador de la Provincia de Tabasco, quien es encargado de su pacificación, lo que logra hasta 1535 y desde aquí inicia la conquista de Yucatán; una vez que lo consigue, nombra a su hijo Francisco de Montejo y León "el Mozo" Alcalde Mayor de la provincia de Tabasco; éste introduce el primer ganado bovino de la región.

Pese a ser la primera posesión de la corona española en México, los conquistadores tardaron más de 40 años en pacificar la provincia debido a la férrea resistencia de los aborígenes. Una vez lograda la paz, Tabasco es anexado a la Capitanía de Yucatán. Abandonado por las autoridades de la corona, la provincia de Tabasco durante más de 100 años, es azotada por los piratas quienes destruyen las principales poblaciones. Hasta que en 1717 las fuerzas tabasqueñas al mando de Juan de Amestoy derrotan y expulsan a los piratas de la isla de Tris y fundan la villa de Nuestra Señora del Carmen. La provincia pasó en el más completo abandono los 302 años de dominio español, hasta la independencia en 1821.

Ver también: Conquista de Tabasco

México Independiente

El 31 de agosto de 1821; por mandato de Antonio López de Santa Anna, se proclamó en Tabasco la Independencia de la Corona Española y el 8 de septiembre se juró el Plan de Iguala; el capitán Juan Nepomuceno Fernández Mantecón encabezó esta misión y fue posteriormente nombrado como el primer gobernador de la provincia, aunque fue acusado de varios delitos y sustituido por don Manuel María Leyton en 1822; a quien siguió el coronel José Antonio Rincón hasta [[1810

Lo anterior ocurrió durante el Primer Imperio Mexicano. No fue sino hasta la proclamación de la Constitución Mexicana de 1824, que se puede hablar de Tabasco como un Estado integrante de los Estados Unidos Mexicanos, específicamente, cuando el 3 de mayo de 1824 se erige el primer congreso del estado libre, independiente y soberano de Tabasco, y desde ese año, el estado decide, oficialmente, formar parte de la República.

Proclamación de Independencia en 1821

Habían transcurrido tres siglos de sujeción a la Corona Española y Tabasco, seguía arrinconado en su melancólica existencia, cuando en septiembre de 1810 estalló, muy lejos del Sureste, en Dolores, Guanajuato la lucha que habría de culminar, 11 años más tarde, con la declaración de Independencia. La marginación geográfica y de toda índole explica la tardanza con que aquí repercutió la demanda libertaria.

Hubieron de pasar cuatro años para que don José María Jiménez profiriera el grito de insurrección en Tabasco; no obstante, su iniciativa no encontró suficiente eco y don José María fue condenado a prisión. Entretanto, el 24 de mayo de 1815, se levantaron actas de adhesión a la Corona Española.

La violencia se recrudecía por otros rumbos y los españoles perdían terreno paulatinamente hasta que, en 1821 México obtuvo su independencia política con respecto a la Corona Española.

Ese mismo año, el coronel Antonio López de Santa Anna envió a Tabasco una expedición, encabezada por el capitán Juan Nepomuceno Fernández, quien traía el encargo de proclamar la Independencia lo que sucedió el 7 de septiembre de 1821 cuando entró triunfal a la ciudad de San Juan Bautista provocando la huida hacia Campeche del último Gobernador colonial Angel del Toro. Y el 8 de septiembre a las 9 de la mañana, las autoridades tabasqueñas juraron el Plan de Iguala con lo que Tabasco se adhería al imperio mexicano.

Iturbide y la República

A partir del memorable 8 de septiembre de 1821, cuando se prestó juramento al Plan de Iguala, Tabasco quedó incorporado al México independiente. El primer gobernador fue don Juan N. Fernández, quien no permaneció mucho tiempo en su puesto ya que fue acusado de varios delitos, enjuiciado y destituido de su investidura. Lo sustituyó don Manuel María Leyton en 1822. Poco después se conoció la noticia de que Agustín de Iturbide se había proclamado emperador. Tomó entonces posesión de la gubernatura tabasqueña el coronel José Antonio Rincón, quien permaneció en su cargo hasta 1823 cuando, Antonio López de Santa Anna instituyó la República.

México había comenzado su vida independiente con un intento fallido de monarquía y no pudo hablarse de Tabasco como Estado sino hasta la instauración de la República Federal, más propiamente, hasta que se asentó en la Constitución de 1824 que el territorio tabasqueño formaba parte de la República. Ese mismo año se estableció la primera legislatura local y ésta misma eligió a don Agustín Ruiz de la Peña como gobernador interino. El 5 de febrero de 1825 se publicó la primera Constitución Política del Estado, la cual constaba de 11 capítulos y de 224 artículos, en ese año llegó la primera imprenta a Tabasco.

Los primeros pasos del naciente estado no podían ser sencillos. A los conflictos políticos que debió afrontar como consecuencia del movimiento independentista se añadieron los problemas económicos que el territorio arrastraba desde la época colonial. Aunado a esto hubo que hacer frente a dos epidemias de cólera, probablemente las más graves de que se tenga antecedente en la región.

Centralistas y Federalistas

La inestabilidad que caracterizó a aquella época, tenía que repercutir con turbulencia en una región hasta entonces tan precariamente organizada. Al principio, como en todo comienzo, la situación se presentó desordenada pero hacia 1829 empezó a aclararse. Hay que recordar que en aquel año Vicente Guerrero, Presidente de la República, aplastó el intento español de reconquistar a México a través del general Isidro Barradas, quien invadió al país por el puerto de Tampico. El que impidió directamente que la reconquista se llevara a cabo fue Santa Anna quien, por ese hecho, se volvió un héroe nacional.

Pero, un año más tarde, el Vicepresidente Anastasio Bustamante ocupaba el poder y durante su gestión es arteramente asesinado don Vicente Guerrero, acto que volvió a complicar, ciertamente, todo el panorama.

En Tabasco actuaban dos bandos: uno, encabezado por Ruiz de la Peña quien apoyaba a los federalistas y otro por Marcelino Margalli, favorecía a los centralistas. Esa pugna local era un reflejo de la lucha a veces sorda, a veces desembozada que federalistas y centralistas libraban en el país y que sólo comenzaría a resolverse, en definitiva, a partir del triunfo de la Revolución de Ayutla a mediados de siglo.

En Yucatán y Campeche sucedía algo similar. El día 6 de noviembre de 1829 los militares de Campeche se sublevaron contra la Federación y proclamaron la República Centralista. La repercusión no se hizo esperar: quince días después un grupo de tabasqueños se unió a ese movimiento rebelde y levantaron un acta de 9 artículos en donde declaraban que en Tabasco se adoptaría el sistema centralista.

En la capital de la República la situación era tensa, inquietante: Anastasio Bustamante (1830- 1832) hacía esfuerzos por estabilizar la situación política y la vida económica del país. Si el federalismo había triunfado en 1824, lo había hecho a costa del compromiso con los fueros y privilegios que reclamaban la iglesia y el ejército. La paz, en consecuencia, era frágil. En 1832, algunos militares liberales acuciados por el recuerdo de Guerrero, se levantaron contra el gobierno de Bustamante. En Tabasco ocupaba la gubernatura del estado José Rovirosa quien, al conocer los hechos, juro lealtad al presidente Bustamante pero el gobernador Rovirosa falleció ese mismo año y fue sustituido por Manuel Buelta.

Una de las primeras acciones que Buelta dio en su calidad de gobernador fue sancionar el decreto que otorgaba a Antonio López de Santa Anna el título de Libertador de la Patria y de las Instituciones Federales, en recuerdo de la derrota que causo a Barradas. Corría el año de 1833, infortunado por muchos motivos, entre otros por aquella epidemia de cólera que diezmó a la población mexicana y que alcanzó a Tabasco causando gravísimos estragos entre sus habitantes, que aún no encontraban la estabilidad política en su territorio.

Mientras esto sucedía en Tabasco, en el resto de la república la lucha de los centralistas contra los federalistas seguía en plena efervescencia. El estado de Veracruz se pronunciaba por el centralismo y el de Zacatecas por el federalismo. A fin de cuentas, resultó victorioso el bando centralista: en 1836 se promulgó la Constitución Centralista, conocida también como las Siete Leyes.

Pero los liberales tabasqueños no estaban de acuerdo y decidieron rebelarse contra el centralismo encabezados por don Fernando Nicolás Maldonado.

La resistencia fue dura y finalmente, los federalistas tabasqueños fueron temporalmente derrotados.


Separación de Tabasco de México

En el año de 1840 estalla en Tabasco una guerra civil entre federalistas y centralistas, que desemboca en el triunfo de los federalistas, ocasionando la renuncia del Gobernador. Estos hechos molestaron al Presidente Anastasio Bustamante, quien impone fuertes sanciones al estado, como fue la de quitar la categoría de puerto a la ciudad de San Juan Bautista (hoy Villahermosa).

El 13 de febrero de 1841 el Gobernador de Tabasco Victorio Victorino Dueñas decreta la separación de Tabasco de México , en protesta por las sanciones impuestas por el Presidente Anastacio Bustamante y además por la intención de implantar en México una República Centralista. El Congreso del Estado, le da al Gobernador las facultades de Presidente y se crean dos Ministerios: el de Guerra y Marina y el de Finanzas.

Por esas fechas, viene a Tabasco una comisión de Yucatán con la intención de proponerle a las autoridades tabasqueñas la formación de una república separada de México, conformada por las dos entidades, sin embargo dicha propuesta no fructifica.

Ese año, los poderes creados por la Constitución de 1836 fueron declarados nulos y tomó posesión de la presidencia el general López de Santa Anna, quien envía una comisión a Tabasco, para convencer a las autoridades tabasqueñas de regresar a la Unión, garantizandoles el levantamiento de las sanciones impuestas por Bustamante y la instauración en el País de una República Federal. Es así como el 2 de octubre de 1841, se firma el acuerdo para el regreso de Tabasco a la Unión, finiquitándose el 2 de diciembre de 1842, en que Tabasco se reincorpora definitivamente a México.

Durante los años siguientes Santa Anna gobernó sin Constitución y no fue sino hasta 1843 cuando se decretó una nueva carta: las Bases de Organización Política de la República Mexicana, o Bases Orgánicas de 1843, que intentaron ganarse al clero y al ejército con fueros y privilegios y otorgar el poder, simple y llanamente, al partido conservador.

En términos muy generales, ésta era la situación que preva!ecía en la república; naturalmente, el descontento seguía creciendo y los federalistas no cejaban en sus intentos por recobrar el poder. Finalmente, en 1846 lo obtuvieron de nueva cuenta encabezados por don Valentín Gómez Farías en la vicepresidencia de la república.

Pero se avecinaba un acontecimiento trágico para la nación: la guerra con los Estados Unidos de Norteamérica. Los federalistas se vieron forzados recurrir al hombre fuerte para que intentara organizar la defensa del país, aunque ahora, con base en la Constitución de 1824.

Intervención norteamericana en Tabasco

En el año de 1846 se dio la primera intervención extranjera en el estado de Tabasco, esto sucedió en el siguiente contexto:

Como es de todos sabido, la invasión de (1846-1847) tuvo su origen, con el propósito de anexarse la porción de territorio nacional que correspondía a la parte del Norte del país, zona limítrofe, con los Estados Unidos. Si descontamos Texas que ya había sido perdida en 1836 en la «batalla» de San Jacinto contamos además, el territorio de Nuevo México y el de la Alta California. En total, 1.528,241 km²: 689,836 de Texas y 838,405 de Nuevo México y Alta California.

De este territorio se formaron los estados de Texas, Nuevo México, Arizona, California, Nevada, Utah y parte de Colorado, Oklahoma, Kansas y Wyoming, de los Estados Unidos. La situación era previsible: por un lado aquellas regiones se hallaban habitadas en buena medida por colonos anglosajones, quienes mostraban descontento de pertenecer a México. Por otra parte, en los Estados Unidos se perfilaba ya de manera bastante clara, la teoría expansionista en la que ese estado habría de basar su política durante las épocas siguientes. Comenzaba a ser ya una república imperial.

En esas circunstancias, las probabilidades de México de lograr retener aquel territorio eran prácticamente nulas si tomamos en cuenta, sobre todo, que las fluctuaciones políticas internas a las que había tenido que enfrentarse el naciente Estado; por no haber podido resolver sus problemas sociales desde la independencia lo tenían virtualmente en bancarrota. No obstante, los mexicanos lucharon con gran valor por defender su integridad. El 6 de julio de 1846, México se vio obligado a defenderse, iniciándose la guerra con Estados Unidos.

Por aquellas fechas, la guarnición de Tabasco se encontraba encabezada por el comandante general Juan Bautista Traconis; cuatro meses habían transcurrido desde la declaración de guerra cuando, en octubre de 1846, los americanos sitiaron Veracruz y su siguiente paso fue enviar a Tabasco una cuadrilla al mando del comodoro Mathew C. Perry. A continuación relata los hechos el propio comandante Juan Bautista Traconis: « El 21 de octubre de 1846 se avistó frente a la barra de Frontera una goleta, que suponiéndola, mercante, salió en busca de ella para meterla; más al aproximarse a su bordo advirtió que era norteamericana y de guerra ».

El 22 se avistaron otros buques; el 23 en la mañana entraron todos y tomaron posesión de Frontera, que se hallaba sin guarnición de ninguna clase. El 24 a las seis de la tarde, se recibió el parte de aquella invasión, día en que precisamente habían emprendido su marcha sobre la capital, el 25 a las doce del día llegaron frente a la población de SanJuan Bautista. En este estado mandaron imponer la rendición, manifestando a la vez, que de no efectuarse en quince minutos, demolerían la plaza y pasarían después a cuchillo a toda la guarnición; y como a esto no se les contestó sino que se les esperaba, regresaron los comisionados a bordo y rompieron en el acto sus fuegos, bombardeando la ciudad, que asaltaron después por cinco ocasiones sin obtener el menor éxito favorable. El 26 al rayar el día repitieron con más actividad sus fuegos de artillería sobre la plaza y la volvieron a asaltar por dos ocasiones mas, en que sin lograr ventaja alguna en el primero, en el segundo fueron derrotados completamente, hasta el extremo de haber abandonado el campo. Toda la cuadrilla salió después para Veracruz, dejando en Frontera dos buques de guerra para impedir el comercio y bloquear la entrada de toda ayuda a la capital [[San Juan Bautista.

Una vez que los norteamericanos salieron de Tabasco y éste se encontraba ya aparentemente pacificado, el comandante Juan Bautista Traconis, molesto por la negativa del gobierno a enviarle ayuda económica y militar, se pronunció en rebeldía decretando la separación de Tabasco de México. Como respuesta, el entonces gobernador interino de Tabasco don Justo Santa Anna le hizo frente y una revuelta lo destituyó de su puesto.

Véase también:Separación de Tabasco en 1841 y 1846

Al año siguiente (1847), en junio, los norteamericanos se aprestaban nuevamente a invadir Tabasco, el día 16 se presentó el enemigo en la capital lo que provoca fuertes combates en San Juan Bautista (hoy Villahermosa); los tabasqueños defendieron valientemente su territorio hasta que, agotados por la falta de recursos para defenderse, tuvieron que abandonar la plaza, trasladando las autoridades los poderes a la Villa de Tacotalpa, el Comodoro Perry, nombra al General Vant Brunt Gobernador Interino de Tabasco.

Posteriormente y debido a la fuerte guerrilla tabasqueña que trabó férreos combates con el ejército norteamericano en las afueras de San Juan Bautista, los norteamericanos desocupan la ciudad en la que permanecieron 35 días más, después de los cuales se retiraron no sin antes incendiar y devastar gran parte de la ciudad, dejándola totalmente destruida e incendiada.

Mientras tanto, en el centro de la república tenían lugar algunos sucesos de gran trascendencia: los norteamericanos habían logrado llegar hasta la capital, a pesar de la defensa heroica de nuestros compatriotas. Sin embargo, los invasores resultaron victoriosos y, como resultado de los acontecimientos, México perdió más de la mitad de su territorio.

La Intervención francesa en Tabasco

Desde los primeros días del año de 1863, comenzaron a circular noticias alarmantes a propósito de algunos triunfos de las fuerzas imperialistas y, sobre todo, rumores insistentes sobre una próxima invasión extranjera en Tabasco. Unos y otros se confirmaron: el 18 de junio de 1863 llegaron a aguas tabasqueñas el vapor «Conservador» y el «Guaraguao», que traían ochenta hombres de Laguna del Carmen, Campeche, al mando de Eduardo Gonzalo Arévalo, de origen español; como los laguneros traían como parte de su uniforme un chaquetín rojo se les llamó los «colorados».

Ahora bien, los colorados después de bombardear de las cuatro de la tarde, a las ocho de la noche la capital, desembarcaron mientras el gobernador Dueñas se retiró con su escasa guarnición hacia Atasta y Tamulté, rumbo a la Chontalpa, donde pensaba hacerse de gente y armas para defender la integridad del territorio tabasqueño.

El comandante Don Pedro Méndez, desde su cuartel general de Cunduacán, dirigió el 22 de junio una proclama a los chontalpecos comunicándoles los recientes y graves acontecimientos. La ciudad capital había sido invadida y ocupada por quienes «han renegado de todo principio de justicia»; en consecuencia, lejos de infundir desaliento el hecho debía embravecer a los tabasqueños quienes deberían demandar satisfacción por «la dignidad ultrajada».

Para el 9 de julio se llevó a cabo una entrevista entre el invasor Arévalo y Victorio Dueñas al pie de la famosa ceiba de Atasta, que aceptó el intercambio de algunas frases altaneras de Arévalo y otras dignas del gobernador Dueñas, no llegaron a ningún resultado concreto: la ciudad siguió ocupada.

Dueñas, para evitar la destrucción de San Juan Bautista, resolvió marchar rumbo a la Sierra con el batallón Juárez y que las demás tropas se concentraran en el cuartel general de Cunduacán para emprender nueva campaña.

Es en este momento cuando Manuel Sánchez Mármol director intelectual del movimiento republicano de Tabasco funda El Águila Azteca y, más tarde, con la colaboración de Erasmo Presenda, Arcadio Zentella, Santiago Cruces y Desiderio Germán Rosado, publica El Disidente, periódico liberal que criticaba duramente al imperio y cuyos ejemplares «amanecían regados por las calles de Cunduacán que sigilosamente hacían salir de los tupidos cacaotales de la finca La candelaria, propiedad del señor Presenda.»

La Batalla de El Jahuactal

Los tabasqueños se aprestaban a llevar a cabo una lucha que, al parecer, no sería fácil ni breve. El 6 de octubre de 1863, Andrés Sánchez Magallanes se levanta en armas, entre otras consideraciones, porque es «muy necesario y muy preciso defender el territorio nacional, libertad e independencia que nos legaron los inmortales Hidalgo y Morelos en la proclamación y protesta que hicieron en el año de 1810», Sánchez Magallanes desconocía a Arévalo y a las demás autoridades de él emanadas; excitaba al vecindario de Huimanguillo así como al de Los Naranjos y Otra Banda del Grijalva, «para que se únan a nosotros y nos ayuden a sacudir las, cadenas de los opresores» y .recorran los pueblos de Comalcalco, Jalpa, Nacajuca y Cunduacán, para que reconozcan el sistema constitucional tal como es en realidad.

El día 8 de octubre Gregorio Méndez que no sabía del alzamiento de Sánchez Magallanes en Cárdenas comienza su lucha contra el ejército invasor. Fue auxiliado entonces por los comalcalquenses Regino Hernández, Mamerto González, Bernabé Fuentes y Crescencio Rosaldo.

Mientras Méndez, pretextando presentarse ante Arévalo, marcho hacia Jalpa con el ánimo de apoderarse de cuarenta fusiles que existían allí en depósito, lo cual logró satisfactoriamente, Regino Hernández cae sobre el cuartel de Comalcalco haciendo huir al jefe imperialista Manuel Romanco y apoderándose de los pertrechos militares existentes. Es entonces cuando se procede a levantar el acta insurreccional.

Enterado Arévalo del asalto al cuartel de Comalcalco, el 10 de octubre al mando de una columna mixta de infantería y caballería trató de sorprender, no sin éxito, a los insurrectos. Dijo, honradamente, Gregorio Méndez: «Los guardias nacionales de mi mando, aún no acostumbrados a los hábitos de campaña y a pesar de haber sido envueltos por las fuerzas de Arévalo que atacarona la población por tres puntos simultáneos, no abandonaron el campo sino después de haber cambiado algunas descargas con aquellos, dispersándose por los bosques circunvecinos».

El texto anterior expresa la sensibilidad política de Gregorio Méndez y su capacidad estratégica.

Estando en guerra podía haber optado por tomar lo que necesitaba de donde lo había. No procede así: acata leyes y respeta propiedades; marca diferencias entre patriota e invasor. Quiere el respeto de su gente, sustento de toda autoridad: la autoridad moral. Por ello, no desea todavía nuevos encuentros: se lucha cuando se puede ganar y se gana con recursos y con organización.

Hace creer al enemigo que está aquí y allá, en varios sitios a la vez: los desorienta, mientras se dirige realmente a Cárdenas a donde llega el 16, se le unen contingentes de Huimanguillo, Comalcalco y de la banda derecha del Mezcalapa: poco más de doscientos hombres. Por aquel tiempo recibió la magnífica noticia de la Sierra, según la cual Lino Merino, los hermanos Castillo, los Bastar, Pérez Andrade y algunos más se han insurreccionado contra el gobierno imperialista y lo reconocen a él como jefe de los republicanos de la Chontalpa. Se dirige luego a Comalcalco no sin prudencia: primero, acampa la noche del 16 en la segura hacienda de Manuel Cupido un punto intermedio entre Cárdenas y Huimanguillo para poder contar, en caso de necesidad, con los recursos que las dos poblaciones podían darle. Continúa, luego, el 22 su marcha. De lograr su objetivo el estado físico y moral de los patriotas mejoraría notablemente, llega a Comalcalco el 23 en la noche y se le recibe con entusiasmo.

El 24 se integraron personas de Paraíso, Comalcalco y de San Juan Bautista. Procede, después, a organizar sus fuerzas: «Todas las secciones reza la orden general del 24 al 25 de octubre de 1863 se conservarán en sus respectivos cuarteles en la mejor disposición de ataque, y a nadie se le permitirá separarse de ella desde la oración de la noche, lo que se recomienda con especialidad a los señores oficiales». Ocupa cuatro días del 25 al 28 en disciplinar al máximo a sus tropas que, ya para entonces, ascendían a 350 hombres modestísimamente pertrechados: «Aunque carecía yo de los elementos materiales necesarios a abrir la campaña sobre el enemigo, temerosos de que la insurrección enervase la energía de mis nacionales, resolví tomar la iniciativa, encomendándolo todo al patriotismo.»

Marcha resuelto hacia Cunduacán a donde llega el 29 a mediodía: San Juan Bautista, la capital, estaba solo a ocho leguas del alcance de las armas republicanas. Recorre entonces, en compañía del teniente coronel Sánchez Magallanes, las inmediaciones de Cunduacán reconociendo el terreno. Gira instrucciones para mantener guarecida a la población y se apresta al combate dando ánimos a sus soldados. El 1º de Noviembre recibe informes de que Arévalo merodea, a poca distancia, con fuerzas de infantería, caballería y artillería: «Conciliando con lo inexperto de nuestras tropas, nuestra falta de municiones, nos resolvimos por librar el combate en emboscadas, las cuales se formarían en el lugar denominado El Jahuactal, a la salida de la población camino de San Juán Bautista.»

Empezado el combate, brota lo imprevisto y los planes, madurados la víspera, han de transformarse sobre la marcha. Un sargento de Huimanguillo se adelanta, descubre posiciones, y el enemigo percibe la celada y se defiende: cañonea a diestra y siniestra. Vuelve a hacerse presente el temerario sargento, Jacinto López, quien machete en mano se lanza sobre el cañón y con su vida obtiene para las fuerzas republicanas el arma que decidiera la victoria. Aquello fue el principio del fin: «El enemigo había cometido la torpeza de hacer marchar su parque por la izquierda y a la orilla del bosque; apercibido de ello el intrépido Hernández, carga sobre la escolta guardaparque, poniéndola en fuga, y sin dar tiempo al enemigo se apodera de una caja de cartuchos, municiona su valiente compañía y rompe a pecho descubierto un vivísimo fuego sobre las columnas enemigas que, poseídas del pánico, se encomendaron a la fuga «.

La primera y definitiva batalla, fue la de El Jahuactal., había sido ganada por las armas republicanas tabasqueñas. Con las armas cobradas como botín de guerra y la confianza que da siempre el triunfo se templó y consolidó el contingente de Gregorio Méndez: la prudencia y audacia del valeroso jefe, aunadas a su sentido de la organización hicieron el resto.

Desde el momento en que los imperialistas fueron expulsados de Tabasco, la situación parecía mantenerse estable. Gregorio Méndez se encontraba al frente del gobierno cuando se tuvo noticia de que el 28 de febrero de 1865 el Ejército Republicano de Oriente, a cuya cabeza se encontraba don Porfirio Díaz, había caído en poder de los imperialistas. La reacción de los tabasqueños fue inmediata: unidos a los ejércitos de Veracruz, Chiapas y Oaxaca reorganizaron el Ejército de Oriente, se aprestaron a combatir a los intrusos y a partir de ese momento las batallas se reiniciaron.

Los liberales, que mantenían su lucha para defender la independencia de nuestro país, tuvieron éxito cuando en 1866, el rey de Francia creyendo que el Imperio de Maximiliano se hallaba ya consolidado, decidió retirarles su apoyo económico y militar de suerte que los imperialistas, privados de tal protección, fueron vencidos finalmente por las tropas liberales en junio de 1867. Maximiliano fue fusilado en Querétaro y con su muerte, concluyó un triste capítulo de la historia mexicana.

Tabasco en la época de la Reforma

Gobierno de Benito Juárez (1867 - 1872)

Una vez que los liberales lograron derrotar a los imperialistas don Benito Juárez, que se encontraba en San Luis Potosí, decidió regresar a la ciudad de México y restablecer allí su gobierno. En el mes de septiembre se convocó a elecciones para decidir quién sería el primer mandatario de la nación en los años venideros.

El resultado fue la reelección de Benito Juárez. «El primero y principal propósito de los liberales en el poder fue aplicar la Constitución. Antes que nada y sobre todo se quería el federalismo, la separación y el equilibrio de los tres poderes, la participación popular en la vida pública mediante el voto, y la puesta en uso de los derechos civiles. Para todo eso un requisito concomitante era pacificar la República y sustituir con el diálogo los modos violentos de dirimir diferencias. Se proclamó un respeto mayor al derecho ajeno y uno menor al derecho propio».

Mientras tanto en Tabasco se convocó, según lo establecía la Constitución, a elecciones para la gobernatura. El voto popular favoreció a don Felipe de Jesús Serra, quien tomó posesión de su cargo el 1º de enero de 1868.

Época Porfirista

La «paz porfiriana» llegó también a Tabasco y con ella, el momento de sacar al estado del aislamiento en que había permanecido sumergido durante los tres siglos de la Colonia y los primeros años de vida independiente. Durante los 33 años que el general Díaz presidió el gobierno de la República, el estado empezó a cimentar las bases sobre las cuales, aunque paulatinamente, habría de ir superando aquella precaria situación.

Libres ya de convulsiones, los tabasqueños se dieron a la tarea de reconstruir la capital de su estado. Gran número de edificios maltrechos por las constantes luchas de años anteriores fueron demolidos para construir otros, de tal suerte que la ciudad fue adquiriendo una fisonomía nueva. La entidad empezó a caminar por la senda del progreso: En 1879 se inauguró el Instituto Juárez; en 1881, el servicio telegráfico que conectaba la ciudad de México con San Juan Bautista; en 1890 se instaló el alumbrado eléctrico público en la ciudad capital; en diciembre de 1894 se abrieron las puertas del nuevo palacio de gobierno; en 1901 se inauguró el primer banco.

Tabasco prosperó durante ese lapso de más de tres décadas; pero hay que aceptar, igualmente, que la inmadurez política de la nación se reflejaba aquí también. Díaz se había perpetuado en el poder. En Tabasco, Abraham Bandala había hecho lo mismo, el general fue gobernador con interrupciones en su mandato desde 1894 hasta diciembre de 1910: aproximadamente 16 años.

Los años del porfiriato fueron para Tabasco, años de progreso y de paz. Pero se trataba de una paz basada en la explotación inhumana de los humildes; la miseria y la marginación empezaron a adquirir caracteres explosivos de tal suerte que al acercarse el siglo XX, la gran mayoría de la población mexicana se encontraba ya en vísperas de una revolución violenta. Fue así como los tabasqueños vieron concluir el siglo XIX. Terminaban los primeros cien años de historia independiente. Fatigados de tanta inestabilidad, hubo que emprender todavía otra lucha sangrienta: la Revolución de 1910, el movimiento social más importante de nuestra historia.

Tabasco Revolucionario

Porfirio Díaz, aspiraba a fortalecer el «Progreso» dentro de un «Orden» que incluía ferrocarriles, puertos, telégrafos y una hacienda equilibrada, pero excluía la democracia política y la participación de la mayoría de la población en los beneficios sociales. Los levantamientos contra el gobierno de Díaz se volvieron cada vez más frecuentes hasta que, en 1906, se produjeron los trágicos acontecimientos de Río Blanco en Veracruz, y de Cananea en Sonora, en los que murieron un gran número de obreros.

El descontento comenzó a adquirir caracteres cada vez más peligrosos para la dictadura. Cuando don Francisco I. Madero, decidió alzarse contra Díaz, abanderado con su lema Sufragio efectivo, No reelección, encontró en un gran número de compatriotas apoyo valiente y firme para su lucha.

La Revolución Mexicana, fue en el mundo, la última lucha con ideas del siglo XIX la primera revolución que postuló demandas propias en el siglo XX.: Democrácia y Libertad; fue el primer gran movimiento popular contemporáneo de contenido social. Mientras en la capital de la República, las condiciones para que estallara aquella gran revolución estaban madurando poco a poco, en Tabasco la situación iba adquiriendo matices cada vez más alarmantes. El pueblo, fatigado de la administración del General Bandala, deseaba evitar su reelección. Fueron surgiendo así los caudillos que tomarían las riendas de la revolución en nuestro estado.

Ya desde las postrimerías del siglo XIX, había empezado a sonar en Tabasco el nombre de Domingo Borrego, que pasaría a la historia como uno de los primeros tabasqueños capaces de manifestar abiertamente el descontento contra el gobierno porfirista, a través del periodismo.

En 1902 se fundó en la Villa de Huimanguillo, en la Chontalpa, el Club antirreeleccionista «Melchor Ocampo», para sostener los principios liberales postulados por los hermanos Flores Magón: fue el primer grupo tabasqueño organizado contra la dictadura porfirista; el Club, como era de esperar, fue disuelto con prontitud por el jefe político. Sin embargo, el descontento había empezado a manifestarse y la actividad revolucionaria iría creciendo.

Tres años más tarde, en 1905, el Dr. Manuel Mestre Ghigliazza tuvo la osadía de publicar en la Revista de Tabasco los planes de la Noria y Tuxtepec. Porfirio Díaz había esgrimido en aquellos planes los argumentos de la «no reelección» para justificar su rebelión contra los presidentes Juárez y Lerdo de Tejada. Puesto que luego él mismo se había perpetuado en el poder, reeligiéndose varias veces, la publicación de esos planes estaba prohibida.

La opinión pública de Tabasco había empezado a tomar conciencia de la imposibilidad del régimen para sostenerse y el número de manifestaciones oposicionistas iba en aumento. Hacia mediados de 1909, se había logrado consolidar el «partido Gutierrista», encabezado por don Ignacio Gutiérrez Gómez y con sus hermanos Pedro y Policarpo, habría de constituirse en una de las principales fuerzas revolucionarias del estado.

Los nombres de muchos tabasqueños oposicionistas empezaron a sonar. El Dr. Mestre Ghigliazza incrementó su actividad; el Lic. José María Pino Suárez se unía, desde Yucatán, a las filas maderistas y Félix Fulgencio Palavicini había sustituido a José Vasconcelos en la dirección del Antirreeleccionista, periódico fundado por Francisco I. Madero. Corría el año de 1909, cuando se fundó en la región de la Chontalpa en Huimanguillo, un nuevo club antirreeleccionista llamado como aquel fundado en 1902 «Melchor Ocampo». El nuevo club postulaba los principios maderistas.

Mientras tanto, a iniciativa de don Francisco I. Madero, se había entablado entre él y el Dr. Mestre una comunicación por cartas. Madero instaba al Dr. Mestre a lanzar su candidatura para el gobierno del estado, pues la fecha de elecciones estaba ya próxima. Sin embargo, Mestre no se decidió y en las elecciones de finales de 1910, resultó vencedor don Policarpo Valenzuela.

Valenzuela tomó posesión de la gubernatura el 18 de enero de 1911, después de los constantes y largos períodos gubernativos del General Abraham Bandala. Con el nuevo gobernador la situación de Tabasco se tranquilizó bastante. Sin embargo, los revolucionarios de la Chontalpa no estaban dispuestos a abandonar la lucha hasta no ver derrocado al antiguo régimen.Tal era la situación en Tabasco, cuando el 18 de noviembre de 1910, Aquiles Serdán fue asesinado en Puebla y con su muerte, el pueblo entero se sintió agredido y estalló finalmente la lucha armada.

La Revolución Mexicana en Tabasco

Una vez firmado el Tratado de Ciudad Juárez, el gobernador Policarpo Valenzuela, que había tomado el cargo al comenzar el año, presentó su renuncia y el poder pasó a manos de Mestre Ghigliazza, quien luego fue electo para el período que comenzaba el 1° de septiembre de 1911. Su gobierno no fue muy afortunado, pues hubo de padecer varios conflictos, entre ellos la insurrección del excura español Manuel Gurdiel Fernández, a quien por fin mató la policía de Balancán el 12 de septiembre de 1912. Al ocurrir el asesinato del presidente Madero, Mestre reconoció al usurpador, pero aun así fue retirado del mando y sustituido por el general Agustín Valdés, sucedido a poco por el general Alberto Yarza. En la Chontalpa se sublevaron Pedro C. Colorado, los hermanos Fernando y Ernesto Aguirre Colorado, Aurelio y Ramón Sosa Torres, Aureo L. Calles, Aquileo Juárez, Epitanio Bravata, Isidro Cortés, Candelario Priego Sánchez, Carlos y Alejandro Greene y muchos otros, secundados después, en la zona del río Usumacinta, por el hacendado Luis Felipe Domínguez, quien primero recibó la noticia del triunfo ratificado en Teoloyucan y el aviso de que se trasladara a San Juan Bautista para asumir el Gobierno.

El 28 de agosto llegó a Villahermosa y Yarza le dijo que el 31 le entregaría el poder; el día 30 se sublevaron los oficiales Jesús de la Guardia y Vázquez Reyes, pronto sometidos con el auxilio de los federales que no participaron en la insubordinación; y al día siguiente se efectuó la transmisión del mando. Domínguez expidió un decreto liberando a los peones acasillados y cancelando sus deudas, al parecer inspirado por el coronel José Domingo Ramírez Garrido. La jefatura de las tropas quedó en manos de los revolucionarios de la Chontalpa, quienes al fin consiguieron el apoyo del primer jefe Venustiano Carranza y el gobierno de Tabasco para Carlos Greene. Para evitar la división entre las facciones revolucionarias, Domínguez fue enviado al Istmo de Tehuantepec, Pedro C. Colorado a auxiliar a Jacinto B. Treviño en Tamaulipas, y Ramón Sosa Torres a Yucatán.

Más tarde Greene fue llamado a México y quedó en su lugar el coronel Aquileo Juárez; éste, a su vez, el 25 de agosto de 1915 entregó el poder al general Pedro C. Colorado, quien al siguiente día fue asesinado por un capitán de las tropas del coronel Gil Morales, sublevado a favor de Francisco Villa. Esto originó que el gobierno federal enviase a Tabasco al general Francisco J. Mújica, con la misión, de volver al Estado a la normalidad, previo el castigo de los rebeldes. Durante su gobierno, la capital (San Juan Bautista) recuperó su antiguo nombre de Villahermosa, se suprimieron las jefaturas políticas y se celebraron los primeros congresos pedagógicos y feministas.

En octubre, de 1916, Mújica se separó del gobierno y lo entregó al general Luis Felipe Domínguez, quien convocó a elecciones de diputados al Congreso Constituyente.

Fueron éstos Rafael Martínez de Escobar, Antenor Sala y Carmen Sánchez Magallanes; y sus suplentes, Fulgencio Casanova, Santiago Ocampo y Luis Gonzalí. Promulgada la Constitución de Querétaro, sucedió a Domínguez; el 9 de mayo, el licenciado Joaquín Ruiz; y a éste le siguieron Luis M. Hernández, Heriberto Jara y Carlos A. Vidal, todos generales. En las primeras elecciones constitucionales contendieron Carlos Greene y Luis Felipe Domínguez; ganó éste apoyado por los reaccionarios, pero el gobierno federal reconoció a Greene. Uno de sus primeros actos fue expedir la nueva Constitución Política del Estado, a tono con la General de la República. Los dominguistas, inconformes, reunieron su Congreso en Boca de Amatitán, cerca de Campeche; promovieron el desconocimiento de Greene y éste pidió licencia y pasó a México para defenderse. El gobierno quedó a cargo de Tomás Garrido Canabal, quien a causa de la intervención de la autoridad militar en los asuntos políticos, trasladó la administración a Santa Anna; se defendió y ganó a la postre, volviendo a Villahermosa el 31 de diciembre de 1919. La mañana del 25 de octubre de 1920, en el vestíbulo del Palacio de Gobierno, se enfrentaron a balazos dos diputados. Una escolta de la policía azuzada por el coronel Alejandro Greene, hermano del gobernador Irrumpió en la sede de la Legislatura y asesinó a dos de sus miembros. A causa de estos hechos, el mandatario se retiró del gobierno: fue encarcelado en México y más tarde condenado por el Congreso del Estado. Gobernaron la entidad, hasta que hubo una nueva elección directa, Primitivo Aguilar, Tomas Garrido Canabal, Pedro Casanova Casao, Manuel Garrido Lacroix, Leonel Magaña y Alejandro Lastra.

Tomás Garrido Canabal, fue electo gobernador en 1922 y tomó posesión el 1° de enero de 1923, desde un principio se distinguió por su lealtad irrestricta al «grupo de Sonora», encabezado por Obregón y Calles. Por esta razón, al ocurrir en diciembre de 1923 el pronunciamiento de gran parte del ejército y de la marina en favor de Adolfo de la Huerta, los efectivos concentrados en Veracruz emprendieron el ataque contra Tabasco, dominado en los primeros días de enero de 1924 con la ayuda de tropas procedentes de Chiapas al mando del general Alberto Pineda. El Estado permaneció bajo el gobierno huertista de Manuel Antonio Romero hasta mayo siguiente. Reinstalado, Garrido Canabal implantó una especie de socialismo ideado por él; organizó ligas obreras de resistencia y consolidó un monopolio político por medio del Partido Socialista Radical.

Aunque de 1927 a 1930, gobernó Ausencio C. Cruz, la dirección estuvo siempre a cargo de Garrido. Tuvo que ausentarse en agosto de 1926, después del atentado en el que resultó herido y muertos tres de sus acompañantes (Santiago Caparroso, Marcos Díaz y Andrés García), pero no disminuyó su autoridad de líder, ni se interrumpió el proceso de cambio revolucionario. De 1924 a 1935 se agruparon los obreros y los campesinos: se restableció la Escuela Normal de Villahermosa: se multiplicaron las escuelas rurales: prosperaron la ganadería y las pequeñas industrias lácteas: se mantuvo en equilibrio la economía estatal; se prohibió la fabricación de bebidas alcohólicas y el comercio de ellas dentro del Estado; y se extremó la persecución religiosa. En diciembre de 1934, cuando le faltaba un mes para terminar su segundo período como gobernador, Garrido Canabal fue llamado por el presidente Cárdenas a la Secretaría de Agricultura. Lo sucedió Manuel Lastra Ortiz, hasta el 23 de julio de 1935, en que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, a solicitud expresa del Poder Ejecutivo Federal, consideró desintegrado el régimen constitucional de Tabasco y nombró a Aureo L. Calles gobernador provisional. Semejante declaratoria se debió a la violación de las garantías durante el proceso electoral y a los hechos sangrientos que se produjeron el día 15 anterior en la calle principal de Villahermosa, cuando un grupo de opositores de Garrido llegó a participar en las elecciones para renovar el Congreso y los garridistas se les efrentaron habiendo resultado del tiroteo, un saldo de 12 muertos.

La Lucha Armada

Don Ignacio Gutiérrez, secundó el movimiento revolucionario en el estado y el día 19 de diciembre de 1910 se levantó en armas. «El primer objetivo de la campaña fue la cabecera municipal, Cárdenas., a donde deberían entrar las fuerzas revolucionarias el día 24.

Las avanzadas estuvieron a cargo del capitán Daniel Gavilla, que con 50 hombres emprendió camino hacia aquella plaza para cumplir las siguientes instrucciones: recoger armas y levantar más hombres por el camino esperar a Gutiérrez a tres kilómetros de la entrada, sitio donde éste los alcanzaría en la tarde del día señalado para el ataque».

Por una desobediencia del capitán Gavilla, los maderistas comenzaron el ataque antes de que Gutiérrez llegara y este hecho les costó su primera gran derrota. No obstante, Gutiérrez no se amedrentó y reorganizando sus fuerzas decidió volver a emprender la lucha en abril de 1911. «Los objetivos inmediatos eran Huimanguillo y Cárdenas; en el camino ya con un contingente de 157 hombres, Gutiérrez llegó a Huimanguillo, donde el jefe político presentó una oposición débil con 15 hombres que pudo reunir. La escaramuza duró menos de dos horas, la revolución había comenzado a triunfar en Tabasco».

Posteriormente, cuando la revolución armada había concluido, los revolucionarios de la Chontalpa no aceptaron que la gubernatura estuviera ocupada por un revolucionario de los Ríos y comenzaron a suscitarse serias fricciones.

El gobernador Domínguez tuvo que renunciar a su cargo para ser sustituido por don Carlos Greene, uno de los jefes más renombrados de la Chontalpa. Esto sucedía el día 10 de octubre de 1914. Pocos días después se inauguraría la Convención de Aguascalientes: que a partir del día 10 del mes de octubre tuvo por escenario la ciudad de Aguascalientes, estuvieron como delegados tabasqueños los generales Ernesto Aguirre Colorado, que acudió personalmente; Don Adolfo de la Huerta en representación de Pedro C. Colorado y más tarde por el mayor José T. Cantú; Coronel Enrique F. Estrada en representación de Ramón Sosa Torres; el Coronel Valentín R. Flores Garza en representación de Isidro Cortés y Luis Felipe Domínguez, por el capitán Francisco Vela.

Con la Convención de Aguascalientes se esperaba solucionar los conflictos que aún subsistían entre las diversas facciones carrancistas, villistas y zapatistas que habían participado en la Revolución. Sin embargo, la Convención fracasó rotundamente ya que lejos de lograr unificar criterios hizo más severa aún la escisión entre: carrancistas por un lado, villistas y zapatistas unidos por el otro.

Los revolucionarios tabasqueños, como buena parte del país, se unieron a los carrancistas y se organizaron columnas para combatir a los villistas. Los combates continuaron durante todo el año de 1915 y hacia principios de 1916, el villismo había sido derrotado de manera que el gobierno comenzó finalmente a consolidarse. Hacía falta, sin embargo, establecer las bases constitucionales que habrían de regir el destino del país.

Don Venustiano Carranza publicó, el 21 de septiembre de 1916, la convocatoria para la elección de los diputados, que al formar parte del Congreso Constituyente, habrían de redactar la nueva Constitución. El día 10 de diciembre del mismo año comenzaron los trabajos y finalmente el 5 de febrero de 1917, se promulgó en Querétaro la nueva Constitución que 22 días más tarde fue jurada en nuestro estado.

Ahora bien, los conflictos entre las facciones no habían concluido en Tabasco. Las diferencias entre los revolucionarios de La Chontalpa y los de la región de los Ríos volvieron a manifestarse cuando, en julio de 1918, se convocó a elecciones para gobernador y diputados locales. Surgieron entonces dos partidos: el Liberal Constitucionalista conocido también como partido azul, apoyado por la región de los Ríos; y el Partido Radical o partido rojo apoyado por la Chontalpa.

El azul postulaba a don Luis Felipe Domínguez para la gubernatura y el rojo a don Carlos Greene. «En tales condiciones los dos candidatos y sus planillas de diputados y presidentes municipales iniciaron una lucha que no fue de adversarios políticos sino de enemigos personales, una lucha a muerte. Las reuniones de un partido eran atacadas por el otro a golpes, pedradas, balazos etc.».

Las elecciones se llevaron a cabo y la planilla roja, con don Carlos Greene a la cabeza, resultó vencedora. Pero Domínguez desconociendo el triunfo de Greene se declaró en rebeldía. El 6 de agosto de 1918 Greene dejó temporalmente el gobierno para ir a la ciudad de México a entrevistarse con el presidente y defender la legalidad de su gobierno. En su lugar quedó Tomás Garrido Canabal quien, durante el interinato, tuvo que hacer frente a los ataques dominguistas. Cuando don Carlos Greene logró entrevistarse con Carranza y éste reconoció la legalidad de su gobierno, Garrido Canabal ya había logrado vencer a los rebeldes. Greene volvió a su puesto el 31 de diciembre de 1919 y con ello quedó concluido en Tabasco el agitado capítulo de la Revolución y comenzó uno nuevo; la época del garridismo.

El Garridismo, Esplendor y Fin

El 20 de septiembre de 1890, nació en el seno de una familia de terratenientes, en la finca «Punta Gorda» Playas de Catazajá en los límites de Tabasco y Chiapas, un niño que habría de convertirse en una de las personalidades más controvertidas de la historia de Tabasco: Tomás Garrido Canabal. Dictador arbitrario para unos, líder indiscutible para otros, Garrido llenó con su vigorosa personalidad más de una década de nuestra vida política. Con la perspectiva que nos da la historia, Garrido aparece como un político hábil, audaz y decidido, con todos los errores que pueden objetársele a un hombre de acción y con tantas virtudes como puede tener un convencido de sus propios ideales. Ni más ni menos.

Decía Manuel González Calzada de Garrido.Alto, fuerte, erguido, de pasos firmes, de mirada perspicaz y penetrante, producto de unos ojos verdes de vivacidad reveladora de un grande y recio carácter; inconmovible, por lo general: en sus decisiones, leal en el compromiso, macho en la paz y en la guerra; jugador decidido a la política, independiente en sus dominios, desde donde jamás, reconoció sino a un solo jefe; combatiente tenaz contra la adversidad propia, fiel a la amistad hondamente fincada; así era Tomás Garrido Canabal. ¡Sí tenía cualidades el monstruo! frío en la represión, constante en el rencor y el odio, tozudo en sus decisiones negativas; incrédulo ante la amenaza del desprestigio, violento en el castigo y la venganza, igual que su medio y su época; desconfiado ante la luz ajena, egocentrista, absoluto, desdeñoso de la cultura en su más amplio sentido; escaso en su información sociológica, audaz en sus pretensiones de creador; de ideas explosivas altanero en su papel de jefe; así era Tomás Garrido Canabal. ¡Sí tenía defectos el genio!».

Cuando Tomás cumplía apenas tres meses, la familia se trasladó a la hacienda de Buenavista en territorio tabasqueño, donde transcurrieron los primeros años de su vida. Siendo aún muy joven, en el primer año de secundaria, fue expulsado del estado por participar en una manifestación contra el gobernador porfirista Abraham Bandala. Se trasladó entonces a Veracruz para concluir sus estudios de secundaria y después, a Campeche donde terminó, a los 25 años, los estudios de abogado.

Al terminar la carrera en 1915, regresó a Tabasco donde, recomendado por su primo el Coronel José Domingo Ramírez Garrido, entró a formar parte de la Administración Pública como juez de distrito. Por ese entonces se hallaba al frente del gobierno tabasqueño el general Francisco J. Mújica, destacado militar michoacano enviado por Carranza para controlar la situación política del estado. El general Mújica, imbuido de un jacobinismo propio de la época, se apresuró a cambiar el nombre de la capital San Juan Bautista por el de Villahermosa, que en otra época la había acompañado. Cuando el general Alvaro Obregón levantaba su voz contra el clero en marzo de 1915, en el estado de Tabasco, el gobernador Francisco J. Mújica, incineraba imágenes en el marco de la «campaña desfanatizadora». Ese ambiente encontró Garrido a su regreso a Tabasco: una situación bastante propicia para que germinaran las ideas que había recibido del general Salvador Alvarado y de Felipe Carrillo Puerto.

Cuatro años más tarde, en 1919, después de los acontecimientos que llevaron al gobierno del estado a don Carlos Greene, Garrido tuvo que hacerse cargo del gobierno interino. Cinco meses de interinato de agosto de 1919 a enero de 1920 le bastaron para empezar a poner en práctica algunas de sus ideas: «Inició nuevos procedimientos en materia administrativa, dio los primeros pasos para integrar las Ligas Campesinas y las Agrupaciones Obreras y formó los primeros grupos juveniles identificados con la Revolución».

Entre tanto el país hervía en medio de la agitación revolucionaria. Se acercaban las elecciones para la presidencia de la República y la lucha política entre Carranza y Obregón iba adquiriendo matices cada vez más explosivos. Los obregonistas, encabezados por el entonces gobernador del estado de Sonora Adolfo de la Huerta, se rebelaron contra el gobierno de Carranza y promulgaron el Plan de Agua Prieta. «El Plan llamaba a la rebelión contra el gobierno para que, una vez derrocado éste, pudiera nombrarse un presidente provisional, que convocaría a elecciones de manera inmediata. Las primeras adhesiones al movimiento obregonista surgieron de Yucatán y Tabasco, de donde partió Garrido rumbo a Sonora para ofrecer su apoyo incondicional a don Alvaro Obregón, quien le confirió amplios poderes en toda la región del sureste.

Al triunfo del Plan de Agua Prieta, Garrido quedó a la cabeza del gobierno interino de Yucatán, mientras se convocaba a elecciones constitucionales. Trabajó entonces con empeño en favor de la candidatura del general Obregón para el período presidencial de 1920-1924. Garrido contó, pues, con la simpatía del candidato que, una vez en la presidencia, le ofreció todo su apoyo para convertirse en el hombre fuerte de Tabasco. En 1922 fue electo gobernador para el período 1923-1926. Empezaba la era garridista.

La Campaña Antirreligiosa

En 1928, siendo aún gobernador Ausencia Cruz comenzó, a instancias de Garrido, la campaña antirreligiosa. Se pretendía «desfanatizar» al pueblo. No sólo se combatió al clero como institución, sino que se intentó la erradicación total del dogmatismo religioso, «Garrido estaba empeñado en eliminar la religión. Declaró que .para ser libres, es necesario destruir las raíces del virus religioso. Y razonaba: ¿cómo es posible que una persona en su sano juicio pueda leer la historia sin llegar a la conclusión de que la religión y el alcohol han sido las maldiciones más grandes de la humanidad».

El objetivo, decía Garrido, era buscar la libertad. Sin embargo, se suprimiría injustamente esa libertad. Se inició la campaña: los templos fueron derribados, los sacerdotes expulsados, las imágenes incineradas, los hogares allanados por jóvenes garridistas con órdenes de incautar todos los objetos y símbolos religiosos (libros, imágenes, medallas, etc.).

Pero Garrido no se conformó con la desaparición física de los objetos exteriores de luto: quería erradicar el «fanatismo» y entronizar el «racionalismo» en las mentes de los tabasqueños. Organizó así asambleas «culturales» encaminadas a alejar al pueblo del dogmatismo religioso: se hacían discursos contra la religión, se leían poemas, se oía música o, simplemente se quemaban santos.

Erradicar las creencias religiosas se volvió una verdadera obsesión para Garrido. Se prohibió el uso de cruces sobre las tumbas; las fiestas religiosas fueron sustituidas por ferias regionales; se cambió la designación de todas las rancherías, pueblos, villas y ciudades que llevaran nombres religiosos y se les puso el nombre de héroes, maestros, libertadores regionales, artistas, sabios, etc.; se prohibieron todos los escritos que hicieran alguna referencia a Dios. A tales extremos de intolerancia y fanatismo irracional se llegó, en el intento de desterrar, precisamente, «fanatismo» e «irracionalidad».

En Tabasco, la población no opuso fuerte resistencia y las escasas manifestaciones de rebeldía fueron reprimidas. Puede decirse que el culto religioso desapareció en el estado durante la época garridista. Se creó así un vacío que, paulatinamente y en parte, se ha ido llenando por nuevos movimientos religiosos y diversas sectas derivadas de los evangelistas y protestantes, fundamentalmente de origen norteamericano.

La Campaña Antialcohólica

Otro de los propósitos de Garrido era eliminar todos los vicios, especialmente el alcoholismo. «Abstemio irreductible tanto en su vida pública como en su conducta privada, la embriaguez le inspiraba un recóndito sentimiento de repulsión, no solo por los estragos que causaba, sino porque durante su infancia de ranchero se le creó un complejo de aguda rebeldía, desde que viera, cómo los mayordomos de las fincas agrícolas envilecían a los peones con el tósigo del aguardiente, para prolongar la esclavitud a que los tenía condenados».

Se organizaron ligas antialcohólicas que trabajaban a nivel municipal. Garrido mandó quitar las puertas de las cantinas para avergonzar a los parroquianos, e hizo cambiar el mobiliario para que la estancia allí resultara lo más desagradable posible. Sin embargo, nada de eso dio resultado y recurrió entonces a medidas más severas: al cierre de los establecimientos expendedores, a la cancelación de los permisos de producción y a la sanción penal de los que no acataran la ley.

La reglamentación fue rígida y su ejecución inflexible. «La Ley Seca del 30 de abril de 1931, incluía sanciones para la importación, exportación, compra, venta, abastecimiento y elaboración de bebidas alcohólicas de cualquier forma o cantidad, fuera de la cerveza, que consistían en hasta seis años de prisión y una multa de 500 a 5,000 pesos. Cualquiera que fuera sorprendido bebiendo licor estaba sujeto a las mismas sanciones, cualquiera que se aventurara por las calles en estado de ebriedad, se exponía a pasar varios años en la cárcel o a pagar las elevadas multas decretadas por la ley».

Fin del Garridismo

En 1934, cuando el general Lázaro Cárdenas era presidente de la República, Tomás Garrido salió de Tabasco para hacerse cargo de la Secretaría de Agricultura; en ese momento, la situación política del país era tensa, pero Barrido no llegó solo; un grupo de jóvenes camisas rojas tabasqueños lo acompañaron a la capital de la República, donde se había organizado ya un grupo de antigarridistas, encabezados por Rodolfo Brito Foucher. Entre los dos grupos se desencadenaron violentas pugnas. “Los camisas rojas” tabasqueños organizaron una serie de mítines en la capital de la República.

A causa del rompimiento entre el Presidente Cárdenas y el General Calles, Tomás Garrido se vio obligado a renunciar a la Secretaría el 15 de junio de 1935 y regresó a Tabasco.

Los jóvenes britistas decidieron dirigirse entonces a Tabasco para rescatar el estado del garridismo; como consecuencia de esto, se suscitó un enfrentamiento armado del que resultaron más de 80 heridos, 10 jóvenes muertos, entre ellos Brito Foucher, César Pedrero Gutiérrez, Jovito Pérez, Juárez Merino y Pedro Priego. Al conocerse la noticia, se levantaron protestas en todo el país exigiendo el castigo de Garrido. Por este motivo fue exiliado de México el 11 de agosto de 1935, y se dirigió a Costa Rica, con lo que concluyó el garridismo en Tabasco y su influencia a nivel nacional. Regresó de nuevo en 1941 y murió en Estados Unidos de América el 8 de abril de 1943.

Historia del Palacio de Gobierno

El Palacio de Gobierno fue inaugurado dentro de una serie de hechos políticos, sociales, económicos y costumbristas que establecen una acentuada diferenciación entre aquella época y los tiempos actuales.


En la última década del siglo pasado, se empezó a sentir la necesidad de que el Poder Ejecutivo contara con un edificio propio, una sede oficial pues las oficinas centrales del Estado estaban establecidas en casas particulares, por cuyo alquiler se pagaban rentas modestas. El Gobierno del Estado, despachaba en el edificio que fue del antiguo Instituto Juárez y que se presume donó a esta institución el Doctor Simón Sarlat Nova. Esa inquietud motivó el proyecto de construir el Palacio de Gobierno.

La propuesta inicial y más directa fue de Don Francisco de Lanz y Rolderat, que era el Gobernador del Estado, no obstante que su gestión fue muy breve. Su primer período de carácter interino, duró apenas dos meses, del 30 de septiembre al 30 de noviembre de 1879, en tanto que su segundo periodo ya constitucional, durante el cual insistió en su proyecto, transcurrió del primero de enero al 19 de marzo de 1880, día en que falleció.

Siendo Vice-Gobernador del Estado Don Manuel Foucher como encargado del Poder Ejecutivo retornó la idea de construir el Palacio e hizo tanteos para comprar la casa que era propiedad de Don Pablo Sastré. Este señor Sastré, que era ciudadano español, Vice-Cónsul de su país en Tabasco, mandó a construir con el cubano Don Francisco E. Casasús el edificio que se conoció popularmente como "La Casa de Piedra", en un terreno donde hoy se levanta el Palacio Legislativo y que antes fue la Iglesia Católica del Señor de Esquipulas, mandada a demoler por el Lic. Tomás Garrido Canabal, en el mes de julio de 1928.

Don Manuel Foucher, implicado en los nada gratos devaneos políticos de la época, ejerció su mandato desde el 18 de marzo de 1881 hasta el día dos de noviembre de 1882, día en que fue asesinado. La intención de la construcción del Palacio volvió a estancarse.

Sin embargo, la idea estaba latente y las iniciativas anteriores fueron reasumidas por el Gobernador Constitucional del Estado, Don Manuel Mestre Gorgoll. A dos años del fallecimiento del señor Foucher, el día 15 de mayo de 1883, se decidió la compra de un predio que constaba de 103 metros 07 centímetros cuadrados al patriota tabasqueño Don Lino Merino.

Este predio, que es donde se levanta actualmente el Palacio de Gobierno, fue pactado a pagarse en abonos. La operación no fue saldada casi en definitiva hasta el día 31 de diciembre de 1884, o sea veintidós meses después, bajo la administración de Mestre Gorgoll, cuando se completó la suma de 14 mil 595 pesos y 47 centavos, según datos que dejó en constancias el Gobernador Doctor Simón Sarlat Nova en su conocida "Memoria de la Administración Pública" fechada el ocho de diciembre de 1890, que era una especie de informe de gobierno. Hace entonces la promesa de poner prisa para agilizar la obra.

Un mes antes de este informe de Sarlat Nova se había iniciado la edificación del Palacio, el día 23 de noviembre de 1884, poniendo la primera piedra don Lauro León Vázquez, quien era Gobernador interino, ya que el titular, Simón Sarlat Nova, había solicitado del Congreso una licencia para ausentarse del cargo por dos meses.

La ceremonia fue difundida en los parcos medios de comunicación de la época.

El proyecto original fue encomendado al arquitecto don Carlos Jerez, quien ajustándose a los deseos del Doctor Sarlat, dispuso la construcción del Palacio de Gobierno del Estado, y, anexo a este edificio, el Palacio Municipal de San Juan Bautista.

En tanto Don Manuel Mestre Gorgoll, quien había solicitado licencia de su cargo, retornó al mando el 24 de julio de 1884, pero decidiósuspender los trabajos ya iniciados en razón de que la situación financiera del Estado no era bonancible; además había falta de materiales de construcción y carencia de obreros y artesanos calificados.

El día primero de enero de 1885, fue designado gobernador del estado el coronel Eusebio Castillo Zamudio, quien con una licencia de dos meses, ejerció el mando tres años; durante el periodo reanudó los trabajos del Palacio de Gobierno, con una inversión de tres mil quinientos pesos con 27 centavos.

Al término del mandato del coronel Castillo Zamudio, hombre muy popular por su valentía, uno de los héroes de la toma de "El Principal", fue relevado en el mando por el general veracruzano don Abraham Bandala Patiño, producto del centralismo, ya que era costumbre de que los comandantes militares asumieran también el cargo de gobernadores de los estados. Bandala, desde el día 27 de marzo al 30 de septiembre de 1887, únicamente autorizó la inversión de 240 pesos que fueron aplicados para el pago de réditos en la deuda que se tenía con don Lino Merino, por plazos vencidos en la compra del predio donde ya se ejecutaba la obra.

Aducía Bandala, la mala situación del erario, para no reanudar la construcción que era muy necesaria.

Al concluir el mandato del señor Bandala, le correspondió la administración del estado nuevamente al doctor Simón Sarlat Nova, quien sin ninguna sombra de dudas, fue el más decidido partidario de la obra, acelerando los trabajos estancados y no sólo eso, sino que, considerando que el solar donde se edificaba el Palacio de Gobierno era muy reducido y que no era prudente anexar a esta construcción el Palacio Municipal, sino establecer ahí el Palacio del Poder Judicial, recomendó modificaciones al proyecto inicial y además, comprarle al Ayuntamiento la parte que en ese sitio le correspondía.

En los inicios del año de 1888, compró a la comuna la propiedad en la cantidad de 4 mil 918 pesos, con tres centavos, con lo que hasta ese momento lo invertido en el intento llegaba a la suma de 55 mil 698 con 11 centavos, según datos que reportaron el Tesorero General del Estado, don José Sastré y el oficial de esa dependencia don Everardo Díaz Ferrer.

Llega el día memorable En el momento que se dispuso la inauguración del Palacio del Poder Ejecutivo del Gobierno de Tabasco, el secretario general de gobierno, profesor don Alberto Correa Zapata, anunció con satisfacción que con todo el esfuerzo tuvo un costo final de 130 mil 335 pesos.

Para constancia y como una fuente de información a la que es necesario recurrir, puntualizando el interés con el que adelantó y culminó la obra, insertamos la parte en la que el doctor Simón Sarlat Nova, en su "Memoria de la Administración Pública", hace alusión al tema:

"Los buenos hijos de Tabasco no pueden menos de lamentar constantemente que las Oficinas del Gobierno se hallan establecidas en edificios de propiedad particular, sin las comodidades necesarias y sin el aspecto de decencia requerida para la mayor dignidad de los poderes. Deseando ardientemente que el Gobierno deje de ser inquilino, procuré desde el principio de mi administración atender de preferencia a la construcción del Palacio de Poder Ejecutivo, continuando los trabajos de esa obra apenas principiada por las administraciones anteriores".

"Queriendo establecer de una vez en un edificio propio del Gobierno, no sólo las oficinas dependientes del Poder Ejecutivo sino las del Poder Judicial, decidí adquirir, para darle mayor amplitud, el contiguo Palacio Municipal en construcción, anexada a esta parte; formé el plano de acuerdo con las exigencias que para sus oficinas tienen los mencionados poderes y desde entonces con verdadero empeño, mediante la autorización respectiva, he trabajado por llevar a cima esta obra, que será de honra para el estado y traerá grandes economías al tesoro público..."

"... Venciendo todas las dificultades, pulsadas principalmente por la falta de materiales de construcción, hoy esta casi al terminarse el edificio. Con un pequeño esfuerzo más quedará concluido dentro de breve tiempo..."

"...Debo hacer constar aquí que el Congreso de la Unión correspondiendo a la solicitud presentada por el Ejecutivo del Estado, se sirvió por medio del decreto correspondiente, dispensar de los derechos de importación todos los materiales que para la fabricación del Palacio se han pedido al extranjero..."

La mención que hace en el párrafo inserto de su memoria el Doctor Simón Sarlat, sobre la dispensa que le hizo el Gobierno Federal por derechos de importación, alude a algunos muebles, como consolas que tenían superficies de mármol de Carrara, Italia, además de elegantes candelabros, cristales, espejos, y azulejos, así como la herrería que eran de fabricación francesa.

Todavía a cien años del acontecimiento, pueden observarse en los ventanales algunos cristales franceses originales, que bajo el sistema de esmerilado ostenta entrelazadas las letras "GT", iniciales del Gobierno de Tabasco.

Los festejos La inauguración del Palacio del Poder Ejecutivo de Tabasco seguramente se anticipó para el13 de diciembre de 1884, en virtud de que en ese día, no obstante que el santoral de la Iglesia Católica celebra oficialmente a Santa Lucía, era el aniversario del nacimiento del Doctor Simón Sarlat Nova, y además en ese año se concluía su periodo constitucional.

En consecuencia un Comité Ciudadano, decidió la inauguración del edificio con una serie de celebraciones que cubrieron tres días; o sea desde la víspera, 12 de diciembre, hasta el día 14.

El Comité Ciudadano que asumió la ejecución de los programas de la inauguración del Palacio se hizo llamar "Amigos de Don Simón Sarlat Nova", pero esta nómina estaba formada por aspirantes al Gobierno del Estado, a pesar de que ya estaba designado como Gobernador Constitucional el General don Abraham Bandala Patiño.

Uno de los actos principales que consideró tomar en cuenta la señalada junta de amigos fue la de designar al doctor Sarlat, como "Benemérito de Tabasco", según consta en el periódico oficial del estado de fecha 11 de diciembre de 1881. En la misma edición de esa Gaceta se incluye en forma oficial el programa de los festejos. En el transcurso del 12; de diciembre se programó con la Banda de Música del gobierno del Estado, bajo la dirección del ameritado profesor don Guillermo Eskildsen, una retreta en la Plaza Pública conocida como

"Plazuela del Águila", a la que mucho después se le puso el nombre de "Plaza de los Trovadores". Este lugar queda en la confluencia de las calles de Hidalgo, 27 de febrero y Rovirosa, según la nomenclatura actual. Frente a la plaza estaba el domicilio particular del gobernador Sarlat.

Al día siguiente, día de la inauguración, el programa señala textualmente que ':4l rayar en este día en el que se conmemora el natalicio del Benemérito de Tabasco, Simón Sarlat, se disparará una salva de 21 cañonazos..."

Esta misma salva, como muestra de una excesiva adulación, aunque es justo reconocer que Sarlat fue el decisivo impulsor de la obra del Palacio, se repitió a las 12 del día y a las 6 de la tarde, siendo después agasajado el gobernador con la entrega de un cuadro artístico, de cuyo tema no dan indicios las crónicas, pero que se supone fue un retrato del propio gobernador, a punto de cumplir su mandato.

El acto principal de la inauguración giraba en torno a un banquete y baile de gran gala en el interior del palacio, pero este festejo estaba dirigido a la aristocracia.

Dentro de una marcada división, cuando menos de dos esferas sociales, la aristócrata ya señalada y de los artesanos, se dispuso que en las afueras del Palacio, en la Plaza de Armas, se celebrara una feria popular que consistía en quema de juegos pirotécnicos y una verbena, indiscutible ejemplo de las celebraciones populares españolas.

Este festejo, frente al palacio se prolongó hasta el día siguiente, día 14 de diciembre y concluyó con el reparto de dulces y refrescos caseros a los niños pobres.

La información periodística de estos acontecimientos, fue publicada hasta tres días después en el periódico oficial del Estado, órgano que recogía las publicaciones de gobierno pero para complementar sus espacios libres, publicaba otro tipo de informaciones dando preferencia a la nota social.

De acuerdo con el romanticismo y cursilería de la época, el redactor de la información con el pseudónimo de "Aramís", refiere un ambiente marcadamente cortesano: ((Se advierte que en la inauguración de nuestro palacio, fueron prolijos los discursos y los brindis con borgoña y champaña, escanciadas en estilizadas copas de Baccará, destacándose la coquetería de las damas, la caballaresca pero superficial acometida de tenorio de los señores y, por encima de todo, una desmedida adulación al gobernador Sarlat".

Se describe al edificio del Palacio y su mobiliario, como muy elegante pero sobrio. En la parte principal de acceso una escalinata de mármol resguardada con pasamanos de caoba, puertas del mismo material labradas por inspirados ebanistas, los más famosos de la época, con motivos nacionales. El tipo de construcción podría definirse, como de moderado estilo colonial.

Ahora bien, es de destacarse, que el nuevo edificio a pesar de haber sido llamado oficialmente el Palacio del Poder Ejecutivo del Estado, realmente albergaba a la Cámara de Diputados en la parte norte, en tanto que en el ala izquierda, sobre las calles de Independencia, estaba el edificio que correspondía al Tribunal Superior de Justicia del Estado, sin que se les aludiera directamente y menos como palacios.

Por lo que corresponde a la disposición de oficinas del Ejecutivo del Estado, en la parte superior derecha o sea lo que corresponde a las calles de Vicente Guerrero, se ubicaba el despacho del Gobernador y su Secretaría Particular, en el recinto contiguo venía a quedar la Secretaría General de Gobierno, en tanto que en la parte frontal, mediando con la Plaza de Armas, quedaba la prolongación de la calle de Vázquez Norte. Más tarde cuando fue creada la Subsecretaría de Gobierno, fue ubicada en el ala izquierda junto con otras oficinas menores.

En la parte baja, justamente al Iado izquierdo de la entrada principal, se instaló la Tesorería General del Estado y precisamente del lado opuesto se encontraba situada la Procuraduría de Justicia y la Dirección General del Registro Público de la Propiedad y del Comercio.

El Salón de Recepciones estaba revestido de loseta de mosaico francés, común en el medio, pues tanto estos materiales como la teja francesa eran embarcados en el puerto de Marsella, Francia, como lastre de las embarcaciones. El salón se abría cada año para ceremonias públicas, como era la recepción del Grito de Independencia.

Estaba este recinto adornado con candiles, vitrales, cortinajes de terciopelo, columnas coronadas de capiteles dorados y consolas de mármol, lo que era sin duda alguna la imitación de lujo palaciego europeo, pero que al fin de cuentas daban ya al pueblo tabasqueño una casa para la sede de sus autoridades principales.

Importante ampliación E l día primero de enero de 1953, asumió el gobierno del estado, el jurista Tenosiquense don Manuel Bartlett Bautista, quien por razones políticas dimitió el 22 de marzo de 1955. Al día siguiente fue nombrado gobernador interino del Estado, por la Cámara de Diputados, el general Miguel Orrico de los Llanos, nativo de Macuspana, quien inmediatamente, entre otros asuntos correspondientes a su cargo decidió una ampliación del Palacio de Gobierno.

Antes de tomar esta determinación, Orrico de los Llanos, había ordenado reparaciones urgentes al casco del antiguo palacio donde en el ala oeste se notaban peligrosas cuarteaduras. Fue necesario reforzar el edificio con vigas de concreto para evitar una catástrofe.

Inicialmente el gobernador Orrico ordenó la demolición del edificio, donde venía funcionando en la planta alta el Tribunal Superior de Justicia del Estado y en la planta baja la Comandancia de Policía dependiente de la Dirección General de 'Seguridad Pública, que había sido organizada en el Gobierno del licenciado Bartlett; sin embargo, dispuso el diseño del proyecto de un edificio que se llamó "El Anexo al Palacio de Gobierno", o simplemente el anexo, que constaba de cinco niveles.

La idea del Gobernador Orrico de los Llanos, era la de dar satisfacción a la demanda de locales para las nuevas oficinas de su gobierno ya en expansión, pero al mismo tiempo deseaba, por el lugar céntrico de la construcción, dejar testimonio ante la gente de nuestro pueblo de que estaba trabajando en el renglón de Obras Públicas, para así captar más las simpatías y borrar el rencor popular contra la administración anterior. Luego de una rápida demolición del antiguo y vetusto edificio, se comenzó la excavación para construir un edificio de cinco niveles, para lo que acordó una inversión de un millón, 417 pesos con 54 centavos.

La oferta pública que hizo el General se cumplió cabalmente ya que. la obra se inició el 20 de noviembre de 1956 y fue inaugurada el 20 de noviembre de 1957, día en que rindió su primer informe de Gobierno.

En el sótano de la construcción estaban y está ubicado el estacionamiento de vehículos del gobernador y de los principales funcionarios de la administración, en el primer nivel se instalaron las oficinas de la Agencia del Ministerio Público investigador, la Comandancia de la Policía Preventiva, los juzgados calificadores y la cárcel para la detención de correccionales y personas sujetas a investigación con una división para mujeres.

En el segundo nivel estaban alojadas la Dirección General de Tránsito del Estado, la Procuraduría General de Justicia del estado, la Subprocuraduría y las Oficinas de la Policía Judicial en tanto que en el tercer nivel estaban las Oficinas de la Dirección General del Catastro y las Oficinas de la Defensoría de Oficios.

En el piso siguiente se establecieron las instalaciones de la Dirección de Obras Pública, el Congreso del Estado y el Tribunal Superior de Justicia. En el último nivel aprovechable estaban instaladas las Oficinas de la Policía Fiscal, la intendencia y el archivo general, mientras que en el ático estaba y está un hermoso mirador donde se contempla una vista panorámica y de la ciudad.

La obra de Orrico, fue muy significativa en virtud de que en un sólo año, superó todo lo que hasta ese momento se había realizado en la historia del palacio original. El anexo era hasta entonces la construcción que más altura física tenía, además de la reciedumbre subjetiva. Sin embargo, más tarde, fue superada su acción, dándose al palacio señorío aunque restándole su originalidad.

En el régimen del Lic. Carlos A. Madrazo Becerra, la fisonomía de la ciudad empezó a tener drásticos y profundos cambios, una primera fase de modernidad hizo su aparición, y la urbe trascendió por sus fuentes y parques, y uno de los paseos predilectos seguía siendo acudir a Plaza de Armas, a un costado del Palacio de Gobierno.

En el mandato posterior a cargo de don Mario Trujillo García, Villahermosa vivió momentos de calma y tranquilidad, donde el esparcimiento sano y el trabajo fecundo iban a la par. Los residentes de la ciudad ~rutaban la cercanía del río Grijalva para dar paseos vespertinos y nocturnos en las inmediaciones del recinto del Poder Ejecutivo del Estado.

Véase también

Referencias

  • HERNÁNDEZ Sánchez, Pedro Luis (1995) Villahermosa, Tabasco, 1995, Cronista de la Ciudad