Pongo

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Pongo
Taxonomía
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Mammalia
Orden: Primates
Suborden: Haplorrhini
Infraorden: Simiiformes
Superfamilia: Hominoidea
Familia: Hominidae
Subfamilia: Ponginae
Tribu: Pongini
Género: Pongo
Lacépède, 1799
Especie tipo
Simia satyrus
Linnaeus, 1760
Distribución
Especies
Sinonimia
  • Faunus Oken, 1816
  • Lophotus Fischer, 1813
  • Macrobates Billberg, 1828
  • Satyrus Lesson, 1840

El orangután (Pongo) es un género de primates que comprende tres especies de grandes simios originarios de Indonesia y Malasia. A diferencia de los simios africanos, tienen el pelo de color rojizo y una constitución más adaptada a la vida arbórea. Actualmente solo se encuentran en las selvas de las isla de Borneo y en Sumatra. En su día, se consideró que constituían una única especie, pero en 1996 esta fue dividida en dos, el orangután de Borneo (Pongo pygmaeus) y el de Sumatra (Pongo abelii), y en noviembre de 2017 se identificó y describió una tercera especie, el orangután de Tapanuli (Pongo tapanuliensis).[2]​ Las poblaciones han disminuido de forma dramática en las últimas décadas; tanto el orangután de Sumatra, como el de Borneo están al borde de la extinción según datos de la UICN para 2016.[3]

El nombre deriva de las palabras malayas (o indonesias) «orang», que significa persona, y «hutan», selva o bosque, es decir, es un «hombre de la selva». La primera referencia que se tiene del uso de esta palabra es de 1631, fecha de publicación del libro Historiae naturalis et medicae Indiae orientalis, del médico holandés Jacobus Bontius. Este informó de que, según decían los malayos, el simio sabía hablar pero prefería no demostrarlo, no fuera a ser que lo pusieran a trabajar.[4]Linneo le dio posteriormente el nombre Simia satyrus.[5]

Morfología

Los orangutanes son los segundos primates más grandes de los que existen en la actualidad, después del gorila; su estatura varía entre 1,25 y 1,50 m. Con respecto al peso, el dimorfismo sexual es considerable: las hembras, por lo general, no pasan de unos 50 kg, mientras que los machos alcanzan fácilmente el doble, y en cautividad a veces llegan a pesar aún más.[6][7][8]​ Tienen los brazos muy largos y pueden curvar las piernas hacia dentro, lo cual les permite trepar verticalmente por los troncos. Sus manos son parecidas a las de los humanos, con dedos largos y un pulgar oponible, pero se mueven por la foresta en braquiación, curvando los dedos en forma de gancho. Los pies tienen más similitud con sus manos que con los pies nuestros. Las raras veces que descienden al suelo, no caminan apoyándose sobre los nudillos, como hacen los gorilas y chimpancés, sino sobre las palmas y los dedos flexionados, y el borde externo de los pies.[9]​ Están cubiertos de pelo largo y fino, que oscurece ligeramente con la edad; aparte de las diferencias individuales, se aprecia una coloración distinta entre el orangután de Borneo y el de Sumatra, siendo este último el que tiene el pelaje más claro y anaranjado. La característica más llamativa de los machos adultos son sus mejillas grandes y planas, llamadas "bridas" (en inglés, cheek pads), formadas por bolsas de grasa que desarrollan en la madurez y sirven para hacer gala de su estatus de macho dominante.[10]

orangután macho con "bridas"

Comportamiento

Alimentación

El orangután es frugívoro: más de dos tercios de su dieta está compuesta por fruta. También consume tallos, hojas tiernas, insectos, miel y huevos de ave así como otros alimentos vegetales y animales, en conjunto más de trescientos.[11]​ Se los ha observado ingiriendo arcilla o tierra, cuya función es suplir nutrientes minerales, absorber sustancias tóxicas y aliviar trastornos gástricos o intestinales. Además, usan plantas del género Commelina como bálsamo anti inflamatorio.[12]

Vida social

El estilo de vida de los orangutanes es más solitario que el de los demás grandes simios; solo existen lazos duraderos entre las hembras adultas y sus crías. Los machos adultos y los adolescentes independientes de ambos sexos suelen vivir solos.[13]​ Sin embargo, a veces viajan en grupos reducidos o se reúnen a comer en grandes árboles frutales, donde puede haber interacciones. Las hembras se suelen tratar entre sí de forma amistosa. Los machos, en cambio, en ocasiones llegan a atacarse.[14]

Comunicación

Sus llamadas nada tienen que ver con los chillidos de, por ejemplo, los chimpancés; los orangutanes son animales silenciosos en comparación con el resto de simios. Desde lejos, solo se oye a los machos adultos cuando entonan sus llamadas largas, con la intención de atraer a hembras y de delimitar su territorio frente a los demás machos. Pero estos simios también son capaces de comunicar contenidos concretos. Un estudio liderado por Serge Wich, de la Universidad de Zúrich, sobre sus vocalizaciones, que grabó durante dos años en diferentes poblaciones de Sumatra y de Borneo, aportó el sorprendente resultado de que estas voces eran diferentes en cada grupo. Se trata pues de un rasgo cultural, no de algo innato.[15]

Construcción de nidos

Los orangutanes construyen nidos especializados para usarlos de día o de noche, a una altura de hasta 30 metros con el fin de permanecer alejados de los tigres, su único enemigo natural aparte del hombre. La tarea es compleja. En primer lugar, hay que escoger un árbol adecuado. Luego juntan varias ramas debajo de ellos y las unen en un punto. Tras construir la base, colocan encima ramas dobladas, más pequeñas y con hojas, que hacen de colchón. A continuación, trenzan los extremos de las ramas y las clavan en el colchón, aumentando así la estabilidad del nido; en cinco o seis minutos está listo. Los "hombres del bosque" dan prueba de unos conocimientos técnicos considerables en estas tareas.[16]​ A veces, se añaden otros elementos comparables a almohadas, mantas o techos.[17]​ En cautividad, se muestran creativos con el material que ponen a su disposición los amos.

Reproducción y desarrollo

madre y bebé.

A los quince años, los machos ya han alcanzado la madurez sexual; sin embargo, pueden tardar hasta los veinte en desarrollar sus mejillas características; esto depende en gran medida de la presencia o ausencia de un macho residente.[18]​ Según luzcan, o no, las llamadas "bridas", adoptan una estrategia de apareamiento diferente. Los que no las tienen vagabundean en busca de hembras en estro, y si encuentran a una, copulan con ella por la fuerza. Y es que las hembras prefieren a los machos con este "adorno facial " y buscan la compañía de ellos.. Los machos residentes a veces establecen, después de copular con una hembra, una relación que puede durar semanas e incluso meses.

Las hembras tienen su primera cría entre los catorce y quince años, tras una gestación de nueve meses. (Y normalmente solo serán dos o tres a lo largo de toda su vida.) Los machos no participan en la crianza; por otra parte, señalemos que no existe el infanticidio que se da en otras especies de primates. Hasta los dos años, el pequeño es totalmente dependiente de su madre, quien lo lleva siempre consigo, lo alimenta y duerme con él en su mismo nido.[19]​ Durante los primeros cuatro meses, se mantiene agarrado a su barriga, luego poco a poco se va atreviendo a explorar el entorno por su cuenta. La madre no lo desteta hasta los cuatro años, aproximadamente; y el contacto aún se prolonga con una cría ya adolescente. En cautividad, la menopausia se alcanza hacia los cuarenta y ocho años; machos y hembras pueden llegar a vivir hasta sesenta años.[20]

Inteligencia

Hay relativamente pocos orangutanes en cautividad, en comparación con otros simios. Además, en libertad su comportamiento es más difícil de estudiar por sus hábitos arborícolas; de ahí que haya menos testimonios de sus habilidades mentales, y que se pueda pensar que son menos inteligentes que chimpancés o gorillas. No es el caso. En las últimas décadas se han multiplicado las  observaciones que sitúan las capacidades cognitivas de Pongo pygmaeus y Pongo abelii a la misma altura que las de los simios africanos. [21]

Fabricación y uso de herramientas

Se ha observado a orangutanes, en su medio, fabricando herramientas a partir de los materiales a su disposición: arrancando hojas de una rama, afilándola, juntando varias ramas, etc. Un ejemplo llamativo es el de un orangután de Sumatra que se fabricó una especie de almohadillas de hojas para proteger sus pies y manos de los pinchos que recubrían el árbol donde se estaba alimentando.[22]​ El uso más habitual de herramientas es el que proporciona acceso a alimentos como insectos ocultos en el suelo o la corteza de los árboles, o a determinadas partes comestibles de una fruta a las que no es fácil llegar solo con los dedos.[23]​ Y tienen otras costumbres no por sencillas menos útiles, como la de protegerse de la lluvia haciéndose una especie de paraguas con hojas grandes.

A los orangutanes que están o han estado en contacto con humanos les gusta jugar y experimentar con las herramientas de estos. Aprenden tanto por imitación como por ensayo y error. Lo hacen espontáneamente, sin que se les anime a ello; con frecuencia, más bien ocurre lo contrario, por ejemplo cuando uno de los más espabilados da un salto a una barca desocupada y se aleja remando.

Aprendizaje de una lengua humana no oral

A varios simios se les ha enseñado a comunicarse, de forma elemental, manejando unos pocos centenares de palabras, mediante el lenguaje de signos o usando "lexigramas" (símbolos abstractos). Los más conocidos son la gorila Koko y el bonobo Kanzi. Un experimento similar a largo plazo se llevó a cabo con el orangután Chantek, quien llegó a manejar unos 150 signos y también entendía el inglés hablado. Sus habilidades lingüísticas no son inferiores a las de las otras especies de simios con los que se ha experimentado más. Igual que estos, Chantek también creaba expresiones nuevas combinando dos signos, por ejemplo "perros naranja" para referirse a lo orangutanes que no conocía.

Orangutanes y humanos

Primeros contactos

Cuando los europeos tuvieron noticia de la existencia de este simio, los habitantes nativos de Sumatra y Borneo hacía ya miles de años que los conocían. Algunas comunidades los cazaban; otras, en cambio, consideraban tabú esa práctica.[24]​ El marino inglés Andrew Battell (1565-1614) fue el primer europeo que creyó haberlo visto. En su "Informe sobre Angola y las regiones limítrofes" (1613),[25]​ habla de dos "monstruos" (probablemente gorila y chimpancé) a los cuales los nativos llaman "Pongo" y "Engeco". Por otra parte, Jean-Baptiste de Lamarck escribe en 1809, en su Filosofía zoológica:

El orang de Angola (Simia troglodytes, Lin.) es el más perfecto de todos los animales: es más perfecto que el orang indio (Simia satyrus, L), al que llaman Orang-Utang.

La confusión de nomenclaturas no se resolvió hasta bien entrado el siglo XIX. Se debe principalmente al hecho de que pocos naturalistas europeos llegaron a ver vivos uno de estos simios, y ninguno pudo compararlos con los africanos.

Investigación

Los primeros estudios de campo sobre Pongo los realizó Biruté Galdikas en la década de los 70. A los veinticinco años de edad, se estableció en una cabaña en el sudeste de Borneo, junto al río Sekonyer; se había propuesto seguir los pasos de las primatólogas Jane Goodall y Dian Fossey. Con el apoyo de Louis Leaky, ha llegado a convertirse en la máxima autoridad en materia de orangutanes.

Actualmente,[¿cuándo?] los estudios de campo se llevan a cabo mayormente a través de varias asociaciones cuyo principal objetivo es defender a estos "hombres de la selva". Entre los resultados obtenidos de los experimentos en laboratorio, destaca la secuenciación del ADN,[26]​ que ha aportado algunas sorpresas.

Amenazas

Las tres especies del género Pongo están recogidas en el Apéndice I del Convenio CITES[27]​, es decir, se encuentran en riesgo de extinción. El principal peligro que se cierne sobre estos simios es la reducción de su hábitat por deforestación; cada vez les quedan menos hectáreas de bosque donde hallar comida, pues este se rinde ante la industria maderera o le hace sitio a la agricultura, sobre todo a la palma de aceite, cuyos mayores productores a nivel mundial son justamente Indonesia y Malasia, los dos países donde aún vive el orangután.[28]

Además, se los caza por su carne, se los mata cuando diezman los cultivos a los que se ven abocados a acudir para conseguir alimento, y se captura a las crías para venderlas como mascotas, prácticas todas ellas prohibidas por el CITES, convenio del que son miembros los dos países. La captura de crías supone dos tragedias: hay que matar a la madre, que por nada en el mundo se desprendería voluntariamente de su hijo; y el pequeño, en el mejor de los casos, pasará varios años en una jaula, aburrido, triste y mal alimentado, para ser abandonado por sus dueños cuando no sean capaces de controlarlo; en el peor, morirá joven, y si es una hembra, puede llegar a ser utilizada como esclava sexual.[29]

Medidas de protección

Tanto en Sumatra como en Borneo (en la partes indonesias y malayas de la isla) existen parques nacionales para proteger a la fauna amenazada de la región. Se han puesto en marcha varias estaciones de reintroducción, donde se les intenta enseñar a los pequeños huérfanos cómo desenvolverse en su medio natural. En Sumatra, solo quedan orangutanes salvajes en los bosques de las dos provincias septentrionales, Aceh y Sumatra del Norte; la mayoría están en el Parque Nacional Gunung Leuser.

La legislación indonesia prohíbe dar muerte, capturar o comerciar con ellos, a pesar de lo cual, año tras año, muchos ejemplares acaban en el mercado negro o en domicilios particulares. La fundación Borneo Orangutan Survival es una ONG de conservación de primates cuya labor puede servir de ejemplo sobre cómo se ayuda a estos seres cuando la policía consigue confiscarlos. La organización cuenta con dos estaciones de acogida y rehabilitación en Kalimantan este y Kalimantan central (dos provincias indonesias en la isla de Borneo), con capacidad total para 800 individuos. A los adultos en buen estado de salud se los devuelve a una zona forestal adecuada, y los que tienen entre tres y cinco años suelen readaptarse a la naturaleza con tan solo un poco de ayuda.

Sin embargo, los bebés huérfanos, totalmente dependientes de la madre, pasarán unos seis o siete años en estos centros, hasta haber aprendido todas las habilidades de las que dependen para poder vivir en la selva (reconocer y encontrar plantas comestibles, distinguir las venenosas, construir nidos, trasladarse por los árboles de manera segura y eficaz, orientarse, interaccionar con sus congéneres, etc.). Necesitan además un apoyo emocional tras el trauma experimentado.

La liberación de aquellos individuos que ya se consideran preparados tampoco es tarea sencilla. Se necesitan vehículos para transportarlos, una infraestructura de servicios para que investigadores y veterinarios puedan seguirles la pista en una primera fase, y, sobre todo, hay que contar con la aceptación de la población local. Para ello se organizan charlas informativas, y se ofrece formación y puestos de trabajo como guardabosques. El turismo también es una manera de obtener ingresos que puede disuadir a los que piensan que es mejor negocio un orangután muerto o entre barrotes.

Filogenia y genética

Las tres especies de orangután[30]​ son los únicos miembros vivientes de la subfamilia Ponginae. Esta subfamilia también incluye los géneros extintos Lufengpithecus, que vivió al sur de China y Tailandia hace entre dos y ocho millones de años, y Sivapithecus, el cual vivió en lo que actualmente es India y Pakistán entre hace 12,5 y 8,5 millones de años. Estos simios probablemente vivieron en ambientes más secos y fríos que sus parientes vivos. Se cree que la especie Khoratpithecus piriyai, que vivió en Tailandia hace entre siete y cinco millones de años, es la más próxima a los orangutanes actuales. El primate más grande que se conoce, el extinto Gigantopithecus, también es miembro de Ponginae y vivió en China, India y Vietnam entre hace 5 millones de años y cien mil años.[31]​ Dentro de la superfamilia Hominoidea, los gibones se separaron a principios del Mioceno (entre hace 19,7 y 24,1 millones de años, según pruebas moleculares) y los orangutanes divergieron de los otros grandes simios de África entre hace 15,7 y 12,3 millones de años.[32]

Los orangutanes actuales son estos:

Referencias

  1. Davis, Nicola (2 de noviembre de 2027). «New species of orangutan discovered in Sumatra – and is already endangered». The Guardian (en inglés). 
  2. Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (16 de abril de 2019). «IUCN calls for a moratorium on projects impacting the Critically Endangered Tapanuli orangutan» (en inglés). Consultado el 15 de julio de 2019. 
  3. Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (2 de septiembre de 2016). «Cuatro de los seis grandes simios están a un paso de la extinción – Lista Roja de la UICN». Consultado el 15 de julio de 2019. 
  4. Dellios, Paulette (2008). «A lexical odyssey from the Malay World». Journal of Pidgin and Creole Languages 23 (1). ISSN 0920-9034. doi:10.1075/jpcl.23.1. Consultado el 4 de julio de 2019. 
  5. «Zoology -- Linnaeus and His Names». darwiniana.org. 4 de marzo de 2016. Consultado el 6 de julio de 2019. 
  6. Bradford, Alina (16 de junio de 2016). «Facts About Orangutans» (en inglés). Live Science. Consultado el 15 de julio de 2019. 
  7. Orangutan Foundation International. «How big do Orangutans get? Learn about the Biology of the Orangutan (Morphology)» (en inglés). Consultado el 15 de julio de 2019. 
  8. «Orangutan facts». Animal Facts Encyclopedia (en inglés). Consultado el 15 de julio de 2019. 
  9. Sugardjito, Jito (1982). «Locomotor behavior of the Sumatran orangutan (Pongo pygmaeus abelii) at Ketambe, Gunung Leuser National Park». Malayan Nature Journal 35:57-64 · January 1982. 
  10. Payne, Junaidi. (2008). Orangutans : behavior, ecology, and conservation. MIT Press. ISBN 9780262162531. OCLC 166290656. Consultado el 27 de junio de 2019. 
  11. Galdikas, Biruté M. F. (1988-2). «Orangutan diet, range, and activity at Tanjung Puting, Central Borneo». International Journal of Primatology (en inglés) 9 (1): 1-35. ISSN 0164-0291. doi:10.1007/BF02740195. Consultado el 27 de junio de 2019. 
  12. Walker,, Matt ((28 July 2008).). «"Wild orangutans treat pain with natural anti-inflammatory"». New Scientist. 
  13. Teboekhorst, I; Schürmann, C; Sugardjito, J (1990). «Residential status and seasonal movements of wild orang-utans in the Gunung Leuser Reserve (Sumatera, Indonesia)». Animal Behaviour. 39 (6): 1098–1109. doi:10.1016/S0003-3472(05)80782-1. 
  14. van Schaik, Carel P. Toward an understanding of the orangutan's social system. p. 3. 
  15. McLaughlin, Tom (12 de agosto de 2012). «The Language of Orangutans». The Borneo Project (en inglés). Consultado el 15 de julio de 2019. 
  16. «Nest-building orangutans demonstrate engineering know-how to produce safe, comfortable beds». PNAS. doi:10.1073/pnas.1200902109. 
  17. Wich, Serge A. (2009). Orangutans : geographic variation in behavioral ecology and conservation. Oxford University Press. ISBN 9780191550041. OCLC 318827357. Consultado el 28 de junio de 2019. 
  18. Schürmann, Chris L.; van Hooff, Jan A. R. A. M. (1986-6). «Reproductive strategies of the orang-utan: New data and a reconsideration of existing sociosexual models». International Journal of Primatology (en inglés) 7 (3): 265-287. ISSN 0164-0291. doi:10.1007/BF02736392. Consultado el 29 de junio de 2019. 
  19. YAMAZAKI, Saika; TAKEDA, Shohei; TORII, Eita; SUZUKI, Souzou; SHIMIZU, Mika; KUROTORI, Hidetoshi (2010). «Pedological Analysis of Geophagic Behaviour in Captive Borneo Orangutan (Pongo pygmaeus)». Primate Research 26 (1): 59-66. ISSN 1880-2117. doi:10.2354/psj.26.59. Consultado el 29 de junio de 2019. 
  20. WWF. «Orangutan | WWF España». Consultado el 4 de julio de 2019. 
  21. «The Mentalities of Gorillas and Orangutans edited by Sue Taylor Parker». Cambridge Core (en inglés). 1999/08. doi:10.1017/cbo9780511542305. Consultado el 8 de julio de 2019. 
  22. Fox, Elizabeth A.; Bin'Muhammad, Ibrahim (2002-10). «New tool use by wild Sumatran orangutans (Pongo pygmaeus abelii)». American Journal of Physical Anthropology (en inglés) 119 (2): 186-188. ISSN 0002-9483. doi:10.1002/ajpa.10105. Consultado el 8 de julio de 2019. 
  23. van Schaik, C. P. (1996). «Manufacture and Use of Tools in Wild Sumatran Orangutans». Naturwissenschaften 83. 
  24. Payne, J; Prudente, C (2008). Orangutans: Behaviour, Ecology and Conservation. New Holland Publishers. ISBN 978-0-262-16253-1. 
  25. Andrew Battell (1624). The Strange Adventures of Andrew Battell of Leigh, in Angolo and the Adjoining Regions. Hakluyt Society, London. 
  26. van den Berg, Eva (8 de noviembre de 2016). «Un equipo internacional secuencia el genoma del orangután». National Geographic. Consultado el 15 de julio de 2019. 
  27. CITES. «Especies amenazadas de fauna y flora salvajes». 
  28. FAO (10 de enero de 2016). «Aceite de palma - Producción (Toneladas)». es.actualitix.com. Consultado el 15 de julio de 2019. 
  29. Mucha, Martín (2 de noviembre de 2014). «Pony, la esclava sexual liberada». El Mundo. Consultado el 15 de julio de 2019. 
  30. "Tercera especie de orangután eleva a 7 las especies vivas de gran simio". Proyecto Gran Simio, España. Consultado el 23 de diciembre de 2018.
  31. Payne, J; Prundente, C (2008). Orangutans: Behavior, Ecology and Conservation. New Holland Publishers. ISBN 0-262-16253-9. 
  32. Israfil, H.; Zehr, S.M.; Mootnick, A.R.; Ruvolo, M.; Steiper, M.E. (2011). «Unresolved molecular phylogenies of gibbons and siamangs (Family: Hylobatidae) based on mitochondrial, Y-linked, and X-linked loci indicate a rapid Miocene radiation or sudden vicariance event» (PDF). Molecular Phylogenetics and Evolution 58 (3): 447-455. PMC 3046308. PMID 21074627. doi:10.1016/j.ympev.2010.11.005. Archivado desde el original el 10 de mayo de 2012. 
  33. Nater, Alexander et al. 2017. Morphometric, Behavioral, and Genomic Evidence for a New Orangutan Species. Current Biology 27, 1–12.

Bibliografía

Enlaces externos