Diferencia entre revisiones de «Conquista de Mallorca por Jaime I»

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La Conquista para los reinos cristianos de la Isla de Mallorca fue lograda definitivamente por el rey Jaime I de Aragón entre 1229 y 1231. El desembarco de las tropas cristianas se efectuó en 1229 en Santa Ponsa. La ciudad de Madîna Mayûrqa (actual Palma de Mallorca) cayó en diciembre de ese mismo año pero la resistencia musulmana en las montañas duró hasta 1231. Tras la conquista, Jaime I repartió el territorio entre los nobles, tal y como se dispone en el Llibre del Repartiment, y adjudicó la conquista de Ibiza, mientras que Menorca le rendía vasallaje. Jaime I creó el Reino de Mallorca que pasaría a ser independiente de la Corona de Aragón por las disposiciones de su testamento, hasta la posterior conquista por parte de Pedro IV de Aragón y con el paréntesis de dominio aragonés durante el reinado de Jaime II de Mallorca.

Antecedentes

Pese haber sufrido el primer desembarco de tropas musulmanas en 707, no fue hasta el siglo X cuando la isla de Mallorca fue conquistada por parte de Isam al-Hawalani. Tras la conquista, Madîna Mayûrqa sufrió un crecimiento notable y propició que las Islas Baleares se convirtieran en un refugio para los piratas sarracenos y punto de apoyo para los berberíscos que atacaban a los barcos cristianos del Mediterráneo occidental, dificultando los intercambios comerciales entre los distintos centros de comercio de la zona como Pisa, Génova, Barcelona o Marsella. Así, en 1115 Ramón Berenguer III organizó una expedición marítima en la que participaron tropas catalanas, pisanas, y de otras ciudades provenzales e italianas con vistas a tomar la isla a los musulmanes e impedir el ataque y entorpecimiento a los convoyes y naves de los comerciantes cristianos. Tras la toma de la isla y posterior saqueo de Madîna Mayûrqa por parte de las tropas cristianas, éstas no pudieron retener la isla en su poder y cedieron ante el posterior ataque almorávide. La isla quedó de nuevo en poder musulmán, siendo la familia almorávide de los Banû Gâniya quienes crearon un nuevo estado independiente en las Baleares con buenas relaciones con los cristianos. Sin embargo, en 1203 la isla cayó en manos almohades y en 1208 se designó a Ibn Abû Yahya Hiquem como gobernador de la isla, quién creó un principado semiindependiente, con sólo una sumisión formal al emir almohade. Tras haber pacificado sus territorios y con la recuperación económica tras la sequía que había durado de 1212 a 1224, Jaime I empezó a pensar en una política expansiva hacia el sur y el Mediterráneo para ampliar los dominios, mejorar las posibilidades económicas y canalizar el empuje de la nobleza hacia el exterior de sus dominios.

Preparativos

Jaime I tenía en mente la conquista de Valencia y de las Baleares, pero las razones para la conquista de uno u otro territorio obedecían a objetivos y razones distintos. Valencia era una tierra rica que podía servir para que la población del Reino de Aragón y de Cataluña encontrara nuevas tierras y para que la nobleza obtuviera nuevos feudos, por lo que era la opción preferida por los aragoneses. Además el rey de Castilla, Fernando III, había intentado la toma de zonas de Valencia que en principio estaban reservadas para el rey aragonés. Sin embargo la opción de la conquista de las Baleares era la preferida por los comerciantes catalanes y provenzales, ya que los mercaderes mallorquines competían con aquellos y las islas eran refugio de piratas y punto de apoyo a los corsarios berberiscos, que dificultaban el comercio con el norte de África y con el resto del Mediterráneo. Las toma de las islas no representaba sólo un ataque de represalia por los perjuicios causados a los mercaderes, sino que representaba el inicio de una expansión planeada para obtener el monopolio comercial con Siria y Alejandría y potenciar los intercambios comerciales con Italia y el resto del Mediterráneo. Sin embargo el casus belli empleado fue el saqueo de dos naves catalanas que comerciaban con Ceuta y Bugía[1]​.

La invasión de Mallorca se decidió en las Cortes celebradas en Barcelona en 1228.
Según narra el propio Jaime I en el Llibre dels feyts la conquista fue presentada al monarca por los mercaderes durante una cena dada por Pere Martell en Tarragona.

En las Cortes celebradas el 23 de diciembre de 1228 en Barcelona, en las que tomaron parte los tres estamentos, se dicutió sobre la conveniencia de realizar un ataque contra las Baleares o contra Valencia. A aquella reunión le siguieron otras. Finalmente el rey se decantó por la opción mallorquina. El ataque a Mallorca estaba fomentado por los comerciantes y hombres de negocios por lo que quedaba pendiente el apoyo de los nobles, imprescindibles en la conquista. Según el mismo Jaime I fue Pedro Martell, navegante, quien le animó a embarcarse en aquella empresa durante una cena dada por el catalán.[2]​ Es muy probable que se diera una cena a la que asistieran aquellos personajes y que se hablara de Mallorca, pero seguramente el ataque a Mallorca ya estaba decidido.

En aquella reunión los nobles catalanes aceptaron apoyar el ataque, ofrecer apoyo económico y militar mediante el aporte de un número determinado de caballeros y uno indeterminado de peones, el cobro del bovaje en sus dominios para sufragar los gastos, y firmar un tratado de Tregua y Paz en toda Cataluña. A cambio recibirían una parte de las tierras conquistadas proporcional al apoyo prestado para la conquista. El rey se comprometió a nombrar árbitros para el reparto de las tierras y del botín. Los hombres designados para esta tarea fueron finalmente el maestre de la Orden del Temple, el obispo de Barcelona Berenguer Palou, el obispo de Gerona, el conde Nuño Sánchez del Rosellón, el conde Hugo IV de Ampurias, los caballeros catalanes Ramón Alamán y Ramón Berenguer de Áger y los ricoshombres de Aragón Jimeno de Urrea y Pedro Cornel.

De entre los nobles y prelados que contribuyeron con hombres a la formación del ejército se puede citar a algunos nobles de la familia real, como el mismo Nuño Sánchez, nieto de Ramón Berenguer IV, quien aportó 100 caballeros, y el conde Hugo IV de Ampurias y su hijo Ponce Hugo, que aportaron 60. Entre los nobles destacó Guillem Ramón de Montcada, con 400 caballeros y su tío Ramón. Los miembros del clero también aportaron sus hombres, Berenguer de Palou destinó 100 caballeros a la empresa, el obispo de Gerona aportó 30, el abad de San Feliu de Guixols cinco. También participaron el arzobispo de Tarragona, Aspàreg de la Barca y el después electo Guillem de Montgrí, y Ferrer Pallarés, prelado de Tarragona, que posteriormente se convertiría en obispo de Valencia y que proporcionó una galera.

No sólo los nobles y prelados se comprometieron con la empresa, también los hombres libres y las ciudades, y no sólo catalanas[3]​, dispusieron navíos y apoyo económico. Barcelona, que junto a Tortosa y Tarragona eran las más perjudicadas por la piratería, tuvo un papel protaginista en las asambleas, lo que se demuestra con la intervención de un número significativo de sus ciudadanos. Berenguer Gerard y Pedro Grony participaron directamente en las conversaciones y Berenguer Durfort fue nombrado tras la conquista primer alcalde de la Ciudad de Mallorca. La empresa se presentó como una cruzada contra los infieles al igual que la emprendida contra Peñíscola a raíz de otras Cortes celebradas en Tortosa en 1225. El rey Jaime tomó la cruz en Lérida en abril de 1229.[4]​.

Archivo:Crusade damietta.jpg
La conquista de Mallorca fue presentada como una cruzada contra los infieles. En la imagen, navio cruzado llegando a Damietta.

Aunque la conquista fue preferentemente obra de catalanes, todas las poblaciones colaboraron, y en la conquista participaron ciudades de la Provenza como Montpellier, Marsella y Narbona o italianas como Génova[5]​. Las ciudades de Tortosa, Tarragona y Barcelona, las más afectadas por el pillaje de los piratas, fueron las que más navíos ofrecieron. Fue Ramón de Plegamans, empresario rico al servicio del rey, quien se encargo de preparar la flota[6]​, aunque posteriormente no participó en la campaña.

Pese que los aragoneses renunciaron a participar en la conquista, en una reunión en Lérida pocos días después de las citadas Cortes de Barcelona, Jaime consiguió que un buen número de nobles aragoneses tomaran parte en la conquista por su vínculo de vasallaje con el rey, y que los leridanos acabaran apoyando la empresa pese a que en un principio parecía que no iban a participar. Sin embargo, los aragoneses estaban más interesados en Valencia y esto lo aprovechó Jaime para preparar la futura conquista del reino musulmán. Finalmente unos 200 caballeros de los que embarcaron provenían de Aragón, los cuales participaron en acciones militares destacadas. Entre ellos se puede nombrar a los 150 caballeros de Pedro Cornel y los 30 de Pedro de Linaza[7]​.

El 5 de septiembre de 1229 partía de Salou, Cambrils y Tarragona la flota cristiana rumbo a Mallorca, formada por más de 150 naves, la mayor parte de ellas catalanas. Las distintas fuentes hablan de unos 800 caballeros y miles de soldados[8]​.

La Conquista

La travesía y el desembarco de las tropas

Celebración de los Moros y Cristianos en Santa Ponça, en recuerdo del desembarco efectuado en 1229.
Cruz conmemorativa en Santa Ponsa, en el lugar donde se produjo el desembarco

Tras un viaje dificultado por una tormenta, la flota cristiana llegó a Santa Ponsa y Palomera entre el 8 y 9 de septiembre de 1229. La travesía y el desembarco no se vio dificultado por la flota musulmana, en el caso que existiera. Tras el desembarco en una cala cercana a Santa Ponsa, el 12 de septiembre tuvo lugar el primer enfrentamiento armado entre los cruzados y los musulmanes, que acabó con una victoria fácil de los primeros. En la localidad de Santa Ponsa se eleva una cruz conmemorativa del acontecimiento y se celebran durante las mismas fechas representaciones del desembarco.[9]

La batalla de Portopi

Tropas musulmanas y cristianas prestas para entrar en combate.
Monumento en el lugar donde se enterró a Guillermo y Ramón Montcada, conocido hoy día por Palma Nova

Los musulmanes de Mallorca no obtuvieron apoyo militar, ni de la península, ni del norte de África, por lo que intentaron dificultar lo máximo posible el avance cristiano a la capital. La batalla de Portopí fue el principal enfrentamiento armado entre las tropas cristianas de Jaime I y las musulmanas de Abû Yahya en toda la conquista. El enfrentamiento se produjo el 12 de septiembre de 1229, en un lugar de la localidad actual de Palma Nova. Aunque la batalla fue ganada por las tropas cristianas, estas sufrieron bajas de importancia como las de los Montcada. Tras este enfrentamiento el camino hasta la capital de la isla, Madîna Mayûrqa, se presentó libre de obstáculos para las tropas invasoras que se prepararon para el asedio a la ciudad.

Tras la derrota de las tropas musulmanas en el enfrentamiento que siguió al desembarco de las tropas de Jaime I, el 11 de septiembre el valí de Mallorca decidió abandonar su capital con el grueso de sus tropas para hacer frente a la invasión. Tras unirse con las tropas que se habían replegado tras el enfrentamiento anterior, presentaron batalla el día 12. La caballería musulmana obligó a retroceder a Nuno Sánchez, lo que propició la famosa frase puesta en boca de Jaime I: "Vergonya cavallers, vergonya" ("Vergüenza caballeros, vergüenza" en catalán). Tras reorganizar la tropa en dos avanzadas, una capitaneada por los Montcada y otra compuesta por los caballeros templarios y capitaneada por el conde de Ampurias, los cristianos vencieron en la batalla. Las tropas aragonesas se detuvieron a pasar la noche en Bendinat. La noticia de la muerte de los Montcada fue dada a Jaime I por el obispo de Barcelona Berenguer de Palou, y estos fueron enterrados el día 14 entre escenas de dolor y tristeza. En el lugar donde se enterraron se conservaba hasta 1914 un pino conocido como Pino de los Montcada. Ya en el siglo XIX, un grupo de poetas catalanes y franceses, entre los que se encontraba Jacinto Verdaguer, construyó un monumento en conmemoración del acontecimiento.

El asedio a Madina Mayurqa y la pacificación de la isla

El asedio a Medina Mayurqa duró más de tres meses. En la imagen, asedio de Jerusalen en la Primera Cruzada.

Tras duros combates Jaime I logró tomar Madina Mayurqa el 31 de diciembre de 1229. El último valí, Abú Yahya, murió y los cristianos incendiaron la ciudad y pasaron a cuchillo a la población. La matanza fue tan grande que los miles de cadáveres no puedieron ser enterrados y las tropas fueron diezmadas por una epidemia de peste. Los nobles que participaron en la conquista planearon quedarse con el botín y no repartirlo entre la tropa, pero la revuelta de las tropas ante esta situación hizo que finalmente accedieran a repartirlo entre sus hombres. El saqueo de la ciudad duró hasta el 30 de abril de 1230.

Gracias a las disputas internas entre los conquistadores derivadas del reparto del botín y el regreso de numerosos cruzados al continente, los musulmanes que lograron huir pudieron organizarse en las montañas y resistir durante dos años, hasta mediados de 1232, hasta la conquista total del territorio. Sin embargo, la mayoría de la población de la isla no ofreció demasiada resistencia y permaneció desunida facilitando la conquista.[10]​ Tras la conquista de la capital y durante el periodo del 31 de diciembre de 1229 al 30 de octubre de 1230 se tomaron las poblaciones situadas en el Pla, Migjorn, Llevant i el nordeste de la isla. Finalmente, los que no lograron huir al Norte de África o a Menorca fueron reducidos y convertidos en esclavos, aunque algunos pocos lograron mantenerse en sus tierras.

La Repartición

Jaime I repartió la isla entre la casa real, la nobleza y la iglesia, según el Llibre del Repartiment (Imagen de Jaime I en el ayuntamiento de Palma).

El reparto de las tierras y bienes de la isla fue total y se realizó según lo pactado con aterioridad en las Cortes y según lo que se dispuso en el Llibre del Repartiment (Libro del Repartimiento en catalán). El rey Jaime I dividió la isla en 8 partes, la mitad pasó a formar la medietas regis y la otra mitad la medietas magnatis. Es decir, la mitad de la isla pasó a manos del rey y la otra mitad a los nobles porcioneros o árbitros del reparto. Sólo se conocen los bienes y tierra que componia la medietas regis que era la que aparecía en el Llibre del Repartiment pero se cree que la medietas magnatis era similar.[11]

La medietas regis comprendía 24 hornos, 2 baños, 320 tiendas u obradors, 2113 casas y unas 150.000 hectáreas, que incluían 817 fincas, 80 molinos y 525 caballerías. A su vez el monarca repartío esta parte entre las ordenes militares que apoyaron la conquista, principalmente la Orden del Temple, los infantes, los funcionarios y hombres a su cargo y los hombres libres y las ciudades y villas. Así la Orden del Temple recibió 22.000 ha, 393 casas, 54 tiendas y 525 caballerias. Los hombres al servicio del monarca[12]​ 65.000 ha. Las ciudades[13]​ recibieron 50.000 ha y finalmente, el infante Alfonso, su primogénito, recibió 14.500 ha.

La medietas magnatum se repartió entre los cuatro porcioneros, que a su vez debían repartir las tierras entre sus hombres, hombres libres y comunidades religiosas. Los cuatro porcioneros fueron Guillem de Montcada, vizconde de Bearn[14]​, Hugo de Ampurias, Nuño Sánchez, conde de Rosellón y el obispo de Barcelona.

Guillem de Montcada recibió el juz[15]​ de Qanarûsha o de Canarosa, en el que se encontraba entre otras la población de Costitx y Sencelles, y un tércio del de Sóller.

Nuño Sánchez recibió los ajzâ' de Valldemosa, Manacor, cabeza del distrito de Manaqur, y Buñola. Al morir sin descendencia, sus posesiones pasaron a manos de la corona.

Berenguer de Palou, que contribuyó a la conquista con 99 caballeros y 1000 sirvientes, recibió Calviá, Andratx y Puigpunyent, y la Baronía de los obispos de Barcelona en la que se encontraba la localidad de Marratxí.

Hugo de Ampurias recibió los ajzâ' de Mûruh, integrado por los asentamientos de Muro, Maria de la Salut, Santa Margalida.[16]​, y dos tércios del de Sóller y la mitad de la Albufera de Alcudia.

Finalmente el territorio de Mallorca quedará distribuido en aproximadamente 66.000 ha de terreno de señorío, 33.000 de realengo y 14.000 urbano. Pese a repartir el territorio entre los nobles, ciudades y ordenes religiosas, Jaime se reservó el dominio sobre las tierras haciendo que los propietarios fueran feudatarios suyos y que le debieran obediencia y servicio. Esto acrecentó el poder del monarca, que junto al prestigio obtenido pasaba a ocupar un lugar predominante y menos precario ante los nobles.

Hubo muchos otros nobles que recibieron territorios en la isla como Gilabert de Cruïlles y Ramon Sa Clusa, quienes recibieron la Baronía de Bañalbufar, las familias Montsó y Nunis, que recibieron los territorios que formaban el distrito de Yartán, que integraba las poblaciones de Artá, Capdepera y Son Servera, el conde Pedro I de Urgel, el abad de San Feliú de Guíxols, que recibió la localidad de Castell de Llubí (actual Llubí) que formaba parte del distrito de Mûruh, Bernat de Santa Eugenia, lugarteniente del monarca, o la Orden de los caballeros Templarios, que recibieron la mayor parte de los territorios de Alcudia y Pollensa, y la Orden de los Caballeros de San Juan, que recibieron la población de Algaida, que primero había sido a signada a la parte real.

Entre las localidades que pertencieron al rey se encontraba el distrito de Yiynau-Bitra con las localidades de Sineu y Lloret de Vista Alegre entre otras. Entre los otros beneficios que otorgó el monarca destaca la carta de derechos de comercio con las islas que concedió a los hombres de Barcelona, o las trescientas casas de Palma y la sexta parte de Inca que obtuvo la ciudad de Marsella.

Los repobladores, aunque mayoritariamente provenientes de Cataluña, y dentro de ésta, del Ampurdán, provinieron de diversos lugares y en diferentes proporciones. Así, y según el Llibre del Repartiment hubo repobladores de Cataluña (39,71 %), de Ocitania (24,26 %), Italia (16,19 %), Aragón (7,35 %), Navarra (5,88 %), Francia (4,42 %), Castilla (1,47 %) y Flandes (0,73 %).[5]​ Pese a que se favoreció la llegada de nuevos pobladores, no había sufciente mano de obra para el cultivo del campo debido a la expulsión de las tierras de los musulmanes

Menorca e Ibiza

Tras la toma de la isla y la anexión de la misma a la Corona de Aragón, Jaime I desestimó un ataque a Menorca debido a las bajas sufridas durante la conquista de Mallorca y a que las tropas eran necesarias para la conquista de Valencia. Menorca siguió en poder musulmán aunque siendo tributaria del rey de Mallorca tras la firma del tratado de vasallaje y el pago de tributos en la torre de Miquel Nunis en la actual Capdepera, el 17 de junio de 1231. Finalmente la isla fue tomada en 1298 por Alfonso III de Aragón.

La conquista de Ibiza fue asignada por Jaime I al arzobispo de Tarragona Guillermo de Montgrí, su hermano Bernat de Santa Eugénia, el conde del Rosellón Nuño Sánchez y el conde de Urgel Pedro I. Las islas fueron tomadas el 8 de agosto de 1235 e incorporadas al Reino de Mallorca. La repoblación fue llevada a cabo por gentes del Ampurdán.

Consecuencias

Tras la conquista se construyó la catedral de Santa María sobre la antigua mezquita, como era costumbre en la época.

En un principio se usó como ley en Mallorca los usos o usatges catalanes. Se estableció para la Ciudad de Mallorca el régimen llamado Universitat de la Ciutat i Regne de Mallorca.[17]​ Madina Mayurqa pasó a llamarse Ciutat de Mallorca o de Mallorques (Ciudad de Mallorca en catalán) ya que Jaime I dotó a la ciudad de una municipalidad que abarcaba a toda la isla. Posteriormente la ciudad vivió una época de prosperidad económica por su privilegiada situación geográfica para comerciar con el Magreb, Italia y el resto del Mediterráneo. Tras la toma de la ciudad, la mezquita pasó a ser empleada como templo cristiano y alrededor de 1300 empezó la contrucción de la Catedral de Santa María.

Tras la muerte de Jaime I, el reino junto con otras posesiones en el sur de Francia fue heredado por su hijo Jaime quién pasó a ser el rey privativo de Mallorca, independiente de la Corona de Aragón hasta la posterior reintegración a la corona.

Notas

  1. Luis Suárez Fernández
  2. Llibre dels Feyts.
  3. También participaron y obtuvieron posteriormente beneficios las ciudades de Montepellier, Narbona, Marsella y Génova.
  4. Lomax
  5. a b La forja dels Països Catalans
  6. Según la Crònica de Ramon Desclot.
  7. Jose A. Sesma
  8. La mayoria de las fuentes hablan de 800 caballeros, pero Jose A. Sesma se decanta por 720.
  9. «Fiestas del rey en Jaume». Ajuntament de Calvià. Consultado el 9-08-2007. 
  10. «Història. Edat Mitjana i Moderna.». Ajuntament de Maria de Salut. Consultado el 9-07-2007. 
  11. Salrach
  12. Según Salrach, unos 300.
  13. Barcelona, Tarragona, Marsella, Lérida, Gerona, Besalú, Villafranca, Montblanc, Cervera, Prades, Caldes, Piera, Tárrega, Vilamajor y Argelés.
  14. Muerto durante la batalla de Portopi.
  15. Nombre que recibian en árabe las doce divisiones territoriales o distritos de la isla durante el periodo musulman. Su plural era ajzâ'.
  16. El asentamiento de Castell de Llubí formaba parte del distrito de Mûruh pero fue asignado al abad de San Feliu de Guitxols
  17. Establecido en la Carta de Privilegis i Franqueses de 1249, siguiendo el modelo de las cartas de Tortosa, Lérida o Agramunt.

Referencias

  • BARCELÓ, M., Sobre Mayûrqa, Palma de Mallorca, Quaderns de Ca la Gran Cristiana/2, 1984.
  • BISSON, T. N., Història de la Corona d'Aragó a l'Edat Mitjana, Barcelona, Ed. Crítica, 1988. ISBN 84-7423-358-5
  • CABANES PECOURT, María de los Desamparados, Jaime I en Los reyes de Aragón, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón, 1994. ISBN 84-88305-01-X.
  • DE RIQUER I PERMANYER, Borja (Director de l'obra), Història, Política, Societat i Cultura dels Països Catalans. Volum 3. La forja dels Països catalans. Segles XIII-XV., Barcelona, Enciclopèdia Catalana, S.A., 1996.
  • LOMAX, Derek W., La Reconquista, Barcelona, RBA Coleccionables, S.A., 2006. ISBN 978-84-473-4805-3
  • MARTÍN, José Luis, Plena y Baja Edad Media. De la Reconquista a la espansión atlántica (siglos XI-XV)., Madrid, Ed. Espasa Calpe S.A., 2004. ISBN 84-670-1577-2.
  • SESMA MUÑOZ, José Ángel, La Corona de Aragón, una introducción crítica, 2000. ISBN 84-95306-80-8.
  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis, Historia de España. Edad Media, Madrid, Ed. Gredos., 1977, ISBN 84-249-3134-3.
  • SALRACH, José María, Corona de Aragón en Feudalismo y consolidación de los pueblos hispánicos. (Siglos XI-XV), pág. 201-367, Barcelona, Ed. Labor, S.A., 1985.

Enlaces externos

Véase también