Diferencia entre revisiones de «Rendición de Japón»

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== Consejo Supremo de Guerra ==
== Consejo Supremo de Guerra ==
La política japonesa estaba concentrada en el Consejo Supremo de Guerra, los famosos "Seis Grandes": el [[Primer Ministro de Japón|Primer Ministro]], el [[Ministro de Asuntos Exteriores (Japón)|Ministro de Asuntos Exteriores]], el [[Ministro de Guerra de Japón|Ministro del Ejército]], el [[Ministro de la Armada de Japón|Ministro de la Armada]], el Jefe del Estado Mayor del [[Ejército Imperial Japonés|Ejército]] y el Jefe del Estado Mayor de la [[Armada Imperial Japonesa|Armada]]. Tras la formación del gobierno de Suzuki en abril de 1945, los miembros del consejo eran:
Chin Chan
[[Archivo:Suzuki cabinet.jpg|thumbnail|right|El gabinete de Suzuki en junio de 1945]]
* Primer Ministro: Almirante [[Kantarō Suzuki]]
* Ministro de Asuntos Exteriores: [[Shigenori Tōgō]]
* Ministro del Ejército: General [[Korechika Anami]]
* Ministro de la Armada: Almirante [[Mitsumasa Yonai]]
* Jefe del Estado Mayor del Ejército: General [[Yoshijirō Umezu]]
* Jefe del Estado Mayor de la Armada: Almirante [[Koshirō Oikawa]] (más tarde sustituido por el Almirante [[Soemu Toyoda]])

Legalmente, el Ejército y la Armada japoneses tenían derecho a nominar (o negarse a nominar) a sus respectivos ministros. De este modo, podían impedir la formación de gobiernos no deseados, o por dimisión provocar el colapso de un gobierno existente.<ref>Frank, 86.</ref><ref>Spector 33.</ref>

El emperador [[Hirohito]] y el [[Señor Guardián del Sello Privado de Japón|Señor Guardián del Sello Privado]], [[Koichi Kido]], también estaban presentes en algunas de las reuniones del Consejo Supremo de Guerra.<ref>El papel exacto del Emperador es materia de mucho debate histórico. Muchas de las pruebas clave fueron destruidas durante los días que transcurrieron entre la rendición de Japón y el comienzo de la ocupación aliada. Algunos afirman que Hirohito era una figura sin ningún poder, mientras que otros afirman que gobernaba activamente en la sombra. "Ninguna de estas posiciones polares es exacta", y la verdad parece estar en algún punto intermedio.—Frank, 87.</ref>

== Divisiones dentro del gobierno japonés ==
En su mayor parte, el gabinete de Suzuki estaba a favor de continuar con la guerra. Para los japoneses, la rendición era prácticamente inconcebible: Japón nunca había sido invadida o había perdido una guerra en sus 2000 años de historia.<ref>Alan Booth. Lost: Journeys Through a Vanishing Japan. Kodansha Globe, 1996, ISBN 1-56836-148-3. Página 67</ref> Sólo Mitsumasa Yonai, el entonces ministro de la Armada, se sabía que quería poner fin a la guerra prematuramente.<ref>Frank, 92</ref> De acuerdo con el historiador [[Richard B. Frank]]:

:Aunque puede que Suzuki sí viera la paz como un objetivo distante, no tenía intenciones de alcanzarlo en un periodo de tiempo inmediato o en términos aceptables para los Aliados. Sus comentarios en la conferencia de altos estadistas no dieron muestras de que deseara un cese temprano de la guerra&nbsp;...&nbsp;la gente escogió Suzuki para los puestos más importantes tampoco eran, con una excepción, partidarios de la paz.<ref>Frank, 91–92</ref>

Tras la guerra, Suzuki y otros miembros de su gobierno y sus apologistas afirmaron que estaban trabajando secretamente para conseguir la paz pero no podían anunciarlo públicamente. Citan el concepto japonés de `haragei` —"el arte de la técnica oculta e invisible"— para justificar la disonancia entre sus actuaciones públicas y su supuesto trabajo tras las bambalinas. Sin embargo, muchos historiadores rechazan esta interpretación. [[Robert Butow|Robert J. C. Butow]] escribió:

:Por su gran ambigüedad, la excusa del haragei invita a sospechar que, en cuestiones de política y diplomacia, puede que una dependencia consciente de este "arte del farol" haya constituido un engaño deliberado predicado sobre el deseo de jugar a dos bandas. Aunque esta opinión no concuerda con el carácter tan elogiado del almirante Suzuki, el hecho es que desde el momento en que se convirtió en primer ministro hasta el día en que dimitió nadie estuvo muy seguro de qué era lo que iba a hacer o decir Suzuki a continuación.<ref>Butow, 70–71</ref>

Los líderes japoneses siempre habían imaginado una salida negociada de la guerra. Sus planes anteriores a la guerra anticipaban una rápida expansión, consolidación, posible conflicto con Estados Unidos y luego un acuerdo en el que ellos podrían conservar al menos parte del nuevo territorio que habían conquistado.<ref>''[http://www.anesi.com/ussbs01.htm United States Strategic Bombing Survey]'', ''[http://www.ibiblio.org/hyperwar/AAF/USSBS/PTO-Summary.html Informe resumido]''. United States Army Air Force. 1 de julio de 1946.</ref> Llegado 1945, los líderes japoneses estaban de acuerdo en que la guerra iba mal, pero discrepaban sobre la mejor manera de negociar un final para la misma. Había dos bandos: el llamado bando de la "paz", que prefería una iniciativa diplomática para persuadir a [[Iósif Stalin]], el lídes de la Unión Soviética, para que mediara entre EEUU, sus aliados y Japón; y los partidarios de la línea dura, que preferían luchar hasta una batalla final "decisiva" que infligiría tantas bajas en los Aliados que estarían dispuestos a ofrecer términos más indulgentes.<ref>Frank, 90</ref> Ambas visiones se basaban en la experiencia de Japón en la [[Guerra Ruso-Japonesa]], 40 años antes, que consistió en una serie de batallas costosas pero poco decisivas, seguidas de la [[Batalla de Tsushima|decisiva batalla naval de Tsuchima]]..<ref>Frank, 89</ref>

[[Archivo:Kantaro Suzuki suit.jpg|thumb|left|upright|Como primer ministro, el almirante [[Kantarō Suzuki]] lideró el gobierno japonés en los meses finales de la guerra.]]

Rondando el final de enero de 1945, algunos representantes oficiales japoneses cercanos al emperador perseguían unos términos de rendición que protegieran la posición del emperador. Estas propuestas, enviadas a través de canales británicos y también estadounidenses, quedaron recogidas en un dossier de 40 páginas que confeccionó el general [[Douglas MacArthur]], presentándoselo al presidente [[Franklin D. Roosevelt]] el 2 de febrero, dos días antes de la [[Conferencia de Yalta]]. Según se informó, Roosevelt rechazó inmediatamente el dossier: todas las propuestas incluían la condición de que la posición del emperador quedaría asegurada, aunque quizás como títere. Sin embargo, a esas alturas la política aliada era aceptar sólo una [[rendición incondicional]].<ref>[[Walter Trohan]]. "''[http://pqasb.pqarchiver.com/chicagotribune/access/475703002.html?dids=475703002:475703002&FMT=ABS&FMTS=ABS:AI&type=historic&date=Aug+19%2C+1945&author=WALTER+TROHAN&pub=Chicago+Daily+Tribune+(1872-1963)&edition=&startpage=1&desc=BARE+PEACE+BID+U.+S.+REBUFFED+7+MONTHS+AGO Bare Peace Bid U.S. Rebuffed 7&nbsp;Months Ago]''". ''[[Chicago Daily Tribune]]'', 10 de agosto de 1945. Texto disponible [http://www.ihr.org/jhr/v06/v06p508_Hoffman.html aquí].</ref> Además, varios miembros poderosos del gobierno japonés se oponían con firmeza a estas propuestas y, por tanto, no se podía decir que estas representaran una verdadera voluntad de rendición por parte de Japón.<ref>El 21 de mayo, en un mensaje a todos los diplomáticos japoneses, el ministro de exteriores Tōgō negó que Japón hiciera alguna propuesta de paz a Estados Unidos e Inglaterra—Frank, 112.</ref>

En febrero de 1945, el príncipe [[Fumimaro Konoe]] le dio al emperador Hiroito un memorándum analizando la situación, y le dijo a Hiroito que, si la guerra continuaba, la casa Imperial podría estar en mayor peligro por una revolución interna que por una derrota en la guerra.<ref>Bix, 488–489</ref> Según el diario del Gran Chambelán [[Hisanori Fujita]], el Emperador, intentando llegar a una batalla decisiva (''tennōzan''), respondió que era prematuro buscar la paz, "a menos que hagamos una conquista militar más".<ref>Hisanori Fujita, ''"Jijûchô no kaisô"'', Chûo Kôronsha, 1987, 66–67</ref> También en febrero, la División de Tratados de Japón escribió sobre las políticas aliadas hacia Japón respecto a "la rendición incondicional, la ocupación, el desarme, la eliminación del militarismo, las reformas democráticas, el castigo a los criminales de guerra y el estatus del emperador".<ref>Hasegawa, 39</ref> Un desarme impuesto por los aliados, el castigo a los criminales de guerra por parte de los aliados y, sobre todo, la ocupación de Japón y la deposición del Emperador eran términos inaceptables para los líderes japoneses.<ref>Hasegawa, 39, 68</ref><ref>Frank, 291</ref>

El 5 de abril, la Unión Soviética anunció que no renovaría el [[Pacto de Neutralidad|Pacto de Neutralidad Soviético–Japonés]] que se había firmado en 1941 tras el [[Batalla de Jaljin Gol|Incidente de Nomonhan]].<ref>''[http://avalon.law.yale.edu/wwii/s3.asp Denuncia de los soviéticos del pacto con Japón]''. Avalon Project, Yale Law School. Texto del Boletín del Departamento de Estado de Estados Unidos, Vol.&nbsp;XII, No.&nbsp;305, 29 de abril de 1945. Visitado el 19 de noviembre de 2009.</ref> En la [[Conferencia de Yalta]] de febrero de 1945, los aliados occidentales hicieron varias concesiones importantes a los soviéticos para obtener la promesa de que le declararían la guerra a Japón no más de tres meses después de que Alemania se rindiera. Aunque, legalmente, el Pacto de Neutralidad seguiría vigente oficialmente hasta un año después de la [[Denuncia (derecho internacional)|denuncia]] soviética (esto es, hasta abril de 1946), el tono que adquirió la cancelación daba a entender una intención de ir a la guerra.<ref>"[http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,775556,00.html So Sorry, Mr. Sato]". ''[[Time (revista)|Time]]'', April&nbsp;16, 1945</ref>

[[Archivo:Shigenori Togo.jpg|thumb|Ministro de Exteriores Shigenori Tōgō]]
En una serie de reuniones de alto nivel en mayo de 1945, por primera vez, los Seis Grandes discutieron seriamente sobre terminar con la guerra. Sin embargo, ninguno de ellos lo hizo en términos que fueran aceptables para los aliados. Ya que cualquiera que apoyara abiertamente la rendición se arriesgaba a ser asesinado por los oficiales más celosos del ejército, las reuniones estaban limitadas a los Seis Grandes, el Emperdor, y el Sello Privado; no se le permitió asistir a ningún oficial de segundo o tercer nivel.<ref>Frank, 93</ref> En estas reuniones, solo el ministro de exteriores Tōgō llamó la atención sobre la posibilidad de que los aliados occidentales ya le hubieran hecho concesiones a los soviéticos para introducirlos en la guerra contra Japón.<ref>Frank, 95</ref> Como resultado de estas reuniones, se le dio autorización a Tōgō para que propusiera a la Unión Soviética mantener su neutralidad o, de manera más fantástica, formar una alianza.<ref>Frank, 93–94</ref>

Tras las reuniones de mayo y para cumplir con la costumbre de que un nuevo gobierno declarara sus objetivos, el personal del Ejército publicó un documento, "La política fundamental a ser seguida en lo sucesivo en la conducción de la guerra", en el que se declaraba que el pueblo japonés lucharía hasta su extinción antes que rendirse. Esta política fue adoptada por los Seis Grandes el 6 de junio. (Tōgō se oponía a ella, mientras que los otros Seis Grandes la apoyaban).<ref>Frank, 96</ref> Ciertos documentos que presentó Suzuki en estas mismas reuniones sugerían que, en las propuestas diplomáticas hacia la URSS, Japón adoptó la siguiente postura:

<blockquote>Debe hacérsele saber claramente a Russia que le debe su victoria sobre Alemania a Japón, ya que nos mantuvimos neutrales, y que sería ventajoso para los soviéticos ayudar a Japón a mantener su posición internacional, ya que en el futuro tendrán a Estados Unidos como enemigo.<ref>Toland, John. ''The Rising Sun''. ISBN 0-8129-6858-1. Modern Library, 2003</ref></blockquote>

El 9 de junio, el confidente del Emperador, el marqués [[Kōichi Kido]], escribió un "Borrador de plan para controlar la situación de crisis", advirtiendo de que a finales de año, la capacidad de Japón para hacer la guerra quedaría extinguida y el gobierno sería incapaz de contener el desorden civil. "... No podemos estar seguros de que no compartiremos el destino de Alemania y quedar reducidos a unas circunstancias adversas bajo las cuales no podremos lograr nuestro objetivo supremo de salvaguardar a la Familia Imperial y preservar la estructura política nacional".<ref>Frank, 97, citando a ''The Diary of Marquis Kido, 1933–45'', 435–436.</ref> Kido propuso que el propio Emperador entrara en acción ofreciendo un final para la guerra en "términos muy generosos". Kido propuso que Japón renunciara a las colonias europeas ocupadas, a condición de que se les concediera la independencia, y que la nación se desarmara y, por un tiempo, "se contentara con una defensa mínima". Con autorización del Emperador, Kido se dirigió a varios miembros del Consejo Supremo, los "Seis Grandes". Tōgō ofreció todo su apoyo. Tanto Suzuki como el almirante [[Mitsumasa Yonai]], ministro de la Armada, manifestaron un apoyo cauteloso; ambos se preguntaban qué pensaba el otro. El General [[Korechika Anami]], ministro del Ejército, fue ambivalente, e insistió en que la diplomacia debía esperar hasta "después de que Estados Unidos haya perdido cuantiosas pérdidas" en [[Operación Downfall|Ketsu-Go]].<ref>Frank, 97–99.</ref>

En junio, el Empreador perdió la esperanza en conseguir una victoria militar. Perdieron en la [[Batalla de Okinawa]] y se enteró de la debilidad del ejército japonés en China, de la armada y del ejército que defendía a las islas nacionales. El Emperador recibió un informe del [[Higashikuni Naruhiko|Príncipe Higashikuni]], y tras su lectura concluyó que "ya no era sólo la defensa de la costa; las divisiones reservadas para participar en la batalla decisiva tampoco tenían armamento suficiente".<ref name="Frank100" /> Según el Emperador:

<blockquote>Me dijeron que se estaba utilizando el hierro procedente de los fragmentos de bomba que lanzaba el enemigo para fabricar palas. Esto ratificó mi opinión de que ya no estábamos en posición de continuar la guerra<ref name="Frank100">Frank, 100, citando el ''Shōwa Tennō Dokuhakuroku'' del Emperador, 136–37.</ref></blockquote>

El 22 de junio, el Emperador convocó una reunión con los Seis Grandes. De forma extraordinaria, él habló primero: "Deseo que se estudien con rapidez planes concretos para terminar con la guerra, sin estorbos por parte de la política existente, y que se hagan esfuerzos para implementarlos".<ref>Frank, 102.</ref> Se acordó solicitar ayuda a los soviéticos para terminar con la guerra. Se sabía que otros países neutrales como [[Suiza]], [[Suecia]], y [[Ciudad del Vaticano]] estaban dispuestos a jugar un papel en la firma de la paz, pero eran tan pequeños que no podrían haber hecho más que entregar los términos de rendición de los aliados y la aceptación o rechazo de Japón. Los japoneses tenían la esperanza de persuadir a la Unión Soviética para que actuara como un agente en nombre de Japón durante las negociaciones con los aliados occidentales.<ref>Frank, 94</ref>


== Intentos de acuerdo con la Unión Soviética ==
== Intentos de acuerdo con la Unión Soviética ==
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=== Intenciones de los soviéticos ===
=== Intenciones de los soviéticos ===
Las decisiones soviéticas relativas a Lejano Oriente estaban dominadas por intereses de seguridad.<ref>Hasegawa, 60</ref> El más importante de estos intereses era conseguir un acceso sin restricciones al [[océano Pacífico]]. Las zonas de la costa pacífica soviética libres de hielo todo el año —especialmente [[Vladivostok]]— podían ser bloqueadas por aire y mar desde la [[isla de Sajalín]] y las [[islas Kuriles]]. Su objetivo principal era conquistar estos territorios, garantizando así el libre acceso al [[estrecho de La Pérouse|estrecho de Soya]].<ref>Hasegawa, 19</ref><ref>Hasegawa, 25</ref> Objetivos secundarios eran conseguir contratos de arrendamiento para el [[Ferrocarril Chino del Este]], el [[Ferrocarril del Sur de Manchuria]], [[Dalian]] y [[Port Arthur]].<ref>Hasegawa, 32</ref>
bailar el chacha

Con este objeto, Stalin y Molotov prolongaron las negociaciones con los japoneses, dándoles falsas esperanzas de una paz mediada por los soviéticos.<ref name=Hasegawa>Hasegawa, 86</ref> Al mismo tiempo, en sus negociaciones con Estados Unidos y Gran Bretaña, los soviéticos insistían en su estricta adhesión a la [[Conferencia de El Cairo|Declaración de El Cairo]], reafirmada en la [[Conferencia de Yalta]], que suponía que los aliados no aceptarían una paz condicional o separada con Japón. Los japoneses tendrían que rendirse incondicionalmente a todos los aliados. Para prolongar la guerra, los soviéticos se opusieron a cualquier intento de relajar este requisito.<ref name=Hasegawa /> Esto les daría tiempo a los soviéticos para transferir sus tropas al teatro del Pacífico y conquistar Sajalín, las Kuriles y quizás [[Hokkaidō]]<ref>Hasegawa, 115–116</ref> (empezando con un desembarco en [[Rumoi|Rumoi, Hokkaidō]]).<ref>Frank, 279</ref>


== Proyecto Manhattan ==
== Proyecto Manhattan ==

Revisión del 18:27 10 mar 2010

El ministro de exteriores japonés Mamoru Shigemitsu firma el Acta de Rendición de Japón a bordo del USS Missouri, mientras el general Richard K. Sutherland observa, 2 de septiembre de 1945.

La rendición de Japón, en agosto de 1945, puso fin a la Segunda Guerra Mundial. En agosto de 1945, la Armada Imperial Japonesa había dejado de existir de forma efectiva, y era inminente una invasión aliada de Japón. Aunque públicamente proclamaban su intención de luchar hasta el crudo final, los líderes de Japón, formados en el Consejo Supremo de Guerra (los "Seis Grandes"), suplicaban en privado a la Unión Soviética que mediara en una paz con términos favorables para los japoneses. Mientras tanto, los soviéticos estaban preparando un ataque a los japoneses, en cumplimiento de la promesa dada a los norteamericanos y los británicos en la Conferencia de Yalta.

El 6 y el 9 de agosto, los norteamericanos lanzaron bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, respectivamente. Además, el 9 de agosto, la Unión Soviética lanzó un ataque por sorpresa contra la colonia japonesa de Manchuria (Manchukuo), en violación del Pacto de Neutralidad. Estos dos golpes hicieron que el emperador Hirohito interviniera y ordenara a los Seis Grandes que aceptaran los términos para terminar la guerra que habían establecido los aliados en la Declaración de Potsdam. Tras varios días de negociaciones secretas y un fallido golpe de estado, el 15 de agosto Hirohito se dirigió por radio a la nación mediante una declaración grabada. En la grabación, llamada Gyokuon-hōsō (Difusión de la voz de la joya), leyó el Rescripto Imperial de rendición, anunciando al pueblo japonés la rendición de Japón.

El 28 de agosto, el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas inició la ocupación de Japón. La ceremonia de rendición se llevó a cabo el 2 de septiembre a bordo del acorazado estadounidense Missouri, donde oficiales del gobierno japonés firmaron el Acta de Rendición de Japón, dando fin a la Segunda Guerra Mundial de manera oficial. Tanto los civiles como los militares aliados celebraron el Día V-J, el final de la guerra. Sin embargo, ciertos mandos y personal japoneses destinados por toda Asia y las islas del Pacífico se negaron a rendirse durante meses y años hasta entrados los años 70. Desde la rendición de Japón, los historiadores han debatido sobre la ética de usar bombas atómicas.

Derrota inminente

Desembarcos aliados en el Teatro de Operaciones del Pacífico, agosto de 1942 a agosto de 1945

Llegado 1945, los japoneses habían sufrido una cadena de derrotas consecutivas durante casi dos años, en el sudoeste del Pacífico, la campaña de las Marianas, y la campaña de las Filipinas. En julio de 1944, tras la pérdida de Saipan, el general Hideki Tōjō fue sustituido como primer ministro por el general Kuniaki Koiso, que declaró que las Filipinas serían el escenario de la batalla decisiva.[1]​ Cuando los japoneses perdieron las Filipinas, Koiso fue a su vez sustituido por el almirante Kantarō Suzuki. Durante la primera mitad de 1945, los aliados capturaron las cercanas islas de Iwo Jima y Okinawa. Okinawa se convertiría en un punto de concentración y aprovisionamiento para la invasión de Japón.[2]

La campaña submarina de los aliados y la colocación de minas en las aguas costeras japonesas había prácticamente destruido la flota mercante japonesa. Japón, que tiene pocos recursos naturales, dependía de las materias primas importadas de Asia continental y del territorio conquistado en las Indias Orientales Neerlandesas, especialmente del petróleo.[3]​ La destrucción de la flota mercante japonesa, combinada con el bombardeo estratégico de la industria japonesa, habían hundido la economía de guerra de Japón. La producción de carbón, hierro, acero, caucho y otros suministros vitales sólo eran una fracción de los niveles anteriores a la guerra.[4][5]

El crucero de batalla reconstruido Haruna fue hundido en su amarradero de la base naval de Kure el 24 de julio, durante una serie de bombardeos.

Como resultado de las pérdidas sufridas, en la práctica la Armada Imperial Japonesa había dejado de ser una fuerza combativa. Tras una serie de ataque al astillero japonés de Kure, Japón, los únicos navíos de guerra disponibles para el combate eran seis portaaviones, cuatro cruceros y un acorazado, ninguno de los cuales podía repostar combustible de forma adecuada. Aunque todavía estaban operativos 19 destructores y 38 submarinos, su uso estaba limitado por la falta de combustible.[6][7]

Enfrentados a la perspectiva de una invasión de las islas nacionales japonesas, empezando por Kyūshū, the War Journal of the Imperial Headquarters concluyó:

Ya no podemos dirigir la guerra con alguna esperanza de éxito. El único plan que queda es que los cien millones de japoneses sacrifiquen sus vidas cargando contra el enemigo para hacerles perder la voluntad de combatir.[8]

En un intento final de detener los avances aliados, el Alto Mando Imperial japonés planeó una defensa completa de Kyushu con nombre en clave Operación Ketsu-Go.[9]​ Este plan sería una desviación radical de los planes de "defensa en profundidad" utilizados en las invasiones de Peleliu, Iwo Jima y Okinawa. En cambio, todo se jugaría en las cabezas de playa; se enviarían más de 3000 kamikazes para atacar los transportes anfibios antes de que pudieran desembarcar las tropas y el cargamento en la playa. Si esto no ahuyentaba a los aliados, planeaban enviar a la playa otros 3500 kamikazes junto con 5000 lanchas suicidas Shinyo y los destructores y submarinos restantes —"lo último de la flota operativa de la Armada". Si los aliados conseguían superar esto y desembarcaban en Kyushu, solo quedarían 3000 aviones para defender las islas restantes, aunque Kyushu sería "defendida hasta el final" a pesar de todo.[7]​ Se excavaron una serie de cuevas cerca de Nagano. Estas cuevas serían el cuarter general imperial subterráneo de Matsushiro y, en caso de invasión, se utilizarían para dirigir la guerra y alojar al Emperador y su familia.

Consejo Supremo de Guerra

La política japonesa estaba concentrada en el Consejo Supremo de Guerra, los famosos "Seis Grandes": el Primer Ministro, el Ministro de Asuntos Exteriores, el Ministro del Ejército, el Ministro de la Armada, el Jefe del Estado Mayor del Ejército y el Jefe del Estado Mayor de la Armada. Tras la formación del gobierno de Suzuki en abril de 1945, los miembros del consejo eran:

El gabinete de Suzuki en junio de 1945

Legalmente, el Ejército y la Armada japoneses tenían derecho a nominar (o negarse a nominar) a sus respectivos ministros. De este modo, podían impedir la formación de gobiernos no deseados, o por dimisión provocar el colapso de un gobierno existente.[10][11]

El emperador Hirohito y el Señor Guardián del Sello Privado, Koichi Kido, también estaban presentes en algunas de las reuniones del Consejo Supremo de Guerra.[12]

Divisiones dentro del gobierno japonés

En su mayor parte, el gabinete de Suzuki estaba a favor de continuar con la guerra. Para los japoneses, la rendición era prácticamente inconcebible: Japón nunca había sido invadida o había perdido una guerra en sus 2000 años de historia.[13]​ Sólo Mitsumasa Yonai, el entonces ministro de la Armada, se sabía que quería poner fin a la guerra prematuramente.[14]​ De acuerdo con el historiador Richard B. Frank:

Aunque puede que Suzuki sí viera la paz como un objetivo distante, no tenía intenciones de alcanzarlo en un periodo de tiempo inmediato o en términos aceptables para los Aliados. Sus comentarios en la conferencia de altos estadistas no dieron muestras de que deseara un cese temprano de la guerra ... la gente escogió Suzuki para los puestos más importantes tampoco eran, con una excepción, partidarios de la paz.[15]

Tras la guerra, Suzuki y otros miembros de su gobierno y sus apologistas afirmaron que estaban trabajando secretamente para conseguir la paz pero no podían anunciarlo públicamente. Citan el concepto japonés de `haragei` —"el arte de la técnica oculta e invisible"— para justificar la disonancia entre sus actuaciones públicas y su supuesto trabajo tras las bambalinas. Sin embargo, muchos historiadores rechazan esta interpretación. Robert J. C. Butow escribió:

Por su gran ambigüedad, la excusa del haragei invita a sospechar que, en cuestiones de política y diplomacia, puede que una dependencia consciente de este "arte del farol" haya constituido un engaño deliberado predicado sobre el deseo de jugar a dos bandas. Aunque esta opinión no concuerda con el carácter tan elogiado del almirante Suzuki, el hecho es que desde el momento en que se convirtió en primer ministro hasta el día en que dimitió nadie estuvo muy seguro de qué era lo que iba a hacer o decir Suzuki a continuación.[16]

Los líderes japoneses siempre habían imaginado una salida negociada de la guerra. Sus planes anteriores a la guerra anticipaban una rápida expansión, consolidación, posible conflicto con Estados Unidos y luego un acuerdo en el que ellos podrían conservar al menos parte del nuevo territorio que habían conquistado.[17]​ Llegado 1945, los líderes japoneses estaban de acuerdo en que la guerra iba mal, pero discrepaban sobre la mejor manera de negociar un final para la misma. Había dos bandos: el llamado bando de la "paz", que prefería una iniciativa diplomática para persuadir a Iósif Stalin, el lídes de la Unión Soviética, para que mediara entre EEUU, sus aliados y Japón; y los partidarios de la línea dura, que preferían luchar hasta una batalla final "decisiva" que infligiría tantas bajas en los Aliados que estarían dispuestos a ofrecer términos más indulgentes.[18]​ Ambas visiones se basaban en la experiencia de Japón en la Guerra Ruso-Japonesa, 40 años antes, que consistió en una serie de batallas costosas pero poco decisivas, seguidas de la decisiva batalla naval de Tsuchima..[19]

Como primer ministro, el almirante Kantarō Suzuki lideró el gobierno japonés en los meses finales de la guerra.

Rondando el final de enero de 1945, algunos representantes oficiales japoneses cercanos al emperador perseguían unos términos de rendición que protegieran la posición del emperador. Estas propuestas, enviadas a través de canales británicos y también estadounidenses, quedaron recogidas en un dossier de 40 páginas que confeccionó el general Douglas MacArthur, presentándoselo al presidente Franklin D. Roosevelt el 2 de febrero, dos días antes de la Conferencia de Yalta. Según se informó, Roosevelt rechazó inmediatamente el dossier: todas las propuestas incluían la condición de que la posición del emperador quedaría asegurada, aunque quizás como títere. Sin embargo, a esas alturas la política aliada era aceptar sólo una rendición incondicional.[20]​ Además, varios miembros poderosos del gobierno japonés se oponían con firmeza a estas propuestas y, por tanto, no se podía decir que estas representaran una verdadera voluntad de rendición por parte de Japón.[21]

En febrero de 1945, el príncipe Fumimaro Konoe le dio al emperador Hiroito un memorándum analizando la situación, y le dijo a Hiroito que, si la guerra continuaba, la casa Imperial podría estar en mayor peligro por una revolución interna que por una derrota en la guerra.[22]​ Según el diario del Gran Chambelán Hisanori Fujita, el Emperador, intentando llegar a una batalla decisiva (tennōzan), respondió que era prematuro buscar la paz, "a menos que hagamos una conquista militar más".[23]​ También en febrero, la División de Tratados de Japón escribió sobre las políticas aliadas hacia Japón respecto a "la rendición incondicional, la ocupación, el desarme, la eliminación del militarismo, las reformas democráticas, el castigo a los criminales de guerra y el estatus del emperador".[24]​ Un desarme impuesto por los aliados, el castigo a los criminales de guerra por parte de los aliados y, sobre todo, la ocupación de Japón y la deposición del Emperador eran términos inaceptables para los líderes japoneses.[25][26]

El 5 de abril, la Unión Soviética anunció que no renovaría el Pacto de Neutralidad Soviético–Japonés que se había firmado en 1941 tras el Incidente de Nomonhan.[27]​ En la Conferencia de Yalta de febrero de 1945, los aliados occidentales hicieron varias concesiones importantes a los soviéticos para obtener la promesa de que le declararían la guerra a Japón no más de tres meses después de que Alemania se rindiera. Aunque, legalmente, el Pacto de Neutralidad seguiría vigente oficialmente hasta un año después de la denuncia soviética (esto es, hasta abril de 1946), el tono que adquirió la cancelación daba a entender una intención de ir a la guerra.[28]

Ministro de Exteriores Shigenori Tōgō

En una serie de reuniones de alto nivel en mayo de 1945, por primera vez, los Seis Grandes discutieron seriamente sobre terminar con la guerra. Sin embargo, ninguno de ellos lo hizo en términos que fueran aceptables para los aliados. Ya que cualquiera que apoyara abiertamente la rendición se arriesgaba a ser asesinado por los oficiales más celosos del ejército, las reuniones estaban limitadas a los Seis Grandes, el Emperdor, y el Sello Privado; no se le permitió asistir a ningún oficial de segundo o tercer nivel.[29]​ En estas reuniones, solo el ministro de exteriores Tōgō llamó la atención sobre la posibilidad de que los aliados occidentales ya le hubieran hecho concesiones a los soviéticos para introducirlos en la guerra contra Japón.[30]​ Como resultado de estas reuniones, se le dio autorización a Tōgō para que propusiera a la Unión Soviética mantener su neutralidad o, de manera más fantástica, formar una alianza.[31]

Tras las reuniones de mayo y para cumplir con la costumbre de que un nuevo gobierno declarara sus objetivos, el personal del Ejército publicó un documento, "La política fundamental a ser seguida en lo sucesivo en la conducción de la guerra", en el que se declaraba que el pueblo japonés lucharía hasta su extinción antes que rendirse. Esta política fue adoptada por los Seis Grandes el 6 de junio. (Tōgō se oponía a ella, mientras que los otros Seis Grandes la apoyaban).[32]​ Ciertos documentos que presentó Suzuki en estas mismas reuniones sugerían que, en las propuestas diplomáticas hacia la URSS, Japón adoptó la siguiente postura:

Debe hacérsele saber claramente a Russia que le debe su victoria sobre Alemania a Japón, ya que nos mantuvimos neutrales, y que sería ventajoso para los soviéticos ayudar a Japón a mantener su posición internacional, ya que en el futuro tendrán a Estados Unidos como enemigo.[33]

El 9 de junio, el confidente del Emperador, el marqués Kōichi Kido, escribió un "Borrador de plan para controlar la situación de crisis", advirtiendo de que a finales de año, la capacidad de Japón para hacer la guerra quedaría extinguida y el gobierno sería incapaz de contener el desorden civil. "... No podemos estar seguros de que no compartiremos el destino de Alemania y quedar reducidos a unas circunstancias adversas bajo las cuales no podremos lograr nuestro objetivo supremo de salvaguardar a la Familia Imperial y preservar la estructura política nacional".[34]​ Kido propuso que el propio Emperador entrara en acción ofreciendo un final para la guerra en "términos muy generosos". Kido propuso que Japón renunciara a las colonias europeas ocupadas, a condición de que se les concediera la independencia, y que la nación se desarmara y, por un tiempo, "se contentara con una defensa mínima". Con autorización del Emperador, Kido se dirigió a varios miembros del Consejo Supremo, los "Seis Grandes". Tōgō ofreció todo su apoyo. Tanto Suzuki como el almirante Mitsumasa Yonai, ministro de la Armada, manifestaron un apoyo cauteloso; ambos se preguntaban qué pensaba el otro. El General Korechika Anami, ministro del Ejército, fue ambivalente, e insistió en que la diplomacia debía esperar hasta "después de que Estados Unidos haya perdido cuantiosas pérdidas" en Ketsu-Go.[35]

En junio, el Empreador perdió la esperanza en conseguir una victoria militar. Perdieron en la Batalla de Okinawa y se enteró de la debilidad del ejército japonés en China, de la armada y del ejército que defendía a las islas nacionales. El Emperador recibió un informe del Príncipe Higashikuni, y tras su lectura concluyó que "ya no era sólo la defensa de la costa; las divisiones reservadas para participar en la batalla decisiva tampoco tenían armamento suficiente".[36]​ Según el Emperador:

Me dijeron que se estaba utilizando el hierro procedente de los fragmentos de bomba que lanzaba el enemigo para fabricar palas. Esto ratificó mi opinión de que ya no estábamos en posición de continuar la guerra[36]

El 22 de junio, el Emperador convocó una reunión con los Seis Grandes. De forma extraordinaria, él habló primero: "Deseo que se estudien con rapidez planes concretos para terminar con la guerra, sin estorbos por parte de la política existente, y que se hagan esfuerzos para implementarlos".[37]​ Se acordó solicitar ayuda a los soviéticos para terminar con la guerra. Se sabía que otros países neutrales como Suiza, Suecia, y Ciudad del Vaticano estaban dispuestos a jugar un papel en la firma de la paz, pero eran tan pequeños que no podrían haber hecho más que entregar los términos de rendición de los aliados y la aceptación o rechazo de Japón. Los japoneses tenían la esperanza de persuadir a la Unión Soviética para que actuara como un agente en nombre de Japón durante las negociaciones con los aliados occidentales.[38]

Intentos de acuerdo con la Unión Soviética

Naotake Satō

El 30 de junio, Tōgō le dijo a Naotake Satō, el embajador de Japón en Moscú, que intentara establecer "relaciones de amistad firmes y duraderas". Satō debía discutir el estatus de Manchuria y "cualquier asunto que los rusos quisieran plantear".[39]​ Finalmente, Satō se reunió con el Ministro de Asuntos Exteriores soviético, Viacheslav Mólotov, el 11 de julio, pero sin ningún resultado. El 12 de julio, Tōgō le ordenó a Satō que le dijera a los soviéticos:

Su Majestad el Emperador, consciente del hecho de que la guerra actual conlleva cada vez más maldad y sacrificio a los pueblos de todas las potencias beligerantes, desea desde su corazón que termine rápidamente. Pero mientras Inglaterra y Estados Unidos insistan en una rendición incondicional, el Imperio Japonés no tiene otra alternativa que luchar con toda su fuerza por el honor y existencia de la Madre Patria.[40]

El Emperador propuso enviar al Príncipe Konoe como Enviado Especial, aunque no podría llegar a Moscú antes de la Conferencia de Potsdam.

Satō informó a Tōgō de que, en realidad, "la rendición incondicional en términos muy parecidos a ello" era todo lo que podía esperar Japón. Además, Satō sugirió que los mensajes de Tōgō no eran "claros sobre las opiniones del Gobierno y el Ejército con respecto a la terminación de la guerra", poniendo en cuestión si la iniciativa de Tōgō estaba apoyada por las personas clave de la estructura de poder de Japón.[41]

El 17 de julio, Tōgō respondió:

Aunque los poderes dirigentes, además del gobierno, están convencidos de que nuestra potencia de guerra todavía puede golpear con fuerza al enemigo, no somos capaces de sentir una completa paz mental [...] Sin embargo, tenga en mente especialmente, por favor, que no estamos buscando la mediación de los rusos para nada parecido a una rendición incondicional.[42]

En respuesta, Satō aclaró:

No hace falta decir que, en mi anterior mensaje pidiendo una rendición incondicional o términos muy parecidos, hice una excepción sobre la cuestión de preservar [la Casa Imperial].[43]

El 21 de julio, hablando en nombre del gabinete, Tōgō repitió:

En relación a la rendición incondicional, no podemos consentirla bajo ninguna circunstancia. [...] Es para evitar dicha situación que estamos buscando la paz, [...] gracias a los buenos oficios de Rusia. [...] también sería desfavorable e imposible, desde el punto de vista de las consideraciones exteriores y nacionales, hacer una declaración inmediata de términos específicos.[44]

Los criptógrafos estadounidenses habían roto la mayor parte de los códigos japoneses, incluyendo el código Púrpura, utilizado por la Ofician de Exteriores japonesa para cifrar la correspondencia diplomática de alto nivel. Como resultado, los mensajes entre Tokio y las embajadas japonesas les llegaban a los políticos aliados casi con la misma rapidez que a los destinatarios originales.[45]

Intenciones de los soviéticos

Las decisiones soviéticas relativas a Lejano Oriente estaban dominadas por intereses de seguridad.[46]​ El más importante de estos intereses era conseguir un acceso sin restricciones al océano Pacífico. Las zonas de la costa pacífica soviética libres de hielo todo el año —especialmente Vladivostok— podían ser bloqueadas por aire y mar desde la isla de Sajalín y las islas Kuriles. Su objetivo principal era conquistar estos territorios, garantizando así el libre acceso al estrecho de Soya.[47][48]​ Objetivos secundarios eran conseguir contratos de arrendamiento para el Ferrocarril Chino del Este, el Ferrocarril del Sur de Manchuria, Dalian y Port Arthur.[49]

Con este objeto, Stalin y Molotov prolongaron las negociaciones con los japoneses, dándoles falsas esperanzas de una paz mediada por los soviéticos.[50]​ Al mismo tiempo, en sus negociaciones con Estados Unidos y Gran Bretaña, los soviéticos insistían en su estricta adhesión a la Declaración de El Cairo, reafirmada en la Conferencia de Yalta, que suponía que los aliados no aceptarían una paz condicional o separada con Japón. Los japoneses tendrían que rendirse incondicionalmente a todos los aliados. Para prolongar la guerra, los soviéticos se opusieron a cualquier intento de relajar este requisito.[50]​ Esto les daría tiempo a los soviéticos para transferir sus tropas al teatro del Pacífico y conquistar Sajalín, las Kuriles y quizás Hokkaidō[51]​ (empezando con un desembarco en Rumoi, Hokkaidō).[52]

Proyecto Manhattan

En 1939, Albert Einstein y Leó Szilárd le escribieron una carta al presidente Roosevelt, animándole a que destinara fondos para la investigación y el desarrollo de bombas atómicas. Roosevelt accedió y el resultado fue el Proyecto Manhattan, un programa de investigación de alto secreto liderado por el general Leslie Groves, con la dirección científica de J. Robert Oppenheimer. La primera prueba atómica se produjo el 16 de julio de 1945 con la explosión Trinity.

Cuando el proyecto llegaba a su fin, los estrategas norteamericanos empezaron a considerar la utilización de la bomba. Groves formó un comité, que se reunió en abril y mayo de 1945 para redactar una lista de posibles objetivos para la bomba. Seleccionaron dieciocho ciudades japonesas. Las que estaban arriba en la lista eran Kioto, Hiroshima, Yokohama, Kokura y Niigata.[53][54]​ Al final, Kioto fue retirada de la lista ante la insistencia del Secretario de Guerra Henry L. Stimson, que había visitado la ciudad en su luna de miel y conocía su importancia cultural e histórica.[55]

En mayo, Harry S. Truman (que se convirtió en presidente tras la muerte de Franklin Roosevelt el 16 de abril) aprobó la formación del Comité Interino, un grupo de asesores que le informaría sobre la bomba atómica.[54]​ El Comité Interino estaba compuesto por George L. Harrison, Vannevar Bush, James Bryant Conant, Karl Taylor Compton, William L. Clayton y Ralph Austin Bard, asesorados por los científicos Oppenheimer, Enrico Fermi, Ernest Lawrence y Arthur Compton. En un informe del 1 de junio, el comité concluyó que debía lanzarse cuanto antes una bomba contra una fábrica de guerra, rodeada de las casas de los trabajadores, y de que no debía realizarse ninguna advertencia o demostración.[56]

El mandato del comité no incluía el uso de la bomba; su uso se presuponía en cuanto estuviera completada.[57]​ Tras una protesta de los científicos implicados en el proyecto, el informe Franck, el comité examinó de nuevo el uso de la bomba. En una reunión del 21 de junio, el comité se reafirmó en que no había alternativa al uso de la bomba.[58]

Declaración de Potsdam

Los líderes de las principales potencias aliadas se reunieron en la Conferencia de Potsdam desde el 16 de julio al 2 de agosto de 1945. Los participantes fueron la Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos, representados por Stalin, Winston Churchill (después Clement Attlee) y Truman, respectivamente.

La guerra contra Japón fue uno de los muchos temas discutidos en Potsdam. Truman supo del éxito de la prueba Trinity al comienzo de la conferencia, y compartió esta información con la delegación británica. El éxito de la prueba hizo que la delegación estadounidense reconsiderara la necesidad y prudencia de la participación soviética (garantizada en Yalta).[59]​ En lo alto de su lista de prioridades estaba acortar la guerra y reducir las bajas estadounidenses, y la intervención soviética parecía conveniente para conseguir ambas, pero con el coste de permitirles quizás capturar más territorios de los que se les prometieron en Yalta, y posiblemente dividir Japón al igual que se había hecho con Alemania.

Se decidió emitir una declaración, la Declaración de Potsdam, que definía el concepto de "rendición incondicional" y clarificaba su significado para el cargo de Emperador y para Hirohito personalmente. Los gobiernos estadounidense y británico discrepaban mucho sobre este punto: los estadounidenses querían abolir el cargo y posiblemente procesarlo como criminal de guerra, mientras que los británicos querían que se conservara el cargo, quizás con Hirohito. El borrador de la Declaración de Potsdam atravesó muchas revisiones hasta que se llegó a una versión aceptada por ambas partes.[60]

El 26 de julio, Estados Unidos, Gran Bretaña y China publicaron la Declaración de Potsdam, anunciando los términos de rendición de Japón, con la siguiente advertencia: "No vamos a apartarnos de ellos. No hay alternativa. No vamos a consentir ningún retraso". Para Japón, los términos de la declaración especificaban:

  • la eliminación "para siempre de la autoridad e influencia de aquellos que han engañado al pueblo de Japón y lo han llevado a embarcarse en la conquista del mundo"
  • la ocupación de "puntos del territorio japonés a ser designados por los aliados"
  • "la soberanía japonesa quedará limitada a las islas de Honshū, Hokkaidō, Kyūshū, Shikoku y las islas menores que determinemos". Tal y como se había anunciado en la Declaración de El Cairo de 1943, Japón quedaría despojada de su imperio anterior a la guerra, incluyendo a Corea y Taiwán, además de sus conquistas más recientes.
  • "Las fuerzas armadas japonesas serán desarmadas completamente"
  • "se impondrá severa justicia a todos los criminales de guerra, incluyendo a aquellos que han infligido crueldades a nuestros prisioneros"
Una sesión de la Conferencia de Potsdam. Los fotografiados incluyen a Clement Attlee, Ernest Bevin, Vyacheslav Molotov, Joseph Stalin, William D. Leahy, James F. Byrnes, y Harry S. Truman

Por otro lado, la declaración ofrecía:

  • "No pretendemos que los japoneses queden esclavizados como raza o destruidos como nación, [...] El gobierno japonés deberá eliminar todos los obstáculos para la reactivación y fortalecimiento de las tendencias democráticas entre el pueblo japonés. Se deberán establecer la libertad de expresión, de culto y de consciencia, además del respeto a los derechos humanos fundamentales.
  • "Se le permitirá a Japón mantener dichas industrias que sostengan su economía y le permitan el pago sólo en especie de las reparaciones, [...] se permitirá la participación japonesa en las relaciones comerciales mundiales".
  • "Las fuerzas ocupantes aliadas se retirarán de Japón en cuanto se hayan completado estos objetivos y se haya establecido, de acuerdo con la voluntad del pueblo japonés, expresada libremente, un gobierno responsable e inclinado hacia la paz".

La única mención a la "rendición incondicional" aparecía al final de la declaración:

  • "Demandamos al gobierno de Japón que proclame ahora la rendición incondicional de todas las fuerzas armadas japonesas y proporcione garantías auténticas y adecuadas de su buena fe en dicha acción. La alternativa para Japón es la inmediata y completa destrucción".

Si el Emperador era uno de aquellos que habían "engañado al pueblo de Japón" o incluso un criminal de guerra (o, potencialmente, parte de un "gobierno responsable e inclinado a la paz") quedó sin especificar. La cláusula de la "inmediata y completa destrucción" era probablemente una advertencia velada de la posesión de los estadounidenses de la bomba atómica (que se había probado con éxito el primer día de la conferencia).[61]

El 27 de julio, el gobierno japonés consideró cómo responder a la Declaración. Los cuatro miembros militares de los Seis Grandes querían rechazarla, pero Tōgō convenció al gabinete de que no lo hicieran hasta obtener una reacción de los soviéticos. En un telegrama, Shunichi Kase, el embajador de Japón en Suiza, observó que la rendición condicional solo se aplicaba al ejército y no al gobierno o al pueblo, y alegó que debía entenderse que el prudente lenguaje de Potsdam parecía "haber ocasionado mucha reflexión" en los gobiernos firmantes; "parecen haber puesto mucho esmero en salvar la cara ante nosotros en muchos puntos".[62]​ El día siguiente, los periódicos japoneses informaban de que la Declaración, cuyo texto había sido difundido por Japón mediante folletos lanzados desde aviones, se había rechazado. En un intento de manejar la percepción pública, el primer ministro Suzuki se reunió con la prensa y declaró lo siguiente:

Considero qe la Proclamación Conjunta es un refrito de la Declaración de la Conferencia de El Cairo. El Gobierno no le da ninguna importancia en absoluto. Lo único que se debe hacer es simplemente destruirla mediante el silencio (mokusatsu). No haremos otra cosa que presionar hasta el amargo final para conseguir un final exitoso a la guerra.[63]

El significado de la palabra mokusatsu, literalmente "matar con silencio", no es preciso; puede ir desde «ignorar» hasta «tratar con desprecio»: algo que de hecho describía bastante bien la variedad de reacciones dentro del gobierno.[63]​ Sin embargo, la declaración de Suzuki, especialmente la última frase, dejaba poco espacio para una interpretación equivocada y la prensa lo tomó como un rechazo, tanto en Japón como en el extranjero, y no se hizo ninguna otra declaración en público o mediante canales diplomáticos para cambiar esta interpretación.

El 30 de julio, el embajador Satō escribió que probablemente Stalin estaba hablando con los aliados occidentales sobre sus acuerdos con Japón, y escribió: "No existe otra alternativa que la rendición incondicional inmediata, si queremos evitar que Rusia participe en la guerra".[64]​ El 2 de agosto, Tōgō le escribió a Satō: "no debería serle de ninguna dificultad darse cuenta de que [...] nuestro tiempo para avanzar en los acuerdos para terminar con la guerra antes de que el enemigo desembarque en nuestro territorio es limitado, y por otro lado es difícil decidir las condiciones de paz concretas, todas de una vez, aquí en casa".[65]

Hiroshima, Manchuria, y Nagasaki

6 de agosto: Hiroshima

Truman anunciando el bombardeo de Hiroshima

La mañana del 6 de agosto, el Enola Gay, un B-29 pilotado por el coronel Paul Tibbets, arrojó una bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, en el suroeste de Honshū. A lo largo de ese día llegaron a Tokio informaciones confusas sobre que Hiroshima había sido el objetivo de un ataque aéreo que había arrasado la ciudad en un "destello cegador y explosión violenta". Más tarde, ese mismo día, recibieron una transmisión del presidente estadounidense Truman anunciando la primera utilización de una bomba atómica, y prometiendo:

Ahora estamos preparados para arrasar más rápida y completamente cualquier empresa que tengan los japoneses sobre el suelo en cualquier ciudad. Destruiremos sus puertos, sus factorías y sus comunicaciones. Que no quede duda; destruiremos completamente la capacidad de Japón para hacer la guerra. Fue para salvar al pueblo japonés de su completa destrucción que emitimos el ultimátum de Potsdam el 26 de julio. Sus líderes rechazaron inmediatamente ese ultimátum. Si ahora no aceptan nuestros términos, que esperen del cielo una lluvia de perdición, una como jamás se ha visto en esta tierra...[66]

Al principio, algunos se negaron a creer que los estadounidenses hubieran construido una bomba atómica. Los japoneses conocían lo bastante bien el proceso potencial como para saber lo difícil que era (el ejército y la armada japonesas tenían programas independientes para construir la bomba atómica, lo que complicó más aún sus esfuerzos).[67]​ El almirante Soemu Toyoda, Jefe del Estado Mayor Naval, afirmó que aunque los estadounidenses hubieran hecho una bomba, no podían tener muchas más.[68]​ Los estrategas estadounidenses, anticipando una reacción como la de Toyoda, habían planeado arrojar una segunda bomba poco después de la primera, para convencer a los japoneses de que Estados Unidos tenía un gran suministro de ellas.[54][69]​ Probablemente el gobierno estadounidense habría preferido esperar hasta tener un mayor inventario de bombas antes de empezar con los ataques nucleares, pero la entrada inminente de los soviéticos en la guerra significaba que Truman no se podía permitir esperar.

8 y 9 de agosto: invasión soviética y Nagasaki

A Tokio llegaron informes detallados de la escala de destrucción sin precedentes de Hiroshima, pero pasaron dos días antes de que el gobierno se reuniera para considerar la nueva situación. Mientras tanto, en cuanto supo sobre el bombardeo atómico, Stalin decidió proceder contra Japón de acuerdo con el plan original de los soviéticos (suponiendo que de verdad tuviera intenciones de alterarlo).

A las 04:00 del 9 de agosto llegaron a Tokio noticias de que la Unión Soviética había roto el Pacto de Neutralidad, declarado la guerra a Japón y comenzado la invasión de Manchuria.[70]

Bomba atómica sobre Nagasaki

Esta doble conmoción (la bomba atómica sobre Hiroshima y la invasión soviética) tuvo efectos inmediatos y profundos sobre el primer ministro Suzuki y el ministro de asuntos exteriores Tōgō Shigenori, quienes coincidieron en que el gobierno debía detener la guerra inmediatamente.[71]​ Sin embargo, los líderes del Ejército Japonés se lo tomaron mejor, infravalorando enormemente la escala del ataque. Comenzaron las preparaciones pra imponer la ley marcial en el país, con el apoyo del ministro de la guerra Anami, y evitar así que cualquiera intentara declarar la paz.[72]Hirohito le dijo a Kido que debía "controlar rápidamente la situación" porque "la Unión Soviética nos ha declarado la guerra y hoy han iniciado hostilidades contra nosotros".[73]

El Consejo Supremo se reunió a las 10:30. Suziki, que acababa de llegar de una reunión con el Emperador, dijo que era imposible continuar con la guerra. Tōgō Shigenori dijo que no podían aceptar los términos de la Declaración de Potsdam, sino que necesitaban garantías sobre el cargo del Emperador. El ministro de la armada Yonai dijo que debían hacer alguna propuesta diplomática; no podían seguir permitiéndose estar a la espera de circunstancias más favorables.

En mitad de la reunión, poco después de las 11:00, llegaron noticias de que Nagasaki, en la costa oeste de Kyūshū, había sido alcanzada por una segunda bomba atómica (llamada "Fat Man" por los estadounidenses). Al terminar la reunión, los Seis Grandes estaban divididos tres a tres. Suzuki, Tōgō, y el almirante Yonai apoyaban la condición adicional a Potsdam que proponía Tōgō, mientras que los generales Anami, Umezu y el almirante Toyoda insisían en tres términos más que modificaban Potsdam: que Japón controlaría su propio desarme, que Japón se ocuparía de cualquier criminal de guerra japonés y que no habría ninguna ocupación de Japón.[74]

Intervención del Emperador, respuesta de los aliados y contestación de los japoneses

Ministro de la guerra Korechika Anami

El gabinete al completo se reunió el 9 de agosto a las 14:30, y pasó casi todo el día debatiendo sobre la rendición. Al igual que los Seis Grandes, el gabinete quedó dividido, sin que ninguna de las posturas de Tōgō o Anami atrajera a la mayoría.[75]​ Anami le dijo a otros ministros del gabinete que, bajo tortura, un prisionero estadounidense, piloto de un B-29, le había dicho a sus interrogadores que los estadounidenses poseían 100 bombas atómicas que Tokio y Kioto serían bombardeadas "en los próximos días". El piloto, Marcus McDilda, estaba mintiendo. No sabía nada del Proyecto Manhattan y sencillamente le estaba diciendo a sus interrogadores lo que él pensaba que querían oír, para terminar con la tortura. La mentira, que hizo que lo clasificaran como prisionero de alta prioridad, probablemente le salvó de la decapitación.[76]​ En realidad, Estados Unidos habría tenido lista la tercera bomba alrededor del 19 de agosto, y una cuarta en septiembre de 1945.[77]​ Probablemente la tercerba bomba se habría utilizado contra Tokio.[78]

La reunión del gabinete se suspendió a las 17:30 sin consenso. Una segunda reunión, que duró desde las 18:00 hasta las 22:00, también terminó sin consenso. Tras esta segunda reunión, Suzuki y Tōgō se reunieron con el Emperador, y Suzuki propuso una conferencia Imperial improvisada, que comenzó justo antes de la medianoche de la noche del 9 al 10 de agosto.[79]​ Suzuki presentó la propuesta de las cuatro condiciones de Anami como si fuera la postura de consenso del Consejo Supremo. Los otros miembros del Consejo Supremo hablaron, como también lo hizo el barón Hiranuma Kiichirō, el presidente del Consejo Privado, que explicó la incapacidad de Japón para defenderse y también describió los problemas internos del país, como la escasez de alimentos. El gabinete debatió de nuevo sin alcanzar un consenso. Finalmente, alrededor de las 02:00 (10 de agosto), Suziki se dirigió al Emperador Hirohito y le pidió que se decidiera entre ambas posturas. Aunque no quedó registrada, a partir de los recuerdos de los participantes, la declaración del Emperador fue la siguiente:

He reflexionado seriamente sobre la situación que impera en nuestra patria y en el extranjero y he llegado a la conclusión de que continuar con la guerra solo puede significar la destrucción de la nación y la prolongación del baño de sangre y la crueldad en el mundo. No puedo soportar ver sufrir más a mi pueblo inocente. [...]

Los partidarios de continuar con las hostilidades me dijeron que en junio estarían preparadas nuevas divisiones en posiciones fortificadas [este de Tokio], listas para cuando el invasor intente desembarcar. Estamos en agosto y las fortificaciones todavía no están completas. [...]

Hay quien dice que la clave para la supervivencia de la nación está en una batalla decisiva en la madre patria. Sin embargo, las experiencias del pasado demuestran que siempre ha habido una discrepancia entre los planes y la realización. No creo que la discrepancia, en el caso de Kujūkuri, se pueda rectificar. Ya que el cariz de los acontecimientos es igual, ¿cómo podemos repeler al invasor? [Luego hizo referencia específicamente al poder destructivo de la bomba atómica]

No hace falta decir que me resulta insoportable ver desarmados a los valientes y leales guerreros de Japón. Me resulta igualmente insoportable que otros que me han prestado un devoto servicio puedan ser ahora castigados como instigadores de la guerra. No obstante, ha llegado la hora de soportar lo insoportable. [...]

Me trago mis lágrimas y otorgo mi sanción a la propuesta de aceptar la proclamación de los aliados según ha explicado el ministro de exteriores.[80]

Según el general Sumihisa Ikeda y el almirante Zenshirō Hoshina, el presidente del Consejo Privado, Hiranuma Kiichirō, se dirigió después al Emperador y le preguntó: "Su majestad, usted también tiene responsabilidad (sekinin) en esta derrota. ¿Qué disculpa va a ofrecerle a los espíritus heroicos del fundador imperial de su casa y a sus otros ancestros imperiales?"[81]

Cuando se marchó el Emperador, Suzuki presionó al gabinete para que aceptara la voluntad del Emperador, y así lo hizo. Esa misma mañana (10 de agosto), el ministro de exteriores envió telegramas a los aliados (mediante el Departamento Político Federal suizo, concretamente a través de Max Grässli) anunciando que Japón aceptaría la Declaración de Potsdam pero no aceptaría ninguna condición de paz que "perjudique las prerrogativas" del Emperador. Eso suponía de hecho que no se produciría ningún cambio en la forma de gobierno de Japón[82]​: que el Emperador de Japón seguiría siendo un cargo de poder real dentro del gobierno.

12 de agosto

La respuesta de los aliados la escribió James F. Byrnes y fue aprobada por los gobiernos británico, chino y soviético, aunque los soviéticos accedieron con reservas. Los aliados enviaron su respuesta (vía el Departamento de Asuntos Políticos suizo) a la aceptación parcial de los japoness a la Declaración de Potstam el 12 de agosto. Sobre el estatus del Emperador, se decía:

Desde el momento de la rendición, la autoridad del Emperador y del gobierno japonés para gobernar el estado quedará sometida al comandante supremo de las potencias aliadas, que dará los pasos que considere oportunos para efectuar los términos de la rendición [...] La forma de gobierno final que adopte Japón, de acuerdo con la Declaración de Potsdam, será establecida por la voluntad, expresada libremente, del pueblo japonés.[83]

El presidente Truman ordenó que continuaran las operaciones militares (incluyendo los bombardeos de los B-29) hasta que se recibiera un comunicado oficial de la rendición japonesa. Sin embargo, los corresponsales de noticias interpretaron incorrectamente un comentario de Carl Andrew Spaatz, que decía que los B-29 no habían volado el 11 de agosto (a causa del mal tiempo), como una declaración de que se había efectuado un alto el fuego. Para evitar dar a entender a los japoneses que los aliados habían abandonado los esfuerzos de paz y retomado los bombardeos, Truman ordenó la suspensión de los bombardeos.[84][85]

El gabinete japonés tuvo en estudió la respuesta de los aliados, y Suzuki sostuvo que debía rechazarla e insistir en una garantía explícita para el sistema imperial. Anami volvió a su postura de que no hubiera ninguna ocupación de Japón. Luego, Tōgō le dijo a Suzuki que no había esperanzas de obtener mejores términos y Kido comunicó la voluntad del Emperador de que Japón se rindiera. En una reunión con el Emperador, Yonai transmitió su preocupación sobre el creciente malestar social:

Pienso que los términos son inapropiados, pero las bombas atómicas y la entrada de los soviéticos en la guerra son, en un sentido, regalos del cielo. De esta manera no tenemos que decir que tenemos que dejar la guerra por circunstancias nacionales.[86]

Ese mismo día, Hirohito informó a la familia imperial de su decisión de rendirse. Uno de sus tíos, el Príncipe Asaka, preguntó si podría continuar la guerra si no se podía preservar la kokutai (política nacional). El Emperador respondió simplemente "por supuesto".[87][88]

13 y 14 de agosto

Los Seis Grandes y el gabinete pasaron el 13 de agosto debatiendo sobre cómo contestar a la respuesta de los aliados, pero quedaron en punto muerto. Mientras tanto, empezaba a crecer la duda entre los aliados mientras estos esperaban a que respondieran los japoneses. Les habían ordenado a los japoneses que respondieran con una aceptación sin limitaciones en claro, pero respondieron en código, lo que se percibió como una respuesta con limitaciones.

Además, los aliados detectaron un aumento en el tráfico diplomático y militar, lo que se percibió como una evidencia de que los japoneses estaban preparando un "ataque banzai con todo lo que tenían". El presidente Truman ordenó la reanudación de los ataques contra Japón a máxima intensidad "para convencer a los dirigentes japoneses de que vamos en serio y estamos decididos a hacerles aceptar nuestras propuestas de paz sin ninguna dilación".[89][90]​ La Tercera Flota de Estados Unidos empezó a bombardear la costa japonesa. En el mayor bombardeo de la Guerra del Pacífico, más de 400 B-29 atacaron a Japón durante el día del 14 de agosto, y más de 300 durante la noche.[91]​ Se utilizaron un total de 1014 aviones y no se perdió ninguno.[92]​ En la misión de bombardeo más larga de la guerra,[93]​ aviones B-29 del Ala de Bombardeo Nº 315 recorrieron 6000 kilómetros para destruir la refinería de la Nippon Oil Company en Tsuchizaki, Akita, en la punta norte de Honshu. Esta era la última refinería operativa de las islas nacionales de Japón y producía el 67% de su petróleo.[94]​ Tras la guerra, estos bombardeos se justificaron sobre la base de que ya estaban en marcha cuando llegaron noticias de la rendición japonesa, pero esto es solo parcialmente cierto.[95]

Un folleto arrojado sobre Japón tras el bombardeo de Hiroshima. El folleto dice, en parte: El pueblo japonés se enfrenta a un otoño extremadamente importante. Nuestra alianza de tres países le presentó a vuestros líderes trece artículos de rendición para ponerle fin a esta guerra infructuosa. Esta propuesta fue ignorada por los líderes de vuestro ejército [...] Estados Unidos ha desarrollado una bomba atómica, algo que no ha hecho ninguna otra nación con anterioridad. Se ha determinado utilizar esta terrorífica bomba. Una bomba atómica tiene el poder destructivo de 2000 B-29

A sugerencia de los expertos estadounidenses de operaciones psicológicas, los B-29 pasaron el 13 de agosto arrojando octavillas sobre Japón, describiendo la oferta de rendición de Japón y la respuesta de los aliados.[89]​ Las octavillas tuvieron un profundo efecto sobre el proceso decisorio de los japoneses. Al terminar el 14 de agosto, Suzuki, Kido y el Emperador se dieron cuenta de que el día terminaría o bien con una aceptación de los términos estadounidenses o con un golpe militar.[96]​ El Emperador se reunió con los oficiales más superiores del ejército y la armada. Aunque algunos hablaron de continuar luchando, el mariscal de campo Shunroku Hata no lo hizo. Como comandante del Segundo Ejército General, cuyo cuartel general se encontraba en Hiroshima antes de ser destruida, Hata comandaba todas las tropas que defendían el sur de Japón: las tropas que se preparaban para luchar en la "batalla decisiva". Hata dijo que no tenía mucha fe en poder defenderse de la invasión y no discutió la decisión del Emperador. El Emperador solicitó que sus líderes militares cooperaran con él para terminar con la guerra.[96]

Hirohito grabando el Gyokuon-hōsō, el anuncio de rendición

En una conferencia con el gabinete y otros consejeros, Anami, Toyoda y Umezu volvieron ha insistir en continuar con la lucha, tras lo cual el Emperador dijo:

He escuchado detenidamente todos los argumentos presentados en oposición a la opinión de que Japón debería aceptar la respuesta de los aliados tal y como está y sin mayor clarificación o modificación, pero mis pensamientos no han sufrido ningún cambio. [...] Para que el pueblo pueda conocer mi decisión, os pido que preparéis de inmediato un rescripto imperial para que pueda retransmitirlo a la nación. Finalmente, apelo a cada uno de vosotros para que se esfuerce al máximo para que podamos enfrentarnos a los difíciles días que nos aguardan.[97]

El gabinete se reunió de inmediato y ratificó unánimemente los deseos del Emperador. También decidieron destruir grandes cantidades de material sobre asuntos relativos a crímenes de guerra y responsabilidad de los principales líderes del país.[98][99]​ Justo después de la conferencia, el ministro de exteriores transmitió órdenes a sus embajadas en Suiza y Suecia para que aceptaran los términos de rendición de los aliados. Estas órdenes fueron recibidas en Washington a las 02:49 del 14 de agosto.[97]

El texto del Rescripto Imperial estaba terminado a las 19:00, transcrito por el calígrafo ofical de la corte, y llevado hasta el gabinete para su firma. Alrededor de las 23:00, el Emperador, con la ayuda de un equipo de grabación de la NHK, hizo una grabación de gramófono en la que leía el Rescripto Imperial de rendición. [100]​ La grabación fue entregada al chambelán de la corte Yoshihiro Tokugawa, que la escondió en una taquilla de la oficina de la secretaria de la emperatriz.[101]

Intento de golpe de estado militar (entre el 12 y el 15 de agosto)

Kenji Hatanaka, líder del golpe de estado

Bien entrada la noche del 12 de agosto de 1945, el mayor Kenji Hatanaka, junto con los tenientes coroneles Masataka Ida, Masahiko Takeshita (el hermanastro de Anami) y Inaba Masao, y el coronelOkitsugu Arao, jefe de la Sección de Asuntos Militares, hablaron con el ministro de la guerra Korechika Anami (el ministro del ejército y "la figura más poderosa de Japón después del propio Emperador"),[102]​ buscando su apoyo y pidiéndole que hiciera lo que pudiera para evitar la aceptación de la Declaración de Potsdam. El general Anami rehusó decir si ayudaría a los jóvenes oficiales en su traición.[103]​ A pesar de lo mucho que necesitaban su apoyo, Hatanaka y los otros rebeldes decidieron que no tenían otra opción que seguir planeando el golpe de estado por su cuenta. Hatanaka pasó gran parte del 13 de agosto y la mañana del 14 de agosto reuniendo aliados, buscando apoyos en las altas esferas del Ministerio y perfeccionando su plan.[104]

Poco después de la conferencia de la noche del 13 al 14 de agosto, en la que se decidió finalmente aceptar la rendición, un grupo de oficiales superiores del ejército, incluyendo a Anami, se reunieron en una habitación cercana. Todos los presentes estaban al tanto de la posibilidad de un golpe de estado para evitar la rendición; algunos de los presentes incluso podían estar considerando dar también uno. Tras un silencio, el general Torashirō Kawabe propuso a todos los oficiales presentes que firmaran un acuerdo para llevar a cabo la orden de rendición del Emperador; "El Ejército actuará de acuerdo con la Decisión Imperial hasta el final". Fue firado por todos los oficiales de alto rango presentes, incluyendo Anami, Hajime Sugiyama, Yoshijirō Umezu, Kenji Doihara, Torashirō Kawabe, Masakazu Kawabe y Tadaichi Wakamatsu. "Este acuerdo escrito entre los oficiales más altos del Ejército, junto con el anuncio de Anami, actuaron como un cortafuego formidable contra cualquier intento de golpe de estado en Tokio".[105]

El golpe fracasó después de que Shizuichi Tanaka convenciera a los oficiales rebeldes de que se fueran a su casa. Tanaka se suicidó nueve días después.

Alrededor de las 21:30 del 14 de agosto, los rebeldes de Hatanaka pusieron en marcha su plan. El Segundo Regimiento de la Primera División de la Guardia Imperial había entrado en los dominios del palacio, duplicando la fuerza del batallón que ya se encontraba allí, supuestamente para proporcionar una protección extra contra la rebelión de Hatanaka. Sin embargo, Hatanaka, junto con el teniente coronel Jirō Shiizaki, convenció al comandante del Segundo Regimiento de la Primera División de la Guardia Imperial, el coronel Haga Toyojirō, de su causa, diciéndole (falsamente) que Anami, Umezu y los comandantes del Ejército del Distrito Oriental y de las Divisiones de la Guardia Imperial apoyaban el plan. Hatanaka también acudió a la oficina de Shizuichi Tanaka, comandante de la región oriental del ejército, para intentar persuadirle de que se uniera al golpe. Tanaka rehusó y le ordenó a Hatanaka que se fuera a casa. Hatanaka ignoro la orden.[101]

Véase también

Referencias

Citas al pie

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  11. Spector 33.
  12. El papel exacto del Emperador es materia de mucho debate histórico. Muchas de las pruebas clave fueron destruidas durante los días que transcurrieron entre la rendición de Japón y el comienzo de la ocupación aliada. Algunos afirman que Hirohito era una figura sin ningún poder, mientras que otros afirman que gobernaba activamente en la sombra. "Ninguna de estas posiciones polares es exacta", y la verdad parece estar en algún punto intermedio.—Frank, 87.
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  67. "Aunque los dirigentes japoneses no discutían la posibilidad teórica de dichas armas, se negaban a admitir que los estadounidenses hubieran sorteado los enormes problemas prácticos de crear una bomba atómica". El 7 de agosto, el Estado Mayor Imperial emitió un mensaje que decía que Hiroshima había sido golpeada con un nuevo tipo de bomba. El 8 de agosto, se envió a Hiroshima un equipo liderado por el Teniente General Soemu Toyoda para resolver la cuestión entre las varias teorías distintas sobre el origen de la explosión, incluyendo la de que habían bombardeado Hiroshima con una bomba de magnesio o de oxígeno líquido.—Frank, 270–271
  68. Frank, 270–271
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  70. Los soviéticos entregaron la declaración de guerra al embajador japonés Sato en Moscú, dos horas antes de la invasión de Manchuria. Sin embargo, a pesar de garantizar lo contrario, no transmitieron la notificación por cable de Sato a Tokio y cortaron las líneas telefónicas de la embajada. Esto fue una venganza por el ataque sorpresa a Port Arthur, cuarenta años antes. Los japoneses supieron del ataque mediante una transmisión por radio desde Moscú.—Butow, 154–164; Hoyt, 401
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  78. Pocas horas después de que se anunciara la rendición de Japón, Truman mantuvo una discusión con el Duque de Windsor Eduardo VIII y con Sir John Balfour. Según Balfour, Truman "comentó con tristeza que ya no tenía otra alternativa que ordenar el lanzamiento de otra bomba atómica sobre Tokio".—Frank, 327, citando a Bernstein, Eclipsed by Hiroshima, 167
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  85. Mientras estaba en vigor el alto el fuego, Spaatz tomó una decisión trascendental. Basándose en evidencia proviniente del Estudio sobre el Bombardeo Estratégico, ordenó que el bombardeo estratégico se alejara de las ciudades japonesas para concentrase en destruir la infraestructura de petróleo y transporte de Japón. Frank, 303–307
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  95. Smith 187–188 señala que, aunque los bombarderos diurnos ya habían atacado Japón, los bombarderos nocturnos todavía no habían despegado cuando se recibió la notificación sobre la rendición. También señala que, a pesar de los sustanciales esfuerzos por parte de Smith, no ha hallado documentación histórica que relativa a la orden de Carl Spaatz de proseguir con el ataque.
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