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Ejército Paleólogo

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Ejército Paleólogo

Bandera imperial e insignia del Imperio Bizantino durante la dinastía Paleólogo
Activa 1261 - 1453
País Imperio Bizantino
Fidelidad Dinastía Paleólogo
Acuartelamiento Constantinopla
Alto mando
Comandantes
notables
Miguel VIII,
Andrónico II,
Andrónico III,
Juan V
Andrónico IV
Juan VII
Manuel II Paleólogo
Juan VIII
Constantino XI
Guerras y batallas
Guerras Búlgaro-Bizantinas,
Guerras Otomano-bizantinas.

El ejército bizantino bajo la dinastía Paleólogo fue la fuerza militar del Imperio Bizantino desde 1261 hasta la Caída de Constantinopla (1453). Este ejército era la continuación directa del ejército del Imperio de Nicea, el cual a su vez era un fragmento del formidable ejército bizantino bajo la dinastía Comneno. [1]

Tras la conquista de Constantinopla en manos de los cruzados durante la Cuarta Cruzada en 1204, el Imperio de Nicea se marcó como objetivo la reconquista de Constantinopla. Finalmente, en 1261, Miguel VIII Paleólogo logró el objetivo y proclamó la restauración del Imperio Bizantino. Durante su reinado el ejército había pasado a tener un rol ofensivo, mientras que las fuerzas navales eran reforzadas con la incorporación de cientos de marinos para dotar a las tripulaciones de unas 80 naves de guerra. [2]

Por contra, el reinado de Andrónico II Paleólogo se caracterizó por las derrotas y la decadencia del ejército. Hacia 1350 la incompetencia del gobierno central había provocado la caída de la recaudación fiscal y por tanto, la imposibilidad de continuar manteniendo el ejército. Las guerras civiles dentro del imperio agravaron aún más la situación. Cuando finalizaron las guerras civiles, los turcos ya habían capturado gran parte de los territorios bizantinos, de manera que el imperio ya sólo se limitaba a los entornos mismos de la ciudad de Constantinopla. La ciudad cayó finalmente en 1453. [3]

Estructura

Organización

El Imperio Bizantino c. de 1265.

El ejército bizantino bajo la dinastía Paleólogo continuó empleando los mismos parámetros en cuanto a número de tropas y oficiales respecto del ejército en tiempos de la dinastía Comneno. [4]

En Anatolia el poder de los turcos oghuz crecía día tras día, mientras que en Grecia, la devastación de los Estados Cruzados, Serbia y Bulgaria dejaba arruinado el país, privando al imperio bizantino de una de las fuentes de recursos y hombres más importantes de que disponía. Después de 1261, el ejército central bizantino estaba formado por unos 6.000 hombres, llegando a unos máximos que nunca excedió los 10.000 hombres. [5][6]​ La totalidad de tropas bajo Miguel VIII Paleólogo era de aproximadamente unos 20.000 hombres, de los cuales unos 5.000 estaban destinados a guarniciones de las fortalezas mientras que los 15.000 restantes representaban la fuerza ofensiva bizantina. [7]

Pero el reinado de Andrónico II Paleólogo supuso un punto de inflexión en cuanto al reclutamiento, de manera que el ejército regular bizantino tenía ya tan solo unos 9.600 Thema y 2.400 Turma. Hacia el año 1321, las tropas levantadas por el imperio se habían reducido a 3.000 hombres. [6]​ A pesar de que durante el reinado de Andrónico II Paleólogo y Andrónico III Paleólogo el ejército se había reducido considerablemente, este último todavía consiguió reunir una fuerza ofensiva de 4.000 hombres para su campaña contra los turcos otomanos. [8]​ Ya en 1453, el ejército bizantino se había convertido sólo en una fuerza regular de guarnición de la ciudad, formada por aproximadamente 1.500 hombres. [9]​ Ante la caída inminente de la ciudad, el último emperador Constantino XI consiguió reunir una guarnición de 7.000 hombres (incluyendo unos 2.000 mercenarios extranjeros) para defender la ciudad ante la ofensiva del ejército otomano. [10]

En cuanto a la caballería, el ejército bizantino presentó unas cifras aún más reducidas, vertiendo finalmente a utilizar los mercenarios alanos, cumanos y turcos, para dotarse de esta arma.

Alianza con los mongoles

Hulagu, fundador del Ilkanato, aliado de Bizancio en los inicios del siglo XIV.

Miguel VIII Paleólogo, reconquistador de Constantinopla y restaurador del Imperio Bizantino, buscó ansiosamente una alianza con los mongoles, los cuales a su vez eran favorables al cristianismo, pues muchos de ellos eran cristianos nestorianos. Así, en 1263, consiguió formar un tratado con el kan mongol de la Horda de Oro y casó a dos de sus hijas con los reyes mongoles (estas esposas fueron hijas de una Diplobatatzaina): la primera fue Eufrosina Paleólogina, que se casó con Nogai Khan de la Horda de Oro, y la segunda fue María Paleólogina, que se casó con Abaqa Kan del Ilkanato de Persia. A cambio de la alianza, Nogai Khan dotó a Miguel VIII Paleólogo con un contingente de 4.000 mongoles, que fueron enviados a luchar en Tesalia. [11]

Esta alianza fue recuperada por su hijo y sucesor, Andrónico II Paleólogo, quien en 1305 hizo una petición al Ilkanato de nuevas tropas, recibiendo en 1308 un contingente de 30.000 hombres que fueron enviados a Anatolia con tal de reconquistar la Bitinia [12]​sometida por los tucos. Pero los turcos acabaron por derrotar el Ilkanato y este territorio adoptó progresivamente el Islam.[13]

Mercenarios

Tropas catalanas Unos 6.500 hombres, mujeres y niños fueron a luchar por el basileos en 1303.

Tras la reconquista de Constantinopla, el ejército de Miguel VIII Paleólogo continuó las campañas militares para tomar Grecia. Bajo el gobierno de Andrónico II Paleólogo el tamaño del ejército se redujo a niveles mínimos, desbandando las compañías de mercenarios y tropas regulares para poder reducir los impuestos a una población cada vez más descontenta.

Las compañías profesionales de mercenarios y las disciplinadas tropas regulares fueron sustituidas por milicias civiles pobremente equipadas. Las consecuencias no se hicieron esperar y el imperio Bizantino perdió rápidamente la Anatolia. Ante la desesperada situación, en 1302 los gastos militares volvieron a incrementarse. Esta vez sin embargo, y dada la urgencia para detener la ofensiva de los turcos, los recursos se destinaron a la contratación de compañías mercenarias, destacando la aportación de la Compañía Catalana de Oriente. Después de una exitosa campaña durante los años 1303 y 1304, el asesinato del jefe de la compañía, Roger de Flor, desencadenó una guerra de saqueo y devastación por toda Grecia. Posteriormente la compañía atacó el estado cruzado del Ducado de Atenas.

Sin embargo, ante la incapacidad bizantina para levantar un «leal» ejército griego, las compañías mercenarias continuaron siendo la base del ejército bizantino: hospitalarios, venecianos, serbios, genoveses, búlgaros e, incluso, turcos otomanos, fueron reclutados. Esto empeoró aún más las finanzas bizantinas y en última instancia permitió a los propios turcos de reconocer el terreno y medir las fuerzas bizantinas. La «bancarrota» del tesoro bizantino en 1350 sume al imperio Bizantino en el caos y en la guerra civil, quedando a merced de las bandas de mercenarios.

Las tropas extranjeras eran llamadas antiguamente Phoideratoi (Φοιδεράτοι), derivando su origen del latín foederati («aliados»). Posteriormente estas tropas mercenarias fueron conocidas por el nombre de Hetairoi (Ἑταιρείαι, «Compañeros»), y sirvieron principalmente como Guardia Imperial, las cuales eran comandadas por su respectivo Hetaireiarco («Señor de la Compañía»). En función de su tamaño, las compañías se estructuraban de la siguiente manera:

Compañía grande (Μεγάλη Εταιρεία)

Compañía mediana (Μέση Εταιρεία)

Compañía pequeña (Μικρά Εταιρεία)

Adicionalmente, durante el reinado de la dinastía Comneno, las compañías de tropas mercenarias eran divididas en función de su etnia y llamadas en función de su origen: los Inglinoi (Ingleses), los Phragkoi (Francos), los Skythikoi (Escitas), los Latinikoi (Latinos), etc. [14]

Estrategia y tácticas

Limitado por los escasos recursos fiscales, la estrategia del ejército bizantino buscó la maximización de los resultados militares en un contexto donde sus tropas eran habitualmente superadas en número por sus enemigos. [4]​ La clave de bóveda de todo el sistema radicaba en las fortificaciones fronterizas, que habían de impedir la caída de las importantes ciudades y fuentes de impuestos de Asia Menor y el Peloponeso. Ejemplo de esta estrategia es la expedición que en 1281 envió Miguel VIII Paleólogo para socorrer a la fortificación de Berat, asediada por las tropas francas de Carlos I de Anjou.

La estrategia se mostró efectiva al frente de Grecia, en particular en la lucha contra los Estados cruzados francos. Pequeñas guarniciones mantenían las fortalezas, mientras la fuerza ofensiva quedaba con libertad de movimientos. Del mismo modo, los francos, imposibilitados para reclutar entre la población griega, se veían forzados a buscar victorias decisivas en campo abierto. Así, tras derrotar al ejército franco en la Batalla de Pelagonia, el ejército bizantino se encontró con que en Constantinopla sólo quedaba una ínfima guarnición, que se rindió rápidamente ante la llegada de los bizantinos. Por el contrario, la estrategia falló en Asia Menor, donde los turcos tenían una estrategia totalmente diferente a la de los francos caracterizada por unos recursos humanos muchos mayores y una clara inferioridad técnica respecto de los bizantinos. Esto les impulsó a lanzar pequeñas incursiones de saqueo y devastación sobre las ciudades bizantinas, pasando a retirarse rápidamente ante la llegada de los refuerzos militares bizantinos; de tal manera, los turcos sólo se enfrentaban a los bizantinos cuando su superioridad numérica era suficientemente avasalladora como para obtener una victoria total. Básicamente pues, se trataba de una estrategia de desgaste a largo plazo para la cual los bizantinos no encontraron una respuesta adecuada. [15]

Armamento

Ballesta

El armamento del ejército bizantino durante la dinastía Paleólogo era bastante heterogéneo, reflejando las carencias globales del ejército. El escudo y la lanza eran el armamento común, mientras que la ballesta no empezó a generalizarse hasta el siglo XIV, convirtiéndose en una importantísima arma antipersonal. Esta evolución tecnológica era paralela al resto de Europa, donde la ballesta genovesa y el longbow galés transformaron la manera de hacer la guerra a finales del siglo XIV y durante el siglo XV.

Fortificaciones

Mapa de Constantinopla y sus murallas durante la era bizantina.

La estrategia militar bizantina se basaba en fortificar los pueblos y las ciudades. Las murallas estaban construidas a conciencia, siendo la cara exterior de piedra y el interior revestido con varias capas de ladrillos, lo que permitía una capacidad de absorción superior en caso de asedio. Las murallas estaban reforzadas con torres a lo largo del perímetro y a una distancia conveniente la una de la otra, de modo que no quedaran aisladas en caso de ataque y pudieran apoyarse unas a otras.

Por contra, el abastecimiento de las ciudades y las fortalezas se convirtió en el reto a superar por parte de los bizantinos. Los turcos, incapaces de superar tecnológicamente a los bizantinos, optaron por las incursiones, el saqueo y el asalto a las líneas de aprovisionamiento. La caída de las ciudades como Nicea o Nicomedia tardó no meses, sino varios años. En cuanto a la capital, Constantinopla, después de 1370 las famosas y milenarias Murallas de Constantinopla ya no podían ser reparadas debido al ensañamiento de la guerra civil bizantina.

Flota naval

Archivo:Byzantinische Dromone.PNG
Reconstrucción de un Dromon.

La flota naval bizantina estaba bajo el mando del Megas doux (megaduque) y había sido desde sus orígenes la más poderosa y hegemónica del Mediterráneo oriental. Este dominio se extendió hasta el reinado de la dinastía Comneno, pero durante el reinado de la dinastía ángel se inició un periodo de decadencia.[16]​ Miguel VIII Paleólogo intento revertir la situación y emprendió la construcción de nuevas naves de guerra hasta alcanzar una flota total formada por unas 80 naves. Sin embargo, los esfuerzos de Miguel VIII Paleólogo no triunfaron completamente, pues en una batalla naval una flota de 32 naves venecianas consiguió derrotar a una flota bizantino-genovesa formada por 48 naves. [17]​ Ante la evidencia de que una flota no se podía crear rápidamente, Miguel VIII Paleólogo confió progresivamente en la flota de la República de Génova, llegando a contratar el servicio de 50 a 60 galeras en 1261. [18]

La flota naval bizantina colapso totalmente durante el reinado de Andrónico II quien, como parte de su política de desmilitarización del Imperio Bizantino y reducción del gasto público militar, desbandaron la flota bizantina. Las consecuencias fueron, no sólo el fin de la defensa naval de Bizancio, sino la total dependencia hacia la República de Génova[16]​ y en medida hacia la República de Venecia (que se disputaban entre sí el dominio del Imperio y se atacaban mutuamente). Al mismo tiempo, miles de marineros quedaron sin trabajo, terminando siendo contratados por los turcos para construir su propia flota y luchar contra los bizantinos. En 1291 Andrónico II Paleólogo alquiló el servicio de 50 a 60 naves de la República de Génova. Y no fue hasta el 1320 cuando finalmente se dio cuenta de la necesidad de disponer de una flota naval propia, impulsando la construcción de 20 galeras. [16]

Cronología

Referencias

  1. Norwich, John Julius (1997). La corta historia de Bizancio. New York: Vintage Books. pp. p. 331. 
  2. Norwich, John Julius (1997). La corta historia de Bizancio. New York: Vintage Books. pp. p. 344-346. 
  3. Nicolle, David (2007). Castillos cruzados en Chipre, Grecia y el Egeo 1191 - 1571. New York: Osprey. pp. p.34. 
  4. a b Haldon, John (2000). Bizancio en Guerra 600 - 1453. New York: Osprey. pp. p. 55. 
  5. I. Heath, Ejércitos Bizantinos: 1118-1461, 14
  6. a b c W. Treadgold, La Historia de la Sociedad y del Estado Bizantino, 819 Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «Treadgold819» está definido varias veces con contenidos diferentes
  7. a b c G. Ostrogorsky, Historia del Estado Bizantino, 483
  8. a b J. Norwich, Bizancio: Decadencia y Caída, 285
  9. I. Heath, Ejércitos Bizantinos: 1118-1461, 37
  10. D. Nicolle, Constantinopla 1453: El fin de Bizancio, 33
  11. I. Heath, Ejércitos Bizantinos: 1118-1461, 24
  12. I. Heath, Ejércitos Bizantinos: 1118-1461, 24-33
  13. Norwich, John Julius (1997). La corta historia de Bizancio. New York: Vintage Books. pp. p. 340. 
  14. Nicolle, David (2007). Castillos cruzados en Chipre, Grecia y el Egeo 1191 - 1571. New York: Osprey. pp. p.50. 
  15. Nicolle, David (2007). Castillos cruzados en Chipre, Grecia y el Egeo 1191 - 1571. New York: Osprey. pp. p.45. 
  16. a b c I. Heath, Ejércitos Bizantinos: 1118-1461, 17
  17. a b J. Norwich, Bizancio: Decadencia y Caída, 220
  18. J. Norwich, Bizancio: Decadencia y Caída, 221
  19. I. Heath, Ejércitos Bizantinos: 1118-1461, 22

Bibliografía

  • Bartusis, Mark C. (1997). El ejército tardío bizantino: Armas y Sociedad 1204-1453. University of Pennsylvania Press. ISBN 0812216202. 
  • Heath, Ian; McBride, Angus (1995). Ejércitos Bizantinos: 1118-1461. Osprey Publishing. ISBN 978-1855323476. 
  • Mango, Cyril (2002). Historia de Bizancio. Oxford University Press. ISBN 0198140983. 
  • Moroz, Irina, "La idea de la guerra santa en el mundo ortodoxo", Quaestiones medii aevi novae v. 4
  • Nicolle, David (2005). Constantinopla 1453: El fin de Bizancio. Praeger Publishers. ISBN 978-0275988562. 
  • Treadgold, Warren T. (1997). La Historia de la Sociedad y del Estado Bizantino. Stanford University Press. ISBN 0804726302. 

Enlaces externos