Unificación italiana

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Plantilla:Historiadeitalia

La unificación italiana.

La unificación de Italia fue el proceso histórico que a lo largo del siglo XIX pretendió la unificación de los diferentes estados en que estaba dividida la península Itálica, en su mayor parte vinculados a dinastías consideradas "no italianas" como los Habsburgo o los Borbón. Ha de entenderse en el contexto cultural del romanticismo y la aplicación de la ideología nacionalista, que pretende la identificación de nación y estado, en este caso en un sentido centrípeto (irredentismo). También se le conoce como il Risorgimento (resurgimiento en italiano), e incluso como la reunificación italiana (considerando, impropiamente, que existió una unidad anterior, retrotrayéndose a la antigua Roma).

El proceso puede entenderse también como una incorporación de la atrasada y aristocrática Italia del sur (Nápoles, Sicilia), anclada en el Antiguo Régimen, a la industrializada y burguesa Italia del norte (valle del Po), en mayor conexión con los cambios revolucionarios del comienzo de la Edad Contemporánea (Revolución burguesa, Revolución liberal y Revolución industrial). Fue encauzado finalmente por la casa de Saboya, reinante en el Piamonte (destacadamente por el primer ministro conde de Cavour), en perjuicio de otras intervenciones de personajes notables (Mazzini, Garibaldi) a lo largo de complicadas vicisitudes ligadas al equilibrio europeo (intervenciones de Francia y Austria), que culminaron con la incorporación del último reducto de los Estados Pontificios en 1870. No obstante, continuó la reivindicación de territorios fronterizos, especialmente con el Imperio Austro-húngaro (Trieste y el Trentino), que se solventaron parcialmente en 1919 tras la Primera Guerra Mundial (Tratado de Saint-Germain-en-Laye y expedición de Gabrielle D'Annunzio).

Antecedentes

El congreso de Viena por Jean-Baptiste Isabey, 1819.

A principios del siglo XIX Italia era sólo una unidad geográfica y cultural formada por un mosaico de estados y ocupada por potencias extranjeras.

Napoleón conquistó la península y modificó el mapa completamente. Anexionó Piamonte, Parma, Toscana, la República Ligur y los Estados Pontificios al Imperio Francés, unificó todo el noreste de la península para crear el Reino de Italia, del cual se declaró rey y también conquistó el Reino de Nápoles. Durante este periodo Italia sufrió toda una serie de reformas liberales, como la abolición de los privilegios feudales y eclesiásticos.

Con la derrota de Napoleón, el Congreso de Viena (1815) reestructura de nuevo el espacio geográfico de Italia atendiendo especialmente a los intereses de las familias dinásticas y las grandes potencias europeas, nunca a los intereses del pueblo.

El Imperio Austríaco se anexionó Lombardía y el Véneto y además colocó a príncipes austríacos en el trono de Parma, Módena y Toscana. Cerdeña y Piamonte se unificaron en el Reino de Piamonte-Cerdeña, el cual recibió Saboya y Niza. Se restauraron los Estados Pontificios y a los Borbones en el trono de Nápoles, que pasó a llamarse Reino de las dos Sicilias.

Se restauró el absolutismo en todos los Estados. Los gobernantes impuestos por el Congreso de Viena no contaban con el apoyo popular, por lo que tuvieron que estar auxiliados por el Imperio Austriaco.

Mientras tanto, los ideales nacionalistas continuaban propagándose, incentivados por la vuelta al absolutismo y el progreso económico. El incremento de la producción textil de Piamonte necesitaba de un mercado interior más amplio donde colocar sus manufacturas. La expansión del ferrocarril favorecía las comunicaciones y la unidad de los diversos estados. Otros elementos aglutinadores eran la lengua italiana, la religión católica, la cultura italiana y el romanticismo, que identificó a Italia con el Risorgimento letterario, con lo que adquirió un gran poder político. Escritos aparentemente literarios o históricos estaban llenos de alusiones a la esclavitud o la tiranía. Donde no estaba permitida la crítica se utilizaba la sátira.

El Resorgimento letterario y el Romanticismo

La interpretación nacionalista de la literatura italiana identifica la dominación española de Italia, con un periodo de decadencia en su literatura debido, entre otras cosas, a la acción de la Inquisición (el tribunal religioso tradicional, no la institución española, que operaba con distintos criterios). Algunos autores (como Campanella o Giordano Bruno) sufrieron persecución por motivos religiosos, como también había ocurrido en la Edad Media (y en la Florencia de Savonarola). La identificación del ocupante con la opresión formaba parte de la ampliamente difundida propaganda antiespañola conocida como Leyenda Negra, entre cuyos productos artísticos pueden contarse Los Novios de Manzoni (ambientado en el Milán del XVII) o Don Carlo de Verdi (él mismo un símbolo viviente del rissorgimento, pues, además de su compromiso personal y artístico con la causa italiana, su nombre se gritaba como acrónimo de Vittorio Emmanuele Re d´Italia (Victor Manuel, Rey de Italia).

Durante la primera mitad del siglo XVIII (que mal puede identificarse con una retirada española de Italia, pues la presencia continuó a través de los borbones de Nápoles), se produjo una revitalización de la literatura conocida como Resorgimento letterario, entre otras cosas, gracias al caracter ilustrado de sus nuevos gobernantes austriacos.

Gianbattista Vico representa el despertar de la conciencia histórica en Italia. En su Ciencia Nueva, investigó las leyes que gobiernan el progreso de la raza humana, conforme a las cuales se desarrollarían los hechos históricos. Otros escritores importantes del Resorgimento letterario fueron Giuseppe Parini, Gasparo Gozzi y Giuseppe Baretti.

Las ideas que impulsaron la Revolución Francesa de 1789 dieron un sentido especial a la literatura italiana en la segunda mitad del siglo XVIII. Los italianos que aspiraban a una redención política consideraban ésta inseparable de una recuperación intelectual, que al mismo tiempo creían sólo podía llevarse a efecto volviendo al antiguo clasicismo. Este fenómeno fue una repetición de lo que ya había ocurrido en la primera mitad del siglo XV.

Por lo tanto, patriotismo y clasicismo, fueron los dos principios que inspiraron la literatura que comienza con Vittorio Alfieri. Este autor encaminó la literatura hacia una motivación nacional, armada solamente con el patriotismo y el clasicismo. Otros importante escritores petrióticos de este periodo fueron Ugo Foscolo, Pietro Colletta, Carlo Botta. Vincenzo Monti o Pietro Giordani.

Durante este periodo surgió la polémica sobre la pureza del lenguaje. Durante este periodo, la lengua italiana estaba repleta de galicismos. La prosa necesitaba de una recuperación por el bien de la dignidad nacional, y se pensó que esto no podría conseguirse si no era a través de la vuelta a los grandes escritores del siglo XIV. Uno de los promotores de esta nueva escuela fue Antonio Cesari, que se empeñaba en establecer la supremacía del toscano sobre el resto de dialectos. Pero el patriotismo en Italia tiene siempre algo de provinciano, y así, contra esta supremacía toscana proclamada y defendida por Cesari, surgió una escuela lombarda que no quería saber nada del toscano y que volvían a la idea de una lingua illustre.

El Romanticismo fue un movimiento cultural y político que se originó en Alemania a finales del siglo XVIII como una reacción al racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo. Exaltaba los sentimientos, el nacionalismo, el liberalismo y la originalidad creativa. Es el movimiento literario que precede y asiste a las revoluciones políticas de 1848 puede considerarse representado por: Giuseppe Giusti, Franceso Domenico Guerrazzi, Vincenzo Gioberti, Cesare Balbo, Alessandro Manzoni y Giacomo Leopardi.

Después de 1850 la literatura política perdió importancia, siendo uno de los últimos poetas de este género Francesco dall'Ongaro, con sus stornelli politici. Posiblemente la obra literaria que más contribuyó al asentamiento de la unidad italiana fue Corazón, de Edmondo d'Amicis (1886), reunión de episodios protagonizados por niños de las distintas regiones italianas, que exhaltan las virtudes, el heroísmo y el sentimiento patriótico, de una forma muy eficaz por el recurso a lo sentimental. Fue ampliamente utilizado como material escolar y pasado al cine, la televisión y los dibujos animales (y no sólo en Italia: es la célebre Marco, de los Apeninos a los Andes).

Las sociedades secretas

Placa en Memoria de los Carbonarios Angelo Targhini y Leonida Montanari

Los ideales revolucionarios también se propagaron a través de sociedades secretas, tales como los Carbonarios, los adelfos y los neogüelfos.

Durante el dominio napoleónico, se formó en Italia un grupo secreto de resistencia, la Carbonería. Era una sociedad más o menos masónica, liderada por el general francés Joaquín Murat, cuñado de Bonaparte. Su objetivo, como el de la masonería en general, era combatir la intolerancia religiosa, el absolutismo y defender los ideales liberales. También lucharon contra las tropas francesas porque estas estaban realizando un auténtico expolio de Italia.

Con la expulsión de los franceses, la Carbonería quería unificar Italia e implantar los ideales liberales.

Los carbonarios eran principalmente gente de la mediana y pequeña burguesía. Se organizaban en vendas de veinte miembros cada una, que desconocían a los grandes jefes. Había una venda central, formada por siete miembros, que era la que transmitía el trabajo a las demás.

En 1830 Giuseppe Mazzini (1805-1872) entró a los carbonarios, y fue encarcelado en 1831 por incitar a la rebelión al pueblo, por lo que pasó a criticar a las sociedades secretas, sus ritos y su ineficiencia militar. De la crítica a las sociedades secretas pasó a la acción y fundó la Joven Italia, una organización paramilitar que pretendía liberar Italia del dominio Austriaco y unificar el país por medio de la educación del pueblo y la formación de una República democrática. Su lema era: Derechos de los hombres, progreso, igualdad jurídica y fraternidad. La sociedad organizó células revolucionarias por toda la península.

A este movimiento democrático se oponían otras corrientes que también pretendían la unificación de Italia. Unos eran los reformistas monárquicos, contrarios a la violencia de Mazzini y que pedían la unificación en torno al Reino de Piamonte-Cerdeña, en un régimen monárquico constitucional. Otros eran los neogüelfos, conservadores liderados por Vincenzo Gioberti, cuyos ideales eran hacer de Italia una unión de estados federados presididos por el papado.

Revoluciones de 1820 y 1830

Revoluciones de 1820

En 1820 se inició en Europa una oledada revolucionaria que afectó sobre todo al área mediterránea. La revolución se inició en España a causa del levantamiento de Riego. En aquel momento se encontraba en Las Cabezas de San Juan junto con su ejército y se disponía a partir hacia América para sofocar los movimientos independentistas que allí se estaban produciendo. El uno de enero se subleva contra el rey y aunque al principio la revolución no tuvo apoyo popular, finalmente el pueblo se reveló y Fernando VII decide jurar la Constitución de 1812. Pero Fernando VII pidió auxilio a la Santa Alianza y esta dio permiso a Francia para enviar a un ejercito llamado los Cien Mil Hijos de San Luis. Poco a poco, la revolución se fue extendiendo por Europa, llegando a Portugal, Grecia, diversos estados Italianos y Rusia.

La revolución en Nápoles

En 1814 la Carbonería comenzó a organizar actividades revolucionarias en Nápoles, Por 1820 el grupo ya era lo suficientemente poderoso para invadir Nápoles con su propio ejército. La revolución española estimuló el movimiento revolucionario de Nápoles. Un regimiento del ejército napolitano al mando del general Guglielmo Pepe, un carbonario, se levantó y conquistó la parte peninsular de Nápoles, por lo que el rey, Fernando I, se vio obligado a jurar que implantaría la nueva Constitución que los Carbonarios estaban redactando. Mientras, se utilizó de manera provisional la Constitución española.

Pero la revolución, que no contaba con el apoyo popular, cayó bajo las tropas austríacas de la Santa Alianza. El rey suprimió la Constitución y comenzó sistemáticamente a perseguir a revolucionarios. Muchos partidarios de la revolución en Nápoles, incluyendo el erudito Michele Amari, fueron forzados al exilio durante las siguientes décadas.

La revolución en Piamonte-Cerdeña

El líder del movimiento revolucionario en Piamonte era Santorre di Santarosa, que deseó expulsar a los austríacos y unificar Italia bajo la casa de Saboya. La rebelión de Piamonte comenzó en Alessandria, donde las tropas adoptaron la bandera tricolor (verde, blanco y rojo) de la República Cisalpina. El regente del rey, actuando mientras que el rey estaba ausente, aprobó una nueva constitución para apaciguar a los revolucionarios, pero cuando el rey regresó rechazó la constitución y pidió auxilio a la Santa Alianza. Esta dió a Austria permiso para intervenir en Italia y derrotar a las tropas de Di Santarosa.

Revoluciones de 1830

Alrededor de 1830, rebrotó el sentimiento revolucionario a favor de la unificación italiana; una serie de rebeliones puso la base para la creación de una nación en la península italiana.

El duque de Módena, Francisco IV, que era muy ambicioso, quería convertirse en rey de la Alta Italia aumentando su territorio. En 1826, dejó claro que no se opondría a aquellos que derribaran la oposición de la unificación. Animados por la declaración, los revolucionarios en la región comenzaron a organizarse.

En 1830, durante la revolución de julio, los revolucionarios franceses forzaron al rey a abdicar y colocaron en el trono a Luis Felipe de Orleans. Éste prometió a algunos revolucionarios como Ciro Menotti que Francia ayudaría a los revolucionarios italianos si Austria interviniera militarmente. Pero, temiendo perder su trono, Luis Felipe decide no intervenir en la sublevación prevista de Menotti. Esta no llegó a ocurrir porque en 1831 la policía papal descubrió los planes de Menotti y este fue arrestado junto con otros conspiradores.

Al mismo tiempo, surgieron otras insurrecciones en las legaciones papales de Bolonia, Forli, Rávena, Imola, Ferrara, Pesaro y Urbino. Los revolucionarios adoptaron la bandera tricolore y establecieron un gobierno provisional que proclamaba la creación de una nación italiana unificada.

Las rebeliones en Módena y las legaciones papales inspiraron una actividad similar en el ducado de Parma, donde también fue adoptada la tricolore. Después de esto, la duquesa María Luisa salió de la ciudad.

Las provincias de insurrectas planearon unirse para crear las provincias italianas unidas, cuando papa Gregorio XVI pidió ayuda austríaca contra los rebeldes. Metternich advirtió a Luis Felipe que Austria no tenía ninguna intención de dejar Italia y que la intervención francesa no sería tolerada. Luis Felipe retuvo cualquier ayuda militar e incluso arrestó a patriotas italianos que vivían en Francia.

En la primavera de 1831, el ejército del austríaco cruzó toda la península italiana, machacando lentamente los movimientos revolucionarios de cada territorio y arrestando a sus líderes, incluyendo Menotti.

Mazzini

Giuseppe Mazzini

Giuseppe Mazzini, en 1831 fue a Marsella, donde organizó una nueva sociedad política llamada La Giovine Italia ("La Joven Italia"). Su lema era Dios y el Pueblo, y su principio básico era la unión de los diversos Estados y reinos de la península en una única república como único medio para lograr la libertad italiana. También fundó diversas organizaciones con el fin de unificar o liberar otras naciones: "Joven Alemania", "Joven Polonia" y finalmente "Joven Europa" (Giovine Europa).

Mazzini creía que la unificación italiana sólo podría alcanzarse mediante un levantamiento popular. Continuó plasmando este propósito en sus obras y trató de conseguirlo a través del exilio y la adversidad con inflexible constancia. Sin embargo, su importancia fue más ideológica que práctica: tras la caída de las revoluciones de 1848 (durante las cuales Mazzini se convirtió en el líder de la efímera República Romana), los nacionalistas italianos empezaron a mirar al rey del Piamonte y su primer ministro, el conde Cavour como los directores del movimiento unificador.

La primera guerra de la independencia (1848)

Primer conflicto

Blasón de la Casa de Saboya.

En el 1848, después de los movimientos revolucionarios en Palermo, Messina, Milán y en muchas otras muchas partes de Europa, se inicia la Primera Guerra de la Independencia declarada a Austria el 23 de marzo de 1848 por Carlos Alberto de Saboya el jefe de la alianza del Reino de Cerdeña con los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias.

Giuseppe Garibaldi y Giuseppe Mazzini regresaron a Italia para participar de la revuelta, pero la Casa de Saboya no aceptó completamente que participaran en ella y la rebelión fue geralmente dirigida por los gobiernos.

Después de las victorias iniciales en Goito y en Peschiera del Garda, El Papa, preocupado por la expansión del Reino de Cerdeña en caso de victoria retiró sus tropas. También el Reino de las Dos Sicilias decidió retirarse, pero el general Guglielmo Pepe se negó a regresar a Nápoles y marchó a Venecia para participar en la defensa de la contraofensiva austríaca.

En efecto, Fernando II cambió la actitud preocupado por los acontecimientos revolucionarios que estaban desarrollándose en Sicilia y envió una delegación a Turín para alinearse con la Casa de Saboya y pedir ayuda para sofocar la revolución. Carlos Alberto, aunque era aliado de los napolitanos, mantuvo una posición cautelosa, lo que disgustó profundamente al Borbón.

Los Italianos perdieron en Custoza (cerca de Verona) y tuvieron que firmar, el 9 de agosto de 1848 el armisticio de Salasco con Austria y aceptar lo pactado anteriormente en el Congreso de Viena. Así termina la primera fase del 1848 italiano. El año siguiente la iniciativa sería democrática.

Segundo conflicto

En 1849, Leopoldo II de Toscana abandonó Florencia, dejando un gobierno provisional. En Roma se proclamó la República romana, Con la idea de un triunvirato de Giuseppe Mazzini. Carlos Alberto rompió la tregua con Austria, pero cuando perdió en Novara abdicó a favor de Víctor Manuel II.

Roma, defendida por Giuseppe Garibaldi, fue atacada por las tropas francesas de Napoleón III, que la sitiaron. Con la caída de la República romana muchos revolucionarios fueron de nuevo condenados al exilio; Garibaldi en el 1850 fue a Nueva York, cerca de Antonio Meucci.

También la ciudad de Venecia, tras una larguísima resistencia del asedio austríaco commandada por Leonardo Andervolti, tuvo que rendirse por el hambre y una epidemia de cólera.

La segunda guerra de la independencia (1859-61)

Retrato de Cavour, obra de Francesco Hayez

Los antecedentes

Aunque Carlos Alberto había sido derrotado en su intento de liberar a los italianos del poder austríaco, los piamonteses no se habían dado por vencidos completamente. Camilo Benso, conde de Cavour, llegó a primer ministro en 1852, y también él tenía ambiciones expansionistas. Pero se dio cuenta de que para conseguir la independencia necesitaban ayuda, pues había que combatir contra el Imperio Austro-húngaro, por lo que quería asegurarse la ayuda de Francia y Gran Bretaña.

Cavour creía que se ganaría el favor occidental si participaba en la guerra de Crimea, por lo que entró en la guerra en 1855. Esta idea resultó ser completamente errónea, ya que las peticiones italianas fueron desoídas en el Congreso de París.

El 14 de enero de 1858, el nacionalista italiano Felice Orsini intentó asesinar a Napoleón III, emperador de Francia. En una súplica escrita desde la prisión, Orsini apeló a Napoleón que cumpliera su sueño ayudando a las fuerzas nacionalistas italianas. Napoleón que de joven había pertenecido a la carbonaria, se veía como una persona con una mente avanzada, así que, en consonancia con las ideas del momento, se convenció de que su destino era hacer algo por Italia. En el verano de 1858, Cavour se reunió con Napoleón III en Plombières. Acordaron una guerra común contra Austria. Piamonte se anexionaría Lombardía, Véneto, Módena y Parma, y como compensación Francia recibiría Saboya y Niza. El centro y sur de Italia se quedarían como estaban, aunque sí que se habló de colocar al primo de Napoleón en Toscana y expulsar a los Habsburgo. Para permitir que lo franceses intervinieran en la guerra sin parecer los agresores, Cavour tenía pensado incitar al ataque a los austríacos participando en los movimientos revolucionarios que se estaban produciendo en Lombardía.

La invasión austriaca del Piamonte

El 29 de abril de 1859, el ejército austríaco, al mando del general Gyulai , atravesó el río Ticino e invadió el territorio piamontés, el 30 ocuparon Novara, Mortara y, más al norte, Gozzano, el de 2 de mayo Vercelli y el 7 Biella. La acción no era obstaculizada por el ejército piamontés, habían acampado en el sur entre Alessandria, Valenza y Casale. Los austríacos llegaron a 50 km de Turín.

A este punto, sin embargo, Gyulai invertió la orden de marcha y se retiró a Lombardía; una orden expresa de Viena, sugirió que el mejor escenario de operación era cerca del río Mincio, donde los austríacos habían dominado durante 11 años la región, contraarrestando la avanzada piamontesa salvarían sus dominios en Italia; por el contrario, invadir Turín, podría significar una derrota.

Los austríacos pretendían luchar contra los Piamonteses y contra los Franceses por separado, entonces comenzaron el reclutamiento de dos ejércitos. El comando austríaco, por otra parte, realizó una gran inversión estratégica, que difícilmente pudo ser explicada sin asumir una cierta confusión. Ciertamente Gyulai no fue responsable, que a las pocas semanas, no pudo ser frenada una cierta debilidad en la acción.

La liberación de Lombardía

Napoleón III

El 14 de mayo de 1859, Napoleón III, que había partido el 10 de mayo de París y desembarcado el 12 en Génova tomó el campo de Alessandria y asumió el comando del ejército franco-piemontés. Con el grueso del ejército localizando entre el río Ticino y el Po, el 20 de mayo de 1859 Gyulai comandó un gran reconocimiento de campo al sur de Pavía que fue frenado en la batalla de Montebello (20-21 de mayo) en la que participaron el general Federico Forey por parte de los franceses, futuro mariscal de Francia y la caballería sarda al mando del coronel Morelli di Popolo.

El 30 y el 31 de mayo los Piamonteses de Cialdini y de Durando consiguieron una brillante victoria en la batalla de Palestro.

Paralelamente los Franceses cruzaron el Ticino el 2 de junio y aseguraron el pasaje batiendo a los austríacos en la batalla de Turbigo. Gyulai había concentrado las propias fuerzas cerca de Magenta la cual fue asaltada el 4 junio por los franco-piamonteses. El ejército de Napoleón III cruzó el río Ticino y desbordó el flanco derecho austríaco, con lo que obligó al ejército de Gyulai a retirarse. La batalla de Magenta no fue especialmente grande, ya que no participaron ni la caballería ni la artillería, pero fue una victoria decisiva para decantar la guerra hacia el bando sardo-francés. Los franco-italianos sufrieron 4.600 bajas y los austríacos 10.200.

El 5 de junio, el ejército derrotado abandonó Milán, donde entró el 7 de junio el Patrice de Mac-Mahon, artífice de la victoria en Magenta, para preparar el día siguiente la entrada triunfal de Napoleón III y Víctor Manuel II aclamados por el pueblo.

Los cazadores de los Alpes

El 22 de mayo los cazadores de los Alpes, liderados por Giuseppe Garibaldi, pasaron en Lombardía del Lago Mayor a Sesto Calende, con el objetivo de entrar en batalla ayundando a la ofensiva principal. El 26 defendieron Varese de un ataque de fuerzas austríacas superiores en número guiadas por el general Urban. El 27 combatieron al enemigo en la batalla de San Fermo y ocuparon Como.

Las últimas batallas

Archivo:Francis Joseph I.jpg
Emperador Francisco José I

Mientras tanto, los austríacos se agruparon para defender la Fortaleza del Cuadrilátero. La tarde del 6 de junio, los austríacos enviaron una brigada de retraguardia de cerca de 8.000 hombres, y dos escuadrones de caballería, compuestos por Dragones y Húsares. La tarde del 8 de junio, la ciudad fue invadida por los franceses. Después de sangrientos combates (1000 franceses muertos y 1200 austríacos). El grueso del ejército austríaco perdió su marca y se retiró Verona. Los franco-piamonteses reemprendieron la marcha el 12 de junio y el 14 capturaron Bérgamo y Brescia.

El 24 de junio franco-piamonteses vencieron en una gran batalla, la Batalla de Solferino. El ejército austríaco, al mando de Francisco José I, de unos 100.000 hombres fue derrotado por los ejércitos de Napoleón III de Francia y del Reino de Cerdeña, comandado por Victor Manuel II, con una fuerza aproximada de 118.600 hombres. Después de nueve horas de batalla, las tropas austríacas fueron forzadas a rendirse. Las bajas en el bando aliado fueron 2.492, 12.512 heridos y 2.922 capturados o desaparecidos. Más de 3.000 soldados austríacos murieron, 10.807 fueron heridos y 8.638 capturados o desaparecidos.

La fundación de la cruz roja

Al terminar la batalla de Solferino quedaron en el campo de batalla casi 40.000 hombres muertos o heridos abandonados a su suerte. Este escenario fue visto por Henri Dunant, que estaba viajando por el norte de Europa, y le dejó muy impresionado. Al ver como los soldados heridos morían sin asistencia se dedicó a socorrerlos con ayuda de algunos aldeanos de la zona.

Dunant estuvo reflexionando y llegó a la conclusión de que era necesaria una sociedad que se encargara de atender a los heridos de uno u otro bando sin distinción por medio de voluntarios. Sus reflexiones están escritas en el libro "Recuerdo de Solferino".

En 1863 se fundó el Comité Internacional de la Cruz Roja y al año siguiente doce estados firman el Primer Convenio de Ginebra.

La paz

Archivo:Vittorio Emanuele II.jpg
Víctor Manuel II

Napoleón III, temiendo que la guerra involucrara a más países, firmó, sin contar con los piamonteses, un acuerdo de paz. Víctor Manuel II no podía continuar la guerra sin la ayuda francesa, por lo que aceptó el acuerdo franco-austríaco.

La paz se firmó en Zúrich entre el 10 y el 11 de noviembre. Los Habsburgo cedieron la Lombardía a Francia, que a su vez, la cedió a la casa de Saboya. Austria conservaba el Véneto, el Trentino, Tirol del Sur, Friuli-Venecia Julia y las fortalezas de Mantova y Peschiera. Todos los estados italianos, incluso el Véneto que era austríaco, debieron unirse a una confederación italiana, presidida por el Papa.

El tratado tenía más ventajas para los austríacos y franceses que para los italianos:

  • La confederación italiana no presentaba ninguna ventaja para la unificación y garantizaba la continuación de la presencia austriaca en la península.
  • Los aumentos territoriales de Piamonte, aunque eran superiores en cantidad de kilómetros cuadrados que los de los franceses, no contentaban a los piamonteses porque ellos tenían la esperanza de conquistar en esta guerra el Véneto. Los franceses, aunque se retiraron, obtuvieron Saboya y Niza. Víctor Manuel se arrepintió de ceder Niza y Saboya, pero Napoleón III necesitaba de tales compensaciones territoriales para justificar la participación de Francia en la recién acabada guerra.

Consecuencias

En los meses sucesivos, de hecho, Piamonte se anexó además de Lombardía, Parma, Módena, Emilia-Romaña y la Toscana. Después de estas conquistas, El 24 de marzo de 1860 Piamonte aceptó firmar el Tratado de Turín, en el cual confirmaron el traspaso de Niza y Saboya a Francia, ahora las ganacias territoriales italianas eran superiores a las francesas.

El fin de esta guerra dio paso al último período de la Unificación. Tras la Paz, el Reino de Piamonte-Cerdeña comenzó a expandirse, consiguiendo en menos de dos años controlar la práctica totalidad de la Península itálica. Así, el 17 de marzo de 1861 toda Italia había sido unificada, a excepción de Roma y el Véneto.

La expedición de los camisas rojas

Garibaldi.

En 1860, el Reino de las Dos Sicilias estaba gobernado por el joven rey, Francisco II hijo de Fernando II. Al tener un rey con poca autoridad el pueblo era propenso a rebelarsre, en abril del 1860 una revolución frustada en Messina y en Palermo animó los ánimos revolucionarios pero nadie del Sur de Italia podía combatir al ejército Borbón; en el 1844 habían fracasado los hermanos Bandiera y en el 1857, Carlo Pisacane.

Giuseppe Garibaldi propuso al Reino de Piamonte, aprovechar esta situación y enviar tropas al sur pero no tuvo consenso en el gobierno piamontés. Al ver que la Casa de Saboya no quiere actuar en Nápoles, el 5 de mayo de 1860 zarpó del puerto de Quarto (Provincia de Génova) con 1033 voluntarios en dos barcos de vapor hacia Sicilia esta campaña se llamó: Spedizione dei Mille (expedición de los mil en italiano) y fue un paso muy importante para la unificación de Italia.

El 11 de mayo, desembarca en Marsala, Sicilia entre dos naves inglesas que cubrían el desembarco, mientras en piamonte consideraban este acto como piratería del Bandido Garibaldi (así era llamado en Piamonte).

En Marsala los camisas rojas (Así eran llamadas las tropas de Garibaldi) no recibieron el apoyo esperado, pero el ejército aumentó gracias a los sucesivos desembarcos del ejército sardo. Garibaldi vence al ejército borbónico en la Batalla de Calatafemi y marcha hacia Palermo. Allí el pueblo vitoreó el nombre de Garibaldi y muchos valientes se unieron a su ejército. Garibaldi cruzó el estrecho de Messina y entró en el continente. Siguió avanzando con poca resistencia hasta Salerno, ciudad muy cerca de Nápoles, la capital del Reino. Solo en este momento el rey Frencisco II se percató del peligro que corría. Entonces envió 50.000 hombres a Salerno comandados por el general Giosuè Ritucci. Estas tropas combatieron con mucho vigor y heroismo contra Garibaldi pero no pudieron vencerle. Ya sin ejército y con la inminente avanzada de los camisas rojas, el rey Francisco II abdica y huye para evitar una guerra civil y salvar la ciudad de Nápoles de la destrucción. El 7 de septiembre Garibaldi entra en la ciudad aclamado por la multitud; el Reino de las Dos Sicilias no existía más.

Cavour, convenció a Napoleón III del peligro que podía repersentar la empresa de Garibaldi: en los territorios ocupados se podría formar una república revolucionaria que podía alterar el equilibrio europeo. Entonces los franceses y piamonteses organizaron un ejército que marchó hacia los Estados Pontificios con 50.000 hombres el 18 de septiembre de 1860. Garibaldi no estaba decidido a entrar en Roma y los franceses que contaban con un ejército superior, quisieron aprovechar la situación para entrar en Nápoles, pero los camisas rojas lucharon y los vencieron.

Ambicionando una Italia unida bajo un solo gobierno radicado en Roma, Garibaldi concibió la idea de marchar sobre los Estados Pontificios, defendidos por tropas francesas. Sin embargo, Víctor Manuel y Cavour, temerosos de perder lo logrado ante una posible radicalización del conflicto, evitaron el avance de Garibaldi. El incidente no supuso un enfrentamiento entre el rey del Piamonte y Garibaldi; al contrario, el revolucionario le cedió las dos Sicilias.

La proclamación del Reino de Italia

Con tales operaciones, termina la primera fase de la unificación de Italia; pero quedaban separados del Reino de Cerdeña, Roma, gobernada por el Papa, y el Véneto, en mano de los austríacos.

El 18 de febrero de 1861, Víctor Manuel II de Saboya se reunió en Turín con los diputados de todos los Estados que reconocía su autoridad, asumiendo el 17 de marzo el título de Rey de Italia por gracia de Dios y voluntad de la nación. Italia fue gobernada con la base de la constitución liberal adoptada en el Reino de Cerdeña en el 1848 (Estatuto albertino).

Tercera guerra de independencia (1866)

Otto von Bismarck.

La alianza entre Prusia e Italia

Las crecientes tensiones entre Austria y Prusia por la supremacía en el mundo germánico, provocaron en 1866 la Guerra Austro-prusiana que ofreció a los italianos la oportunidad de conquistar el Véneto. El 8 de abril de 1866, el Gobierno Italiano, guiado por el general Alfonso La Marmora, realizó una alianza militar con la Prusia de Bismarck,

De hecho, se creó alianza entre los dos Estados que vieron en el Imperio Austríaco el obstáculo de las respectivas unificaciones nacionales. Según los planes prusianos, Italia tenía que atacar Austria por la frente meridional. Mientras tanto, aprovechando la superioridad naval, invadir las costas dálmatas, llevando el campo de batalla a Europa central.

La primera invasión italiana

El 16 de junio de 1866 Prusia comenzó las hostilidades contra algunos principados germanos aliados de Austria. El 19 de junio Italia le declaraba la guerra a Austria, con inicio de las hostilidades el 23 de junio.

Al inicio del conflicto, el ejército italiano estaba dividido en dos grupos: el primero, comandado por La Marmora que era de Lombardía; el segundo, comandado por el general Enrico Cialdini de Emilia-Romaña.

El general La Marmora sufrió una rápida derrota en Custoza el 24 de junio.

Cialdini asedió la fortaleza austríaca de Borgoforte, al sur del Po.

Custoza supuso un gran retraso de las operaciones, por el tiempo perdido en reoganizarse temiendo una contraofensiva austríaca.

El éxito general de la guerra vino de las importantes victorias prusianas en el frente germano, en particular en Sadowa el 3 de Julio de 1866, obra del general von Moltke. Después de estas batallas los austríacos se retiraron a Viena. Uno de cada tres cuerpos armados italianos dieron prioridad a la defensa de Trentino e Isonzo.

La determinación del renovado esfuerzo ofensivo

Enrico Cialdini

El 5 de julio, llegó un telegrama del emperador de Francia Napoleón III, el cual prometía comenzar una mediación general, que habría permitido que Austria obtuviera condiciones honorables que hubieran permitido a Italia anexionarse Venecia.

La situación era particularmente embarazosa, debido a que las fuerzas armadas no supieron ganar ningún enfrentamiento en el campo de batalla.

El gobierno italiano buscó, por lo tanto, ganar tiempo, mientras el general Alfonso La Marmora obtenía "...una buena batalla para estar en condiciones más favorables para la paz".

El 14 de julio, en un consejo de guerra en Ferrara, se estableció, finalmente una nueva actitud respecto al proseguir de la guerra:

  • Cialdini habría guidado un ejército de 150.000 hombres que habría avanzado a través del véneto, mientras La Marmora, con cerca de 70.000 hombres, hubiese mantenido la defensa de la fortaleza del Cuadrilatero.
  • La marina italiana de la mano del Almirante Persano buscaría la gloria, saliendo del puerto de Ancona (cosa que intentó, el 20 de julio, en una desastrosa derrota en la batalla de Lissa).
  • El cuerpo de voluntarios de Garibaldi, reforzado con una división, debería penetrar en Trentino, acercándose lo más posible a la capital.

De hecho, ahora la adquisición del Véneto era cierta, pero era urgente proceder a la ocupación de Trentino antes de las negociaciones de paz.

El auge de las operaciones italianas

En las semanas siguientes, Cialdini dirigió al ejército italiano a las orillas del Po, de Ferrara a Udine. Cruzó el Po y ocupó Rovigo el 11 de julio, Padova el 12 , Treviso el 14 ; Santa señora de Piave el 18 , Valdobbiadene y Oderzo el 20 , Vicenza el 21 y Udine el 22 de julio.

Mientras tanto, los voluntarios de Garibaldi partieron del Bresciano hacia Trento abriéndose camino, el 21 de Julio a la batalla de Bezzecca, la cual ganó. A su vez, una segunda columna italiana llegaba, el 25 de julio, a las murallas de Trento. Pero Garibaldi recibió órdenes del Gobierno italiano de abandonar Trentino, las cuales debió obedecer.

El cese de las hostilidades se produjo después del Armisticio de Cormons , el 12 de agosto de 1866, seguido el 3 de octubre de 1866 en el tratado de Viena. Así Italia consiguió anexionarse el Véneto, Víctor Manuel entró triunfal en Venecia, y realizó un acto de homenaje en la plaza de San Marcos. Pero aún faltaba anexionar al reino Roma, Trentino, Tirol del Sur, Trieste, y Dalmacia.

La conquista de Roma (1870)

Antecedentes

Giuseppe Garibaldi, después de la fundación del Reino de Italia prosiguió incansablemente sus actividades militares en busca de la unidad de Italia, emprendiendo acciones sin éxito en 1862 al grito de: Roma o muerte!. La protesta de Napoleón III, cuyas tropas custodiaban Roma, llevó al ejército de ocupación piamontés en Nápoles a repeler a Garibaldi, haciéndole prisionero en Aspromonte (sur de Nápoles). En 1867 realiza una nueva marcha hacia Roma aprovechando la retirada de tropas francesas, que se ven obligadas a desembarcar otra vez y a derrotar al italiano en Mentana.

La conquista

En esta foto de la época, se ven los escombros de la puerta romana Pia.

En julio de 1870 comenzó la guerra franco-prusiana. A principios de agosto Napoleón III llamó para la guerra a la guarnición que defendía de un posible ataque italiano a los Estados Pontificios. Numerosas manifestaciones públicas demandaban que el gobierno italiano tomara Roma. El gobierno italiano no inició ninguna acción bélica directa hasta el derrumbamiento del Segundo Imperio Francés en la batalla de Sedán. Victor Manuel II le envió una carta a Pío IX, en la que le pedía guardar las apariencias dejando entrar pacíficamente al ejército italiano en Roma, a cambio de ofrecer protección al papa. Pero esté se negó rotundamente.

El ejército italiano, dirigido por el general Raffaele Cadorna, cruzó la frontera papal el 11 de septiembre y avanzó lentamente hacia Roma, esperando que la entrada pacífica pudiera ser negociada. Sin embargo, el ejército italiano alcanzó la Muralla Aureliana el 19 de septiembre y sitió Roma. El Papa siguió siendo intransigente y forzó a sus Zuavos a oponer una resistencia simbólica. El 20 de septiembre, después de tres horas de bombardeos, el ejército italiano consiguió abrir una brecha en la Muralla Aureliana. Bersaglieri marchó por la Vía Pia, después llamada Vía del XX de septiembre. 49 soldados italianos y 19 zuavos murioron en combate, y, tras un plebiscito, Roma y el Lacio se unieron a Italia.

Victor Manuel le ofreció al Papa como compensación una indemnización y mantenerle como gobernante del Vaticano. Pero el Papa, que quería mantener el poder de la Iglesia, se negó, pues eso hubiera supuesto reconocer oficialmente al nuevo estado italiano y se declaró prisionero en el Vaticano. Además, sabiendo la influencia que tenía sobre los católicos, les prohibió a todos los católicos italianos votar en las elecciones del nuevo reino.

Esta incómoda situación, llamada Cuestión Romana, no se resolvió hasta 1929, cuando Benito Mussolini y Pío XI firmaron los Pactos de Letrán.

El Irredentismo

La unificación de Italia sin embargo no se había completado. Algunas provincias, como Trentino, Tirol del Sur, Trieste, Istria o Dalmacia, aún continuaban bajo dominio austríaco, por lo que fueron denominadas provincias irredentas (no liberadas). En estos lugares surgió un movimiento de carácter nacionalista que buscaba su incorporación a Italia. La situación no se desbloqueó hasta el final de la Primera Guerra Mundial, en la que Italia entró del bando aliado por las promesas hechas por ellos de recibir como compensación las Provincias Irredentas. Sin embargo no todas las provincias fueron traspasadas, sino que Dalmacia pasó a formar parte de Yugoslavia

Movimientos secesionistas posteriores

El proceso de la unificación fue popular entre el pueblo italiano. Sin embargo los disidentes de la unificación hicieron su aparición a lo largo del siglo XIX (sobre todo en las leyes de los estados anexados) y los simpatizantes del regionalismo han llegado hasta nuestros días. En la actualidad existen dos movimientos independentistas con representación de un partido político activo: uno en el norte (Liga Norte) y otro al sur (Dos Sicilias). Este movimiento secesionista meridional es el resultado de las antiguas rebeliones de los campesinos contra el nuevo gobierno.

Una situación similar existe en al autoproclamado Condado de Seborga. Su demanda histórica de independencia viene del haber sido excluidos de los tratados que unificaron el moderno estado italiano. Sin embargo no ha sido identificado como un movimiento secesionista, ya que afirma que nunca fue parte de Italia. Las reclamaciones de independencia de Seborga no han sido reconocidas por ningún gobierno.

La región italiana de Tirol del Sur tuvo un fuerte movimiento secesionista, dirigido por la mayoría austro-germana que exigía su unión con Austria (el deseo secesionista se hizo mas fuerte inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial). Los partidos secesionistas existen en la actualidad, pero el movimiento ha sido apaciguado, en gran parte gracias a la amplia autonomía concedida por parte del gobierno italiano.

La unificación de Italia en la ficción

Véase también

Referencias

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Enlaces externos