Pérdida de audición

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La pérdida de audición es uno de los problemas de salud crónicos más comunes, que afecta a personas de todas las edades, en todos los segmentos de la población y de todos los niveles socioeconómicos.[1][2]​ Esta puede ser hereditaria o puede ser el resultado de una enfermedad, traumatismo, exposición a largo plazo al ruido o medicamentos.[3]​ La pérdida de audición puede variar desde una leve, pero importante disminución de la sensibilidad auditiva, a una pérdida total.[4]

Epidemiología[editar]

La prevalencia en Estados Unidos según el Estudio de cohorte denominado Beaver Dam,[5]​ realizado el 2011, concluyó que la pérdida de audición es un problema crónico muy común, y mucho más en personas adultas, ya que aumentaba según la edad del paciente:

  • 3 % entre los 21 y 34 años
  • 7 % entre los 35 y 44 años
  • 11 % entre los 44 y 54 años
  • 25 % entre los 55 y 64 años
  • 43 % entre los 65 y 84 años

Además que la Organización Mundial de la Salud estima que la pérdida auditiva afecta alrededor de 466 millones de personas en todo el mundo.[6][1]

Límites de exposición al ruido.

Tipos según el déficit funcional[editar]

Se denomina pérdida de audición o hipoacusia al déficit funcional que ocurre cuando un sujeto pierde capacidad auditiva, en mayor o menor grado. Llamamos umbral auditivo al estímulo sonoro más débil (de menor intensidad) que es capaz de percibir un determinado oído. Frecuentemente encontramos el manejo de los términos sordera e hipoacusia como sinónimos aun cuando no lo son.

Sordera[editar]

La sordera es la pérdida de la audición que altera la capacidad para la recepción, discriminación, asociación y comprensión de los sonidos tanto del medio ambiente como de la lengua oral. La pérdida auditiva es mayor de 70 decibelios, lo que les permite oír sólo algunos ruidos fuertes del ambiente como los provocados por una motocicleta, una aspiradora, una sierra eléctrica o un avión.

Hipoacusia[editar]

La hipoacusia es la pérdida parcial de la capacidad auditiva. Esta pérdida puede ser desde leve o superficial hasta moderada, y se puede dar de manera unilateral o bilateral dependiendo de que sea en uno o ambos oídos; esta pérdida puede ser de más de 40 decibelios en adelante. Las personas con hipoacusia habitualmente utilizan el canal auditivo y el lenguaje oral para comunicarse. Se benefician del uso de auxiliares auditivos para recuperar hasta en un 20 a 30 % de la audición.

Variables del entorno (en edades tempranas)[editar]

Ambiente familiar:

  • Nivel socioeconómico.
  • Capacidad de favorecer una comunicación intensa, condicionada por la aceptación de la sordera del niño y por la capacidad de adaptarse comunicativamente con él.

Ambiente escolar:

  • Importancia de la articulación y atención temprana.
  • La escolarización en un centro integrado o especial.
  • Se suele agrupar en centros de integración preferente a fin de favorecer la comunicación y evitar el aislamiento.

Clasificación según las características[editar]

Para estudiar la pérdida de audición es necesario caracterizarla, así podemos clasificar las hipoacusias de formas tales como:

  • Clasificación cuantitativa: según la cantidad de pérdida de audición.
  • Clasificación topográfica: con respecto al lugar donde asienta la lesión que produce el déficit.
  • Clasificación etiológica: de acuerdo con la etiología de la hipoacusia.
  • Clasificación locutiva: en relación con el lenguaje. Aunque esta no es correcta, ya que la capacidad del habla puede ser desarrollada, la capacidad locutiva (capacidad del habla) depende de dos cosas: la estimulación de aprendizaje y el nivel de desarrollo de las cuerdas vocales (una persona con pérdida profunda de oído, no significa que no se desarrollen físicamente las cuerdas vocales).

Clasificación cuantitativa[editar]

Existen pues muchas clasificaciones, la más didáctica a efectos prácticos sea quizás la clasificación cuantitativa, que establece los siguientes niveles:

  • Normoaudición: el umbral de audición tonal no sobrepasa los 20 dB HL en la gama de frecuencias conversacionales.
  • Hipoacusia leve: Pérdida no superior a 40 dB para las frecuencias centrales.
  • Hipoacusia moderada: Pérdida comprendida entre 50 dB y 70 dB.
  • Hipoacusia grave: Pérdida comprendida entre 70 dB y 90 dB.
  • Hipoacusia profunda: Pérdida superior a 90 dB.

Clasificación topográfica[7][editar]

  • Hipoacusia conductiva: Esta ocurre cuando algo impide que las ondas sonoras pasen al oído interno. Puede suceder por una variedad de problemas, incluidos los cuerpos extraños, las infecciones o por problemas de la membrana timpánica.
  • Hipoacusia neurosensorial: Esta ocurre cuando el nervio auditivo o las células ciliadas del oído interno (cóclea) son dañados por la edad, el ruido, enfermedades, lesiones, infecciones, por un traumatismo encéfalocraneano, medicamentos tóxicos, o por una condición hereditaria.
  • Hipoacusia mixta: Es aquella que abarca tanto una hipoacusia conductiva como neurosensorial.

Síntomas[editar]

Las personas con pérdida de audición pueden experimentar alguno de los siguientes problemas o todos:

Impacto en un niño[editar]

La adquisición del lenguaje va a ser el principal problema de los niños sordos. A menudo la disminución auditiva lleva a presentar en los niños/as conductas anormales, esto hace que el diagnóstico se dificulte, se confunda con un niño distraído, falto de comprensión, autista e incluso discapacitado intelectual, sin embargo estos niños/as pueden ser tan inteligentes como cualquier oyente.

La problemática auditiva no afecta de la misma forma a todos los niños, ya que esto depende de la edad en que aparezca la pérdida y la gravedad de esta y de acuerdo a esto serán las consecuencias que tenga el niño. La edad crítica para la aparición de problemas auditivos graves es a los tres años de edad. Se considera un problema grave a partir de una pérdida severa o mayor, porque con pérdidas menores a 70 decibeles, aun cuando sean desde el nacimiento, los niños pueden adquirir, por un lado el conocimiento sobre la funcionalidad del lenguaje y por otro lado la gran mayoría de sus elementos fonológicos, sintácticos, pragmáticos y semánticos.

Los niños y niñas sordos no desarrollan el lenguaje de forma espontánea; así los niños y niñas sordos de padres y madres oyentes aprenden el lenguaje oral que se utiliza en su entorno familiar. Es muy importante estimular a los bebés sordos a realizar sus emisiones orales con significado diferenciado, incluso en las situaciones de una defectuosa reproducción fonológica. También tienen mayores dificultades para adquirir los conocimientos. Como la lectura de textos escritos.

La pérdida de audición no es sólo la pérdida del sonido, sino toda la serie de consecuencias que esto conlleva en la adquisición del lenguaje oral y en el desarrollo integral del niño. Los niños y niñas con problemas auditivos no tienen por qué presentar problemas en su capacidad intelectual, aunque en su evolución si se llegan a enfrentar con problemas para adquirir el lenguaje. La sordera afecta a la generación y desarrollo de las representaciones mentales, basadas en sonidos y/o grupos fonológicos del habla.

Diagnóstico[editar]

Existen diversos métodos para el diagnóstico de la hipoacusia:

Acumetría[editar]

La acumetría se realiza con diapasones de distintas frecuencias (128 Hz, 256 Hz, 512 Hz, 1024 Hz, 2048 Hz), es lo que se conoce como Set de Hartman.[8][9]

Es un método diagnóstico cualitativo. Su principal misión es distinguir entre la hipoacusia de transmisión y la hipoacusia neurosensorial.

Tests[editar]

Se realizan distintos tests, para realizar el diagnóstico: Rinne, Weber, Schwabach y Gelle.

Rinne[editar]

El test de Rinne compara la calidad de la percepción de sonidos entre la transmisión mediante la vía aérea y la transmisión por vía ósea (a través del mastoides) en un solo oído, es monoaural.[10][9]

Se coloca un diapasón vibrando sobre el mastoides, a continuación, se acerca a la oreja, entonces se le pregunta al paciente, cuando ha escuchado el sonido con mayor intensidad.

Es positivo cuando la transmisión por vía aérea es mayor que la transmisión por vía ósea. Esto indica una audición normal o una hipoacusia de percepción.

Es negativo cuando la intensidad por vía ósea es mayor que la de la vía aérea. Esto es indicativo de la hipoacusia de transmisión.

Pueden aparecer falsos negativos en pacientes con cofosis.

Weber[editar]

La Prueba de Weber, evalúa ambos oídos a la vez, es binaural.[11]​ Se coloca el diapasón en la línea media, y según que oído perciba mejor el sonido, se dará un diagnóstico:

  • Hipoacusia de percepción: el sonido se lateraliza hacia el lado sano.
  • Normal: el sonido no se lateraliza, se escucha igual por ambos oídos.
  • Hipoacusia de transmisión: el sonido se lateraliza hacia el lado enfermo.

Schwabach[editar]

La Prueba de Schwabach compara la vía ósea del oyente y el examinador.[12]

  • Si el oyente percibe el sonido durante más tiempo que el examinador, significa que su vía ósea está más desarrollada, por lo que sufre de hipoacusia de transmisión.
  • Si el oyente percibe el sonido durante el mismo tiempo que el examinador, el paciente no sufre de hipoacusia.
  • Si el oyente percibe el sonido durante menos tiempo que el examinador, el paciente sufre de hipoacusia de percepción.

Gellé[editar]

La principal función de la prueba de Gellé es la detección de la otosclerosis, que da un Gellé negativo.[13]​ Para ello se utilizan el diapasón y pera de politzer.

  • Se insufla aire por el conducto auditivo externo y a continuación se pone el diapasón en la cabeza. Como le hemos causado daños al conducto auditivo, no oirá el sonido emitido por el diapasón.
  • Gellé - : el sonido se oye (otosclerosis)
  • Gellé + : el sonido no se oye (no hay otosclerosis)

Audiometría tonal supraliminar[editar]

Sirve para valorar la capacidad de reclutamiento, la fatiga auditiva y la adaptación en la hipoacusia neurosensorial. El estímulo auditivo que se utiliza supera el umbral del sujeto.

Tratamiento y prevención[editar]

A menudo la pérdida de audición conductiva puede corregirse con audífonos o tratamiento quirúrgico (Implante coclear).[14]

Exponer a los trabajadores a ruidos fuertes durante largos periodos de tiempo crea el riesgo de pérdida auditiva neurosensorial. Por este motivo, deben utilizar equipos de protección individual. Pero la investigación científica ha demostrado que son ineficaces.[15][16]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. a b Carroll, Yulia I; Eichwald, John; Scinicariello, Franco; Hoffman, Howard J.; Deitchman, Scott; Radke, Marilyn S.; Themann, Christa L.; Breysse, Patrick (10 de febrero de 2017). «Vital Signs: Noise-Induced Hearing Loss Among Adults — United States 2011–2012». MMWR. Morbidity and Mortality Weekly Report 66 (5): 139-144. ISSN 0149-2195. PMC 5657963. PMID 28182600. doi:10.15585/mmwr.mm6605e3. Consultado el 21 de marzo de 2020. 
  2. CDC (27 de mayo de 2020). «Tipos de pérdida auditiva (sordera) | CDC». Centers for Disease Control and Prevention. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  3. «Deafness and hearing loss». www.who.int (en inglés). Consultado el 11 de abril de 2023. 
  4. «Hipoacusia». Cinfasalud. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  5. Nash, Scott; Cruickshanks, Karen; Klein, Ronald; Klein, Barbara; Nieto, Javier; Huang, Guan; Pankow, James; Tweed, Theodore (2011). «The Prevalence of Hearing Impairment and Associated Risk Factors: The Beaver Dam Offspring Study». Arch Otolaryngol Head Neck Surg 137 (5): 432-439. doi:10.1001/archoto.2011.15. 
  6. Stevens G, Flaxman S, Brunskill E, et al. Global and regional hearing impairment prevalence: an analysis of 42 studies in 29 countries. Eur J Public Health 2013; 23:146.
  7. Ángel F, Casas A, Gómez O, Guzmán A, Manuel P, Restrepo C, et al. Audiología Básica. Gómez O, editor. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia; 2006. 306 p
  8. Sotorríos, Gabriela de la Caridad Elías (21 de abril de 2021). «La acumetría y su importancia en el diagnóstico de las enfermedades auditivas». Revista Cubana de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello 5 (2). ISSN 2708-7115. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  9. a b «Otología. Exploración básica». www.unioviedo.es. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  10. Kong, Erwin L.; Fowler, James B. (2023). Rinne Test. StatPearls Publishing. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  11. «El uso de los diapasones para diagnosticar la función auditiva. La Acumetría, Rinne y Weber.». Centro Auditivo Cuenca, audífonos Valencia. 29 de mayo de 2013. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  12. «Schwabach test | audiometry | Britannica». www.britannica.com (en inglés). Consultado el 11 de abril de 2023. 
  13. Macfarlan, Douglas (1953-12). «And a Description of a Quantitative Gellé Test». The Journal of Laryngology & Otology (en inglés) 67 (12): 740-744. ISSN 1748-5460. doi:10.1017/S0022215100049252. Consultado el 11 de abril de 2023. 
  14. Montes F, Peñaranda A, Correa S, Peñaranda D, García J-M, Aparicio M, et al. Cochlear Implants Versus Hearing Aids in a Middle-Income Country: Costs, Productivity, and Quality of Life. Otol Neurotol. 2017;38(5):e26–e33
  15. Groenewold, M.R.; Masterson, E.A.; Themann, C.L.; Davis, R.R. (2014). «Do hearing protectors protect hearing?». American Journal of Industrial Medicine (en inglés) (Wiley Periodicals) 57 (9): 1001-1010. ISSN 1097-0274. PMID 24700499. doi:10.1002/ajim.22323. Consultado el 4 de febrero de 2023. 
  16. Berger, Elliott H.; Voix, Jérémie (2018). «Chapter 11. Hearing Protection Devices». En D.K. Meinke; E.H. Berger; R. Neitzel; D.P. Driscoll; K. Bright, ed. The Noise Manual (en inglés) (6th edición). Falls Church, Virginia: American Industrial Hygiene Association. pp. 255-308. ISBN 978-1-950286-07-2. 

Enlaces externos[editar]