Conquista de Ecuador

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Costa Occidental de la Real Audiencia de Quito (1750), según Pedro Vicente Maldonado. Mapa que corresponde en su mayoría al actual territorio de Ecuador. Incluye sus principales componentes: la Línea Ecuatorial, el Golfo de Guayaquil y los afluentes del Río Amazonas.

Dentro de la historiografía de la República del Ecuador la «conquista de Ecuador» es el término para definir el proceso histórico de conquista de donde se originó el Estado ecuatoriano contemporáneo. Dicho proceso empieza con la invasión inca de la mano de Tupac Yupanqui en la batalla contra la tribu Cañari. Después se llevarían a cabo las guerras contra Huayna Capac en el norte de los Andes por los Caranqui, Puruhá y Quitu, así como la defensa del río Guayas de los Manteño-Huancavilca. Continua con la conquista española que empieza con la llegada de Francisco Pizarro a las costas de Ecuador, después se lleva a cabo la captura de Atahualpa y el inicio de la conquista del norte del Tahuantinsuyo con Diego de Almagro, así como el acuerdo con Pedro de Alvarado. Se consolida con Sebastián de Belalcázar y sus campañas a lo largo de todo el territorio para fundar las ciudades de lo que sería la Provincia de Quito. Posteriormente se darían las expediciones de Francisco de Orellana y el descubrimiento del Río Amazonas, así como el descubrimiento de las Islas Galápagos por Tomás de Berlanga.

La invasión del Imperio Inca[editar]

La conquista de Ecuador inicia con la invasión de los Incas al territorio que era ocupado por los señoríos étnicos: pueblos indígenas que pertenecen al periodo de integración y que vivieron en el territorio que ahora conforma Ecuador. Estaban conformados por los Cañaris, los Paltas, los Quitus, los Puruhaes, los Caranquis, los Manteños, los Huancavilcas y los Shuar. Vivían alrededor de las tres regiones que ahora conforma ese país, el Litoral, los Andes y la Amazonía. Además a partir de ellos nacerían poblados importantes después de la conquista con la fundación de varias ciudades que hacen referencia a los antiguos pobladores en su nombre. Quito por los Quitus, Guayaquil por los Huancavilcas (también escrito Guancavilcas), Manta y Portoviejo por los Manteños, Cañar por los Cañaris, Loja de los Paltas, Chimborazo por los Puruhaes y los pobladores de la Amazonía por los Shuar.[1]

La resistencia de los Paltas y los Cañaris[editar]

Ruinas de Ingapirca, fuerte construido por los Incas después de la conquista de los Cañaris.

La conquista Inca empezaría en el sur donde sería más exitoso y lograría asentarse por más tiempo: un total de cincuenta años aproximadamente. Durante la conquista de estos territorios, fueron los Paltas quienes enfrentaron primero a los Incas sin mucho éxito puesto que su resistencia fue quebrada rápidamente y sus ejércitos anexados a las filas Incas. Esto terminaría afectando a los pueblos vecinos del norte, los Cañaris. Viendo el resultado de la anterior defensa, los Cañaris empezaron a diseñar una estrategia alternativa. Empezaron eligiendo a Dumma como jefe militar y juntaron un ejército considerable. La primera batalla fue exitosa y lograron mantener el control de su territorio. No obstante, el Inca Tupac Yupanqui decidió no regresar a Cusco sin antes haber conseguido el éxito militar y la posterior anexión de los Cañaris a su imperio. Dada esta decisión empezaría la construcción de fuertes militares en el norte que sirvan de base y mantener la presión constante sobre los enemigos. Para ello hizo uso de los territorios que habían ganado en la batalla contra los Paltas, lo que corresponde a la actual provincia de Loja. Al ver esto, los Cañaris buscaron una alternativa puesto que no tenían tiempo para reorganizarse y se vieron superados en número y fuerza. Por esta razón buscaron una estrategia a través de la diplomacia para llegar a un acuerdo de paz, aunque probablemente implicaría una anexión al imperio. Esta negociación fue exitosa y el Inca mandó un representante que fue recibido con grandes agasajos. Además le construyeron un palacio para mostrar su hospitalidad. Esto resultó en el futuro un error puesto que Tupac Yupanqui entró en su territorio, a las alturas de lo que sería ahora el fuerte de Ingapirca o Pumapungo y se mantuvo allí por cincuenta años con un trato bastante cuestionable hacia los Cañaris. Por esta razón a penas tuvieron la oportunidad durante la guerra civil del Incario, los Cañaris se unirían a los españoles para apoyar la conquista, logrando ser reconocidos e incluso obteniendo blasones nobiliarios.[2][1]

Confederación militar de los Quitus, Puruhaes y Caranquis[editar]

Pirámides de Cochasquí complejo arqueológico de los Quitus y Caranquis.

La conquista siguió por los Andes hacia el norte hasta llegar a los territorios de los Puruhaes en el centro de Ecuador y los Quitus y Caranquis. Al igual que después de los Paltas, los Cañaris buscaron prepararse mejor para resistir, a partir de la caída de los Cañaris, estos tres grupos indígenas se organizarían en una confederación militar para hacer frente a los Incas. Lograrían de esta manera un gran número de soldados en su ejército y su resistencia fue exitosa por muchos años. Empezaría de la siguiente manera. La confederación logró aguantar en la invasión inicial sin embargo a finales del siglo XV fueron vencidos por Túpac Yupanqui. Dentro de toda esta guerra, las batallas más importantes se celebraron alrededor del nudo de Tiocajas en dos ocasiones. De ellas se recuerda la Batalla de Yahuarcocha y la Primera batalla de Tiocajas liderada por el general Epiclachima a finales del siglo XV. No se sabe mucho sobre la duración de la primera batalla ya que no hubo testigos de primera mano que después registren los hechos sino que más bien fue recogido por cronistas de manera posterior. La mayoría de las fuentes creen que fueron guerras que duraron cerca de una década. Lo que si se registró es que al final de la guerra ocurriría una masacre debido a que la confederación militar usualmente superaba con creces el número de los Incas pero carecían de una estrategia militar efectiva que les permita mantener el control sobre el territorio. Una pacificación sería peligrosa puesto que se corría el riesgo de que se dispare alguna rebelión ya que superarían en número a los incas, por lo que el resultado de las batallas terminaba con la muerte de un gran número de Quitus, Puruhes y Caranquis. Se cree que ocurrió entre los años 1481 y 1491 en la laguna que ahora lleva de nombre Yahuarcocha, que quiere decir en castellano lago de sangre. Además, las batallas en el nudo de Tiocajas, El Sapa Inca empezó su ataque contra la confederación que era encabezada por los Quitus con cerca de 40 mil soldados veteranos. El líder de la confederación de los señoríos étnicos sería el general Hualcopo, quien en épocas de paz fungía como curaca de la tribu de los Quitu. Él nombraría a su vez como generales a Epiclachima, y a Ati Pillahuaso (que significa Pillahuasu el Viejo). La guerra duró tanto tiempo que permitió que se construya un cuartel en Liribamba (donde se fundaría la primera ciudad de Ecuador, Santiago de Quito. Las batallas iniciales con los incas se realizarían en la comarca de Tiquizambi. Para la defensa de la confederación, Epiclachima logró convocar a un gran número de personas confiando en su superioridad numérica frente a la del Sapa Inca. Sus derrotas se llevaron a cabo en las llanuras de Tixán y Tiocajas, cerca de los fuertes de Galte y Atapo respectivamente. Primero cayó Galte y la defensa de Atapo fue feroz por un año y medio. Toda la resistencia y con ella la confederación entre Quitus, Puruhaes y Caranquis terminaría cuando Epiclachima lanzó un ataque directo a las legiones incáicas confiando en que tenía un ejército más grande, pero terminarían sometidos y con bajas de cerca de 16 mil hombres. El general moriría junto a su ejército en la fracasada defensa. Su territorio sería anexado finalmente gracias al matrimonio por exogamia y se mantuvo el nombre durante la dominación Inca.[2][1]

Panorámica de la Laguna de Yahuarchocha
Yahuarcocha o Lago de Sangre, donde los Incas llevaría a cabo la masacre de los Quitus, Puruhaes y Caranquis después de la Segunda Batalla de Tiocajas

La batalla de los Manteño-Huancavilcas[editar]

Expansión del Imperio incaico en tiempos de Huayna Cápac (1493-1525).

Si la batalla de los Paltas y Cañaris desarrollada en el sur de Ecuador cerca de las ciudades de Loja y Cuenca respectivamente terminaría rápidamente. Y por otro lado la resitencia de los Puruhaes, Caranquis y Quitus, alrededor de lo que sería la ciudad de Quito duraría cerca de quince años. Los indígenas que ocupaban el territorio del litoral ecuatoriano que incluye el Golfo de Guayaquil, el Río Guayas, la cuenca del río y las costas de Manabí lograrían defenderse y resistir la conquista inca en tres ocasiones.[2][1]

La primera batalla se dio justo a penas después de que los Cañaris firmaron el acuerdo de paz y prometían la sumisión pacífica. Por la cercanía geográfica entre Cuenca y Guayaquil, Tupac Yupanqui había enviado unos emisarios (a manera de diplomáticos) que inicialmente fueron recibidos amablemente por las culturas Manteño Huancavilca pero, antes de su regreso, fueron soprendidos por guerreros que los asecharon y mataron, quedando la opción pacífica que había funcionado con los Cañaris descartada. Esto ocasionó la reacción de los incas y terminó provocando la segunda batalla que estaría liderada por el nuevo Inca Huayna Capac quien alistó un ejército de orejones y empezó la invasión. Todo esto después de haber construido el fuerte en territorio Cañari, de lo que ahora son de las pocas ruinas incas que existen en Ecuador: Inga Pirca y Pumampungo.[2][1]

En la segunda batalla, la resistencia de los manteño-huancavilca logró imponerse aunque no se sabía por cuanto tiempo más puesto que los Incas ya ocupaban territorios muy cercanos que lograron abastecer. Por esta razón ofrecieron como ofrenda a mujeres de su tribu quienes se presentaron ante el Inca pidiendo paz. De manera similar a como había funcionado con los Cañaris, según cuenta Gabriel Pino y Roca en sus Tradiciones, "ya que el Inca, fiel a su promesa, perdonó la vida a todos y sólo decidió reunir a los culpables y apostrofándoles sus crímenes les hizo tirar suerte, mandando ejecutar al 10 por ciento de ellos para que nadie diga jamás que había tenido preferencias". Esto compró tiempo a los Manteño Huancavilcas ya que no se acordó condiciones sobre el control territorial y una tercera batalla era inminente.[2][1]

La tercera batalla se dio teniendo como contexto la enfermedad de Huyana Capac y las primeras campañas militares de uno de sus hijos, Atahualpa quien controlaba militarmente el norte del Tahuantinsuyo y quería continuar con el control de la costa de Ecuador, sin embargo, no logró su cometido. Los Incas se encontraban al borde de una guerra civil, con una crisis de sucesión y también aunque no lo sabían a las puertas de la conquista española. Por esta razón, se cuenta el fin de la cultura Huancavilca con la batalla frente a los españoles a través de la muerte de sus dos caciques Guayas y Quil.[2][1]

Las otras tribus indígenas y la resistencia frente al incario[editar]

Después de estas batallas, el territorio al norte del Tahuantinsuyo no quedaría asegurado, salvo algunas regiones en los Andes del sur de Ecuador. Por esta razón Huayna Cápac, alrededor de 1515, tendría que lidiar con muchas rebeliones y deberían incluso llegar a organizar un ejército de 40.000 hombres​​ para someterlas. Para ello llevaría a sus hijos Ninan Cuyuchi y Atahualpa, a su lado y dejando en Cuzco a Huáscar. Lo que prepararía la configuración de la posterior guerra civil. Nunca lograron controlar a la Amazonía de Ecuador, en especial a los Shuar y los constantes levantamientos alrededor del Golfo serían desgastantes. Por esta razón el Inca Huayna Cápac dedicaría gran parte de sus energías a mantener la paz y no logró aumentar el territorio en la magnitud que si lo hizo su padre. Pasó gran parte de su vida en Tomebamba por esta razón, al menos los últimos diez años.​[1]

La guerra civil incaica[editar]

Retrato de Huáscar
Retrato de Atahualpa

Con este contexto empezaría la guerra civil incaica que fue en realidad una guerra de sucesión al trono puesto que Huayna Capac no dejó claro quien debía ser el siguiente a la corona y el imperio había crecido hacia el norte donde Atahualpa tenía militares que le eran fiel, mientras que al sur estaban los partidarios de Huáscar. Se estima que la guerra empezaría en el año 1529 y se sabe que terminaría con la victoria de Atahualpa en 1532, pero solamente unas pocas semanas antes de ser tomado capturado y ejecutado por Francisco Pizarro en Cajamarca. Existen dos versiones del conflicto que se desprenden de las crónicas: el primero que narra todo el suceso en un solo conflicto y el segundo que se desarrolló a lo largo de varias batallas de muchos años y que no sería hasta el final que Huáscar sería capturado. Los hechos favorecerían a Atahualpa puesto que en el enfrentamiento de Quipaipán, lograrían los generales Chalcuchímac y Quizquiz apresar al hermano mayor, Huáscar. Todo iniciaría con este último y su orden a Atahualpa de presentarse en el Cuzco para jurarle lealtad y reconocerle como el Inca. Desconfiando de las intenciones de Huáscar, Atahualpa ordenó públicamente preparar el viaje pero complotó en secreto con sus generales para marchar además con tropas al sur. Hizo caso a Huascar hasta la parte limítrofe de sus territorios donde aún tenía control, mientras que el resto de su ejército seguía avanzando. De esta manera lograron reunir 30 mil soldados cruzando el río Apurímac, completamente preparados para la batalla. Llegarían hasta Villcacunca, a 30 kilómetros del Cuzco. El hermano mayor no estaría preparado para tal emboscada y saldría a enfrentarlos con 10 mil soldados mientras reunía refuerzos. No logró ganar el tiempo suficiente puesto que las tropas de Atahualpa les atacaron en Quipaipán desbocando un enfrentamiento sangriento y los quiteños resultaron vencedores, puesto que superaban en número y las numerosas campañas militares del norte les habían granjeado experiencia valiosa. Con este resultado el trato se invertiría y ahora sería Atahualpa quien en Xauxa llamaría a todos los orejones y curacas del imperio al someterse. Para mantener el control sería necesario la pacificación y muchas campañas serían sangrientas, al punto de que en Tomebamba, capital de los cañaris, se masacraron a 60 mil personas. Esto impidió a Atahualpa lograr llegar al Cuzco con fuerza e imponerse definitivamente hasta haber diezmado las tropas de sus enemigos, pudo finalmente emprender la marcha hacia la capital imperial. Mientras lo hacía se enteró de la llegada de un grupo de extranjeros, que resultaron ser los conquistadores españoles.[3]

La conquista española[editar]

Los tres viajes de Pizarro[editar]

Retrato de Francisco Pizarro

La primera expedición se llevó a cabo en noviembre de 1524 cuando salió de Panamá con dirección a Perú con unos 80 hombres y 4 caballos. Como parte de su expedición le ayudaban Juan de Salcedo como abanderado, Nicolás de Ribera como tesorero y Juan Carvallo como inspector. Por otro lado, Diego de Almagro se quedó atrás temporalmente porque iba a reclutar hombres, reunir suministros adicionales y unirse a Pizarro más tarde, algo que sería determinante en su historia. El gobernador de Panamá, Pedro Arias Dávila, aprobó en principio la exploración de Sudamérica. La primera expedición de Pizarro, sin embargo, resultó un fracaso, ya que sus conquistadores, navegando por la costa del Pacífico, no llegaron más allá de Colombia antes de sucumbir al mal tiempo, la falta de alimentos y las escaramuzas con nativos hostiles, una de las cuales hizo que Almagro perdiera un ojo de un flechazo. Los topónimos que los españoles dieron a su ruta, como Puerto Deseado, Puerto del Hambre y Punta Quemado, confirmando sus dificultades. Temieron posteriores encuentros hostiles como el que sufrió la expedición en la Batalla de Punta Quemada, por lo que Pizarro dio por terminada su primera expedición y regresó a Panamá.[3][4]

Mapa que muestra la ruta de la expedición encabezada por Pizarro durante la conquista del Perú, desde el inicio de su Tercer Viaje, hasta la llegada al Cuzco.

La segunda expedición sucedería dos años más tarde, con los tres conquistadores Pizarro, Almagro y Luque. Iniciaron los preparativos para una segunda expedición con el permiso de Pedro Arias Dávila quien siendo gobernador, y preparando una expedición al norte de Nicaragua, no quería inicialmente permitir otra expedición, ya que había perdido la confianza en Pizarro. Sin embargo, después de insistir, los tres socios lograron convencerlo y accedió. El 10 de marzo de 1526 Pizarro partió de Panamá con dos naves con 160 hombres y varios caballos, llegando hasta el río San Juan que se encuentra en la actual Colombia. Poco después de llegar, el grupo se separó: Pizarro se quedó para explorar el nuevo y peligroso territorio de las pantanosas costas colombianas, mientras que el comandante de la expedición, Almagro, regresó a Panamá en busca de refuerzos. El Piloto Mayor de Pizarro, Bartolomé Ruiz, siguió navegando hacia el sur y, tras cruzar el ecuador, encontró y capturó una balsa a vela con nativos de Tumbes. Para sorpresa de todos, éstos llevaban textiles, objetos de cerámica y algunas piezas de oro, plata y esmeraldas, convirtiendo los hallazgos de Ruiz en el eje central de esta segunda expedición. Algunos nativos fueron llevados a bordo del barco de Ruiz para servir de intérpretes. A continuación zarpó hacia el norte, hacia el río San Juan, y al llegar encontró a Pizarro y a sus hombres exhaustos por las dificultades a las que se habían enfrentado al explorar el nuevo territorio. Pronto Almagro navegó hacia el puerto cargado de suministros y un refuerzo de al menos ochenta reclutas que habían llegado a Panamá desde España con espíritu expedicionario. Los hallazgos y las excelentes noticias de Ruiz junto con los nuevos refuerzos de Almagro animaron a Pizarro y a sus cansados seguidores. Decidieron navegar de vuelta al territorio ya explorado por Ruiz y, tras una difícil travesía debido a los fuertes vientos y corrientes, llegaron a Atacames, en la costa ecuatoriana. Allí entraron comida y vieron que los indígenas llevaban algunas joyas de oro.​ Sin embargo sus dificultades eran patentes: nada menos que unos 180 españoles habían fallecido hasta ese momento, desde que empezaran los viajes de Pizarro. Fue en Atacames donde se produjo la llamada “Porfía de Atacames”, entre Almagro y Pizarro. Ella se originó cuando Almagro reprendió severamente a los soldados que querían volver a Panamá, calificándoles de cobardes, ante lo cual reaccionó Pizarro defendiendo a sus hombres, pues él también había sufrido con ellos. Ambos capitanes empezaron a discutir agitadamente y todo escaló llegando incluso a sacar sus espadas. Se hubieran batido en duelo si no fuese porque Bartolomé Ruiz, Nicolás de Ribera y otros lograron separarlos. De esta forma empezaron los preparativos para lo cual regresaron a Panamá y​ Pizarro logró reunir tres naves a las que proveyó con todo lo necesario para realizar la “entrada” definitiva al Perú.[3][4]

La tercera expedición sucedería alrededor de abril de 1528, cuando zarparon con destino a las costas de Sudamérica y llegaron a la región noroccidental peruana de Tumbes. Este lugar se convirtió en el primer éxito que los españoles tanto habían deseado. Fueron recibidos con una calurosa bienvenida de hospitalidad y provisiones por parte de los Tumpis, los habitantes locales. En días posteriores, dos hombres de Pizarro, Alonso de Molina y Pedro de Candia, reconocieron el territorio y ambos, por separado, informaron de las riquezas de la tierra, incluidos los adornos de plata y oro alrededor de la residencia del jefe y las hospitalarias atenciones con las que fueron recibidos por todos. Los españoles también vieron por primera vez la llama peruana, a la que Pizarro llamaba "pequeños camellos". Pizarro siguió recibiendo los mismos relatos sobre un poderoso monarca que gobernaba las tierras que estaban explorando. Estos hechos sirvieron como prueba para convencer a la expedición de que la riqueza y el poder mostrados en Tumbes eran un ejemplo de las riquezas del territorio peruano. Los conquistadores decidieron regresar a Panamá para preparar la expedición final de conquista con más reclutas y provisiones. Sin embargo, antes de partir, Pizarro y sus seguidores navegaron hacia el sur a lo largo de la costa para ver si encontraban algo de interés.[3][4]

La batalla en la Isla de Puná[editar]

Los españoles transportados en una balsa a la Isla de Puná

En 1531, Pizarro desembarcó de nuevo en las costas cercanas a Ecuador, en la provincia de Coaque y en la región de las esmeraldas, donde buscó oro, plata y esmeraldas que luego envió a Almagro. Este último se había quedado en Panamá para reunir más reclutas. Sebastián de Belalcázar no tardó en llegar con 30 hombres. Aunque el principal objetivo de Pizarro era entonces zarpar y atracar en Tumbes como su expedición anterior, se vio obligado a enfrentarse a los nativos puneños en la Batalla de Puná, dejando tres o cuatro españoles muertos y muchos heridos. Poco después, Hernando de Soto, otro conquistador que se había unido a la expedición, llegó con 100 voluntarios y caballos para ayudar a Pizarro y con él navegó hacia Tumbes. Sin embargo al llegar se dieron cuenta de que el lugar estaba desierto y destruido. Los dos conquistadores supusieron que los colonos habían desaparecido o muerto en circunstancias turbias. Los caciques les explicaron que las feroces tribus de punianos les habían atacado y saqueado el lugar. En Puná en cambio, Pizarro se enteró de la historia de Alonso de Molina y su ejército que habían quedado entre los indígenas durante la segunda expedición. La noticia contaba que intentando huir de los tumbesinos, terminaron en la isla Puná, donde lo apresaron. Logró ganarse la confianza de los habitantes de la isla y lo convirtieron en su caudillo para que pelee contra los chonos y tallanes. Logró defenderse en varias peleas hasta que en una de ellas fue sorprendido y asesinado por los chonos.[4]

La captura de Atahualpa[editar]

Pizarro apoderándose del Inca de PerúJohn Everett Millais. Representación idealizada perteneciente al romanticismo pictórico.

Mientras tanto, Atahualpa se encontraba en Cajamarca, donde esperaba que le trajeran al cautivo Huáscar mientras se llevaba a cabo la guerra civil incaica. Oyó rumores de que un extraño grupo de 160 extranjeros se adentraba tierra adentro (saqueando y pillando a su paso), pero lo cierto es que se sentía seguro, ya que estaba rodeado por varios miles de guerreros veteranos. Cuando los españoles llegaron a Cajamarca el 15 de noviembre de 1532, Atahualpa aceptó reunirse con ellos al día siguiente. Mientras tanto, los españoles habían visto por sí mismos las riquezas del Imperio Inca decidieron intentar capturar al Emperador. La misma estrategia le había funcionado a Hernán Cortés unos años antes en México.[5]

Pizarro había ocupado una plaza en Cajamarca. Colocó sus cañones en un tejado y escondió a sus jinetes y soldados de infantería en los edificios que rodeaban la plaza. Atahualpa les hizo esperar el día 16, tomándose su tiempo para llegar a la audiencia real. Finalmente, apareció a última hora de la tarde, en una litera y rodeado de muchos nobles incas importantes. Cuando Atahualpa apareció, Pizarro envió al padre Vicente de Valverde a reunirse con él. Valverde habló con el Inca a través de un intérprete y le mostró un breviario. Tras hojearlo, Atahualpa tiró el libro al suelo con desdén. Valverde, supuestamente enfadado por este sacrilegio, pidió a los españoles que atacaran. Al instante, la plaza se llenó de jinetes y lacayos que masacraron a los nativos y se abrieron paso hasta la litera real.[5]

El rescate de Atahualpa por Carlos Baca Flor. El inca indica la cantidad de oro y plata «hasta donde alcanza su mano».

De esta manera, los soldados y nobles incas fueron cogidos completamente por sorpresa. Los españoles contaban con varias ventajas militares desconocidas en los Andes. Los nativos nunca habían visto caballos y no estaban preparados para resistir a enemigos montados. Aunque aprendería rápido por lo que posteriormente intentarían hacer hoyos en el suelo como trampas de caballos durante los últimos conflictos. Sin embargo, armaduras españolas los hacían casi invulnerables a las armas nativas y las espadas de acero atravesaban fácilmente las armaduras nativas. Los cañones y mosquetes, disparados desde los tejados, hicieron llover truenos y muerte sobre la plaza. Los españoles lucharon durante dos horas, masacrando a miles de nativos, incluidos muchos miembros importantes de la nobleza inca. Los jinetes abatieron a los nativos que huían por los campos de los alrededores de Cajamarca. Ningún español murió en el ataque y el emperador Atahualpa fue capturado.[5]

Una vez que el cautivo Atahualpa comprendió su situación, aceptó un rescate a cambio de su libertad. Ofreció llenar una gran sala una vez con oro y dos veces con plata y los españoles accedieron rápidamente. Pronto se trajeron grandes tesoros de todo el Imperio, y los codiciosos españoles los rompieron en pedazos para que la habitación se llenara más lentamente. Sin embargo, el 26 de julio de 1533, los españoles se asustaron ante los rumores de que el general Quitu-Cara Rumiñahui se encontraba en las inmediaciones y ejecutaron a Atahualpa, supuestamente por traición al incitar a la rebelión contra los españoles. El rescate de Atahualpa fue una gran fortuna: sumó unas 13.000 libras de oro y el doble de plata. Lamentablemente, gran parte del tesoro consistía en obras de arte de incalculable valor que fueron fundidas.[5]

Almagro se une a la expedición[editar]

Mientras todo esto sucedía, Diego de Almagro que se encontraba en Panamá, decide integrarse y emprende viaje a Sudamérica. Llegaron pues a las costas de Manabí (donde Almagro crearía después Portoviejo) con un total de seis barcos. El 20 de enero de 1533, Francisco Pizarro había recibido a otros mensajeros enviados desde San Miguel de Tangarará, avisándole de tal arribo. En total encallaron tres barcos grandes desde Panamá con Almagro liderando a un total de 120 hombres. Las otras tres carabelas venían desde Nicaragua pero con solo 30 hombres más. Llegaron además caballos y municiones. Con esto empezaba una nueva etapa dentro de la caída del incario: capturado Atahualpa y con refuerzos los españoles la situación se veía mucho más favorable para estos últimos. Francisco Pizarro además de las presiones bélicas también debía encarar dificultades financieras puesto que todos estos refuerzos se pagarían en todos los rubros como los fletes, comida, recompensas. Dependía del éxito de su empresa para que más gente se una.[6]

La traición de los Cañaris y la muerte de Huáscar y Atahualpa[editar]

Nobles Cañaris en la esquina inferior izquierda durante el Corpus Christi en el Cuzco, siendo recompensados por su alianza con los españoles

Según las dos versiones distintas de la guerra civil del incario la muerte de Huáscar ocurrió, o al inicio de la misma solo en la única batalla, o en la versión ampliada sucedería su muerte al final de la serie de batallas. Sin embargo, en ambas su muerte es atribuida a su hermano, que temiendo que por traición se una a los españoles y sea liberado, ordenó su ejecución en Andamarca. Se cuenta de que sus restos fueron lanzados al río Yanamayo. Mientras tanto los conquistadores después de tomar el tesoro del rescate, mataron de todas maneras a Atahualpa, sin antes intentar convertirlo al catolicismo y juzgándolo por haber tirado una biblia al suelo. Sus tropas al ver lo que estaba sucediendo reaccionaron e intentaron evitarlo sin éxito pues fue ordenado su muerte por Pizarro en medio de la plaza de Cajamarca con la pena del garrote. Muerto Atahualpa, terminaría la dinastía de los Incas, aunque existían varios hijos de él, uno de ellos Francisco de Atahualpa quien sería educado por Fray Jodoco Ricke que llegaba a las costas en el barco de Pedro de Alvarado. Hasta mientras, Francisco Pizarro decidió nombrar a otro Inca, hijo de Huayna Capac: Túpac Hualpa. Él sería conocido por los cronistas como Toparpa y gobernaría como un títere, reconociéndose como vasallo del Rey de España.[5]

A pesar de esto, todas las tropas de Atahualpa que habían estado listas para la guerra civil con Huascar todavía no habían sido neutralizadas, y Pizarro temía que estaban siendo espiados y que un general Chalcuchímac enviaba informes a los ejércitos. Partiendo desde Cajamarca con dirección al Cuzco Diego de Almagro llegaría finalmente y se uniría a los ejércitos españoles. Se presentaría a un campamento de Pizarro y seguirían caminando hasta donde se encontraba Hernando de Soto. De esta forma ya se encontraban juntos y listos para la toma del Cuzco. Durmieron en Jaquijahuana (Sacsahuana) el 12 de noviembre de 1533. Mientras se dirigían allá, los cañaris que habían sido conquistados por Tupac Yupanqui ofrecieron apoyo a los españoles por lo que la suerte de los conquistadores no podría estar mejor: el Inca muerto, los refuerzos llegaron y nuevas alianzas se materializaban. Los cañaris que después de la invasión de Túpac Yupanqui fueron esclavizados por los incas, buscaron liberarse a partir de la llegada de los españoles. De esta forma se daría el enfrentamiento y captura de Chalcuchímac a quien mataron en la hoguera. El cura Valverde que fungió como intérprete intentó persuadir al capitán inca para que se convierta al cristianismo sin éxito, pues el líder indígena empezó a convocar a Pachacámac para que a través del capitán Quizquiz lo ayude. Murió no obstante quemado vivo en la plaza de Jaquijahuana el 12 de noviembre de 1533.[6]

Almagro funda Santiago de Quito[editar]

Iglesia de la Balbanera, fundada el 15 de agosto de 1534. Está ubicada cerca de la Laguna de Colta en la Provincia de Chimborazo, cerca de lo que sería Santiago de Quito.

Así las cosas, la salud del imperio incaico se vería amenazada sin embargo la conquista no estaría lista aún, puesto que las huestes de Atahualpa todavía no habían sido vencidas y los generales Rumiñahui y Quizquiz debían ser enfrentados. Para ello, Pizarro decidió continuar con su marcha a Cuzco para tomar la ciudad principal pero envió a Diego de Almagro al norte para asegurar el resto del territorio y también porque temía que Pedro de Alvarado, el conquistador de Centroamérica se haga de esa región y la conquiste, ahora que el imperio estaba débil. También envió a Sebastián de Belalcázar a San Miguel con el mismo fin. Siguiendo más al norte, Almagro llegaría al encuentro de Sebastián de Belalcázar en San Miguel de Tangarará (Piura). Partieron rumbo a Quito frente a un total de 200 soldados. Cuando ya se encontraban en territorio del Actual Ecuador y pensando en un posible enfrentamiento con Alvarado, Almagro fundó el 15 de agosto de 1534 la ciudad de Santiago de Quito, cerca de lo que ahora es Riobamba, en la llanura conocida como Liribamba. Ahí se había encontrado un antiguo campamento de la confederación militar de los Quitu, Puruhaes y Caranquis en sus enfrentamientos contra Huayna Capac.[7]

Junto al conquistador Belalcázar se enfrentaron a los indígenas que estaban liderados por los generales que aún no se rendían. A Rumiñahui lo persiguieron a lo largo de todos los valles de los andes de Ecuador camino hacia el norte. Para ello la ayuda de los Cañaris fue muy importante puesto que les mostraron los caminos para hacer emboscadas a los campamentos de Rumiñahui, además les permitieron esquivar las trampas para caballos que hacían las huestes del general atahualpista. Se llevó a cabo la sangrienta Batalla de Tiocajas, sería la tercera de una serie de enfrentamientos por el control del territorio del actual Ecuador y las primeras dos fueron libradas ante los incas. Sin embargo con esta ya se lograría definir la soberanía. Los Cañaris que no se involucraron en mayores guerras contra los incas puesto que buscaron un acuerdo de paz, se envalentonaron ahora con los conquistadores y fueron las tropas hispano-cañaris las que lograron romper a las tropas de Rumiñahui desbaratando el cerco que habían diseñado para mantener la posición y poniéndoles en una posición muy vulnerable ante la caballería liderada por Belalcázar. Se libraron varias batallas, una en Riobamba, otra en Pancallo, cerca de Ambato. Mientras esto ocurría se registra una erupción del volcán Tungurahua en julio de 1534 lo que desmoralizó aun más a las tropas indígenas. Al ver que era imposible detener la avanzada de los conquistadores, Rumiñahui famosamente, quemó la ciudad de Quito puesto que prefería verla en cenizas antes que caer en manos de los ambiciosos conquistadores. La abandonó, se llevó sus riquezas, parte de las propiedades de Atahualpa se encontraban ahí puesto que se conoce que tenía tierras en la región de Auqui, que en la actualidad es Cumbayá. Mató además a las acllas o vírgenes del Sol para que no se las lleven los españoles. Cuando entró Belalcázar la encontró desolada y fue un golpe para el conquistador puesto que de la recompensa también dependía el éxito de la empresa y poder reclutar a más personas en el futuro.[7]

La Tercera Batalla de Tiocajas
Ataque en las llanuras de Riobamba.

Acuerdo entre Almagro y Alvarado[editar]

Pedro de Alvarado
Diego de Almagro

Después de esto, Almagro y Belalcázar bajarían al valle de Luribamba, donde había estado los fuertes militares Quitus para reunirse ahí con Pedro de Alvarado quien había llegado a las costas de Ecuador con todo el ejército, caballos, municiones y religiosos. Entre este último grupo se encontraba el fraile belga Jodoco Ricke quien tendría un gran papel en las reducciones de Quito enseñando a los indígenas artes y convirtiéndose en el procurador personal de Francisco de Atahualpa, hijo del Inca al que por su procedencia noble lo educaría, puesto que Ricke tenía también procedencia nobiliaria. De esta manera se buscaba replicar la educación que se brindaba a las familias nobiliarias de Europa. Además ayudaría a integrarlo dentro de la monarquía española como súbdito y actaría en algunas ocasiones como pacificador de los levantamientos indígenas. Los ejércitos entraron en Moche y se encontrarían Alvarado con Almagro y Belalcázar. Al darse cuenta de que llegaba tarde a la conquista y que no iba a poder hacer frente al plan ya ejecutado de Pizarro, decidió llegar a un acuerdo. Para ello se quedó negociando Diego de Almagro mientras Sebastián de Belalcázar partiría al norte a fundar la ciudad de Quito. El acuerdo se llevaría a cabo en la ciudad de Santiago de Quito que había sido recién fundada por Almagro para tener precedencia en el derecho indiano sobre la tierra ocupada. Alvarado por su parte cedió la fundación y vendió parte de lo que había traído como parte de la empresa que incluía sus barcos, esclavos, caballos y armas. Al inicio Almagro se mostraba reacio y poco firme en la negociación pero llegó a un acuerdo muy beneficioso de adquirir todo eso por solo 100 mil pesos. Alvarado regresaría a Guatemala, firmando una escritura el 26 de agosto de 1534. Una vez se acabó el acuerdo, Almagro despoblaría la ciudad de Santiago de Quito para dar cabida a la fundación de las nuevas ciudades de San Francisco de Quito y Santiago de Guayaquil. Como líder de la caballería y con gran presencia fundaría Sebastián de Belalcázar ambas ciudades con disposición de Diego de Almagro. Además este último fundaría San Gregorio de Puerto Viejo, en la costa por donde había encallado Pedro de Alvarado enviando a uno de sus capitanes, Francisco Pacheco desde San Miguel de Piura el 12 de marzo de 1535. Se adelantaría de esta forma a Pedro de Puelles quien había sido enviado por Belalcázar con el mismo fin.[6]

Fundación de San Francisco de Quito[editar]

"Quito", obra del pintor Rafael Salas a mediados del siglo XIX.

La fundación de Quito por segunda ocasión se daría en medio de la visita de Alvarado pues al tener varios frentes: poblaciones indígenas, conquistadores que competían y un ejército que buscaba la recompensa, las maniobras y coordinación debía ser ágil. Se apresuró Almagro a fundar, después del acuerdo con Alvarado, la ciudad de San Francisco de Quito, en honor a Francisco Pizarro. De esta forma evitó aparecer como un conquistador rebelde, una imagen que no sería fácil mantener puesto que las diferencias con Pizarro aumentarían con el pasar de los días y desembocarían en las guerras civiles entre los conquistadores. Esta segunda fundación fue el 28 de agosto de 1534 a través de una acta que sería firmada en la misma ciudad de Santiago de Quito antes de su despoblamiento para que luego sea Belalcázar quien tome posesión de la ciudad mientras neutralizaba a Rumiñahui. Por esta razón, el líder de las caballerías que se había autonombrado teniente gobernador de Quito en una carta debía materializarlo para lo cual marchó hacia Quito para enfrentar a Rumiñahui definitivamente. Se dirigió a Pillaro y envió al capitán Luis de Daza para capturar al general quien se conoce se encontraba en Muliambato. Lo apresaron finalmente en la laguna al sur de Píntag y lo asesinaron. Se desconoce cómo terminó su vida. Por otra parte mientras esto sucedía, la crisis en los indígenas era latente y el general Quizquiz había sido asesinado por sus capitanes lo que causó la dispersión de su ejército. Una vez neutralizado el ejército atahualpista del norte procedió a la fundación de San Francisco de Quito el 6 de diciembre de 1534 que dice:[7]

Por tanto que él, en nombre de su Majestad o del dicho señor Gobernador don Francisco Pizarro, por virtud de los poderes que su señoría tiene como su Teniente General de Gobernación e Capitán General, funda e fundó otro pueblo en el sitio e asiento donde está el pueblo que en lengua de indios se llama "Quito".

En la fundación de la ciudad se contaba con un total de 203 vecinos que incluía a Belacázar también. Empezaron con la delineación de la nueva ciudad siguiendo con el clásico damero y la arquitectura inspirada en el sur de España. Se entregó un solar a cada dos habitantes y sus primeros alcaldes fueron Diego de Tapia y Juan de Ampudia y uno de los más importantes regidores fue Pedro de Puelles.[7]

Fundación de Santiago de Guayaquil[editar]

Santiago de Guayaquil por Ernest Charton, siglo XIX.

Por otro lado, la fundación de la ciudad de Santiago de Guayaquil tardaría un poco más por los varios asentamientos que se necesitó hasta encontrar su lugar definitivo. Tener control sobre el Golfo de Guayaquil, desde la resistencia Huancavilca ante Huayna Capac, la derrota de Pizarro en la isla Puná y con los continuos alzamientos de los Chonos fue siempre una tarea difícil. Por esta razón se registra un total de cinco asentamientos de la ciudad que duró desde 1534 a 1547. Según la Cédula Real del 4 de mayo de 1534, las fundaciones que hacían los conquistadores debían cumplir con ciertas condiciones caso contrario se debería trasladar a otra localidad a las ciudades. Santiago de Quito sería despoblada para la fundación de la nueva ciudad de Santiago ahora en la Costa con el fin de facilitar la logística requerida, de manera similar a Puerto Viejo, ya que las provisiones y refuerzos para la conquista dependían de una comunicación ágil con Centroamérica. Además la ciudad de San Miguel fundada en Paita quedaba demasiado distante y se necesitaba controlar el golfo, el río y su cuenca como sector estratégico. Por esta razón, Belalcázar marchó hacia el río Guayas y se asentó en un lugar cerca de lo que ahora es el río Yaguachi, en la provincia de Babahoyo. Tuvo el nombre de Santiago de Amay y sería fundada en 1535. Fue asaltada e incendiada por los Chonos por lo que tuvo que ser asentada un año más tarde en Santiago de la Culata, solo para ser nuevamente invadida desde el norte y sur por una alianza militar entre los Chonos y Punáes. Dos años más tarde en 1537 sería fundada como Santiago de la Nueva Castilla cerca de la población Huancavilca que eran menos violentos, sin embargo fueron invadidos nuevamente y además por los problemas de las enfermedades tropicales tuvieron que asentarse una vez más, ahora si la definitiva en Guayaquile 1543. Desde entonces se conoce a esta ciudad como Santiago de Guayaquil fundada oficialmente por Francisco de Olmos el 6 de abril de 1547. Después el 25 de julio del año de 1547, día del patrono de la ciudad el Apóstol Santiago, atracaron en las Peñas y unos cerros que ahora se conocen como Cerro Santa Ana y Cerro del Carmen. Las campañas militares de Sebastián de Belalcázar continuarían hacia el norte donde fundaría otra ciudad con el mismo nombre, esta vez Santiago de Cali, y posteriormente fundaría Popayán. Era común que las ciudades sean fundadas en honor a este apóstol como ocurrió en muchas otras ciudades como Santiago de Chile o también la ciudad de Santiago de León de Caracas.[1]

Guerras civiles entre los conquistadores[editar]

Sebastián de Belalcázar

Después de las fundaciones de las ciudades en Ecuador, Sebastián de Belalcázar se vería envuelto entre las guerras civiles de los conquistadores. Habiendo sido siempre fiel a Pizarro, fundado incluso Quito en su nombre, también había trabajado de cerca con Diego de Almagro por lo que se encontraba en una situación comprometedora. Al haberse desbocado la violencia fue necesaria la pacificación del conflicto para lo cual llegaría Pedro de la Gasca con el fin de vencer a Gonzalo Pizarro. Todo esto ocurriría después de la muerte de Francisco Pizarro. Belalcázar buscó siempre mantenerse fiel al Rey: tampoco tenía otra opción pues estaba siendo procesado legalmente legalmente por ordenar la ejecución de Jorge Robledo así como por algunos excesos que tuvo durante la conquista. Se encontraba a cargo de la Gobernación de Popayán cuando escribe al Rey comunicando su deseo de emprender la búsqueda de El Dorado y el País de la Canela pero desistió cuando se encontró con Gonzalo Pizarro quien le contó sobre los resultados de su expedición y lo que había sucedido con Francisco de Orellana y el descubrimiento del Río Amazonas. Tiempo después recibiría cartas de Gonzalo Pizarro pidiéndole que mate al virrey por el bien de la causa de los conquistadores, sin embargo Belalcázar buscó mantenerse fiel al Rey y se evitó mayores conflictos. Después se uniría a las tropas que estaban a favor del virrey en Pasto donde después se enfrentaría en una batalla en enero de 1545 con un resultado negativo para él puesto que fue herido por un disparo de un arcabuz. Lo reconocieron en el suelo y después las tropas de Gómez de Alvarado le pidieron a Gonzalo Pizarro que le perdone la vida, lo que hizo. Regresaría a su gobernación cuando se encontraría con Pedro de la Gasca a quien se alío para las campañas de pacificación y buscó de esta manera alargar su juicio. Empezó la campaña en 1547 y después de uniría al ejército completo del Rey con conquistadores como Pedro de Valdivia y Lorenzo de Aldana. Su cargo lo puso al mando del escuadrón de Caballería y tenía a su dirección a un total de ciento cincuenta soldados. Se impusieron a su ex amigo Gonzalo Pizarro y también a Francisco de Carvajal y Juan de Acosta.[7]

Las expediciones y descubrimientos[editar]

Lista de las expediciones a la Amazonía de Ecuador[editar]

Alonso de Mercadillo fundador de Loja, Zaruma y Zamora.

Después de la fundación de las principales ciudades en la Costa y la Sierra, empezarían las expediciones hacia la Amazonía por varios exploradores y conquistadores entre los que destacan:

El descubrimiento del Río Amazonas[editar]

Busto de Francisco de Orellana en Trujillo, Cáceres.

En 1540 Gonzalo Pizarro llegó a Quito como vicegobernador y Francisco Pizarro, su hermanastro paterno mayor, le encargó una expedición para localizar la "Tierra de la Canela", que se creía situada en algún lugar al este. Orellana fue uno de los lugartenientes de Gonzalo Pizarro durante su expedición de 1541 al interior de Sudamérica, al este de Quito. En Quito, Gonzalo Pizarro reunió una fuerza de 220 españoles y 4000 nativos. Al mismo tiempo, como segundo al mando, Francisco de Orellana fue enviado a Guayaquil para reunir tropas y caballos. Pizarro salió de Quito en febrero de 1541, justo antes de que llegara Orellana con sus 23 hombres y caballos. Orellana se apresuró a seguir a la expedición principal, con la que contactó en marzo. Sin embargo, cuando la expedición abandonó las montañas, 3.000 nativos y 140 españoles habían muerto o desertado.[8]

Al llegar al río Coca (afluente del Napo), se construyó un bergantín, el San Pedro, para transportar a los enfermos y las provisiones. Gonzalo Pizarro le ordenó explorar el río Coca y regresar después de encontrar el final del río. Cuando llegaron a la confluencia con el río Napo, sus hombres amenazaron con amotinarse si no continuaban. El 26 de diciembre de 1541, aceptó ser elegido jefe de la nueva expedición y conquistar nuevas tierras en nombre del rey. Orellana (con el dominico Gaspar de Carvajal, cronista de la expedición) y 50 hombres partieron río abajo en busca de víveres. Incapaz de volver contra corriente, Orellana esperó a Pizarro, enviando finalmente de vuelta a tres hombres con un mensaje, y comenzó a construir un segundo bergantín, la Victoria. Mientras tanto, Pizarro había regresado a Quito por una ruta más septentrional, para entonces con sólo 80 hombres con vida.[8]

Tras abandonar la aldea del Napo, Orellana continuó río abajo hasta el Amazonas. Los 49 hombres empezaron a construir un barco más grande para la navegación fluvial. Durante su navegación por el río Napo, se vieron constantemente amenazados por los omaguas. Alcanzaron el río Negro el 3 de junio de 1542 y finalmente llegaron al río Amazonas.[8]

Mapas del Río Amazonas
Primer mapa del Amazonas por el padre Samuel Fritz, producto de las Misiones a Maynas en el siglo XVII.
Supuesto mapa utilizado por Orellana. Atribuido a Antonio Pereira 1539 a 1542.

El descubrimiento de las Islas Galápagos[editar]

Fray Tomás de Berlanga

El archipiélago de las Galápagos, se sospecha había sido posiblemente colonizado por pueblos indígenas, según los hallazgos de los arqueólogos Thor Heyerdahl y Arne Skjolsvold cuando en 1952 encontraron fragmentos de cerámica parecidos a estilos cerámicos del continente sudamericano. Sin embargo, estudios posteriores demostraron que aquellos fragmente son mucho más recientes, por lo que se ha descartado la teoría del descubrimiento prehispánico de las islas. Formalmente, las Galápagos fueron descubiertas por casualidad el 10 de marzo de 1535, cuando el barco del obispo de Panamá fray Tomás de Berlanga se desvió de su destino a Perú, donde cumpliría un encargo del rey español Carlos V para arbitrar en una disputa entre Francisco Pizarro y sus subordinados tras la conquista del imperio incaico. A causa de una calma chicha y las fuertes corrientes marinas, la nave del obispo fue arrastrada hasta las Galápagos. En la crónica de su aventura, dirigida desde Portoviejo al emperador Carlos V acerca del descubrimiento de las Islas Galápagos, Berlanga describía las inhóspitas condiciones prevalecientes en las desérticas islas, así como las gigantescas tortugas que las habitaban. También describió las iguanas marinas, los lobos marinos y muchos tipos de aves, recalcando la inusual mansedumbre de los animales y que expresaba en las siguientes palabras:

Traxo el navío muy buen tiempo de brisas siete días, que haziase el piloto cerca de la tierra e diones calma seis días; eran tan grandes las corrientes, que nos engolfaron de tal manera, que miércoles en diez de marzo, vimos una isla; e porque el navío no había más agua que para dos días, acordaron de echar la barca e salir a tierra por agua e yerba para los caballos. … E salidos no hallaron sino lobos marinos, e tortugas e galápagos tan grandes que llevaban uno un hombre encima, e muchas higuanas que son como sierpes. Otro día vamos otra isla mayor que es aquella de grandes sierra, e creyendo que allí por su grandeza como por su monstruosidad que no podía dejar de tener ríos e frutas, fuiemos a ella, porque la primera baxaria diez o doce leguas, e en esto bebiose el agua quen navío abia e estuvimos tres días en tomar la isla, con calmas, en los cuales allí los hombres como los caballos padecimos muchos trabajos.

Batallas importantes[editar]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. a b c d e f g h i González Suárez, Federico (1890). «Historia general de la República del Ecuador. Tomo primero». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  2. a b c d e f Salomon, Frank. «FlacsoAndes | Los señores étnicos de Quito en la época de los incas.». biblio.flacsoandes.edu.ec. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  3. a b c d José Roberto Páez (ed.). «Cronistas coloniales : (Segunda parte)». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  4. a b c d Héctor López Martínez. «Francisco Pizarro González». Real Academia de la Historia. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  5. a b c d e «Atau Huallpa | Real Academia de la Historia». dbe.rah.es. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  6. a b c Héctor López Martínez. «Diego de Montenegro Gutiérrez». Real Academia de la Historia. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  7. a b c d e Manuel Lucena Salmoral. «Sebastián Moyano». Real Academia de la Historia. Consultado el 10 de abril de 2023. 
  8. a b c Mariano Cuesta Domingo. «Francisco de Orellana». Real Academia de la Historia. Consultado el 10 de abril de 2023. 

Bibliografía[editar]

  • Nueva historia del Ecuador conquista y primera etapa colonial. Época colonial I. Volumen 3. Enrique Ayala Mora, Corporación Editora Nacional. (1996) ISBN: 9789978848043, 9978848045
  • Historia general de la República del Ecuador: El descubrimiento y la conquista (1513-1564) 1891. Federico González Suárez, Imprenta del clero, Universidad de California, (1891)
  • Ecuador, de la prehistoria a la conquista española. Alfredo Pareja y Díez Canseco, Editorial Universitaria (1979)
  • Historia del Ecuador: La tierra que conquista el español. Alfredo Pareja y Díez Canseco, Casa de la Cultura Ecuatoriana (1954)
  • Historia del Ecuador: pte. Los orígenes. Los incas. El descubrimiento. La conquista. La colonia. Estado general de la colonia. Emilio Uzcátegui García, Editorial Gutenberg (1932)
  • Descubrimiento y conquista del Ecuador historia de las exploraciones españolas en territorio ecuatoriano ; los héroes indios ; la dominación amazónica. Oscar Efrén Reyes, Ministerio de Previsión Social y Trabajo, (1948)
  • Historia del Ecuador prehistoria, descubrimiento, conquista, colonia, independencia, Gran Colombia. Mario Oswaldo Navas Jiménez, éditeur inconnu, (1981)
  • Historia del Ecuador, texto para la enseñanza de la historia patria: pte. Los orígenes. Los incas. El descubrimiento. Conquista del reino de Quito. La colonia. Estado general de la colonia. Emilio Uzcátegui, Talleres gráficos "Americana,", (1941)