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Constantino I
Emperador del Imperio Romano

Cabeza de la estatua colosal de Constantino en la Basílica Nova de Roma (Museos Capitolinos).
Reinado
25 de julio de 306 - 29 de octubre de 312 (aclamado como augusto en Occidente; oficialmente nombrado césar por Galerio con Severo como augusto, por acuerdo con Maximiano, rechazó la relegación a césar en 309)
29 de octubre de 312 –&nbsp19 de septiembre de 324 (augusto incuestionable en Occidente, principal augusto en el Imperio)
19 de septiembre de 324 – 22 de mayo de 337 (emperador del Imperio unificado)
Predecesor Constancio Cloro
Sucesor Constantino II, Constancio II y Constante
Información personal
Nombre completo Flavio Valerio Aurelio Constantino
Nacimiento 27 de febrero de c 272[nota 1]
Naissus (moderna Niš, Serbia)
Fallecimiento 22 de mayo de 337
Nicomedia (moderna Izmit, Turquía)
Sepultura Mausoleo de Augusto
Familia
Dinastía Constantiniana
Padre Constancio Cloro
Madre Helena
Consorte Minervina[nota 2]​,
Fausta
Hijos Constantina, Helena, Crispo, Constantino II, Constancio II y Constante

César Flavio Valerio Aurelio Constantino Augusto[nota 3][nota 4]​ más conocido como Constantino I, Constantino el Grande e incluso San Constantino[nota 5]​(Naissus, 27 de febrero de 272[nota 6]​ - Ancycrona 22 de mayo de 337) fue emperador del Imperio Romano desde 306 hasta su muerte en 337.[nota 7]

Considerado un elemento esencial en la expansión del cristianismo es presentado por los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesárea hasta los autores de nuestros días, como el primer emperador cristiano;[1][2]​ acabó con las persecuciones instituidas por su predecesor Diocleciano y mediante la proclamación - con su co-emperador Licinio - del Edicto de Milán (313) instauró la tolerancia religiosa en todo el Imperio. El calendario litúrgico bizantino, adoptado por los ortodoxos y católicos orientales, incluye a Constantino y a su madre Helena en el pastoral. En cuanto al pastoral romano, no cuenta al emperador entre sus santos pero le reverencia con el título de «el Grande» en reconocimiento a sus contribuciones al cristianismo.

Una de sus aportaciones más relevantes es la conversión de Bizancio (actual Estambul, Turquía) en residencia imperial. Constantinopla,[nota 8]​ que de ese modo pasaría a llamarse la otrora colonia helena, permanecería como capital del Imperio Romano de Oriente durante más de un milenio (1453).

Fuentes[editar]

Constantino, impulsor del cristianismo en el Imperio Romano y responsable del traslado de la capital imperial al Estrecho del Bósforo, es uno de los emperadores romanos más importantes de la historia, cuyo estudio ha despertado siempre una enorme polémica.[3]​ Los distintos puntos de vista a la hora de abordar su vida plasman la naturaleza de las fuentes contemporáneas a su reinado, que, aunque abundantes y detalladas[4][5][6]​ están considerablemente influenciadas por la propaganda de la época[7][8][9]​ y a menudo aportan una visión parcial.[10][11]​ No disponemos de escritos coetáneos al reinado de Constantino que traten su vida y reinado,[12][13][14]​ siendo la más cercana al mismo la Vita Constantini de Eusebio de Cesárea, obra que constituye una mezcla de alabanza y hagiografía.[15]​ Escrita entre 335 y c 339[16]​ la Vita ensalza las virtudes morales y religiosas de Constantino.[17][18]​ El escrito proporciona una visión tan positiva del emperador[19][20]​ que la veracidad del mismo resulta discutible, lo que ha provocado que ciertos historiadores cuestionen su verosimilitud.[21][22][23][24]​ Por otro lado el anónimo Origo Constantini aporta una descripción muy completa de la vida secular de Constantino.[25][26]​ Esta obra, cuya fecha de composición es desconocida, se centra en los aspectos militares y políticos de su reinado, pasando por alto los acontecimientos culturales o religiosos.[27][28]

En De Mortibus Persecutorum Lactancio proporciona valiosos detalles de los predecesores y los primeros años de Constantino.[nota 9][29][30][31][32]​ También destacan las obras de Sócrates, Sozomeno y Teodoreto, que detallan las disputas eclesiásticas presentes en los últimos años del reinado de Constantino.[33][34][35]​ No obstante, estas obras, escritas durante el reinado de Teodosio II (408-50), omiten deliberadamente ciertos acontecimientos y doctrinas del periodo constantiniano.[36][37][38]​ Asimismo, los escritos de Atanasio y Filostorgio dan más datos, pero debe tenerse mucho cuidado en la interpretación de los mismos a causa de su arbitrariedad.[39]

Los epítomes de Aurelio Víctor (De Caesaribus), Eutropio (Breviarium), Festo (Breviarium), y el anónimo Epitome de Caesaribus aportan una minuciosa perspectiva de los acontecimientos políticos y militares del momento. Aunque paganas, las obras proporcionan una visión positiva de Constantino, pero omiten toda mención a su política religiosa.[40][41][42][43]​ El Panegyrici Latini, una colección de panegíricos de los s. III y IV contiene importante información acerca de la política e idelogía de la tetrarquía, así como de los primeros años de Constantino.[44][45]​ Por último la arquitectura del periodo, que creó monumentos Arco de Constantino (Roma) y los palacios de Gamzigrad y Córdoba,[46][47][48]​ aporta restos epigráficos que con la numismática constituyen un buen complemento a las fuentes literarias.[49][50]

Juventud[editar]

Constantine's parents and siblings. Dates in square brackets indicate the possession of minor titles, like "Caesar".

Constantino nació con el nombre de Flavio Valerio Constantino en la ciudad militar mesiana de Naissus (la actual Niš, Serbia) el 27 de febrero de un año que no conocemos a ciencia cierta,[51][52][53][54][55]​ probablemente c 272.[56][57][58][59][60][61][62][63][64][65][66]​ Su padre era Flavio Constancio, nativo de Mesia,[67][68][69]​ un hombre políticamente astuto[70][71][72][73]​ al que probablemente Constantino apenas trató.[74]​ En 272 Constancio formaba parte de la escolta imperial del emperador Aureliano, pero su habilidad política le permitió prosperar hasta alcanzar la administración de Dalmacia de manos del emperador Diocleciano, otro de los compañeros de Aureliano en Iliria, en 284/5.[67]​ La madre de Constantino era Helena, una bitinia griega de humilde procedencia de la que desconocemos si estaba legalmente casada con Constancio o era meramente su concubina.[75][76][77][78][79][80]

En verano de 285 Diocleciano declaró a Maximiano, otro compañero de Iliria, como co-emperador. A partir de ese momento cada diarca tendría su propia corte, sus propias competencias militares y administrativas, y su propio praefectus praetorio.[81][82][83][84]​ Maximiano reinaría en Occidente, desde las ciudades de Mediolanum (Milán, Italia) o Augusta Treverorum (Tréveris, Alemania), mientras Diocleciano dominaría el Oriente, desde Nicomedia (İzmit, Turquía). La división era meramente práctica, pues el panegírico oficial se ocupaba de recalcar la «indivisibilidad» del Imperio,[85][86][87]​ por el que ambos líderes podían moverse libremente.[88][89]​ En 288 Maximiano nombró a Constancio prefecto del pretorio en Galia, por lo que éste abandonó a Helena para contraer matrimonio con Teodora en 288/9.[90][91][92][93][94]

En 293 Diocleciano realizó una nueva división del Imperio nombrando dos césares para que administraran las fronteras orientales y occidentales. Cada uno de ellos estaría subordinado a su respectivo augusto que actuaría como la autoridad suprema en sus territorios. Este sistema es conocido como la tetrarquía. La primera opción de Diocleciano para el puesto de césar era Constancio; su segunda era Galerio, un nativo de Felix Romuliana, un hombre que de acuerdo con Lactancio era un bruto y un animal, que, aunque compartía el paganismo imperante en la aristocracia romana, resultaba para ésta una figura extraña, casi un bárbaro.[95][96]​ El 1 de marzo Constancio era nombrado césar y enviado a la Galia para combatir a los rebeldes Carausio y Alecto.[97][98][99][100][101][102]​ Este nombramiento allanó el camino a Constantino para un futuro nombramiento como césar pues aunque la tetrarquía era un sistema eminentemente meritocrático aun conservaba privilegios hereditarios.[103][104]​ Constantino abandonó la corte de Diocleciano en los Balcanes, donde vivía por ser el heredero de su padre.[105][106][107]

En Oriente[editar]

Constantino recibió una educación formal en la corte de Diocleciano, donde estudió literatura latina, griego y filosofía.[108][109][110]​ El ambiente cultural de Nicomedia era abierto, por lo que Constantino complementó su instrucción mediante el trato con los intelectuales de la ciudad, tanto cristianos como no; incluso es posible que asistiera a las lecturas de Lactancio.[111][112]​ Como Diocleciano no confiaba plenamente en Constancio —realmente ninguno de los tetrarcas se fiaba completamente de sus colegas— Constantino era una útil herramienta para tenerle controlado, lo que no evitó que éste alcanzara una posición prominente en la corte: combatió con Diocleciano y Galerio en Asia desempeñándose en numerosos tribunados; luchó contra los bárbaros en el Danubio (296) y contra los persas con Diocleciano en Siria (297) y con Galerio en Mesopotamia (298-9).[113][114][115][116]​ En 305 era ya un tribuno de primer orden, un «tribunus ordinis primi».[117][118][119][120][121]

Cabeza de una estatua de Diocleciano, augusto del Oriente.

En la primavera de 303 Constantino retornó a Nicomedia del frente oriental a tiempo para asistir a los comienzos de la «Gran Persecución» de Diocleciano, la más severa represión del cristianismo en toda la historia de Roma.[122][123][124]​ Un año antes Galerio y Diocleciano habían enviado un correo al oráculo de Apolo en Didima con la cuestión de cómo debían proceder con los cristianos.[125][126][127][128][129][130]​ Constantino estaba presente en el palacio cuando volvió el enviado imperial con la respuesta del oráculo, que llevó a Diocleciano a instituir esta persecución universal.[131][132][133][134]​ El 23 de febrero de 303 el emperador ordenó la destrucción de la nueva iglesia de Nicomedia, la quema de sus obras y la incautación de sus tesoros, un preludio de lo que ocurrirá en los meses siguientes, en los que se continuaría con la política de devastación en más ciudades, mientras los cristianos eran despedidos de la administración y los sacerdotes encarcelados.[135][136][137][138]

Es poco probable que Constantino desempeñará algún papel en la persecución.[139]​ En sus últimos escritos incluso llegó a presentarse como un oponente de los «sanguinarios edictos» de Diocleciano contra los «adoradores de Dios»,[140][141]​ pero nada indica que realmente se opusiera al proceso.[142][143]​ Los cristianos contemporáneos nunca acusaron a Constantino de no intentar impedir la represión, pero esta inacción continuó constituyendo una responsabilidad política toda su vida.[144]

El 1 de mayo de 305 Diocleciano, cuya salud era delicada desde que había enfermado en invierno de 304/5, anunció su renuncia. En una ceremonia paralela celebrada en Milán, Maximiano hizo lo mismo.[145][146][147][148][149]​ Lactancio escribe que Galerio manipuló a un débil Diocleciano para que incluyera a sus aliados en la sucesión imperial, pues, de acuerdo con el retórico cristiano, la multitud presente en el discurso de abdicación de Diocleciano creyó hasta él último momento que el emperador nombraría a Constantino y Majencio nuevos césares,[150][151][152]​ en vez de a Severo y Maximino, pasando Constancio y Galerio a ser augustos.[153][154][155]

De acuerdo con algunas fuentes antiguas Galerio urdió un complot para acabar con la vida de Constantino meses después de la abdicación de Diocleciano. Al parecer, Galerio ordenó a Constantino liderar el avance de una unidad de caballería en un pantano en medio del Danubio, provocando que el heredero de Constancio entrara en combate con un león; también atentó contra Constantino en cacerías y combates. En todas las ocasiones éste salió victorioso: el león resultó herido en el combate y Constantino volvió a Nicomedia del Danubio con un sármata cautivo que se arrodilló a los pies de Galerio.[156][157][158][159][160][161][162][163][164][165]​ No obstante, desconocemos la veracidad de estos relatos.[166]

En Occidente[editar]

Consciente del peligro que implicaba permanecer en la corte de Galerio, donde virtualmente era un rehén del emperador, Constantino se dio cuenta de que su vida y su carrera dependían de su padre. Constancio intervino rápidamente[167]​ y en la primavera o el verano de 305 pidió que Constantino le acompañara en su campaña en Britania, demanda a la que accedió Galerio después de una larga noche de copas. En el futuro la propaganda de Constantino describiría como éste huyó de la corte durante la noche, antes de que Galerio cambiara de opinión, cabalgando de posta en posta a gran velocidad y llevando hasta la extenuación a cada caballo que empleó.[168][169][170][171][172][173][174][175]​ Cuando Galerio se despertó, Constantino estaba ya demasiado lejos para detenerle.[176]​ Se unió a su padre en la Galia, en Bononia (Boulogne) antes del verano de 305.[177][178][179][180][181][182][183]

Estatua de Constantino I en York (Inglaterra), cerca del lugar donde sería proclamado augusto en 306.

Desde Bononia cruzaron el Canal de la Mancha y desembarcaron en la isla, dónde se dirigieron a Eboracum (York), capital de la provincia de Britania Secunda y una de las bases militares más importantes del territorio. Constantino permanecería un año al lado de su padre en el norte de Britania combatiendo a los pictos más allá del Muro de Adriano.[184][185][186][187]​ No obstante, es probable que la campaña de Constancio, como la de Septimio Severo antes que él, se internara en el norte sin gran éxito.[188][189]​ Constancio, que había caído gravemente enfermo durante su reinado, murió el 25 de julio de 306 en Eboracum, aunque antes pudo declarar su apoyo para que se le concediera a Constantino el título de augusto. El rey alamán Chroco, un bárbaro al servicio de Constancio, le proclamó de inmediato augusto, siendo secundado por las tropas leales a la memoria del emperador. Galia y Britania aceptaron rápidamente su reinado[190][191][192][193]​ mientras que Iberia, que había pertenecido a los dominios de su padre durante al menos un año, le rechazó.[194]

Constantino envió a Galerio un despacho en el que le informaba de la muerte de Constancio y de su propia aclamación. Junto con la noticia incluyó un retrato de sí mismo envuelto en laurel[195][196]​ y ataviado con la ropa propia del augusto.[197][198][199]​ En la carta pedía el reconocimiento como heredero de su padre y responsabilizaba a sus soldados de su ilegal ascensión, argumentado que eran ellos los que «le habían obligado».[200]​ Encolerizado, Galerio estuvo a punto de quemar el retrato, pero sus asesores le tranquilizaron advirtiéndole que rechazar las demandas de Constantino significaba desencadenar una guerra.[201][202][203][204]​ El emperador tuvo que alcanzar un compromiso: concedió a Constantino el título de césar en vez del de augusto,[205][206][207][208][209]​ y, en un intento de demostrar que era él el que daba legitimidad al nombramiento, le envió personalmente la tradicional túnica púrpúrea imperial.[210]​ Constantino aceptó la decisión,[205]​ consciente de que con su actuación Galerio acababa de desestimar las dudas que pudieran aparecer acerca de su legitimidad.[211]

Inicios del reinado[editar]

Los dominios de Constantino incluían ahora Britania, Galia y España, por lo que el césar comandaba uno de los más importantes ejércitos romanos de la época, estacionado a lo largo de la vital frontera renana.[212]​ Tras el nombramiento permaneció un tiempo en Britania, dónde consolidó el control sobre las diócesis del noroeste, completó la reconstrucción de las bases militares iniciada durante el reinado de su padre y ordenó la reparación de las carreteras de la región,[213]​ aunque pronto se trasladó a Augusta Treverorum (Tréveris) en Galia, la capital de la parte noroccidental del Imperio.[214]​ Cuando se enteraron de la aclamación de Constantino los francos invadieron la Galia a través del Bajo Rin en invierno de 306-7,[215][216]​ pero éste les hizo retroceder más allá del río y capturó a dos de sus reyes, Ascarico y Merogaiso, que, en compañía de sus soldados, sirvieron de alimento a las bestias del anfiteatro romano de Tréveris en el adventus celebrado por el retorno del emperador.[217][218][219][220][221]

Baños públicos (thermae) que Constantino construyó en Tréveris. Con más de cien metros de ancho por doscientos de largo, estos baños fueron concebidos para competir con los de Roma.[222]

Con Constantino, la ciudad de Tréveris inició una importante expansión. Fortaleció los muros con la adición de torres militares y puertas fortificadas, e inició la construcción de un complejo palaciego en el noreste de la urbe. Al sur del palacio ordenó erigir una enorme sala de audiencias, así como una colosal casa de baños imperial. El césar patrocinó muchos proyectos urbanos en la Galia durante su estancia en Occidente, especialmente en Augustodunum (Autun) y Arelate (Arlés).[223]​ Lactancio escribe que dio continuidad a la política de tolerancia con los cristianos que había iniciado Constancio, pues, aunque él mismo no lo era aún, es probable que considerara la instituzionalización de dicha política una manera de expresar su rechazo a la persecución abierta,[224][225][226]​ además de un modo de distanciarse de Galerio, el gran represor.[227]​ Constantino acabó con el acoso a los cristianos, a los que se les restituyó lo que habían perdido.[228]

Como la posición de Constantino en el Imperio no estaba consolidada, éste usó la reputación de su padre con motivos propagandísticos: los primeros panegíricos al césar dan una mucho mayor cobertura a los logros de Constancio que a los del propio Constantino,[229]​ cuyas habilidades militares y proyectos urbanos pronto dieron a los panegiristas la oportunidad de comentar las similitudes entre padre e hijo, pues, como Eusebio remarcó, Constantino era «una renovación, en si mismo, de la vida y reinado de su padre.[230][231][232]​ Por otro lado, la numismática, escultura y oratoria constantiniana muestran una marcada tendencia a despreciar a los «bárbaros» que habitaban más allá del Imperio; tras la victoria de Constantino sobre los alamanes, acuñó monedas que enseñaban una escena con hombres de esta tribu llorosos y suplicantes; «los alamanes conquistados»; dominados por la oración «alegría romana».[233]​ Hubo poca simpatía por estos enemigos, pues, tal como declaró un panegirista: «es estúpida la clemencia que espera el enemigo conquistado».[234]

Rebelión de Majencio[editar]

El 28 de octubre de 306 Majencio, celoso del poder de Constantino,[235][236][237]​ convenció a una cohorte pretoriana para que le proclamase emperador. Galerio decidió no reconocerle y ordenó a Severo marchar sobre la capital; no obstante, muchos de los soldados de Severo habían servido con Maximiano y, además, habían aceptado sobornos de su heredero, por lo que la expedición terminó en medio de numerosas deserciones, siendo Severo capturado y encarcelado.[238][239][240][241][242]​ Maximiano, se trasladó a la Galia para negociar con Constantino, con el que alcanzó un pacto por el que éste contraería matrimonio con Fausta —pasando a ser su yerno— y obtendría el estatus de augusto. Constantino a cambio revalidaría la pasada alianza entre Maximiano y Constancio, y apoyaría la causa de Majencio en Italia. El acuerdo sería corroborado en una doble ceremonia celebrada en Tréveris el verano de 307 en la que Constantino se casó con Fausta y obtuvo el reconocimiento como augusto por parte de Maximiano.[243][244][245][246]

Busto de Majencio.

No obstante, Constantino trató de mantenerse apartado de la contienda italiana e incluso en la primavera o el verano de 307 decidió marcharse de la Galia y trasladarse a Britania para evitar verse envuelto los combates,[247][248][249]​ enviando a sus tropas a luchar contra las tribus renanas para no tener que prestar ayuda militar a los rebeldes. En 308 atacó el territorio de los brúcteros y construyó un puente sobre el Rin en Colonia Agrippinensium (Colonia); y, en 310, marchó sobre las tribus francas del Alto Rin. Cuando no estaba de campaña visitaba sus tierras, donde daba muestras de su benevolencia y apoyo a la economía y las artes. Su rechazo a participar en la guerra incrementó su popularidad y ayudó a consolidar su posición en Occidente.[250][251][252][253]​ Maximiano volvería a Roma en invierno de 307/8, de donde, tras intentar sin éxito usurpar el título de su heredero, tuvo que huir un año después. Falto de apoyos, el ex-augusto se refugió en la corte de Constantino.[254][255][256]

El 11 de noviembre de 308 Galerio decidió reunirse con Diocleciano y Maximiano en la ciudad militar de Carnutum para abordar la inestabilidad política existente. En el concilio se tomaron dos importantes decisiones: Maximiano debía renunciar a su título de augusto y Constantino debía volver a ser césar. Licinio —un militar leal a Galerio— fue nombrado augusto en el oeste. El nuevo sistema no duró mucho: Constantino no aceptó la destitución y continuó acuñando monedas con el título de augusto, aún cuando otros tetrarcas se refirieran a él como césar, mientras que Maximiano no aceptó que el desconocido Licinio hubiera sido promovido en su lugar, y exigió su restitución a Galerio. El emperador les propuso concederles el título de «hijos del augusto»,[257][258][259][260][261][262][263][264]​ pero ambos lo rechazaron. En 310 Galerio volvería a referirse a ellos como augustos.[265][266]

Rebelión de Maximiano[editar]

Moneda de oro emitida en 313 en la que aparece Constantino con Sol Invictus. El empleo de la imagen de esta divinidad era un llamamiento tanto para los ciudadanos educados en la Galia, que podían reconocerle en el patronazgo de Apolo a Augusto y las artes, como para los cristianos, que encontraron este monoteismo solar menos censurable que el tradicional panteón pagano.[267]

En 310 Maximiano se rebeló contra Constantino mientras éste se encontraba de campaña contra los francos. En Arles —ciudad a la que había sido enviado para evitar que Majencio pudiera realizar incursiones en el sur de la Galia— anunció que Constantino estaba muerto y tomó la púrpura imperial, pero, a pesar de prometer sobornos a cualquiera que le apoyara como emperador, la mayor parte de los soldados se mantuvieron leales a Constantino y Maximiano tuvo que huir. Tras ser advertido de la insurrección el césar abandonó la campaña y marchó con sus tropas al Rin.[268]​ En Cabillunum (Chalon-sur-Saône) dispuso a sus hombres en botes para que remontaran el Saona, cuyas aguas eran mucho más lentas que las del Ródano, mientras que él mismo desembarcó en Lugdunum (Lyon).[269]​ Maximiano huyó a Massilia (Marsella) una ciudad que, aunque estaba en condiciones para resistir un asedio, cayó porque los ciudadanos decidieron abrir las puertas traseras a las tropas de Constantino, que capturaron a Maximiano. El otrora augusto tuvo que renunciar a sus títulos y ese mismo verano se ahorcó, pues el césar le había condenado a muerte.[268]

Pese a la ruptura de sus relaciones, muerto Maximiano, Majencio se presentó como un hijo devoto de su padre.[270][271][272]​ Ordenó acuñar monedas con la imagen deificada de Maximiano y anunció el deseo de vengar su muerte.[273][274][275]

En un primer momento Constantino presentó el suicidio como un lamentable drama doméstico. No obstante en 311 presentó una nueva versión en virtud de la cual después de que el césar perdonara a Maximiano éste habría planeado asesinarle mientras dormía. Fausta se enteró del complot y avisó a Constantino, que puso a un eunuco en su cama y atrapó a Maximiano cuando éste le mató. Tras el incidente Maximiano aceptó suicidarse.[276][277]​ Constantino instituiría además un damnatio memoriae sobre Maximiano por el que ordenó la destrucción de cualquier elemento público que le hiciera alusión.[278][279]

La muerte de Maximiano impuso un cambio en la imagen pública de Constantino. Ya no podía confiar en su vínculo con el antiguo emperador, por lo que necesitaba una nueva fuente de legitimación.[280]​ En un discurso pronunciado en la Galia el 25 de julio de 310 un orador al servicio de Constantino revela una hasta entonces desconocida conexión dinástica con Claudio II, el emperador del s. III célebre por derrotar a los godos y restaurar el orden en el Imperio. Rompiendo con el modelo tetrárquico, el discurso hace hincapié en un supuesto derecho ancestral de Constantino a reinar, superior a los principios de igualdad imperial. La nueva ideología presente en la alocución convierte a Galerio y a Maximiano en elementos irrelevantes para la legitimidad del gobierno constantiniano.[281][282][283][284][285]​ De hecho, el orador destaca la ascendencia, obviando cualquier otra consideración: «ni un oportuno acuerdo entre hombres ni la inesperada consecuencia del favor te harán emperador».[286]

Cabe destacar además que el discurso desecha la ideología religiosa propia de la tetrarquía, que se centra en las dinastías gemelas de Júpiter y Hércules. En vez de ello, el orador anunció que Constantino había tenido una visión en la que Apolo y Victoria le concedían la corona luréola. En Apolo Constantino se reconoció como una figura salvadora destinada a «reinar sobre el mundo»,[287]​ tal y como había predicho en una ocasión el poeta Virgilio.[288]​ Las implicaciones del discurso encuentran un paralelismo en las monedas acuñadas por Constantino: a comienzos de su reinado, la moneda constantiniana presentaba a Marte como su protector, mientras que, a partir de 310, éste sería reemplazado por Sol Invictus, divinidad convencionalmente ligada a Apolo.[289][290][291]​ No existen razones para creer en la existencia de la conexión dinástica o de las visiones de Constantino, pero contribuyeron a la consolidación de su posición.[292][293][294][295]

Guerras civiles[editar]

Guerra contra Majencio[editar]

A mediados de 310 Galerio estaba demasiado enfermo como para continuar involucrándose activamente en la política imperial.[296]​ Falleció[297]​ poco después de enviar una carta a las provincias - publicada en Nicomedia el 30 de abril de 311 - en la que ordenaba detener las persecuciones e instaurar de nuevo la tolerancia religiosa,[298]​ destruyendo lo poco que quedaba de la tetrarquía.[299]​ De inmediato Maximino atacó a Licinio y se apoderó de Asia Menor, aunque la contienda terminaría pronto después de que ambos rubricaran un apresurado tratado de paz en un barco en medio del Bósforo.[300]​ Por su parte, Constantino se encontraba de gira por Britania y Galia[301]​ mientras Majencio ordenaba fortificar el norte de Italia y consolidaba su posición entre la comunidad cristiana, lo que le permitió elegir al nuevo obispo de Roma Eusebio.[302]

No obstante, la subida del tipo impositivo y la caída del comercio acabaron con sus apoyos; estallaron disturbios en Roma y Cartago;[303]​ y Domicio Alejandro usurpó el poder en África.[304]​ La situación empeoró aún más y en 312 era ya un hombre apenas tolerado y sin apoyos activos,[305]​ ni siquiera entre los cristianos italianos.[306]​ El verano anterior, mientras Licinio estaba ocupado en Oriente, atacó a Constantino con la excusa de vengar el «asesinato» de su padre.[307]​ Para evitar que Majencio y Licinio se uniera contra él[308]​ Constantino se adelantó y propuso al dacio una alianza por la que éste contraería matrimonio con su hermana Constancia. Maximino consideró este acuerdo como un insulto a su autoridad y envió representantes a Roma que ofrecieron a Majencio un reconocimiento político a cambio de apoyo militar, propuesta que el heredero de Maximiano aceptó.[309]​ Eusebio escribe que se volvió imposible trasladarse de una provincia a otra, pues estaban todas atestadas de militares; «no había un lugar donde la gente no esperara cada día el estallido de las hostilidades».[310]

Aunque los asesores y comandantes recomendaron a Constantino no lanzar un ataque preventivo contra Majencio[311]​ - incluso los adivinos le advirtieron esperar indicando que los sacrificios habían producido presagios desfavorables[312]​ - Constantino, demostrando una actitud que impresionó considerablemente a sus seguidores, que llegaron a creer que estaba guiado por algún ente sobrenatural,[313]​ ignoró todas estas precauciones[314]​ y a comienzos de la primavera de 312,[315]​ cruzó los Alpes Cocios con una cuarta parte de sus tropas, aproximadamente cuarenta mil hombres.[316]​ La primera ciudad con la que se encontraron sus soldados sería Segusium (Susa, Italia), una villa fuertemente fortificada que le cerró las puertas. Constantino ordenó entonces incendiarlas y escalar las murallas, provocando una apresurada capitulación. Tras la toma de la ciudad el emperador prohibió saquearla y continuó internándose en territorio hostil.[315]

Cuando se aproximaban por el oeste a la ciudad de Augusta Taurinorum (Turín, Italia) encontraron un destacamento de caballería enemigo[317]​ con el que entablaron un cruento combate en el que la caballería constantiniana rodeó a los adversarios y les obligó a desmontar, masacrándolos en tierra.[318]​ Turín se negó a dar refugio a los derrotados y abrió las puertas a los hombres de Constantino.[319]​ Tras la rendición de la villa piamontesa otras ciudades del norte italiano enviaron representantes a Constantino en la que le expresaron su apoyo. El césar marchó de inmediato a Milán - ciudad que le abrió las puertas - y allí permaneció hasta mediados de verano de 312, cuando decidió trasladarse a Brixia (Brescia).[320]

Después de dispersar con facilidad a las tropas estacionadas en Brescia[321]​ Constantino continuó avanzando hacia Verona, donde le esperaba un importante contingente enemigo[322]​ comandado por Ruricio Pompeyano, prefecto del pretorio de Majencio.[323]​ Las tropas veronesas estaban en una excelente posición, ya que, a las protecciones añadidas por Majencio poco tiempo atrás había que unir la cobertura que proporcionaba el Adigio, que rodeaba tres cuartas partes de la ciudad. Cuando se enteró de que Constantino había enviado una pequeña fuerza al norte de la ciudad con órdenes de cruzar el río, Ruricio envió un nutrido destacamento para detenerles, pero las tropas constantinianas les derrotaron y pusieron sitio a la ciudad.[324]​ Ruricio escapó precipitadamente y volvió con más tropas para continuar la lucha con Constantino, que envió una pequeña división para detenerle. En el combate ulterior Ruricio resultó asesinado y sus tropas aniquiladas.[325]​ Tras la victoria constantiniana Verona capituló, seguida por Aquileya,[326]​ Mutina (Módena),[327]​ y Rávena.[328]​ La carretera que llevaba a Roma estaba ahora abierta.[329]

El Puente Milvio (Ponte Milvio) en el Tíber, al norte de Roma, donde Constantino y Majencio libraron un trascendental combate.

Perdida la iniciativa, Majencio se preparó para librar el mismo tipo de guerra que había llevado a cabo contra Severo y Galerio: esperó en Roma para resistir un asedio.[330]​ El heredero de Maximiano todavía controlaba a los pretorianos y la ciudad estaba bien surtida de grano africano y rodeada completamente por la aparentemente inexpugnable Muralla Aureliana. Ordenó destruir todos los puentes sobre el Tíber[331]​ y movilizó a las tropas estacionadas en Italia central, cuya desprotección posibilitó que Constantino conquistara la región sin oposición.[332]​ Constantino continuó con su lento avance[333]​ a través de la Vía Flaminia[334]​ acentuando la debilidad de su enemigo, cuyo régimen estaba ya al borde del colapso.[333]​ El apoyo a Majencio era cada vez menor: en una carrera de carros celebrada el 27 de octubre el público se burló abiertamente de él gritando que Constantino era invencible.[335]​ Consciente de que la inestabilidad de su posición podía comprometer la capital italiana en un asedio construyó un puente de barcas en el Tíber en vistas de una posible batalla campal contra las tropas constantinianas.[336]​ El 28 de octubre de 312, en el que se conmemoraba el sexto aniversario de su reinado, consultó a los guardianes de los libros sibilinos que profetizaron que ese mismo día iba a morir el «enemigo de los romanos», por lo que decidió avanzar al norte para enfrentarse a Constantino.[337]


Maxentius organized his forces—still twice the size of Constantine's—in long lines facing the battle plain, with their backs to the river.[338]​ Constantine's army arrived at the field bearing unfamiliar symbols on either its standards or its soldiers' shields.[339]​ Lactancio escribe que el emperador tuvo un sueño la noche anterior a la batalla en la que el Dios cristiano le había dado instrucciones de «marcar con la señal celestial de Dios los escudos de sus soldados... por medio de la inclusión de una cruz con el extremo superior transformado en una P, marcó a Cristo en sus escudos».[340]​ Eusebio por su parte cuenta que el propio emperador había mencionado un augurio anterior, cuando su ejército y él alzaron la vista hacia el sol de mediodía y vieron el símbolo de la cruz sobre él, con las palabras en latín «hoc signo victor eris» («con este signo vencerás»);[341]​ en el relato de Eusebio Constantino tuvo un sueño la noche siguiente en el que Cristo se le aparecía con el mismo signo y le conminaba a que sus tropas portaran el lábaro.[342]​ Eusebius is vague about when and where these events took place,[343]​ but it enters his narrative before the war against Maxentius begins.[344]​ Eusebius describes the sign as Chi (Χ) traversed by Rho (Ρ): ☧, a symbol representing the first two letters of the Greek spelling of the word Christos or Christ.[345]​ The Eusebian description of the vision has been explained as a "solar halo", a meteorological phenomenon which can produce similar effects.[346]​ In 315 a medallion was issued at Ticinum showing Constantine wearing a helmet emblazoned with the Chi-Rho,[347]​ and coins issued at Siscia in 317/18 repeat the image.[348]​ The figure was otherwise rare, however, and is uncommon in imperial iconography and propaganda before the 320s.[349]

La Batalla de Constantino contra Majencio, de Giulio Romano.

Constantino, extendidas sus tropas a lo largo de la línea enemiga, ordenó cargar a su caballería y logró desbandar a los jinetes enemigos. Tras este éxito envió a su infantería contra la de Majencio, haciéndola retroceder hacia el Tíber, donde muchos se ahogaron o fueron asesinados.[338]​ La breve batalla[350]​ concluyó cuando las tropas que custodiaban la capital se retiraron desbordadas por este impulso inicial.[351]​ Los guardas montados y los pretorianos trataron de mantener su posición pero tuvieron que ceder ante el empuje de la carga de la caballería constantiniana, viéndose obligados a retroceder hacia el río. Majencio, que iba con ellos, trató de cruzar el puente pero éste cedió ante el peso de la masa de soldados y el emperador murió ahogado.[352]

En Roma[editar]

El 29 de octubre Constantino entró en Roma,[353]​ que celebró en su honor un impresionante adventus.[354]​ Se recuperó el cuerpo de Majencio del Tíber para proceder a su decapitación, y su cabeza circuló por las calles de la ciudad para que todos pudieran verla[355]​ antes de ser enviada a Cartago, que decidió no continuar con su rebelión.[356]​ Constantino honró al Senado con una visita[357]​ en la que le prometió restaurar sus antiguos privilegios y concederles un papel seguro en el nuevo gobierno, incluso a los que se le habían opuesto;[358]​ con esta acción Constantino se distanciaba de sus predecesores, que iban al Capitolio para realizar los tradicionales sacrificios en el Templo de Júpiter.[359]​ En respuesta, los senadores le concedieron el «título del primer nombre», lo que equivalía a que su nombre sería citado en primer lugar en todo documento oficial,[360]​ y le aclamaron como «el más grande de los augustos».[361]​ Además, decretó la devolución de las propiedades requisadas por Majencio, llamó a los exiliados políticos, y liberó a los hombres encarcelados por su enemigo.[362]

En el marco de una campaña de propaganda sin precedentes, se procedió a eliminar la imagen del emperador derrotado de todos los edificios públicos. Se publicaron numerosos textos que le describían como un «tirano» e idealizaban a Constantino, al que consideraban un «liberador». En sus obras Eusebio se convierte en el máximo exponente de la propaganda constantiniana.[363]​ Se invalidaron todos los nombramientos y honores a miembros del Senado concedidos durante su reinado[364]​ e incluso trató de eliminarse su rastro en el panorama urbanístico romano: todos los edificios que construyó serían rededicados a Constantino, incluyendo el Templo de Rómulo y su basílica,[365]​ en cuyo interior se erigió una estatua de Constantino portando en su mano el lábaro cristiano; su inscripción advertía lo que la propia estatua ilustraba: «por este signo Constantino había liberado Roma del yugo del tirano».[366]​ Asimismo, para eclipsar absolutamente cualquier contribución de su predecesor ordenó la remodelación del Circo Máximo de modo que diera cabida a veinticinco veces más espectadores que el velódromo que éste estaba construyendo en la Via Apia.[367]

Cabeza de Constantino (Museo Metropolitano de Arte)[368]

Los pretorianos y otras unidades militares que habían apoyado al emperador derrotado serían licenciados, y los equites singulares eliminados;[369]​ las lápidas de estos hombres contribuirían a la construcción de una basílica en la Via Labicana.[370]​ El 9 de noviembre de 312, apenas dos semanas después de la toma de la capital se emplearon los cuarteles demolidos de esta unidad montada para erigir lo que hoy en día es la Basílica de San Juan de Letrán.[371]​ Se ordenó la retirada de la Legio II Parthica de Alba (Albano Laziale),[364]​ así como el envío del resto de las tropas que había luchado contra Constantino a combatir contra las tribus renanas.[372]

Guerra contra Licinio[editar]

En los próximos años Constantino iría consolidando su superioridad militar sobre el resto de los miembros de la desmoronada tetrarquía. En 313 mantuvo una reunión con Licinio en Milán en la que renovaron su alianza mediante el matrimonio de éste con su media hermana Constancia y sentaron las bases del Edicto de Milán,[nota 10]​ que instauraba la libertad religiosa en el Imperio.[373]​ El documento establecía beneficios especiales para los cristianos - legalizaba su religión y les garantizaba la restauración de los bienes incautados durante las persecuciones de Diocleciano - condenaba la política religiosa del pasado, caracterizada por el empleo usual de métodos coercitivos, y usaba términos muy generales para hacer referencia a la esfera divina, tales como divinidad o suprema divinidad (summa divinitas).[374]​ No obstante, la asamblea terminó precipitadamente cuando Licinio tuvo noticias de que Maximino había cruzado el Bósforo e invadido territorio europeo. En la campaña que se desarrolló a continuación Licinio derrotó a Daya en Tzirallum, obteniendo el control de toda la mitad oriental del Imperio. Las relaciones entre Constantino y Licinio se deterioraron rápidamente y en 314 o 316 lucharon en Cibalis, en la que el primero saldría victorioso. Habría un nuevo combate un año más tarde en Mardia, tras el cual acordaron que los herederos de ambos, Crispo y Constantino por parte de Constantino y Liciniano por parte de Licino, obtendrían el título de césares.[375]

En 320 Licinio pasó por alto lo estipulado en el Edicto de Milán (313) y comenzó a oprimir de nuevo a los cristianos.[376]​ Esta decisión era una clara provocación a Constantino y causó el estallido de un nuevo conflicto en 324. Licinio, auxiliado por mercenarios godos, representaba el pasado, apoyado por las tradicionales divinidades paganas, mientras que Constantino y sus francos marchaban con el lábaro y entendían los combates como una especia de «cruzada», con independencia del anacronismo del término. Las tropas constantinianas vencieron en Adrianópolis, provocando la huida de Licinio, que antes de marcharse nombró césar al comandante de su guardia personal Marciano. Nuevas victorias en Helesponto y Crisópolis (324)[377]​ precipitaron la derrota de Licinio y Marciano, que se rindieron en Nicomedia a cambio de que se respetaran sus vidas. Constantino accedió y sus dos rivales se trasladaron a vivir como ciudadanos privados en Tesalónica y Capadocia, pero en 325 se les acusó de conspirar contra el emperador, que ordenó su arresto y asesinato, así como el del niño que había nacido del matrimonio entre Licinio y la medio hermana de Constantino. De este modo, el Imperio volvía a estar gobernado por un solo emperador.[378]

Reinado en solitario[editar]

Fundación de Constantinopla[editar]

Moneda acuñada durante el reinado de Constantino que conmemora la fundación de Constantinopla.

La derrota de Licinio supone el ocaso de la «vieja Roma» y el ascenso del Imperio Romano de Oriente, que se convirtió en el centro cultural y económico mundial. Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio, rebautizándola con el nombre de Constantinopolis - «Ciudad de Constantino» o Constantinopla en español - y acuñó en el año 330 monedas que conmemoraban el acontecimiento. La ciudad contenía numerosas reliquias sacras como la Vera Cruz o la vara de Moisés, aunque un camafeo del Museo del Hermitage representa al emperador coronado por la tyche de la nueva ciudad.[379]

Dentro del proceso de asimilación de las antiguas deidades el emperador ordenó la construcción de la Iglesia de los Santos Apóstoles en el templo dedicado a Afrodita; crónicas posteriores relatarán que una visión divina en la que un ángel que nadie más podía ver le llevó hasta las murallas de la ciudad le impulsó a optar por este emplazamiento. El embellecimiento de Constantinopla hizo que la compararan con Roma, incluso era conocida como Nova Roma Constantinopolitana, la «Nueva Roma de Constantinopla».[378][380]

Política religiosa[editar]

Constantino el Grande, mosaico en Santa Sofía, c. 1000

Constantino es universalmente conocido como el primer emperador romano cristiano, pues su reinado constituye un periodo clave en la historia de esta religión. En 313 emite el Edicto de Milán, en virtud del cual se detienen las persecuciones contra ellos y se les devuelven los bienes incautados. Dos años antes (311) Galerio había emitido un edicto similar, pero aunque éste prohibía las persecuciones, no contemplaba la restitución de sus propiedades.[381]

Existe un intenso debate sobre si Constantino heredó de su madre Helena cuando era niño las creencias de ésta, o si las iría adoptando durante su vida.[382]​ En este contexto cobra especial importancia el hecho de que Constantino retuviera el título de pontifex maximus hasta su muerte, un título que habían detentado los emperadores paganos del pasado, y que continuarían portando hasta el reinado de Graciano (375-83). De acuerdo con los escritores cristianos, Constantino tendría unos cuarenta años cuando se declaró cristiano, escribiendo a los creyentes para aclarar que creía que debía su éxito a la protección del Dios cristiano.[383]​ Durante su reinado apoyó económicamente a la Iglesia, construyó basílicas, concedió prebendas al clero como la exención de impuestos, nombró a cristianos para los más importantes puestos del Estado y restauró las propiedades incautadas durante las persecuciones de Diocleciano.[384]​ Asimismo, ordenó la construcción de célebres monumentos como el Santo Sepulcro y San Pedro.

No obstante Constantino no sólo protegió a los cristianos. El arco que construyó para conmemorar la victoria del Puente Milvio estaba decorado con representaciones de Victoria, realizándose además sacrificios a Apolo, Diana o Hércules, mientras que no presentaba elementos cristianos. En 321 Constantino instó a que cristianos y no cristianos se unieran en el «venerable día del sol», haciendo de ese modo alusión al culto a Sol Invictus - introducido durante el reinado de Aureliano - e incluso continuó acuñando monedas con representaciones de éste hasta 324. En el momento en que desaparecieron las deidades paganas de las monedas, los símbolos cristianos sólo aparecieron como atributos personales de Constantino: el crismón entre sus manos o su lábaro.[385]​ Incluso cuando dedicó la nueva capital de Constantinopla, que se convertiría en el centro de la cristiandad bizantina durante un milenio, lo hizo portado la diadema de rayos de Apolo.

Constantino quemando libros arrianos.

Las disputas derivadas de distintas interpretaciones doctrinales suponían un notable obstaculo para la estabilidad social que deseaba Constantino, por lo que optó por establecer una ortodoxia.[386]​ El emperador se preocupó en que se adorara adecuadamente a Dios en todas las partes del Imperio, siendo la Iglesia la responsable de disponer cual era la manera «apropiada».[387]​ En 316 Constantino condenó a los donatistas y encabezó las peresecuciones contra los principales líderes del movimiento. De este modo acababa el periodo de 300 años de paz entre cristianos y comenzaban las primeras luchas internas. En 325 convocó el Concilio de Nicea considerado el primer concilio ecuménico desde el de Jerusalén, para tomar una resolución con respecto a los arrianos. Asimismo, el emperador impuso la prohibición de celebrar la Pascua el 14 de Nisán - coincidiendo de ese modo con la pésaj - sin importar el día de la semana, práctica usual a pesar de que desde tiempos de Sixto I (115-25) se hiciera al domingo siguiente (cuartodecimanismo).[388]

Otras leyes atañeron a la comunidad semita. Se les prohibió circuncidar a sus esclavos o tenerlos si éstos eran cristianos.

Reformas administrativas[editar]

Since the beginning of the Roman Empire, there was a perennial legitimacy issue about imperial rule in that the bureaucratic hierarchy of administrative posts around the Emperor, held mostly by members of the Equestrian order who had actual power but held relative lower social status, was opposed to the old political hierarchy of Roman magistratures (cursus honorum) inherited from the Old Republic and giving entrance into the Roman Senate, such magistratures, however, being progressively emptied of actual power and becoming mere social (and avidly sought) distinctions. En 326 Constantino trató de acabar con el problema haciendo senadores a todos aquellos que detentaran una posición de poder en la administración estatal; uno podía convertirse en senador siendo nombrado pretor o - en la mayoría de los casos - desempeñando tareas propias del puesto:[389]​ a partir de ese momento los que desempeñaban el poder y los que poseían un alto estatus constituyeron una única clase social. Con esta decisión Constantino obtuvo el apoyo de la nobleza tradicional,[390]​ así como la del cuerpo senatorial, al que se le permitió volver a nombrar internamente sus propios pretores y cuestores, acabando con la práctica en virtud de la cual el emperador convalidaba grados de la escala senatorial cuando deseaba promocionar a un caballero o impulsar la carrera de un senador (adlectio). En una inscripción en honor al praefectus urbi (336–37) Ceionio Rufo Albino aparece escrito que Constantino había restaurado «la auctoritas que [el Senado] había perdido en los tiempos de César»[391]​ El Senado continuó siendo un cuerpo carente de atribuciones relevantes, pero ahora sus miembros, que durante todo el s. III habían permanecido apartados de los puestos de poder, podían disputárselos a los burócratas advenedizos que lo detentaban.[392]​ Historiadores modernos ven estas reformas como un intento por parte de Constantino de reintroducir a la clase senatorial en la élite de la administración, de modo que las tradicionales creencias del cuerpo no se convirtieran en un obstaculo para el recientemente cristianizado Imperio.[393]​ Cabe señalar que estos cambios sólo afectaron a la administración civil: los líderes militares, que desde el periodo de anarquía militar del s. III habían sido en su mayoría advenedizos,[394]​ continuaron estando apartados del Senado, al que accederían durante el reinado de los herederos de Constantino.[395]

Reformas económicas[editar]

After the runaway inflation of the third century, associated with the production of fiat money to pay for public expenses, Diocletian had tried to reestablish trustworthy minting of silver and billon coins. Constantine forsook this conservative monetary policy, preferring instead to concentrate on minting large quantities of good standard gold pieces—the solidus, 72 of which made a pound of gold, the standard of silver and billon pieces being further degraded to assure the possibility of keeping fiduciary minting alongside a gold standard. El autor anónimo del - probablemente contemporáneo - tratado militar De Rebus Bellicis escribe que de esta política monetaria derivó una ampliación en la distancia existente entre las distintas clases: los ricos aprovecharon la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda de oro, mientras que los pobres tuvieron que enfrentarse a la continua degradación de la moneda de vellón.[396]​ Emperadores posteriores como Juliano el Apóstata trataron de presentarse como protectores de los humiles e insistieron en acuñar monedas de cobre para reestablecer la confianza.[397]

Executions of Crispus and Fausta[editar]

On some date between 15 May and 17 June 326, Constantine had his eldest son Crispus, by Minervina, seized and put to death by "cold poison" at Pola (Pula, Croatia).[398]​ In July, Constantine had his wife, the Empress Fausta, killed at the behest of his mother, Helena. Fausta was left to die in an over-heated bath.[399]​ Their names were wiped from the face of many inscriptions, references to their lives in the literary record were erased, and the memory of both was condemned. Eusebius, for example, edited praise of Crispus out of later copies of his Historia Ecclesiastica, and his Vita Constantini contains no mention of Fausta or Crispus at all.[400]​ Few ancient sources are willing to discuss possible motives for the events; those few that do offer unconvincing rationales, are of later provenance, and are generally unreliable. At the time of the executions, it was commonly believed that the Empress Fausta was either in an illicit relationship with Crispus, or was spreading rumors to that effect. A popular myth arose, modified to allude to HippolytusPhaedra legend, with the suggestion that Constantine killed Crispus and Fausta for their immoralities.[401]​ One source, the largely fictional Passion of Artemius, probably penned in the eighth century by John of Damascus, makes the legendary connection explicit.[402]​ As an interpretation of the executions, the myth rests on only "the slimmest of evidence": sources that allude to the relationship between Crispus and Fausta are late and unreliable, and the modern suggestion that Constantine's "godly" edicts of 326 and the irregularities of Crispus are somehow connected rests on no evidence at all.[401]​.

Although Constantine created his apparent heirs "Caesars", following a pattern established by Diocletian, he gave his creations an hereditary character, alien to the tetrarchic system: Constantine's Caesars were to be kept in the hope of ascending to Empire, and entirely subordinated to their Augustus, as long as he was alive[403]​. Therefore, an alternative explanation for the execution of Crispus was, perhaps, Constantine's desire to keep a firm grip on his prospective heirs, this - and Fausta's desire for having her sons inheriting instead of their stepbrother - being reason enough for killing Crispus; the subsequent execution of Fausta, however, was probably meant as a reminder to her children that Constantine would not hesitate in "killing his own relatives when he felt this was necessary"[404]​.

Últimas campañas[editar]

Constantino convirtió Constantinopla en su capital y residencia permanente, y vivió en ella la mayor parte de sus últimos años de vida. En un intento de reconquistar Dacia - provincia que había sido abandonada durante el reinado de Aureliano - reconstruyó el puente que Traiano había establecido en el Danubio. En invierno de 332, aliado con los sármatas, combatió a los godos. The weather and a lack of food did the Goths in; nearly one hundred thousand died before they submitted to Roman lordship. En 334, tras una rebelión sármata que derivó en el derrocamiento de sus líderes, Constantino encabezó una campaña contra la tribu. Tras derrotarles extendió su dominio sobre la región, tal y como indican los restos de campamentos y fortificaciones hallados en la zona. Ordenó el reasentamiento de algunos exiliados sármatas, que se establecieron como campesinos en territorios balcánicos e itálicos, y reclutó al resto. En 336 tomó el título de Dácico Máximo.[405]

Constantino proyectó una campaña contra Persia en los últimos años de su reinado. En una carta escrita al rey persa Sapor el emperador romano insta al monarca oriental a que trate adecuadamente a sus súbditos cristianos.[406]​ Las hostilidades comienzan en 335 cuando Constantino ordena a Constancio la custodia de los territorios orientales ante la escalada de incursiones. Un año después el príncipe Narseh inicia la invasión de Armenia - reino cristiano desde 301 - proclamando nuevo rey a uno de sus clientes. Consciente de la amenaza que suponía este movimiento Constantino resolvió que él mismo debía liderar la campaña persa - e incluso planeó detenerse en el Jordán para bautizarse - considerada una especie de cruzada cristiana en la que los obispos debían acompañar a los soldados y en cada campamento debía erigirse una iglesia. En invierno de 336-7 acudieron a Constantinopla representantes del Imperio Persa para solicitar la paz, pero Constantino rechazó recibirlos. No obstante la campaña sería cancelada en la primavera de 337, cuando el emperador cayó enfermo.[407]

Sickness and death[editar]

Constantine had known death would soon come. Within the Church of the Holy Apostles, Constantine had secretly prepared a final resting-place for himself.[408]​ It came sooner than he had expected. Soon after the Feast of Easter 337, Constantine fell seriously ill.[409]​ He left Constantinople for the hot baths near his mother's city of Helenopolis (Altinova), on the southern shores of the Gulf of İzmit. There, in a church his mother built in honor of Lucian the Apostle, he prayed, and there he realized that he was dying. Seeking purification, he became a catechumen, and attempted a return to Constantinople, making it only as far as a suburb of Nicomedia.[410]​ He summoned the bishops, and told them of his hope to be baptized in the River Jordan, where Christ was written to have been baptized. He requested the baptism right away, promising to live a more Christian life should he live through his illness. The bishops, Eusebius records, "performed the sacred ceremonies according to custom".[411]​ He chose the Arianizing bishop Eusebius of Nicomedia, bishop of the city where he lay dying, as his baptizer.[412]​ In postponing his baptism, he followed one custom at the time which postponed baptism until old age or death.[413]​ It was thought Constantine put off baptism as long as he did so as to be absolved from as much of his sin as possible.[414]​ Constantine died soon after at a suburban villa called Achyron, on the last day of the fifty-day festival of Pentecost directly following Easter, on 22 May 337.[415]

The Baptism of Constantine, as imagined by students of Raphael

Although Constantine's death follows the conclusion of the Persian campaign in Eusebius's account, most other sources report his death as occurring in its middle. Emperor Julian, writing in the mid-350s, observes that the Sassanians escaped punishment for their ill-deeds, because Constantine died "in the middle of his preparations for war".[416]​ Similar accounts are given in the Origo Constantini, an anonymous document composed while Constantine was still living, and which has Constantine dying in Nicomedia;[417]​ the Historiae abbreviatae of Sextus Aurelius Victor, written in 361, which has Constantine dying at an estate near Nicomedia called Achyrona while marching against the Persians;[418]​ and the Breviarium of Eutropius, a handbook compiled in 369 for the Emperor Valens, which has Constantine dying in a nameless state villa in Nicomedia.[419]​ From these and other accounts, some have concluded that Eusebius's Vita was edited to defend Constantine's reputation against what Eusebius saw as a less congenial version of the campaign.[420]

The Constantinian dynasty down to Gratian (r. 367–383)

Following his death, his body was transferred to Constantinople and buried in the Church of the Holy Apostles there.[421]​ He was succeeded by his three sons born of Fausta, Constantine II, Constantius II and Constans. A number of relatives were killed by followers of Constantius, notably Constantine's nephews Dalmatius (who held the rank of Caesar) and Hannibalianus, presumably to eliminate possible contenders to an already complicated succession. He also had two daughters, Constantina and Helena, wife of Emperor Julian.[422]

Legacy[editar]

Bronze head of Constantine, from a colossal statue (4th century).

Although he earned his honorific of "The Great" ("Μέγας") from Christian historians long after he had died, he could have claimed the title on his military achievements and victories alone. Besides reuniting the Empire under one emperor, Constantine won major victories over the Franks and Alamanni in 306–8, the Franks again in 313–14, the Visigoths in 332 and the Sarmatians in 334. By 336, Constantine had reoccupied most of the long-lost province of Dacia, which Aurelian had been forced to abandon in 271. At the time of his death, he was planning a great expedition to end raids on the eastern provinces from the Persian Empire.[423]

The Byzantine Empire considered Constantine its founder and the Holy Roman Empire reckoned him among the venerable figures of its tradition. In the later Byzantine state, it had become a great honor for an emperor to be hailed as a "new Constantine". Ten emperors, including the last emperor of Byzantium, carried the name.[424]​ Monumental Constantinian forms were used at the court of Charlemagne to suggest that he was Constantine's successor and equal. Constantine acquired a mythic role as a warrior against "heathens". The motif of the Romanesque equestrian, the mounted figure in the posture of a triumphant Roman emperor, became a visual metaphor in statuary in praise of local benefactors. The name "Constantine" itself enjoyed renewed popularity in western France in the eleventh and twelfth centuries.[425]​ Most Eastern Christian churches consider Constantine a saint (Άγιος Κωνσταντίνος, Saint Constantine).[426]​ In the Byzantine Church he was called isapostolos (Ισαπόστολος Κωνσταντίνος)—an equal of the Apostles.[427]Niš airport is named Constantine the Great in honor of his birth in Naissus.

Historiography[editar]

During his life and those of his sons, Constantine was presented as a paragon of virtue. Even pagans like Praxagoras of Athens and Libanius showered him with praise. When the last of his sons died in 361, however, his nephew Julian the Apostate wrote the satire Symposium, or the Saturnalia, which denigrated Constantine, calling him inferior to the great pagan emperors, and given over to luxury and greed.[428]​ Following Julian, Eunapius began—and Zosimus continued—a historiographic tradition that blamed Constantine for weakening the Empire through his indulgence to the Christians.[429]

In medieval times, when the Roman Catholic Church was dominant, Catholic historians presented Constantine as an ideal ruler, the standard against which any king or emperor could be measured.[430]​ The Renaissance rediscovery of anti-Constantinian sources prompted a re-evaluation of Constantine's career. The German humanist Johann Löwenklau, discoverer of Zosimus' writings, published a Latin translation thereof in 1576. In its preface, he argued that Zosimus' picture of Constantine was superior to that offered by Eusebius and the Church historians, and damned Constantine as a tyrant.[431]​ Cardinal Caesar Baronius, a man of the Counter-Reformation, criticized Zosimus, favoring Eusebius' account of the Constantinian era. Baronius' Life of Constantine (1588) presents Constantine as the model of a Christian prince.[432]​ For his History of the Decline and Fall of the Roman Empire (1776–89), Edward Gibbon, aiming to unite the two extremes of Constantinian scholarship, offered a portrait of Constantine built on the contrasted narratives of Eusebius and Zosimus.[433]​ In a form that parallels his account of the empire's decline, Gibbon presents a noble war hero corrupted by Christian influences, who transforms into an Oriental despot in his old age: "a hero...degenerating into a cruel and dissolute monarch".[434]

Modern interpretations of Constantine's rule begin with Jacob Burckhardt's The Age of Constantine the Great (1853, rev. 1880). Burckhardt's Constantine is a scheming secularist, a politician who manipulates all parties in a quest to secure his own power.[435]Henri Grégoire, writing in the 1930s, followed Burckhardt's evaluation of Constantine. For Grégoire, Constantine only developed an interest in Christianity after witnessing its political usefulness. Grégoire was skeptical of the authenticity of Eusebius' Vita, and postulated a pseudo-Eusebius to assume responsibility for the vision and conversion narratives of that work.[436]Otto Seeck, in Geschichte des Untergangs der antiken Welt (1920–23), and André Piganiol, in L'empereur Constantin (1932), wrote against this historiographic tradition. Seeck presented Constantine as a sincere war hero, whose ambiguities were the product of his own naïve inconsistency.[437]​ Piganiol's Constantine is a philosophical monotheist, a child of his era's religious syncretism.[438]​ Related histories by A.H.M. Jones (Constantine and the Conversion of Europe (1949)) and Ramsay MacMullen (Constantine (1969)) gave portraits of a less visionary, and more impulsive, Constantine.[439]

These later accounts were more willing to present Constantine as a genuine convert to Christianity. Beginning with Norman H. Baynes' Constantine the Great and the Christian Church (1929) and reinforced by Andreas Alföldi's The Conversion of Constantine and Pagan Rome (1948), a historiographic tradition developed which presented Constantine as a committed Christian. T. D. Barnes's seminal Constantine and Eusebius (1981) represents the culmination of this trend. Barnes' Constantine experienced a radical conversion, which drove him on a personal crusade to convert his empire.[440]​ Charles Matson Odahl's recent Constantine and the Christian Empire (2004) takes much the same tack.[441]​ In spite of Barnes' work, arguments over the strength and depth of Constantine's religious conversion continue.[442]​ Certain themes in this school reached new extremes in T.G. Elliott's The Christianity of Constantine the Great (1996), which presented Constantine as a committed Christian from early childhood.[443]​. A similar view of Constantine is held in Paul Veyne's recent (2007) work, Quand notre monde est devenu chrétien, which does not speculate on the origins of Constantine's Christian motivation, but presents him, in his role as Emperor, as a religious revolutionary who fervently believed himself meant "to play a providential role in the millenary economy of the salvation of humanity"[444]​.

Donation of Constantine[editar]

Latin Rite Catholics considered it inappropriate that Constantine was baptized only on his death-bed and by a bishop of questionable orthodoxy, viewing it as a snub to the authority of the Papacy. Hence, by the early fourth century, a legend had emerged that Pope Sylvester I (314–35) had cured the pagan emperor from leprosy. According to this legend, Constantine was soon baptized, and began the construction of a church in the Lateran Palace.[445]​ In the eighth century, most likely during the pontificate of Stephen II (752–7), a document called the Donation of Constantine first appeared, in which the freshly converted Constantine hands the temporal rule over "the city of Rome and all the provinces, districts, and cities of Italia and the Western regions" to Sylvester and his successors.[446]​ In the High Middle Ages, this document was used and accepted as the basis for the Pope's temporal power, though it was denounced as a forgery by Emperor Otto III[447]​ and lamented as the root of papal worldliness by the poet Dante Alighieri.[448]​ The 15th century philologist Lorenzo Valla proved the document was indeed a forgery.[449]

Geoffrey of Monmouth's Historia[editar]

Because of his fame and his being proclaimed Emperor in the territory of Roman Britain, later Britons regarded Constantine as a king of their own people. In the 12th century Henry of Huntingdon included a passage in his Historia Anglorum that Constantine's mother Helena was a Briton, the daughter of King Cole of Colchester.[450]Geoffrey of Monmouth expanded this story in his highly fictionalized Historia Regum Britanniae, and account of the supposed Kings of Britain from their Trojan origins to the Anglo-Saxon invasion.[451]​ According to Geoffrey, Cole was King of the Britons when Constantius, here a senator, came to Britain. Afraid of the Romans, Cole submitted to Roman law so long as he retained his kingship. However, he died only a month later, and Constantius took the throne himself, marrying Cole's daughter Helena. They had their son Constantine, who succeeded his father as King of Britain before becoming Roman Emperor.

Historically, this series of events is extremely improbable. Constantius had already left Helena by the time he left for Britain.[90]​ Additionally, no earlier source mentions that Helena was born in Britain, let alone that she was princess. Henry's source for the story is unknown, though it may have been a lost hagiography of Helena.[451]

See also[editar]

References[editar]

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Notes[editar]

  1. This translation is not very good. The pagination is broken in several places, there are many typographical errors (including several replacements of "Julian" with "Jovian" and "Constantine" with "Constantius"). It is nonetheless the only translation of the Historia Nova in the public domain.[452]

Citations[editar]

Essays from The Cambridge Companion to the Age of Constantine are marked with a "(CC)".

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  41. Lieu and Montserrat, 2–6
  42. Odahl, 6–7
  43. Warmington, 166–67.
  44. Bleckmann, "Sources for the History of Constantine" (CC), 24
  45. Odahl, 8.
  46. Bleckmann, "Sources for the History of Constantine" (CC), 20–21
  47. Johnson, "Architecture of Empire" (CC), 288–91
  48. Odahl, 11–12.
  49. Bleckmann, "Sources for the History of Constantine" (CC), 17–21
  50. Odahl, 11–14.
  51. Barnes, Constantine and Eusebius, 3, 39–42
  52. Elliott, Christianity of Constantine, 17
  53. Odahl, 15
  54. Pohlsander, "Constantine I"
  55. Southern, 169, 341.
  56. Barnes, Constantine and Eusebius, 3
  57. Barnes, New Empire, 39–42
  58. Elliott, "Constantine's Conversion," 425–6
  59. Elliott, "Eusebian Frauds," 163
  60. Elliott, Christianity of Constantine, 17
  61. Jones, 13–14
  62. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 59
  63. Odahl, 16
  64. Pohlsander, Emperor Constantine, 14
  65. Rodgers, 238
  66. Wright, 495, 507.
  67. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 3
  68. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 59–60
  69. Odahl, 16–17.
  70. Panegyrici Latini 8(5), 9(4)
  71. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 8.7
  72. Eusebio, Vita Constantini 1.13.3
  73. Barnes, Constantine and Eusebius, 13, 290.
  74. MacMullen, Constantine, 21.
  75. Barnes, Constantine and Eusebius, 3
  76. Barnes, New Empire, 39–40
  77. Elliott, Christianity of Constantine, 17
  78. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 59, 83
  79. Odahl, 16
  80. Pohlsander, Emperor Constantine, 14.
  81. Barnes, Constantine and Eusebius, 8–14
  82. Corcoran, "Before Constantine" (CC), 41–54
  83. Odahl, 46–50
  84. Treadgold, 14–15.
  85. Bowman, 70
  86. Potter, 283
  87. Williams, 49, 65.
  88. Potter, 283
  89. Williams, 49, 65.
  90. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 3
  91. Elliott, Christianity of Constantine, 20
  92. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 59–60
  93. Odahl, 47, 299
  94. Pohlsander, Emperor Constantine, 14.
  95. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 7.1
  96. Barnes, Constantine and Eusebius, 13, 290.
  97. Barnes, Constantine and Eusebius, 3, 8
  98. Corcoran, "Before Constantine" (CC), 40–41
  99. Elliott, Christianity of Constantine, 20
  100. Odahl, 46–47
  101. Pohlsander, Emperor Constantine, 8–9, 14
  102. Treadgold, 17.
  103. Barnes, Constantine and Eusebius, 8–9
  104. Corcoran, "Before Constantine" (CC), 42–43, 54.
  105. Barnes, Constantine and Eusebius, 3
  106. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 59–60
  107. Odahl, 56–7.
  108. Barnes, Constantine and Eusebius, 73–74
  109. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 60
  110. Odahl, 72, 301.
  111. Barnes, Constantine and Eusebius, 47, 73–74
  112. Fowden, "Between Pagans and Christians," 175–76.
  113. Constantino, Oratio ad Sanctorum Coetum, 16.2
  114. Elliott, Christianity of Constantine, 29–30
  115. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 60
  116. Odahl, 72–73.
  117. Elliott, Christianity of Constantine, 29
  118. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 61
  119. Odahl, 72–74, 306
  120. Pohlsander, Emperor Constantine, 15. Contra: J. Moreau, Lactance: "De la mort des persécuteurs", Sources Chrétiennes 39 (1954): 313
  121. Barnes, Constantine and Eusebius, 297.
  122. Constantino, Oratio ad Sanctorum Coetum 25
  123. Elliott, Christianity of Constantine, 30
  124. Odahl, 73.
  125. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 10.6–11
  126. Barnes, Constantine and Eusebius, 21
  127. Elliott, Christianity of Constantine, 35–36
  128. MacMullen, Constantine, 24
  129. Odahl, 67
  130. Potter, 338.
  131. Eusebio, Vita Constantini 2.49–52
  132. Barnes, Constantine and Eusebius, 21
  133. Odahl, 67, 73, 304
  134. Potter, 338.
  135. Barnes, Constantine and Eusebius, 22–25
  136. MacMullen, Constantine, 24–30
  137. Odahl, 67–69
  138. Potter, 337.
  139. MacMullen, Constantine, 24–25.
  140. Oratio ad Sanctorum Coetum 25
  141. Odahl, 73.
  142. Drake, "The Impact of Constantine on Christianity" (CC), 126
  143. Elliott, "Constantine's Conversion," 425–26.
  144. Drake, "The Impact of Constantine on Christianity" (CC), 126.
  145. Barnes, Constantine and Eusebius, 25–27
  146. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 60
  147. Odahl, 69–72
  148. Pohlsander, Emperor Constantine, 15
  149. Potter, 341–42.
  150. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 19.2–6
  151. Barnes, Constantine and Eusebius, 26
  152. Potter, 342.
  153. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 60–61
  154. Odahl, 72–74
  155. Pohlsander, Emperor Constantine, 15.
  156. Origo 4
  157. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 24.3–9
  158. Praxágoras fr. 1.2
  159. Aurelio Víctor40.2–3
  160. Epitome de Caesaribus 41.2
  161. Zosimo 2.8.3
  162. Eusebio, Vita Constantini 1.21
  163. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 61
  164. MacMullen, Constantine, 32
  165. Odahl, 73.
  166. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 61.
  167. Odahl, 75–76.
  168. Barnes, Constantine and Eusebius, 27
  169. Elliott, Christianity of Constantine, 39–40
  170. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 61
  171. MacMullen, Constantine, 32
  172. Odahl, 77
  173. Pohlsander, Emperor Constantine, 15–16
  174. Potter, 344–5
  175. Southern, 169–70, 341.
  176. MacMullen, Constantine, 32.
  177. Barnes, Constantine and Eusebius, 27
  178. Elliott, Christianity of Constantine, 39–40
  179. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 61
  180. Odahl, 77
  181. Pohlsander, Emperor Constantine, 15–16
  182. Potter, 344–45
  183. Southern, 169–70, 341.
  184. Barnes, Constantine and Eusebius, 27, 298
  185. Elliott, Christianity of Constantine, 39
  186. Odahl, 77–78, 309
  187. Pohlsander, Emperor Constantine, 15–16.
  188. Mattingly, 233–34
  189. Southern, 170, 341.
  190. Barnes, Constantine and Eusebius, 27–28
  191. Jones, 59
  192. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 61–62
  193. Odahl, 78–79.
  194. Jones, 59.
  195. Jones, 59
  196. MacMullen, Constantine, 39.
  197. Barnes, Constantine and Eusebius, 28–29
  198. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 62
  199. Odahl, 79–80.
  200. Treadgold, 28.
  201. Barnes, Constantine and Eusebius, 28–29
  202. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 62
  203. Odahl, 79–80
  204. Rees, 160.
  205. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 29
  206. Elliott, Christianity of Constantine, 41
  207. Jones, 59
  208. MacMullen, Constantine, 39
  209. Odahl, 79–80.
  210. Odahl, 79–80.
  211. Barnes, Constantine and Eusebius, 29.
  212. Pohlsander, Emperor Constantine, 16–17.
  213. Odahl, 80–81.
  214. Odahl, 81.
  215. MacMullen, Constantine, 39
  216. Odahl, 81–82.
  217. Barnes, Constantine and Eusebius, 29
  218. Elliott, Christianity of Constantine, 41
  219. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 63
  220. MacMullen, Constantine, 39–40
  221. Odahl, 81–83.
  222. Odahl, 82–83.
  223. Odahl, 82–83. Véase también William E. Gwatkin, Jr. Roman Trier." The Classical Journal 29 (1933): 3–12.
  224. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 24.9
  225. Barnes, "Lactantius and Constantine", 43–46
  226. Odahl, 85, 310–11.
  227. Odahl, 86.
  228. Barnes, Constantine and Eusebius, 28.
  229. Rodgers, 236.
  230. Panegyrici Latini 7(6)3.4
  231. Eusebio, Vita Constantini 1.22, cit. y trad. por Odahl, 83
  232. Rodgers, 238.
  233. MacMullen, Constantine, 40.
  234. Citado por MacMullen en Constantine, 40.
  235. Barnes, Constantine and Eusebius, 29
  236. Odahl, 86
  237. Potter, 346.
  238. Barnes, Constantine and Eusebius, 30–31
  239. Elliott, Christianity of Constantine, 41–42
  240. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 62–63
  241. Odahl, 86–87
  242. Potter, 348–49.
  243. Barnes, Constantine and Eusebius, 31
  244. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 64
  245. Odahl, 87–88
  246. Pohlsander, Emperor Constantine, 15–16.
  247. Barnes, Constantine and Eusebius, 30
  248. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 62–63
  249. Odahl, 86–87.
  250. Barnes, Constantine and Eusebius, 34
  251. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 63–65
  252. Odahl, 89
  253. Pohlsander, Emperor Constantine, 15–16.
  254. Barnes, Constantine and Eusebius, 32
  255. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 64
  256. Odahl, 89, 93.
  257. Barnes, Constantine and Eusebius, 32–34
  258. Elliott, Christianity of Constantine, 42–43
  259. Jones, 61
  260. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 65
  261. Odahl, 90–91
  262. Pohlsander, Emperor Constantine, 17
  263. Potter, 349–50
  264. Treadgold, 29.
  265. Barnes, Constantine and Eusebius, 33
  266. Jones, 61.
  267. Barnes, Constantine and Eusebius, 36–37.
  268. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 34–35; Elliott, Christianity of Constantine, 43; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 65–66; Odahl, 93;Pohlsander, Emperor Constantine, 17; Potter, 352.
  269. Barnes, Constantine and Eusebius, 34.
  270. Elliott, 43
  271. Lenski, 68
  272. Pohlsander, Emperor Constantine, 20.
  273. Barnes, New Empire, 34
  274. Elliott, 45
  275. Lenski, 68.
  276. Lactancio, DMP 30.1
  277. Barnes, Constantine and Eusebius, 40–41, 305.
  278. Barnes, Constantine and Eusebius, 41
  279. Lenski, 68.
  280. Potter, 352.
  281. Panegyrici Latini 6(7)
  282. Barnes, Constantine and Eusebius, 35–37, 301
  283. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 66
  284. Odahl, 94–95, 314–15
  285. Potter, 352–53.
  286. Panegyrici Latini 6(7)1. Qtd. in Potter, 353.
  287. Panegyrici Latini 6(7).21.5.
  288. Virgil, Bucólicas 4.10.
  289. Barnes, Constantine and Eusebius, 36–37
  290. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 67
  291. Odahl, 95.
  292. Barnes, Constantine and Eusebius, 36–37
  293. Elliott, Christianity of Constantine, 50–53
  294. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 66–67
  295. Odahl, 94–95.
  296. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 31–35; Eusebio, Historia Ecclesiastica 8.16; Elliott, Christianity of Constantine, 43; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 68; Odahl, 95–96, 316.
  297. Barnes, Constantine and Eusebius, 39; Elliott, Christianity of Constantine, 43–44; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 68; Odahl, 95–96.
  298. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 34; Eusebio, Historia Ecclesiastica 8.17; Barnes, Constantine and Eusebius, 304; Jones, 66.
  299. Barnes, Constantine and Eusebius, 41; Elliott, Christianity of Constantine, 45; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 69; Odahl, 96.
  300. Barnes, Constantine and Eusebius, 39–40; Elliott, Christianity of Constantine, 44; Odahl, 96.
  301. Odahl, 96.
  302. Barnes, Constantine and Eusebius, 38; Odahl, 96.
  303. Barnes, Constantine and Eusebius, 37; Curran, 66; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 68; MacMullen, Constantine, 62.
  304. Barnes, Constantine and Eusebius, 37.
  305. Barnes, Constantine and Eusebius, 37–39.
  306. Barnes, Constantine and Eusebius, 38–39; MacMullen, Constantine, 62.
  307. Barnes, Constantine and Eusebius, 40; Curran, 66.
  308. Barnes, Constantine and Eusebius, 41.
  309. Barnes, Constantine and Eusebius, 41; Elliott, Christianity of Constantine, 44–45; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 69; Odahl, 96.
  310. Eusebio, Historia Ecclesiastica 8.15.1–2, cit. y trad. por MacMullen en Constantine, 65.
  311. Barnes, Constantine and Eusebius, 41; MacMullen, Constantine, 71.
  312. Panegyrici Latini 12(9)2.5; Curran, 67.
  313. Curran, 67.
  314. MacMullen, Constantine, 70–71.
  315. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 41; Odahl, 101.
  316. Panegyrici Latini 12(9)5.1–3; Barnes, Constantine and Eusebius, 41; MacMullen, Constantine, 71; Odahl, 101.
  317. Barnes, Constantine and Eusebius, 41; Jones, 70; MacMullen, Constantine, 71; Odahl, 101–2.
  318. Panegyrici Latini 12(9)5–6; 4(10)21–24; Jones, 70–71; MacMullen, Constantine, 71; Odahl, 102, 317–18.
  319. Barnes, Constantine and Eusebius, 41; Jones, 71; Odahl, 102.
  320. Barnes, Constantine and Eusebius, 41–42; Odahl, 103.
  321. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Jones, 71; MacMullen, Constantine, 71; Odahl, 103.
  322. Jones, 71; MacMullen, Constantine, 71; Odahl, 103.
  323. Jones, 71; Odahl, 103.
  324. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Jones, 71; Odahl, 103.
  325. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Jones, 71; Odahl, 103–4.
  326. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Jones, 71; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 69; MacMullen, Constantine, 71; Odahl, 104.
  327. Jones, 71; MacMullen, Constantine, 71.
  328. MacMullen, Constantine, 71.
  329. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Curran, 67; Jones, 71.
  330. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Jones, 71; Odahl, 105.
  331. Jones, 71.
  332. Odahl, 104.
  333. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 42.
  334. MacMullen, Constantine, 72; Odahl, 107.
  335. Barnes, Constantine and Eusebius, 42; Curran, 67; Jones, 71–72; Odahl, 107–8.
  336. Barnes, Constantine and Eusebius, 42–43; MacMullen, Constantine, 78; Odahl, 108.
  337. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 44.8; Barnes, Constantine and Eusebius, 43; Curran, 67; Jones, 72; Odahl, 108.
  338. a b Odahl, 108.
  339. Barnes, Constantine and Eusebius, 43; Digeser, 122; Jones, 72; Odahl, 106.
  340. Lactancio, De Mortibus Persecutorum 44.4–6, trad. por J.L. Creed, Lactantius: De Mortibus Persecutorum (Oxford: Oxford University Press, 1984), citado por Lenski en "Reign of Constantine" (CC), 71.
  341. Eusebio, Vita Constantini 1.28, trad. por Odahl, 105. Barnes, Constantine and Eusebius, 43; Drake, "Impact of Constantine on Christianity" (CC), 113; Odahl, 105.
  342. Eusebio, Vita Constantini 1.27–29; Barnes, Constantine and Eusebius, 43, 306; Odahl, 105–6, 319–20.
  343. Drake, "Impact of Constantine on Christianity" (CC), 113.
  344. Cameron and Hall, 208.
  345. Barnes, Constantine and Eusebius, 306; MacMullen, Constantine, 73; Odahl, 319.
  346. Barnes, Constantine and Eusebius, 306; Cameron and Hall, 206–7; Drake, "Impact of Constantine on Christianity" (CC), 114; Nicholson, 311.
  347. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 71, citing Roman Imperial Coinage 7 Ticinum 36.
  348. R. Ross Holloway, Constantine and Rome (New Haven: Yale University Press, 2004), 3, citing Kraft, "Das Silbermedaillon Constantins des Grosses mit dem Christusmonogram auf dem Helm," Jahrbuch für Numismatik und Geldgeschichte 5–6 (1954/55): 151–78.
  349. Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 71.
  350. Barnes, Constantine and Eusebius, 43; Curran, 68.
  351. MacMullen, Constantine, 78.
  352. Barnes, Constantine and Eusebius, 43; Curran, 68; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 70; MacMullen, Constantine, 78; Odahl, 108.
  353. Barnes, Constantine and Eusebius, 44; MacMullen, Constantine, 81; Odahl, 108.
  354. Cameron, 93; Curran, 71–74; Odahl, 110.
  355. Barnes, Constantine and Eusebius, 44; Curran, 72; Jones, 72; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 70; MacMullen, Constantine, 78; Odahl, 108.
  356. Barnes, Constantine and Eusebius, 44–45.
  357. Barnes, Constantine and Eusebius, 45; Curran, 72; MacMullen, Constantine, 81; Odahl, 109.
  358. Barnes, Constantine and Eusebius, 45–46; Odahl, 109.
  359. Barnes, Constantine and Eusebius, 44; MacMullen, Constantine, 81; Odahl, 111. Cf. also Curran, 72–75.
  360. Barnes, Constantine and Eusebius, 46; Odahl, 109.
  361. Barnes, Constantine and Eusebius, 46.
  362. Barnes, Constantine and Eusebius, 44.
  363. Barnes, Constantine and Eusebius, 45–47; Cameron, 93; Curran, 76–77; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 70.
  364. a b Barnes, Constantine and Eusebius, 45.
  365. Curran, 80–83.
  366. Barnes, Constantine and Eusebius, 47.
  367. Curran, 83–85.
  368. Portrait Head of the Emperor Constantine, Metropolitan Museum of Art, 26.229
  369. Barnes, Constantine and Eusebius, 45; Curran, 76; Odahl, 109.
  370. Curran, 101.
  371. Krautheimer, Corpus Basilicarum Christianarum Romanorum, 5.90, citado por Curran, 93–96.
  372. Odahl, 109.
  373. Pohlsander, Emperor Constantine, 24.
  374. Drake, "Impact," 121–123.
  375. Pohlsander, Emperor Constantine, 38–39.
  376. Pohlsander, Emperor Constantine, 41–42.
  377. Pohlsander, Emperor Constantine, 42–43.
  378. a b MacMullen, Constantine.
  379. Sardonyx cameo depicting constantine the great crowned by Constantinople, 4th century AD at "The Road to Byzantium: Luxury Arts of Antiquity". The Hermitage Rooms at Somerset House (30 March 2006 – 3 September 2006)
  380. According to the Reallexikon für Antike und Christentum, vol. 164 (Stuttgart: A. Hiersemann, 2005), column 442, there is no evidence for the tradition that Constantine officially dubbed the city "New Rome" (Nova Roma or Nea Rhome). Commemorative coins that were issued during the 330s already refer to the city as Constantinopolis (Michael Grant, The Climax of Rome (London: Weidenfeld and Nicolson, 1968), 133). It is possible that the emperor called the city "Second Rome" (Deutera Rhome) by official decree, as reported by the 5th century church historian Socrates of Constantinople.
  381. Véase Lactancio, De Mortibus Persecutorum 34–35.
  382. R. Gerberding and J. H. Moran Cruz, Medieval Worlds (New York: Houghton Mifflin Company, 2004) p. 55. Also, Percival J. On the Question of Constantine's Conversion to Christianity, Clio History Journal, 2008.
  383. Peter Brown, The Rise of Christendom 2nd edition (Oxford, Blackwell Publishing, 2003) p. 60
  384. R. Gerberding y J. H. Moran Cruz, Medieval Worlds (New York: Houghton Mifflin Company, 2004) pp. 55–56.
  385. Cf. Paul Veyne, Quand notre monde est devenu chrétien, 163.
  386. Richards, Jeffrey. The Popes and the Papacy in the Early Middle Ages 476–752 (London: Routledge & Kegan Paul, 1979) 14–15; The Popes and the Papacy in the Early Middle Ages 476–752 (London: Routledge & Kegan Paul, 1979) 15.
  387. Richards, Jeffrey. The Popes and the Papacy in the Early Middle Ages 476–752 (London: Routledge & Kegan Paul, 1979) 16.
  388. Life of Constantine Vol. III Ch. XVIII de Eusebio; Epístola del emperador Constantino relativo a los asuntos tratados en el Concilio de Nicea a los obispos que no estuvieron presentes en el mismo.
  389. Christol & Nony, Rome et son Empire, 247; Carrié & Rousselle L'Empire Romain, 658.
  390. Carrié & Rousselle L'Empire Romain, 658–59.
  391. Inscriptiones Latinae Selectae 1222; Carrié & Rousselle L'Empire Romain, 659.
  392. Carrié & Rousselle, L'Empire Romain, 660.
  393. Cf. Arnhein, The Senatorial Aristocracy in the Later Roman Empire, citado por Perry Anderson, Passages from Antiquity to Feudalism, 101.
  394. Cf. Paul Veyne, L'Empire Gréco-Romain, 49.
  395. Christol & Nony, Rome et son Empire, 247.
  396. De Rebus Bellicis, 2.
  397. Sandro Mazzarino, according to Christol & Nony, Rome et son Empire, 246
  398. Guthrie, 325–6.
  399. Guthrie, 326; Woods, "Death of the Empress," 70–72.
  400. Guthrie, 326; Woods, "Death of the Empress," 72.
  401. a b Guthrie, 326–27.
  402. Art. Pass 45; Woods, "Death of the Empress," 71–72.
  403. Christol & Nony, Rome et son Empire, 237/238
  404. Cf. Adrian Goldsworthy, How Rome Fell, 189 & 191
  405. Barnes, Constantine and Eusebius, 250.
  406. Eusebio, VC 4.9ff, citado por Barnes, Constantine and Eusebius, 259.
  407. Barnes, Constantine and Eusebius, 258–59. See also: Fowden, "Last Days", 146–48, and Wiemer, 515.
  408. Eusebius, Vita Constantini 4.58–60; Barnes, Constantine and Eusebius, 259.
  409. Eusebius, Vita Constantini 4.61; Barnes, Constantine and Eusebius, 259.
  410. Eusebius, Vita Constantini 4.62.
  411. Eusebius, Vita Constantini 4.62.4.
  412. Pohlsander, Emperor Constantine, 75–76; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 82.
  413. Because he was so old, he could not be submerged in water to be baptised, and therefore, the rules of baptism were changed to what they are today, having water placed on the forehead alone. In this period infant baptism, though practiced (usually in circumstances of emergency) had not yet become a matter of routine in the west. Thomas M. Finn, Early Christian Baptism and the Catechumenate: East and West Syria (Collegeville: The Liturgical Press/Michael Glazier, 1992); Philip Rousseau, "Baptism," in Late Antiquity: A Guide to the Post Classical World, ed. G.W. Bowersock, Peter Brown, and Oleg Grabar (Cambridge, MA: Belknap Press, 1999).
  414. Marilena Amerise, 'Il battesimo di Costantino il Grande."
  415. Eusebius, Vita Constantini 4.64; Fowden, "Last Days of Constantine," 147; Lenski, "Reign of Constantine" (CC), 82.
  416. Julian, Orations 1.18.b.
  417. Origo Constantini 35.
  418. Sextus Aurelius Victor, Historiae abbreviatae XLI.16.
  419. Eutropius, Breviarium X.8.2.
  420. Fowden, "Last Days of Constantine," 148–9.
  421. Pohlsander, Emperor Constantine, 75–76.
  422. Pohlsander, Emperor Constantine, 71, figure 9.
  423. Pohlsander, Emperor Constantine, 72.
  424. Pohlsander, Emperor Constantine, 91.
  425. Seidel, 237–39.
  426. Pohlsander, Emperor Constantine, 83–87.
  427. Lieu, "Constantine in Legendary Literature" (CC), 305.
  428. Barnes, Constantine and Eusebius, 272–23.
  429. Barnes, Constantine and Eusebius, 273.
  430. Barnes, Constantine and Eusebius, 273; Odahl, 281.
  431. Johannes Leunclavius, Apologia pro Zosimo adversus Evagrii, Nicephori Callisti et aliorum acerbas criminationes (Defence of Zosimus against the Unjustified Charges of Evagrius, Nicephorus Callistus, and Others) (Basel, 1576), cited in Barnes, Constantine and Eusebius, 273, and Odahl, 282.
  432. Caesar Baronius, Annales Ecclesiastici 3 (Antwerp, 1623), cited in Barnes, Constantine and Eusebius, 274, and Odahl, 282.
  433. Edward Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire Chapter 18, cited in Barnes, Constantine and Eusebius, 274, and Odahl, 282. See also Lenski, "Introduction" (CC), 6–7.
  434. Gibbon, Decline and Fall, 1.256; David P. Jordan, "Gibbon's 'Age of Constantine' and the Fall of Rome", History and Theory 8:1 (1969): 71–96.
  435. Jacob Burckhardt, Die Zeit Constantins des Grossen (Basel, 1853; revised edition, Leipzig, 1880), cited in Barnes, Constantine and Eusebius, 274; Lenski, "Introduction" (CC), 7.
  436. Lenski, "Introduction" (CC), 7.
  437. Lenski, "Introduction" (CC), 7–8.
  438. Barnes, Constantine and Eusebius, 274.
  439. Lenski, "Introduction" (CC), 8.
  440. Lenski, "Introduction" (CC), 8–9; Odahl, 283.
  441. Odahl, 283; Mark Humphries, "Constantine," review of Constantine and the Christian Empire, by Charles Odahl, Classical Quarterly 56:2 (2006), 449.
  442. Averil Cameron, "Introduction," in Constantine: History, Historiography, and Legend, ed. Samuel N.C. Lieu and Dominic Montserrat (New York: Routledge, 1998), 3.
  443. Lenski, "Introduction" (CC), 10.
  444. Fabian E. Udoh, review, Theological Studies, June 2008, available at [1]
  445. Lieu, "Constantine in Legendary Literature" (CC), 298–301.
  446. Constitutum Constantini 17, qtd. in Lieu, "Constantine in Legendary Literature" (CC), 301–3.
  447. Henry Charles Lea, "The 'Donation of Constantine'". The English Historical Review 10: 37 (1895), 86–7.
  448. Inferno 19.115; Paradisio 20.55; cf. De Monarchia 3.10.
  449. Fubini, 79–86; Lenski, "Introduction" (CC), 6.
  450. Henry of Huntingdon, Historia Anglorum, Book I, ch. 37.
  451. a b Greenway, Diana (Ed.); Henry of Huntingdon (1996). Historia Anglorum: The History of the English People. Oxford University Press. p. civ. ISBN 0198222246. 
  452. Roger Pearse, "Preface to the online edition of Zosimus' New History". 19 November 2002, rev. 20 August 2003. Accessed 15 August 2009.
  453. This list of primary sources is based principally on the summary in Odahl, 2–11 and further lists in Odahl, 372–76. See also Bruno Bleckmann, "Sources for the History of Constantine" (CC), "Sources for the History of Constantine," in The Cambridge Companion to the Age of Constantine, trans. Noel Lenski, ed. Noel Lenski (New York: Cambridge University Press, 2006), 14–31; and Noel Lenski, ed. The Cambridge Companion to the Age of Constantine (New York: Cambridge University Press, 2006), 411–17.

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