Usuario:THINK TANK/«Causa» versus «efecto»

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«Causa» versus «efecto»[editar]

A través de un resumen muy «conciso» del análisis de Causalidad (física); Principio de causalidad, y Causa, podríamos concluir - sin mucho preámbulo - que:

  1. Por lo general, todo «efecto» proviene o surge de varias o de una sola «causa».
  2. Que una vez que ha surgido un «efecto», éste podría pasar a ser una nueva «causa», en una especie de efecto dominó.

Propongamos un ejemplo,[1]​ en donde:


Sea la cantidad de fichas,
Sea la causa que hace que, desequilibrando la primera ficha precipite su caída, dando inicio a la secuencia de la caída de las siguientes fichas,
Sea la gravedad que hace que, una vez desequilibradas las fichas caigan. Causa presente sobre en cada una de las fichas,


Sea las dimensiones de la ficha. Causa presente sobre en cada una de las fichas,


Sea longitud que separa cada ficha. Causa presente desde la ficha hasta la ficha ,


Sea la masa de la ficha. Causa presente sobre en cada una de las fichas,


Sea el centro de gravedad de la ficha. Causa presente sobre en cada una de las fichas,


Sea los segundos que la ficha tarda en tocar a la siguiente. Causa presente sobre en cada una de las fichas,


Sea la primera ficha o el «primer efecto» de la concatenación de eventos consecutivos,
Sea la ultima ficha, o el «último efecto» o «eslabón» de la cadena.


Conociendo el Principio de causalidad, se puede proponer la función analítica que safisfaga la correlación que hay entre los elementos del conjunto:


La cadena de la causa - efecto[editar]

Los diferentes eslabones de la «cadena causalidad»[1]​ se asocian o se disocian, o se neutralizan de diferentes maneras. (Ver además: Vector (matemática); Relación matemática; Correspondencia matemática; Aplicación matemática, y Función matemática).


Relación de causa y efecto en serie[editar]

.


Relación causa efecto en paralelo[editar]


Relación causa efecto en opuesto iguales[editar]

Los efectos opuestos se neutralizan pero no se eliminan, quedando ambos sin efectos visibles. Es evidente que dos fuerzas contrarias y de la misma intensidad se anulan, pero no se eliminan. Así el «efecto» permanecerá latentes - a la espera de una «causa» , que pueda romper el «estado de equilibrio de dicho efecto neutro» - para que pueda emerger parte del «efecto no neutralizado» en un lugar, en donde se suponía no había nada.

Efecto de un «E.P.O.A.»[editar]

El efecto «E.P.O.A.»[1]​ se infiltra en la cadena disociándola, el cual suele representarse por:

, o por -


El «error propio o ajeno» (E.P.O.A.), suele ser un elemento proveniente de una equivocada interpretación asignado a un determinado evento que, por lo mismo, no guarda relación alguna con la realidad verdadera del fenómeno en estudio.


Al investigador, el , no suele presentarse como algo absurdamente ridículo, o como algo fácil de detectar; sino que al contrario, en la investigación surge como algo que se asemeja o mimetiza - casi totalmente - con la «realidad verdadera». De allí, que los investigadores - aun cuando estimen que se encuentra en presencia de un verdadero eslabón de la cadena (causa-efecto) - actúan como un verdadero «Abogado del diablo» en contra de cada eslabón, para detectar los entre todos aquellos que no lo son, y luego eliminarlos, antes de formular sus hipótesis.

Por ejemplo, si un delincuente pretende engañarnos con un «billete en € falsificado», es más que evidente que no los fabricará con una denominación de 9 €.

Sin embargo, por la información que contiene el , capaz de transformar el «efecto» en una subsiguiente «causa», acontese que las características del , no se semejan a las de un simple billete falsificado.

En la causalidad, el delincuente actúa con la misma técnica del virus que invade una célula, y una vez que se instala en su interior reemplaza la primitiva «información genética» para que una vez reprogramada, ponga en funcionamiento la infraestructura con la finalidad de fabricar más virus. En consecuencia, un sólo , introducido - en calidad de eslabón - en la cadena «causa efecto», no solamente la disociará, sino que, a partir de allí, seguirá creando nuevos eslabones en favor de su causa.

El ejemplo clásico de un , es el caso del individuo que, conociendo que es pequeñísima la probabilidad de que una persona lleve una bomba en un avión, colocaba en su maleta su propia bomba, porque es infinitesimal la probabilidad de que dos personas lleven sendas bombas en el mismo avión.

Si bien es cierto que, en probabilidad, algunos sucesos tienen relación entre sí, otros no los tienen.

Causa desconocida u omitida considerar[editar]

En cierta medida representa a las variables ocultas.


LA PROBABILIDAD DE COINCIDIR DIA Y MES DE NACIMIENTO
CANTIDAD DE PERSONAS
  • Aplicando la ley de la causalidad.

En el presente ejemplo[1]​ se presenta una asociación en serie, cuya cadena es de sesenta eslabones, por lo cual, la secuencia total de la cadena «causa efecto», conocemos la ley de «causalidad» de ese conjunto de eslabones, y por lo mismo tenemos la certeza total y absoluta que en en ese grupo - al menos - hay dos personas que tienen el mismo día y mes de nacimiento.

Se trata de una situación semejante al caso del «gato de Schrödinger», en donde la probabilidad puede calcularse a través del «evento positivo» o del «evento negativo»; vale decor, calculando la probabilidad «gato vivo», o la probabilidad de «gato muerto», y adicionalmente, trabajar o no con la superposición de esos dos estados combinados.


En donde:


En efecto, mi cónyuge puede calcular la probabilidad que no se caiga el avión en donde viaja su mamá, y yo - sobre ese mismo evento - puedo calcular la probabilidad que se caiga el avión en que viaja mi suegra, pues se trata de dos estados combinados, uno positivo y uno negativo, pero ambos, sobre el mismo avión y la misma persona.


La explicación, sobre el caso del mismo día y meses, es porque se trata de toda una serie de acontecimientos independiente, por lo cual la probabilidad es el producto de cada acontecimiento. Sin embargo, aun cuando la fecha de nacimiento de cada persona es un acontecimiento independiente, en ello está siempre presente la superposición de esos dos estados combinados, esto es y de .

A).- LA CERTEZA DE COINCIDIR DIA Y MES DE NACIMIENTO
a).- Que coincidan el mismo día y mes del nacimiento, aunque no necesariamente el mismo año .


.


Como la fecha no se puede fraccionar, tenemos que para 0,995 la certeza es del 100% que coincida.


b).- Que no coincidan el mismo día y mes del nacimiento .


.


Como la fecha no se puede fraccionar, tenemos que para 0,0049 la certeza es del 0% que no coincidan.


B).- LA CERTEZA QUE ENTRE LOS PRÓXIMOS 10 AUTOMÓVILES QUE PASEN, AL MENOS DOS VEHÍCULOS LLEVARÁN PLACAS CUYO ÚLTIMO DÍGITO SON IDÉNTICO.


.


En seis vehículos la probabilidad que, AL MENOS DOS VEHÍCULOS LLEVARÁN PLACAS CUYO ÚLTIMO DÍGITO SON IDÉNTICO, es de 0,93952
En siete vehículos la probabilidad que, AL MENOS DOS VEHÍCULOS LLEVARÁN PLACAS CUYO ÚLTIMO DÍGITO SON IDÉNTICO, es de 0,981856
En ocho vehículos la probabilidad que, AL MENOS DOS VEHÍCULOS LLEVARÁN PLACAS CUYO ÚLTIMO DÍGITO SON IDÉNTICO, es de 0,9963712
En nueve vehículos la probabilidad que, AL MENOS DOS VEHÍCULOS LLEVARÁN PLACAS CUYO ÚLTIMO DÍGITO SON IDÉNTICO, es de 0,99963712

En consecuencia, para el observador es muy difícil con siete vehículos, constate que no se repitan el último dígito.

Amiro Sajor,[1]​ relata que siendo profesor de matemáticas de un curso de 40 alumnos, en Coyhaique, les aseveró que era muy probable que dos o más de sus alumnos hubiesen nacido el mismo día y el mismo mes. Se tabuló la información, y en tres de los alumnos se verificó la coincidencia. Para sorpresa de Sajor, tal evento no impactó en la audiencia, sino que le reprocharon haber extraído - previamente - esa información.

Como la venganza es un plato que se degusta frío, cuando Sajor - tiempo despues - hubo de hacer clases de probabilidades, les propuso a esos mismos alumnos, que calificaría con la máxima nota a aquel que pudiese constatar lo referente a los automóviles, pero con el compromiso que no lo trataran de engañar. Resultado, todos los alumnos presentaron las correspondientes planillas estadísticas, y en ninguna de ellas se logró superar más de ocho vehículos sin que se produjera el evento en examen. Cuando los alumnos consultaron la razón de tal situación, el profesor, para vengarse procedió a introducir intencional y subrepticiamente un , en calidad de , afirmando que «la situación tenía por "causa primera" la mano de una "entidad psíquica" que, en venganza, pre-ordenaba la secuencia de los vehículos, para que los alumnos no pudiesen acceder a la nota máxima», y acto seguido, fijó como tarea demostrar científicamente la existencia o no de la «entidad psíquica» en cuestión. Posteriormente, Sajor explicó la razón matemática del por qué de ese barullo y confusión aparente, y además, les hizo ver que no es prudente burlarse o dudar de las matemáticas, como en el caso de la certeza del día y del mes idénticos de dos o más personas, como aconteció en la ocasión anterior en que los alumnos le imputaron haber visto previamente los antecedentes de todos ellos.


  • Aplicando las probabilidades.

En el evento que solamente conocemos algunos eslabones de la cadena, obviamente que careceremos de los elementos que nos entreguen la referida ley de «causalidad» y su conjugación.


Sea:

  1. , la persona Nº 01.
  2. , la persona X
  3. , la persona Nº 20
  4. , la persona n.


En estas condiciones, para conocer cuál es el porcentaje de certeza de que dos personas de un grupo, tengan el mismo día y mes de nacimiento, deberemos recurrir a las probabilidades, porque, según se manifestó no conocemos la totalidad de los eslabones de la cadena, como tampoco, alguna secuencia de eslabones que nos permitan utilizar la extrapolación, para realizar una gráfica más o menos satisfactoria.


En un grupo de 10 personas la probabilidad es .


En un gruto de 25 personas la probabilidad es .


En un gruto de 60 personas la probabilidad es .


El uso de las probabilidades es una herramienta que no se debe menospreciar, porque es evidente que en muchas oportunidades intervendrá o estará presente una o más , ya que no siempre se tienen todos los antecedentes como es en el caso de la onda de «de Broglie» .

«Función analítica» versus «Función concreta»[editar]

Según Aurelio Baldor, la función analítica,. (Pág. 284[2]​) es aquella en la cual se conocen de un modo preciso la relación analítica que liga las variables. Esta relación puede establecerse matemáticamente por intermedio de una fórmula o ecuación. En cambio la función concreta corresponde a aquella que, observándose los hechos sabemos que una cantidad depende de otra, pero no aun no se ha podido determinar la relación analítica que ligan las variables. En este último caso, la ley de dependencia no se conoce con precisión y por lo mismo, aun cuando existe la relación funcional, no se puede establecer matemáticamente por medio de una fórmula o ecuación. [«Variables conjugadas» corresponden a vectores o cantidades que se encuentran enlazados por alguna ley o relación determinada. Valores conjugados de una función].


Mario Bunge en la obra citada (Páginas 340 a 342[3]​), consulta:

«¿Debe la causalidad definirse en términos de predecibilidad?», y luego responde la interrogante bajo dos criterios:


  1. Bajo el criterio positivista de la causalidad, la doctrina tradicional afirma que la predicción es posible sólo con la epignósis de las leyes causales que permiten que la «predecibilidad» sea un síntoma de la causalidad, o aun más, la causación puede definirse en términos de predecibilidad.
  2. Bajo el criterio de incertidumbre y causalidad en la mecánica cuántica, las ecuaciones de la causalidad con la predecibilidad es, desde luego, común entre los partidarios de la interpretación positivista de la mecánica cuántica.

Según Werner Heisenberg, en uno de sus artículos sostuvo:

«Lo que impide a la física moderna retener la causalidad es la imposibilidad física de medir simultáneamente valores exactos de "variables conjugadas", tales como la posición y la velocidad de una "partícula"; y que ello, a su vez, nos impide formular predicciones exactas sobre los estados futuros de ésta. En realidad, en la formulación rigurosa de la ley causal "si conocemos el presente con exactitud podemos calcular el futuro", lo falso no es la inferencia sino la premisas. No podemos, en principio, conocer el presente hasta el último detalle.»[4]


La información viaja a la velocidad de la luz, y eso impide conocer con exactitud lo que acontece en el presente, sobre lo cual Mario Bunge sostiene:

«La "rigurosa formulación de la ley causal" dada por Heisenberg es por lo menos sorprendente, pues resulta ser la formulación de una consecuencia gnoseológica de la HIPÓTESIS DE LA SUCESIÓN INVARIABLE EN EL TIEMPO, sea o no de índole causal. Lo menos que se puede decir es que resulta precipitado proclamar el fracaso del determinismo tan sólo porque no es posible reunir toda la información necesaria para poner a prueba el el principio causal en un dominio particular (tal como la física atómica). Solo las erróneas ecuaciones pueden servir de base al indeterminismo»[3]

Según Niels Bohr, en uno de sus artículos sostuvo:

«No podemos ya hablar de un comportamiento autónomo del objeto físico»[5]


Teniendo en consideración la existencia de que representa las variables ocultas, interroguemosnos - en términos claros y sin eufemismos - sobre aquello que los autores citados podrían estar trasuntado, aunque ello nos resulte repugnante:

¿La velocidad de la luz no constituirá un límite insuperable, sino que, aquello que podría estar limitado sería la velocidad con la cual se trasmite la información, que cabalga en la luz?

¿No podemos ya hablar de un comportamiento autónomo del objeto físico, porque la información de la velocidad de las partículas no es directa, sino que aquella llega contraída y subsumida a la velocidad de la luz?


¿Debemos utilizar a la inversa las formulas de la «relatividad especial, esto es, para calcular la velocidad real de las partículas?

Aspecto filosófico[editar]

Según Mario Bunge. (Pág. 36[3]​), la combinación del principio de productividad con el principio de legalidad de los eventos físicos «Nada sale de la nada ni se convierte en nada» motivo por el cual «ni siquiera la divinidad puede producir algo de la nada», lo que Bunge resume con el nombre de principio genético: «No existen comienzos absolutos, ni finales absolutos, sino que todo procede de alguna otra cosa y deja a su vez rastros en otras», lo que implica que - para Mario Bunge - no existe una «causa primera».

Es obvio decir - agrega Bunge - Pág. 37[3]​): «que no sólo los teólogos rechazan el "Principio Genético", sino que tambien los filósofos subjetivistas - ya sean idealistas o sentistas: es esencial para ellos que el mundo, por más que fluya, resulta estéril sin el auxilio de alguna entidad psíquica. Vale decir, que tanto el trascendentalismo como el subjetivismo pueden admitir que los acontecimientos "se suceden unos a otros"; pero no que se "producen los unos a los otros"

  • Quien no sepa la respuesta al viejo acertijo «¿Qué fue primero el huevo o la gallina?», es un pésimo evolucionista o un peor creacionista.

En efecto, para un «creacionista» debiera ser: ¡LA GALLINA!, porque - existiendo para él la causa primera - la respuesta está en Génesis 1:21 y 22, en donde, a los creyentes se les informó: «Y Dios creó... toda ave alada según su especie. Y Dios lo bendijo, diciendo "Sed fecundados y... multiplíquense las aves sobre la tierra"».[6]​ En cambio, para un «evolucionista», la respuesta - acorde a su doctrina - debiera ser: ¡LO PRIMERO FUE EL HUEVO!, puesto que para aquellos - no existiendo la causa primera - debería ser obvio que un ave, que no era una gallina, colocó un huevo del cual - por causa del principio de evolución - eclosionó una gallina, la que por tal motivo fue de una especie diferente a la de sus padres.

La discusión filosófica, si en la «causalidad» existe o no la causa primera , no es estéril ni es absurda.

Los creacionistas oponen, a la «teoría sobre la evolución», entre otros argumentos, precisamente las probabilidades, aduciendo que infinitos monos en infinito tiempo, jamás podrán escribir ni un solo capítulo de alguna obra de William Shakespeare.

Los evolucionistas oponen, a la «creación divina», entre otros fundamentos, precisamente la geometría, pues sostienen que el Arca de Noé no tenía suficiente espacio para albergar - y así salvar del Diluvio - la gran variedad de especies creadas por Dios.


Pero, para no caer en lo chabacano ni en lo farandulero, el problema - si no lo podemos resolver - al menos debemos analizarlo recurriendo a «fuentes verificables, auténticas, veraces y fidedignas», y si la información que se tiene es de origen dudoso, será menester recurrir a otras herramientas.

Nos agrade una doctrina y nos repugne la otra, no debemos cercenar los hechos que favorecen aquello que nos repugna, pues debemos valorarlos con igual celo como lo haríamos con los que confirman la doctrina que agrada. Si yo soy «creacionista» debiera ser el Abogado del diablo, en contra del propio creacionismo; y no ser el juez que condene al evolucionismo. Y si la situación en que me encuentro es a la inversa, también se debe actuar con esa misma honradez intelectual.


Análisis del teorema de los infinitos monos[editar]

El Teorema de los infinitos monos, bajo el prisma estadístico, es total y absolutamente válido en y para si mismo, pero, es totalmente inválido cuando se aplica por semejanza al evolucionismo. Si bien un efecto es legitimo en su propia cadena de «causalidad», en una ajena pasa a ser ilegítimo, pues se transforma - para la cadena en que no es aplicable - en un , en donde el , de ese eslabón ajeno a la cadena, se transforma en una falacia y/o en una impostura.


En efecto, es causa frecuente de equivocación en el cálculo de probabilidades suponer que ciertos sucesos «no tienen relación entre sí», cuando en realidad si la tienen, o a la inversa, que «tienen relación entre sí», cuando en realidad jamás la han tenido.

Escribir un sólo capítulo de un libro, conlleva en sí mismo un cúmulo de eslabones debidamente concatenados, tanto en serie como en paralelo, para formar la cadena de la «causalidad». Y por lo mismo, el «Teorema de los infinitos monos», es exclusivamente válido en sí mismo y para sí mismo.

Los elementos, no se asocian de la manera que lo hacen las letras que, saliendo de una máquina, entregan las diferentes páginas de un libro. Los elementos, al contrario de las letras, poseen rígidas leyes de orden, de combinación, de coincidencia, y de asociación. Entonces, la probabilidad de que de la materia inerte se combine para formar proteínas y aminoácidos levógiros, entre más elementos, es factible que se aquellos se formen, bajo las condiciones adecuadas.

Recordemos el , para el caso de la certeza de que entre los próximos 10 automóviles que pasen, al menos dos vehículos llevarán placas cuyo último dígito son idéntico, en donde evidentemente «no hubo una "causa primera", ni una mano de una "entidad psíquica" que, en venganza, pre-ordenaba la secuencia de los vehículos, para que los alumnos no pudiesen acceder a la nota máxima». Los hevículos, circularon al azar, no obstante con siete vehículos ya se da que, el últimos números de al menos dos automóviles coincidan; con veinte automóviles, es 7 contra 1, que los dos últimos números de la placa de de dos o más vehículos coincidan. Entonces: ¿es o no ajeno - para este evento - el «Teorema de los infinitos monos»?

Análisis de la "causa primera"[editar]

Se ha demostrado que las estadísticas, jamás podrían destruir la «teoría de la evolución». Sin embargo, queda pendiente lo de la causa primera , porque ¿de alguna parte ha de haber salido la materia?, salvo que se sostenga y demuestre:

  1. Que la materia siempre ha existido, y
  2. Que el Big Bang es un cuento de viejas victorianas.

En la página 84, del anexo «Diccionario Católico»,[6]​ se transcriben las cinco vías de Santo Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios, en donde se señala que:

«Las pruebas de Santo Tomás de Aquino no son una intuición inmediata, ni una experiencia interna, ni un dialecticismo apriorista, sino una consideración atenta, racional, lógica de las cosas creadas, en las cuales se encuentra implícito el mensaje de la existencia de Dios Creador. La fuerza de todo este proceso demostrativo se encuentra en el principio de "causalidad" Todo efecto exige una "causa". Es un hecho que el universo es un efecto; por lo tanto, exige una causa adecuada, un creador".

Pero recordemos, que para Mario Bunge (Página 36 de la Obra citada[3]​):

«No existen comienzos absolutos, ni finales absolutos, sino que todo procede de alguna otra cosa y deja a su vez rastros en otras», lo que implica que para Bunge no existe una «causa primera absoluta», por lo cual la "causa primera" por fuerza debe provenir del "efecto final" en un círculo eterno que no tiene principio ni fin.

En la página 570 de la Obra Citada,[7]​ se contraataca, señalando que aunque Dios, como espíritu, existió siempre:

«... no se puede afirmar lo mismo de la materia que constituye el universo. Por lo tanto, cuando creó los cielos y la tierra literales [...] no usó materia preexistente», lo que, analizado bajo el prisma «teológico», Dios es el «conjunto universal» y que tanto el «universo físico» que conocemos es un simple «subconjunto», como también es un subconjunto «universo espiritual» de los ángeles y demonios; situación que nos conduce a la paradoja de Russell.

En efecto, para los teólogos Dios sería el más grande conjunto singular, y nuestro universo sería el más grande conjunto normal. Sin embargo, los teólogos sostienen que Dios, creo todo, excepto así mismo.

Análisis del Arca de Noé[editar]

Teniendo en consideración el volumen del arca de Noé, queda por dilucidar ¿Cuántos animales, aves, reptiles, etc., pudieron estar al interior del arca?

En base al relato bíblico, conformes con las dimensiones del arca, ésta habría tenido un volumen utilizable de unos .

En la actualidad, se conocen más de un millón de diferentes especies.

En la página 327 de la Obra citada:[7]

«... las instrucciones que recibió Noé fueron que solo conservase representantes de cada "género" de animales terrestres y criaturas voladoras. Algunos investigadores han calculado que con únicamente 43 "géneros" de mamíferos, 74 de aves, y 10 de reptiles podría haberse originado la enormidad variedad de especies conocidas en la actualidad».

En general, según la etimología común y actual:

Género: Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
Especie: Cada uno de los grupos en que se dividen los géneros y que se componen de individuos que, además de los caracteres genéricos, tienen en común otros caracteres por los cuales se asemejan entre sí y se distinguen de los de las demás especies. La especie se subdivide a veces en variedades o razas.

Sin embargo, conforme a la Taxonomía científica, para la palabra «especie» existe una multiplicidad de definiciones.

«Y Dios creó... toda ave alada según su especie. Y Dios lo bendijo, diciendo "Sed fecundados y... multiplíquense las aves sobre la tierra"».[6]

De donde - de manera casi espontánea - surgen las siguientes interrogantes:

¿Qué significado etimológico tenía la palabra «especie» al momento de escribirse la biblia?
¿Cuál será la «acepción» correcta para la palabra «especie», para poder entender el significados de de dicha palabra según los contextos en que aparece en la biblia.?,
Fotografía de una copia de la pintura original de Michelangelo Merisi da Caravaggio "San mateo inspirado" (Año 1602)

Si eventualmente fue cierto que la Biblia se escribió por inspiración divina (como lo sostienen y reiteran los teólogos), entonces:

En tal evento imaginario, deberíamos suponer que Dios no podría ser «vanamente redundante ni absurdamente repetitivo». En base a lo anterior, si Dios dijo «Sed fecundados», está significando que las aves se reproduzcan o procreen con facilidad y abundantemente, y por lo mismo, no había necesidad que Dios, luego agregara, «multiplíquense las aves sobre la tierra», porque ya había dicho que las aves se procrearan, pues las había creado fecundas. De lo manifestado, debemos suponer que el correcto significado del texto «multiplíquense las aves sobre la tierra», según lo ya transcrito,[7]​ y la Teoría de la Evolución, es que cada «especie, en la acepción bíblica» se tratará de un ente que tenía - inserta en su ADN - la propiedad de evolucionar hacia diferentes «especies, según la acepción actual»; ya que si ello no es así (o no existe otra explicación satisfactoria), el relató bíblico del Arca de Noé, pasaría a ser otra leyenda mitológica más; digna de quedar - en el estante - junto a Alicia en el país de las maravillas. En consecuencia, cuando los «creacionistas», por causa de su fundamentalismo ortodoxo (que no tiene nada de ortodoxo), niegan toda posibilidad a la evolución, están actuando con miopía. Y no es primera vez, que la errónea interpretación bíblica, se alza en contra de los científicos.

Análisis del cisma[editar]

En tiempos de Galileo Galilei, la religión, la filosofía, y la ciencia, comulgaban - ecuménicamente - bajo el alero de Aristóteles, ya que todo se visualizaba e interpretaba bajo esa manera hermenéutica de describir las causa y efectos de los eventos, físicos y espirituales.

En efecto, santo Tomás de Aquino, luchó durante varios años para fusionar la filosofía de Aristóteles con aquello que decía la Biblia, de allí, que toda interpretación bíblica debía estar en total acuerdo con aquello que había postulado Aristóteles.

En consecuencia, aquel híbrido «aristotélico-bíblico-científico», introdujo a ultranza un dogma en la mente de religiosos, catedráticos y científicos de esa época:

  1. La hipótesis del geocentrismo,
  2. Que la luna tenía luz propia.
  3. Y además, que la superficie de la luna era total y absolutamente lisa y llana.


Galileo, con su telescopio constató que Aristóteles estaba equivocado, y que junto a aquel, también estaban equivocados todos los científicos y catedráticos - fieles seguidores - de los postulados de ese filósofo. Pero, Galileo - no se conformó con demostrar que estaban equivocados - sino que incurrió en un pecado imperdonable para la «comunidad catedrática de esa época», granjeándose enemigos acérrimos, dado los ingeniosos y no menos mordaces comentarios de Galileo, con los cuales, se mofaba de lo erróneo de lo que ellos enseñaban. Pero, lo que más irritaba a esa «comunidad» era que, ninguno de ellos, no podían hacer nada en contra de los comentarios de Galileo.

Ya hemos dicho que la «venganza es un guisado que se degusta frío», y los enemigos de Galileo pacientemente le dieron tiempo al tiempo, para que se enfriara el bocado que habrían de degustar. De esa manera se abonó el terreno de la confrontación, con aquel que, no solo puso en tela de juicio las suposiciones del venerado Aristóteles, sino que además - en frente de los alumnos de aquellos catedráticos - las había destruido por falsas.

Posteriormente, Galileo afirmaba que el «geocentrismo» al que se había adherido Aristóteles era erróneo, como también eran las afirmaciones de los catedráticos en tal sentido, lo que encolerizó aún más a dichos catedráticos. Pero, Galileo fue más allá, cuando sostuvo que la teoría heliocéntrica estaba en armonía con las Santas Escrituras, ya que con ello, se erigía como una autoridad en religión, según emana de las «Cartas copernicanas»,nombre con el cual se singulariza la carta que, Galileo Galilei, escribió a doña Cristina de Lorena, Gran Duquesa de Toscana.

« No habrían caído en este error si hubieran prestado atención a un texto de San Agustín, muy útil a este respecto, que concierne a la actitud que debe adoptarse en lo referente a las cuestiones oscuras y difíciles de comprender por la sola vía del discurso; al tratar el problema de las conclusiones naturales referentes a los cuerpos celestes escribe:

«Ahora, pues, observando siempre la norma de la santa prudencia, nada debemos creer temerariamente sobre algún asunto oscuro, no sea que la verdad se descubra más tarde y, sin embargo, la odiemos por amor a nuestro error, aunque se nos demuestre que de ningún modo puede existir algo contrario a ella en los libros santos, ya del Antiguo como del Nuevo Testamento» (Del Génesis a la letra, lib. II, cap. XVII).

Pero sucedió que el tiempo ha revelado progresivamente a todos la verdad de lo por mí sentado. Quienes están al tanto de la ciencia astronómica y de la ciencia natural quedaron persuadidos de la exactitud de mi primera posición. Y quienes se negaban a reconocer la verdad de lo que yo afirmaba sólo por causa de su inesperada novedad, o porque carecían de una experiencia directa de ella, se plegaron poco a poco a mi punto de vista. Pero los hay quienes, amén de su apego a su primer error, manifiestan hallarse mal dispuestos, no tanto para con las cuestiones que expongo, cuanto para con su autor; y como ya no tienen la posibilidad de negar una verdad por hoy bien probada, la ocultan con obstinado silencio, y todavía más irritados que antes por mis afirmaciones que los otros aceptan ahora sin inquietud, intentan combatirlas de diversas maneras. No haría yo más caso de ellos que de los otros contradictores que se me han opuesto, seguro de que la exactitud de lo que sostengo habrá de ser por fin reconocida, si no viera que esas nuevas calumnias y persecuciones no se limitan a la cuestión particular de que he tratado, sino que se extienden hasta el punto de hacerme objeto de acusaciones que deben ser; y que son para mí más insoportables que la muerte».


Evento, este último, que fue el «guisado de la venganza» pues les permitió, a sus enemigos, denunciarlo con "fundamentos y pruebas" a los agentes del Santo Oficio, la inquisición, arguyendo que Galileo, sostenía que sabía más de religión que el mismo Papa.

La historia, obviamente, no terminó con la sentencia impuesta a Galileo, sino que fue el principio del fin que «causó» el origino del «efecto» cisma ciencia-religión:

«Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto Vicenzio Galilei, de Florencia, de setenta años de edad, siendo citado personalmente a juicio y arrodillado ante vosotros, los eminentes y reverendos cardenales, inquisidores generales de la república universal cristiana contra la depravación herética, teniendo ante mí los sagrados evangelios, que toco con mis propias manos, juro que siempre he creído y, con la ayuda de Dios, creeré en lo futuro todos los artículos que la Sagrada Iglesia Católica y apostólica de roma sostiene, enseña y predica. Por haber recibido orden de este Santo Oficio de abandonar para siempre la opinión falsa que sostiene que el sol es el centro inmóvil, siendo prohibido el mantener, defender o enseñar de ningún modo esa falsa doctrina; y puesto que después de habérseme indicado que dicha doctrina es repugnante a la Sagrada Escritura, he escrito y publicado un libro en el que trato de la misma condenada doctrina y aduzco razones con gran fuerza en apoyo de la misma, sin dar ninguna solución; por eso he sido juzgado como sospechoso de herejía; esto es, que yo sostengo y creo que el sol es el centro del mundo e inmóvil, y que la Tierra no es el centro y ni es móvil, deseo apartar de las mentes de vuestras eminencias y de todo católico cristiano esta vehemente sospecha, justamente abrigada contra mí; por eso, con un corazón sincero y fe verdadera, yo abjuro, maldigo y detesto los errores y herejías mencionadas, y en general, todo otro error y sectarismo contrario a la Sagrada Iglesia; y juro que nunca más en el porvenir diré afirmaré nada, verbalmente o por escrito, que pueda dar lugar a una sospecha similar contra mí, asimismo, si supiese de algún hereje o de alguien sospechoso de herejía, lo denunciaré a este Santo Oficio o al inquisidor y ordinario del lugar en que se pueda encontrarme. Juro, además, y prometo que cumpliré y observaré fielmente todas las penitencias que me han sido o me sean impuestas por este Santo Oficio. Pero si sucediese que yo violase alguna de mis promesas dichas, juramentos y protestas (¡que Dios no quiera!), me someto a todas las penas y castigos que han sido decretados y promulgados por los sagrados cánones y otras constituciones generales y particulares CONTRA DELINCUENTES DE ESTE TIPO. Así con la ayuda de dios y de sus sagrados evangelios, que toco con mis manos, yo, el antes nombrado Galileo Galilei, he jurado, prometido y me he ligado a lo antes dicho; y en testimonio de ello, con mi propia mano he suscrito este presente escrito de mi abjuración, que he recitado palabra por palabra. En roma, en el convento de Minerva, 22 de Junio de 1633; yo, Galileo Galilei, he abjurado conforme se ha dicho antes con mi propia mano».[8]

Eppur si muove[editar]

La sentencia pronunciada en contra de Galileo, implicaba que a través de ella se había condenado, no solo a una persona inocente de los cargos, sino que además, por el hecho de tener la razón. Y todo ellos por causa de de tres errores de la Inquisición.



Los principales pasajes bíblicos (Versión “Biblia de Jerusalén), que fueron mal interpretados, por la Inquisición, con la finalidad de acomodarlos a la filosofía de Aristóteles - con la cual se condenó a Galileo Galilei - son los siguientes:


“Sobre sus bases asentaste la tierra, inconmovible para siempre jamás”. (Salmos 104:5)

“Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir”. (Eclesiastés 1:5)


Los Inquisidores concluyeron que expresiones como “sale el sol” y “el sol se pone” significaban que el Sol se mueve, y no la Tierra.

A su turno, el Salmo 104:5, lo interpretaron en el sentido que la Tierra nunca podría moverse del lugar en que Dios la situó, al momento de ser creada.

En consecuencia, la Inquisición cometió tres errores:[6]

  1. Permitió que se la utilizara como instrumento para saciar la sed de venganza incoada por simples rencillas laicas.
  2. Mal interpretó dos pasajes bíblicos para acomodarlo a las premisas filosóficas de Aristóteles;
  3. Y a la vez, no actuó con prudencia al no considerar un importante pasaje bíblico: «Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres,...». (Colosenses 2:8)



Muchos científicos de épocas posteriores a Galileo, concluyeron que no era aceptable que erróneas interpretaciones bíblicas frenaran el avance de la ciencia. En consecuencia, tal razonamiento fue la «causa» de varios «efectos» posteriores. Uno de los principales fue el nacimiento del Cientificismo, en donde sus detractores sostienen que, aquel contiene un «dialecticismo apriorista», casi dogmático: "Dios no existe", en una especie de revancha o venganza en contra de la religión, como reacción tardía, en contra de la injusta condena que fue objeto Galileo".

Al negar, la existencia del verbo rector de la religión, es evidente, que se puede sostener que aquella se trata de una simple mitología, en donde fue el hombre el creador de ese dios. Esa misma técnica, en la actualidad la han aplicado los «Sociología de la Ciencia», a través de la cual, a la ciencia la despojan de la razón de ser: "La verdad que busca la ciencia no existe, son los científicos que a su amaño crean su propia verdad".

En palabras de Mario Bunge:[3]¿Quien dirá la verdad, los que la buscan o los que dicen que no existe?

Interrogante de Bunge que, por su parte, legitima a los creyentes para preguntar sin eufemismos: ¿Quien dirá la verdad, los que buscan a Dios o los que dicen que no existe?

Como se podrá percibir y predecir, el análisis y estudio de tal controversia, tiene para rato.


Otros temas[editar]

Fuentes externas[editar]

    1. ARTÍCULO, autor: SAJOR, Amiro (2000). "Predecibilidad - Apuntes de clases". H.B.L., Sec. 12:05 - 17/09/2000. ISBN. 
    2. LIBRO, autor: BALDOR, Aurelio (1968). "ALGEBRA ELEMENTAL". Madrid: EDITORIAL MEDITERRANEO. ISBN. 
    3. LIBRO, autor: BUNGE, Mario (1972). "CAUSALIDAD - El principio de causalidad en la ciencia moderna". Argentina: EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES. ISBN. 
    4. ARTÍCULO, autor: HEISENBERG, Werner (1927). "Über den anschaulichen Inhalt der Quantentheoretische Kinematik und Mechanik". Zeitschrift für Physik, 43, 172 (1927). ISBN. 
    5. ARTÍCULO, autor: BOHR, Niels (1936). "Kausalität und Komplementarität". Erkenntnis, 6, 293 (1936). ISBN. 
    6. LIBRO, autor: INSPIRACIÓN DIVINA (1969). "LA SAGRADA BIBLIA". EDICIÓN BARSA (The Catholic Press) Chicago Illinois. ISBN. 
    7. LIBRO, autor: WATCH TOWER BIBLE AN TRACT SOCIETY OF PENNSYLVANIA (1991). "PERSPICACIA para comprender las escituras". Editores: WATCHTOWER BIBLE AND TRACT SOCIETY OF NEW YORK, INC. INTERNATIONAL BIBLE STUDENTS ASSOCIATION. ISBN. 
    8. LIBRO, autor: J.J. Fahie (1903). "Galileo", Página Nº 313. Editores: His Life and Work . ISBN. 
    9. LIBRO, autor: BEISER, Arthur (1973). "CONCEPTOS DE FÍSICA MODERNA". México McGRAW-HILL COMPANY, INC., U.S.A.. ISBN. 
    10. AUTOBIOGRAFÍA, autor: BRÜGGEN, Juan (1933). "Biografía Cronológica del Doctor Juan Brüggen". 'REVISTA CHILENA DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA', volumen (I-VI), Nº 121, págs. 166 a 172, Año 1952. ISBN. 
  1. a b c d e Obra citada de SAJOR, Amiro.
  2. Obra citada de BALDOR, Aurelio.
  3. a b c d e f Obra citada de BUNGE, Mario.
  4. Obra citada de HEISENBERG, Werner.
  5. Obra citada de BOHR, Niels.
  6. a b c d Obra citada de LA SAGRADA BIBLIA.
  7. a b c Obra citada de PERSPICACIA.
  8. Obra citada de J.J. FAHIE.