Es la heredera de la región histórica de Castilla la Nueva, exceptuando a la provincia de Madrid, que se decidió que constituyera una comunidad autónoma uniprovincial separada de Castilla-La Mancha, tras la división territorial de España posterior a la promulgación de la Constitución de 1978, e incluye la totalidad de la comarca natural de La Mancha, al incorporarse la provincia de Albacete (formaba parte de Murcia).
Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro (Granátula de Calatrava (Ciudad Real), 27 de febrero de 1793 - † Logroño, 8 de enero de 1879). Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria, Duque de Morella, Conde de Luchana y Vizconde de Banderas, títulos concedidos por su carrera como General y Regente de España.
Su padre había encauzado su formación para un destino eclesiástico pero la Guerra de la Independencia le arrastró desde muy joven al frente de batalla, que no abandonó hasta veinticinco años después. Combatiente en tres de los cuatro conflictos más importantes de España en el siglo XIX, fue soldado en la guerra contra la invasión del francés, oficial durante la guerra colonial en el Perú y General en Jefe en la guerra civil. Vivió en Cádiz el nacimiento del liberalismo español, senda que no abandonaría jamás. Hombre extremadamente duro en el trato, valoraba la lealtad de sus compañeros de armas —término que no gustaban de oír los demás generales— tanto como la eficacia. Combatió en primera línea, fue herido en ocho ocasiones y su carácter altivo y exigente le llevó a cometer excesos, en ocasiones muy sangrientos, en la disciplina militar. Convencido de que su destino era gobernar a los españoles, fue por dos veces Presidente del Consejo de Ministros y llegó a la Jefatura del Estado como Regente durante la minoría de edad de Isabel II. Ha sido el único militar español con tratamiento de Alteza Real y, a pesar de todas sus contradicciones, supo pasar desapercibido los últimos veintiocho años. Rechazó la Corona de España y fue tratado como una leyenda desde bien joven.
La Catedral de Sigüenza tiene su origen en enero de 1124, cuando el obispoDon Bernardo de Agén (1121-1152), reconquista la ciudad con objeto de contrarrestar la influencia del obispado de Osma, en tiempos del reinado de Doña Urraca (hija de Alfonso VI). Fue nombrado obispo en 1121 (antes de la conquista del lugar), por el Arzobispo de Toledo, Bernard de Sedirac, de la orden de Cluny, continuando la influencia de esta orden monástica introducida en el Reino de Castilla por Alfonso VI y Alfonso I de Aragón, esposo de la reina castellana.
Actualmente sigue sin demostrarse con seguridad la localización de la primitiva catedral, aunque tenemos dos hipótesis:
La primera se basa en un documento de 1138, en el que el rey Alfonso VII otorga una donación del terreno donde ha sido fundada.
La segunda que, según un documento de 1144, Don Bernardo reedifica con doble muro y Torre una primitiva Catedral, posiblemente sobre los restos de una antigua iglesia visigoda o mozárabe.
Este obispo consiguió de Alfonso VII (1126-1157), privilegios y donaciones, con los que acrecentar la nueva población, unificando los dos poblados: el superior en torno al castillo y el inferior, el mozárabe, en torno al cauce del Henares.
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