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Malinalco
Entidad subnacional

Escudo

 • Estado Bandera de Estado de México Estado de México
 • Municipio Malinalco
Alcalde Vidal Pérez Vargas(2013 - )
Población (2010)  
 • Total 6,523 hab.[1]
Código postal 52440
Prefijo telefónico 714
Sitio web oficial

Malinalco, está ubicado al sur de la ciudad de Toluca de Lerdo y 52 km de la ciudad de Cuernavaca, fue un asentamiento importante del pueblo mexica y es una pequeña localidad del Estado de México y es la cabecera municipal de Malinalco.

Actualmente funge como un asentamiento humano dedicado a la agricultura y el turismo, por su clima tropical y sus monumentos históricos es una localidad que atrae visitantes todo el año, pero también arriban al lugar personas que tienen casas de descanso durante los fines de semana.

Este municipio es además un pueblo con encanto del Estado de México que orgullosamente conforma junto a: Aculco, Amanalco, Amecameca, Ayapango, El Oro, Metepec, Sultepec, Temascalcingo, Temascaltepec, Teotihuacan, Tlalmanalco, Tonatico, Villa del Carbón (municipio), Zacualpan, Acolman, Ixtapan de la Sal y Otumba.

Toponimia[editar]

Glifo de Malinalco.

El nombre de Malinalco se compone de malinalli, planta gramínea llamada "€œzacate del carbonero"€, con ellas se hacen las sacas del carbón y las cuerdas o mecates con que las atan; de xóchitl: "flor" y de co: "en", significa: "€œDonde se adora a Malinalxóchitl, la flor del malinalli"€.

El nombre de Malinalco refiere al tolnapohualli o calendario azteca y corresponde al duodécimo signo de los 20 del mes, es decir malinalli, según los Anales de Quauhtinchan. Otro jeroglífico, en el Códice Borgia, aparece el duodécimo día malimalli con la bandera pámitl, que se refiere al sacrificio humano y a la muerte. Por su parte el Códice Boturíni, lo designa como Tira de la Peregrinación. En Matrícula de Tributos (Códice de Moctezuma), el topónimo de Malinalco se interpreta por un cráneo humano rematado por seis estilizaciones de la planta malinalli florecida, éste se utiliza oficialmente.

Historia[editar]

Es en la época del "Pos-clásico temprano y el inicio del Tardío" cuando se registran los primeros pobladores en este lugar. Antes de que fuera ocupado por un grupo culhua encabezado por Cuauhtepexpetlatzin ya había estado poblado con gente de raigambre matlazinca y tal vez por los ocuiltecos, se cree incluso que su habla ya existía desde el año 600 d.C.

Durante la conquista española Malinalco se rebeló así que Andrés de Tapia tuvo el encargo de hacerlos rendir junto con la gente de Ocuilan (después de la noche triste). La tierra recién pacificada se organizó en encomiendas así que en Malinalco las primeras fueron otorgadas a Cristóbal Rodríguez de Ávalos y a la Corona. Fue Cristóbal Rodríguez quien influyó en la tarea evangelizadora y apoyó para la edificación del convento.

Malinalco fue evangelizado por franciscanos y dominicos, finalmente se le designa a los agustinos en 1533.

Fue en Malinalco donde tuvo su estancia Don José María Morelos y Pavón el 8 de enero de 1813; en esta localidad firmó un documento donde se "ordena que se devuelva a México una carta del cabildo eclesiástico en la que éste pedía donativos para ayudar en la guerra peninsular contra los franceses".

Cumpliendo con los requisitos fue ratificado su ayuntamiento por el gobernador Melchor Múzquiz, según consta en la Memoria del 15 de febrero de 1826; de esta la fecha de erección del municipio de Malinalco corresponde al 1º de enero.

Después de la guerra de Reforma los jefes reaccionarios y gavillas siguieron peleando durante los primeros meses de 1861; como refugio tenían las montañas de Ocuilan y Malinalco.

Con la aplicación de las leyes de Reforma los edificios, propiedades eclesiásticas y demás pasaron a manos del estado por lo que en Malinalco los conventos agustinos continuaron funcionando a la comunidad, pero su dueño era ahora el estado.

Durante la Revolución, la proximidad de Malinalco con el estado de Morelos lo hizo partícipe de los embates revolucionarios y se unió al bando zapatista.

Cuando las fuerzas de Emiliano Zapata irrumpieron en la zona, el 10 de abril de 1912 la gente de Malinalco se puso a las órdenes del general de división Genovevo de la O.

Durante el periodo de Victoriano Huerta, Malinalco permaneció leal a las fuerzas zapatistas.

Bajo el Decreto número 128, siendo gobernador interino del estado, Antonio Zimbrón se aclara que Chalma pertenece a la municipalidad de Malinalco y es eregido como pueblo.

Por la pertenencia de sus pobladores, su infraestructura turística y hotelera, su impresionante zona arqueológica y su convento del siglo XVI, Malinalco fue declarado en el año 2010 Pueblo Mágico por la Secretaría de Turismo (Sectur).

Monumentos históricos de Malinalco[editar]

Ex-convento de Malinalco.

En cuanto a la época prehispánica, el departamento de Monumentos: actualmente, Instituto Nacional de Antropología e Historia, comisiona a un arqueólogo, para que se encargue de los trabajos de exploración del sitio, el 23 de marzo de 1936. Se mencionan tres construcciones en el llamado "€œCerro de los ídolos"€; además de los monumentos de éste, se han localizado y estudiado otros 35 sitios de vestigios arqueológicos en el municipio: Matlalac, Rincón de Techimalco, Rincón de San Miguel, Cerro Orquemel, Santa María Malinalco o Rincón del Pozo, Tozquihua, Cerro Ciriaco, Tlamantlán, Rincón del Cementerio, Potrerillo, Los Diablitos, Escuela Miguel Hidalgo, La Soledad y demás.

De la época Colonial, tenemos el convento e iglesia del Divino Salvador en Malinalco; la capilla de Santa Mónica en la cabecera municipal; las capillas de San Nicolás Tolentino y Jesús María en el hoy pueblo de San Nicolas; las capillas suman un total de once; la hacienda de Jalmolonga, la más importante de la región del municipio actual de Malinalco y la iglesia del "Señor de Chalma".

Zona Arqueológica[editar]

Zona arqueológica de Malinalco.
Zona arqueológica de Malinalco.


La historia de Malinalco es sumamente antigua y se remonta a épocas prehispánicas al haber sido poblado por las culturas teotihuacana, tolteca, matlazintla y azteca. De estas dos últimas culturas, aún perdura una importantísima Zona arqueológica, ubicado en la cima del Cerro de los Ídolos al oeste del poblado. A este lugar acudían los guerreros águila a realizar ritos esotéricos para su iniciación como guerreros aztecas. En este sitio arqueológico podemos localizar varias edificaciones, siendo la más sobresaliente, la "Casa de las Águilas y los Tigres", una pirámide - templo tallada directamente sobre la piedra de la ladera de la montaña. Este espacio alrededor de cuya puerta se encuentra representada la boca de una serpiente, simbolizaba para los guerreros prehispánicos las puertas del Mictlan o inframundo, donde tras entrar y realizar toda una serie de ceremonias y rituales mágicos, regresaban al mundo de los vivos convertidos en los legendarios guerreros águilas de los ejércitos mexicas.

La riqueza arqueológica de Malinalco es abundante y por algo se ha constituido en uno de los yacimientos prehispánicos más relevantes del territorio mexiquense. Uno de los factores que más han ayudado a la consolidación de Malinalco en el mapa turístico mexicano, se refiere al fácil acceso que ofrece a los visitantes. La infraestructura carretera y de servicios turísticos con las que cuenta Malinalco y sus alrededores, hacen que sea muy sencillo visitar este mágico rincón del Estado de México toluca

Metamorfosis y Obstinación de la memoria[editar]

La edad de Malinalco es incierta y múltiple, se fija o disipa: toma diversos nombres, rostros, cifras, se abandona a la regularidad de la cronología, pero también se desintegra y se desfigura incesantemente. Los relatos de su historia son silenciosos y equívocos, omnipresentes, elusivos, contradictorios. El peso de su herencia es desigual, sus expresiones fragmentarias son traslúcidas o veladas, primordiales o episódicas dependiendo del tiempo y el espacio en el que se presenta. En las huellas de los acontecimientos cotidianos es posible descifrar formas ancestrales o contemporáneas del lenguaje, pero también es posible reconocer esta alianza de memorias, relatos, legendarios, cuentos y formas de vida que remiten a una matriz prehispánica en la elección de los objetos rituales y festivos en la estructura y la correspondencia de los calendarios a los ciclos agrícolas o las prácticas colectivas.

El poblado de Malinalco se extiende al pie de la montaña, en una esquina de la sierra, como la raíz anómala de una pared de roca que se expande sobre la tierra. Las calles empedradas que circundan los barrios dejan adivinar la memoria densa de la implantación española, las trazas rectangulares, la orientación barrial, las puertas de la iglesia salvo la de Santa Mónica, el trazo de regular de las paredes, puertas y ventanas enmarcadas por colores intensos seguidas por inmensas bardas y paredes, algunas todavía de adobe. El perfil de las montañas, sus fracturas, los cortes de su silueta encuentran su sentido en la lógica de las cosmogonías prehispánicas inscritas, como cifras enmudecidas, en los restos arqueológicos que advierten de la relevancia simbólica de esos pliegues geológicos: las sombras, los accidente de la luminosidad del día, las marcas geográficas que identifican el lugar de salida y ocultamiento del sol orientan las edificaciones.

Las construcciones prehispánicas, edificaciones aztecas cavadas en la roca viva, emergen de la montaña, antes de la cima, como una adherencia, relatan las vicisitudes de guerras cosmogónicas con una descomunal muesca atávica en la roca, responden a los dioses con la evidencia de la desmesura humana acrecentando la impaciencia abrupta de las montañas. Las construcciones son el testimonio de la visión de otra memoria. Esas pirámides y construcciones ceremoniales se han transformado en relatos meramente referentes, con variaciones modernas, ficciones restauradas según las exigencias contemporáneas de las identidades en la presencia y olvido. Pocos rastros explícitos, elocuentes, quedan en Malinalco de presencia indígena, salvo el nombre mismo del pueblo, y rasgos dispersos de la herencia en los rostros, en las ceremonias barriales y estacionales que se realizan en los montes, en las cruces católicas, en la insistencia de algunas prácticas médicas, en el desgarro del lenguaje, en los relatos cosmogónicos de grupos privilegiados de la población, en el confinamiento barrial de la memoria.

Las pirámides son las pruebas herméticas, monumentales y residuales de esta presencia. Pero son también el testimonio de una historia de las luchas sucesivas entre indígenas, de la sucesión de supremacías y esclavitudes, entre las guerras, de las promesas de purificación asociadas a la voluntad de sometimiento o de dominación de los sucesivos señoríos indígenas. Los restos arqueológicos del dominio azteca, las construcciones de Ahuizotl y Moctezuma II, se despliegan en Malinalco como una presencia irrenunciable, omnipresente de un relato olvidado de poder, como monumento de veneración, un testimonio del acrecentamiento del poder azteca y la afirmación de una historia de guerras y resistencias. [2]

Triple Alianza[editar]

Ese complejo de construcciones ceremoniales, atalaya y santuarios, fruto de la ocupación militar y monumento de la supremacía de los mexicas es el relato material, de una larga serie de ocupaciones, devastaciones, alianzas, sometimientos, fusiones culturales, lingüísticas e institucionales. El primer poblamiento era ya una confluencia de culturas que incorporó, en distintos momentos, grupos otomíes, chichimecas y nahuas. De filiación otomiana, estos grupos constituyeron, junto con lo pobladores de Ocuilan, un sustrato cultural con las lenguas del mismo linaje: matlatzinca y ocuilteco; marcaron la materia lingüística y resguardaron la memoria cultural, primordial que daría identidad a la región. Una migración temprana desde Malinalco a Tlalmanalco- Amecameca funda en este lugar un asentamiento dotado de una identidad propia.

En la conquista y expansión emprendida por la Triple Alianza, la zona otomiana cae y con ella se doblega también Malinalco, que se integra al imperio tenochca. Revueltas incesantes en la zona renuevan las campañas de control religioso, territorial, cultural y militar. La Triple Alianza consolida entonces su dominio. Malinalco queda ya enteramente sometido a la esfera mexicana, para luego afianzar su integración mediante alianzas y lazos de parentesco. Durante esas luchas, levantaron santuarios y edificaciones ceremoniales. La historia de Malinalco: resistencia y alianza, repliegue e imaginación, memoria y ruptura, transgresión y olvido. Incesantemente.

Las extensiones del valle de Malinalco fueron ocupadas sucesivamente. Sus dueños originales, desplazados, desterrados. Primero por las continuas oleadas de la conquista indígena, luego, por los conquistadores españoles, más tarde por la expansión de las haciendas, después por la redistribución de las tierras en la cauda de la Revolución, en pleno siglo XX por la usura de los regímenes modernos. La tierra y las raíces arcaicas de Malinalco exhiben las señales veladas, caso soterradas, disgregadas, discontinuas, del tránsito entre barbaries imperiales: del dominio azteca al avasallamiento español, del confinamiento y el abandono que se experimentó durante las épocas tardías de la Conquista, al silencio y la exclusión instrumentadas durante la modernidad. La Conquista es quizás el momento decisivo que marcará la memoria material del pueblo.[2]

Geografía Simbólica[editar]

La región de Malinalco comprendía distintos asentamientos demográficos, estancias, cuyas poblaciones se desplazaron, se reubicaron o incluso se fundieron en esa traza original del pueblo, para dar finalmente lugar a los distintos barrios, de historias y edades diferenciadas y cuyas divergencias se han mantenido a lo largo de los años. El perímetro de cada barrio, sus linderos, su orientación con respecto al monasterio , el lugar de su santuario, surgieron en ese momento y se preservan casi intactos hasta la fecha. Esa historia de los asentamientos, de los prestigios, de las dignidades autónomas de los grupos congregados en la estructura barrial permanece troquelada aunque tácita en los ordenamientos de las fiestas, en las reglas de los cargos, en las fisonomías de las casas y las residencias en la arquitectura y las disposición espacial y simbólica de los santuarios, y en las identidades atribuidas a sus pobladores por los otros miembros del pueblo. Así cada barrio parece tener sus propios atributos, su propio carácter, su prestigio, incluso sus inclinaciones, sus costumbres y su temperamento.

Las localidades que recibieron entonces los nombre de San Pedro, San Andrés, San Guillermo, Santa Mónica, San Nicolás Tolentino, San Martín y San Sebastián, dispersas aunque ubicadas en zonas aledañas, se integraron en barrios. Malinalco surgió de esta de estas inmigraciones, de estas comunidades trasplantadas que preservaron también sus nombres y sus santos patrones, arraigando su culto en los santuarios correspondientes que constituyen el eje de la topografía simbólica del pueblo. No obstante, no todas las localidades preservaron su identidad y ocuparon territorios propios, delimitados. Ocurrieron fusiones o tal vez integraciones reconocibles si acaso en alguna reminiscencia, en jirones o residuos simbólicos de los rituales barriales o en el nombre de los patrones o las fechas de las celebraciones del calendario perdido de quienes los acogieron.

De estos agrupamientos originales surgieron los ocho barrios que hoy dan su fisonomía a la cabecera municipal de Malinalco: Santa María, San Juan, San Martín, Santa Mónica, San Guillermo, San Pedro, La Soledad, y San Andrés. En las inmediaciones de la periferia de la zona acotada de Malinalco se encuentran San Nicolás, Jesús María, San Sebastián, así como otros asentamientos con distinta genealogía: Jalmolonga, que reclama la dignidad del monasterio jesuita que constituye su centro y emerge como la referencia simbólica de una larga historia de alianzas y confrontaciones económicas, religiosas y políticas en la zona, y La Ladrillera, asentamiento de reciente formación y que, en las últimas décadas del siglo XX, sufrió la progresiva apropiación de territorios por algunos miembros de la élite burocrática del régimen salinista. Las diferencias entre estos asentamientos tiene su reflejo a la organización, la participación institucional, e inclusive en el régimen de fiestas de la comunidad entera de Malinalco. [2]

Ceremonia y Festividad[editar]

Los barrios se congregan. La fiesta comienza semanas atrás de 6 de agosto, el día en que habrá de festejarse San Salvador, patrón de Malinalco. En esta fecha se cierra y también se abre otro ciclo anual. En Malinalco, como en la mayor parte de los pueblos tradicionales de México, los ciclos festivos y rituales se yuxtaponen. Dan lugar a una densidad singular de la vida social; los ciclos festivos abarcan distinta localidades y periodos de diversa amplitud: fiesta, familiares, barriales, colectivas, privadas, religiosas, civiles. Algo similar ocurre con otras celebraciones y rituales de conmemoración, de pasaje, fiestas de algarabía o ceremonias de duelo: abren y cierran incontables ciclos que se empalman en el calendario, para revelar o bien una regulación festiva densa, o bien, secuencias de celebraciones que se disponen en series apretadas. La fiesta del 6 de agosto conjuga la presencia de múltiples y diversos actores: organizaciones barriales y religiosas, orquestas, puestos, vendedores, autoridades civiles, ministros de diversos cultos asociados a la religiosidad popular y las prescripciones institucionales de la Iglesia. Se conjugan hoy ritos, ceremonias, fiestas; la participación es abierta: los rituales concheros y las pautas litúrgicas católicas se combinan con las expresiones festivas instituidas o espontáneas: de los chinelos a la música grupera.

En la víspera de 6 de agosto, los barrios participan de manera autónoma en la celebración. Reciben y devuelven la visita de la imagen. San Salvador transita desde el templo central hasta la iglesia de cada uno de los barrios. Visitas que refrendan la alianza, ida y vuelta, entre los barrios, restauran el tejido de la unidad de creencias, pero sobre todo de la cohesión colectiva a través de los cultos patronales en los distintos barrios. Peregrinaciones múltiples y sucesivas se despliegan en el calendario para culminar en el momento de la concurrencia colectiva , en el templo central de Malinalco. La imagen de San Salvador preside todas las peregrinaciones cuyo recorrido es anunciado a toda la comunidad con una secuencia de cohetes. En su trayecto habrán de pasar por el barrio de Santa María. Ahí, en un punto crucial, vértice de fronteras entre barrios, un contingente de chinelos espera la llegada de la Imagen. A partir de ese lugar, la procesión se transforma: la música y la danza de los chinelos acompaña la procesión, como ocurre en numerosas ceremonias y fiestas en el Altiplano. La presencia rítmica acentúa incansablemente la calidad festiva de la ceremonia, revela el sentido múltiple de la imagen y su travesía.

Celebración de Muertos[editar]

En el preludio de la celebración de muertos y las expresiones de fervor y de culto adquieren una forma mitigada. Se trata de la celebración de solidaridades íntimas, restringidas a la familia consanguínea o a la extensa trama de los parentescos de una proximidad cifrada —amistades, padrinazgos y otras formas de parentesco simbólico. Los intercambios se hacen más explícitos, más identificados, tiene nombre, destino, motivo. La muerte próxima o las exigencias de la memoria, que hacen más vivo el reclamo de reciprocidad. La ceremonia ocurre en las casas. En el pueblo apenas se ven otros signos de celebración que los puestos con cantidades incalculables de flores o panes y el movimiento tumultuoso que se aprecia en las inmediaciones de la iglesia. [2]

Gastronomía[editar]

El clima de Malinalco, favorece la abundancia de frutas todo el año.

El maíz es la materia base para los platillos que ofrece Malinalco, además de ingredientes de su entorno como frutas y animales como la rana y la iguana, "€œla trucha al estilo Malinalco"€, nieves de diferentes sabores, en la zona sur se produce un excelente mezcal, y en el norte podemos encontrar productos como el pulque.[3]​ Dada su categoría de pueblo mágico, la infraestructura y servicios al turista es muy completa y con un amplio rango de opciones, desde comida tradicional, antojitos, hasta cocina internacional, pizza y antojos

Los sitios más relevantes para visitar[editar]

Centro histórico de Malinalco.
Capilla del Barrio de San Martín.

1.- Museo Universitario "Luis Mario Schneider": es un lugar que podría denominarse como el museo de sitio de Malinalco (aunque no lo es en sentido estricto), allí encontrarás una sucesión cronológica de los hechos históricos más importantes de Malinalco, amen de que muestra algunas de las más importantes tradiciones del lugar, en sus colecciones cuenta con piezas que dan cuenta del paso de la cultura Mexica por el lugar, cuenta con una sala de exposiciones temporales que ofrece interesantes muestras de diversa índole, resulta especialmente relevante para las personas interesadas en los aspectos culturales de Malinalco.

2.- Museo vivo: se trata de un espacio "Glocal", ameno y vinculante concebido como una cápsula de conservación y un sentidero de naturaleza que mediante un concepto museístico poco tradicional pero con bases científicas incentiva el uso de los sentidos para percibir de manera diferente a los seres vivos y al mismo tiempo apoyar su conservación; en esencia es un sitio que brinda experiencias construidas a partir de la biodiversidad poco común, de su utilidad y de las emociones que esta provoca; se trata del único concepto de "Museo vivo" en México.

3.-Casa de cultura "Malinalxochitl": es un espacio bajo la tutela del H. Ayuntamieno en donde se muestran y desarrollan las actividades culturales del municipio, allí podrás ver exposiciones temporales y observar directamente el trabajo de los maestros artesanos que dan vida a la artesanía de Malinalco por excelencia: la talla en madera.

4.-Centro Cultural Universitario "Luis Mario Schneider": la que antes fuera residencia del Dr. Luis Mario Schneider, hoy es un centro cultural administrado por la Universidad Autónoma del Estado de México donde se realizan estudios de Filología y está abierto al público en general. La biblioteca personal del Dr. Schneider cuenta con más de 17,000 libros en su gran mayoría de literatura latinoamericana. Se encuentra ubicado en la "Finca El Olvido" situada en la carretera Malinalco-Chalma s/n, barrio San Juan.

Usos y costumbres[editar]

Chinelos en los festejos en honor al Divino Salvador.

Los habitantes practican antiguas ceremonias utilizando hongos alucinógenos como medio para sanar, los chamanes o curanderos los utilizan con frecuencia sobre todo en épocas de lluvia cuando estos abundan en esa zona, los niños más pequeños son los encargados de la recolección de dichos hongos ya que para las ceremonias se cree que solo ellos y las doncellas son tan puros para no contaminarlos y poder ser utilizados como medio de curación, la ingesta de estas especies actualmente es objeto de investigación en diferentes áreas.

Celebraciones[editar]

Las más importantes son:

  • Virgen de la Candelaria (2 febrero)
  • Semana Santa (marzo - abril)
  • San Juan (24 de junio)
  • Divino Salvador (6 de agosto)
  • Asunción de la Virgen María (15 agosto)
  • Virgen de los Dolores (15 septiembre)
  • Virgen de Guadalupe (12 de diciembre)

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (26 de junio de 2013). «Principales resultados por localidad (ITER)». Consultado el 2 de noviembre de 2015. 
  2. a b c d Mier, Raymundo (mayo de 2005). Malinalco: La congregación de los tiempos. Toluca, México: Cigome. 
  3. «Enciclopedia de los Municipios y Delegaciones de México». Consultado el 4 de julio de 2014. 

Enlaces externos[editar]

· [1]

Bibliografía. Raymundo. “Malinalco: La congregación de los tiempos”. Cigome, 2005. Pp. 21-119. Impreso