Usuario:RoyFocker/Milagros

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Los milagros en la Iglesia católica han sido entendidos también como signos de credibilidad.[1]

El milagro en la hagiografía es considerado como una prueba de la santidad personal, manifestación del poder de Dios que actúa a través de estos hombres. Pero no solo en la vida de Jesus o en contextos de santos aparecen los milagros sino también en narraciones históricas como la reinterpretación providencialista que Paulo Orosio hace de la historia de Roma o también objetos (como pinturas) que son ocasión de realización de milagros.

Interpretaciones racionalistas[editar]

El racionalismo de los siglos XVIII y XIX se interesó en demostrar por un lado la imposibilidad de los milagros o, en una postura más deísta, al menos su inconveniencia (sería indigno de un Dios trascendente e inmutable intervenir así contra las reglas de la naturaleza que Él mismo ha introducido). Así, por ejemplo, Pierre Bayle o Spinoza[2]​ También Hume en la sección 10 de su An Enquiry concerning Human Understanding trata sobre los milagros que serían el único medio de probar la existencia de Dios (ya que, debido a su crítica del concepto de causa, no se puede a través de la creación) pero dado que van contra el testimonio constante de los sentidos son en general poco creíbles. De opiniones semejantes son autores como Voltaire.

Bultmann, de acuerdo con su posición teológica escéptica, distingue en el fenómeno «milagro», el milagro (Mirakel) en cuanto tal –definido como excepción de las leyes de la naturaleza– y el Wunder que es la experiencia de fe que descubre la causalidad y acción de Dios en un suceso que sigue las leyes naturales: así, tal experiencia es la de la fe simple y pura.

René Latourelle sostiene que estas críticas se originan en concebir el milagro como una «excepción momentánea a las leyes naturales»: dado que tales leyes son las que hacen inteligible el mundo, sostener que puedan caer de acuerdo con la voluntad divina es hacer incomprensible la naturaleza para el hombre. Por tanto, habría que dar una nueva definición de milagro que lo relacione más con el misterio de Jesús de Nazaret.[3]

Otro acercamiento crítico, a partir de la llamada historia de las formas es la comparación de las narraciones de milagros de los Evangelios con otros «milagros» realizados por divinidades paganas como Asclepio o de místicos como Apolonio de Tiana. La semejanza formal y literaria podría ser un indicio de que se trata de fábulas o leyendas, sin fundamento histórico real.

Notas[editar]

  1. Por ejemplo, en la Constitución Dei Filius se lee: «Si quis dixerit, miracula nulla fieri posse, proindeque omnes de iis narrationes, etiam in sacra Scriptura contentas, inter fabulas vel mythos ablegandas esse; aut miracula certo cognosci numquam posse nec iis divinam religionis christianae originem rite probari, anathema sit.» (DS 3034) o también en el juramento antimodernista: «quin immo mens humana difficultates interdum pati potest etiam in certo iudicio 'credibilitatis' efformando circa catholicam fidem, quamvis tam multa ac mira signa externa divinitus disposita sint quibus vel solo naturali rationis lumine divina christianae religionis origo certo probari possit» (DS 3876).
  2. Cf. Tractatus theologico-politicus II, 6.
  3. Cf. Latourelle (1992:937-938).

Bibliografía[editar]

  • René Latourelle – Rino Fisichella – Salvador Pié-Ninot (ed.), Diccionario de teología fundamental, San Pablo, Madrid 1992, ISBN 84-285-1460-7
  • Sofia Boesch Gajano, La santità, Editori Laterza, Roma 1999, ISBN 88-420-5736-3