Cultura del ocio

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Se identifica como Cultura del ocio al conjunto de patrones culturales desarrollados en las sociedades industriales como respuesta a la gradual disminución, a lo largo del siglo XX, de la jornada laboral de las clases trabajadoras.

Desarrollo histórico[editar]

Bañistas. Alemania 1931.

Los conceptos ocio y tiempo libre cobran relevancia en la Inglaterra victoriana en paralelo con la incorporación a las fábricas de maquinaria más eficiente y la creación de los primeros sindicatos.[1]​ Así, de las jornadas a menudo por encima de las dieciocho horas diarias, con los domingos como único día libre, se va pasando a lo largo del decenio de 1870 a una gradual reducción de jornada primero y a la obtención del sábado como día de descanso después.

La extensión y mayor asequibilidad de los medios de transporte, consecuencia de las nuevas redes ferroviarias, permitió a los trabajadores urbanos viajar en sus recién obtenidos días libres. También en el decenio de 1870 aparecen en Inglaterra las primeras ofertas de vacaciones a centros recreativos en la costa;[2]​ una tendencia que se extendería al resto de naciones industrializadas de Europa y Norteamérica. Este proceso se consolidará a lo largo de la primera mitad del siglo XX, a medida que se desarrolla el estado del bienestar, con hitos como la adopción en 1936 por la Organización Internacional del Trabajo del Convenio 52 sobre las vacaciones pagadas.[3]

En paralelo a todo ello surge la moderna Industria del entretenimiento, con el cine en primer lugar y el posterior desarrollo de sectores como la televisión, la industria musical o la industria de los videojuegos.

Impacto cultural[editar]

La extensión del ocio entre las clases trabajadoras ha tenido un enorme impacto en la cultura popular, convirtiendo al pueblo llano en generador y consumidor prioritario de determinadas formas expresivas. Sirvan como ejemplo el auge de las literaturas de género, el desarrollo de formas musicales como el jazz o la aparición de nuevos soportes como el cómic o el grafiti.

La explotación comercial de estos contenidos, una vez expurgados sus elementos más transgresores, son la base para la formación de una cultura de masas,[4]​ que a su vez es, desde el punto de vista cultural, un pilar básico en el fenómeno de la globalización.[5]

Referencias[editar]

  1. Thorstein Veblen. Teoría de la clase ociosa. Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-3846-8. 
  2. John Cannon, ed. (2002). The Oxford Companion to British History. Oxford University Press. 2002. ISBN 0198605145. 
  3. Organización Internacional del Trabajo (24 de junio de 1936). «Convenio sobre las vacaciones pagadas, 1936». Archivado desde el original el 22 de mayo de 2010. Consultado el 15 de octubre de 2009. 
  4. Max Horkheimer y Theodor W. Adorno. Dialéctica de la Ilustración, Capítulo 4: La industria cultural. Ilustración como engaño de masas. Editorial Trotta, S.A. ISBN 84-87699-97-9. 
  5. Octavio Ianni. Teorías de la globalización. Siglo XXI editores. ISBN 968-23-2001-1.